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“¡Levantémonos Y Edifiquemos!”

Capítulo 10: Compromisos Del Pueblo Para Con Dios

Capítulo 10: Compromisos Del Pueblo Para Con Dios

El Pacto Sellado

“…Y prometemos no abandonar el templo de nuestro Dios” (v.39)

Firmamos el documento:

El gobernador   Sacerdotes   Levitas   Jefes

Representantes del pueblo

En este capítulo la comunidad hace un convenio firme de obedecer varios aspectos de la ley, en su mayor parte (pero no completamente) relacionados con el apoyo del templo y sus cultos. Con este capítulo concluye la parte central del libro en la cual los líderes del pueblo se consagran a obedecer y servir al Señor.  La nación había pecado, pero ahora estaba dando los pasos hacia la dedicación y la obediencia.

Vs.1–28 La Lista De Firmantes.

1Los que firmaron fueron:

 

el gobernador Nehemías, hijo de Hacalías,
Los sacerdotes Sedequías, 2Seraías, Azarías, Jeremías, 3Pasur, Amarías, Malquías, 4Hatús, Sebanías, Maluc, 5Harim, Meremot, Obadías, 6Daniel, Ginetón, Baruc, 7Mesulam, Abías, Mijamín, 8Maazías, Bilgai y Semaías;
9Levitas Jesúa hijo de Azanías, Binúi, de los hijos de Henadad, Cadmiel, 10y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Hanán, 11Micaía, Rehob, Hasabías, 12Zacur, Serebías, Sebanías, 13Hodías, Bani y Beninu.

 

14Los jefes del pueblo Paros, Pahat-moab, Elam, Zatu, Bani, 15Buni, Azgad, Bebai, 16Adonías, Bigvai, Adín, 17Ater, Ezequías, Azur, 18Hodías, Hasum, Bezai, 19Harif, Anatot, Nebai, 20Magpías, Mesulam, Hezir, 21Mesezabeel, Sadoc, Jadúa, 22Pelatías, Hanán, Anaías, 23Oseas, Hananías, Hasub, 24Halohes, Pilha, Sobec, 25Rehum, Hasabna, Maasías, 26Ahías, Hanán, Anán, 27Maluc, Harim y Baana.

 

Representantes del pueblo

En los versículos 1 a 27 encontramos una lista legal que lleva el sello oficial y contiene una nómina de 84 nombres.  Esta lista comprende una acumulación amplia de la mayoría de los nombres y títulos de la gente que se conoce de otras partes en estos libros y que tenían buena reputación. Lo importante parece ser que cada persona tiene la responsabilidad de decidir por sí misma si aceptará los valores que caracterizan a la comunidad.

De los sacerdotes nombrados en vs.2-8 aproximadamente la mitad de estos nombres aparecen de nuevo en 12:1-7; de los levitas en vs.9-13 la mayoría de estos nombres aparecen también en las listas de 8:7 y 9:4-5; de los jefes en vs.14-27 casi la mitad de los nombres también se hallen en las listas de 7:6-63 y Esdras 2:1-61.

«28 El resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y cantores, los sirvientes del Templo, y todos los que se habían apartado de los pueblos de las tierras para cumplir con la ley de Dios, con sus mujeres, sus hijos e hijas, todos los que tenían comprensión y discernimiento, 29 se reunieron con sus hermanos y sus principales, para declarar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés, siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová, nuestro Señor.»

vs.28-29    El v.29 declara en forma general que el pueblo tiene la intención de aquí en adelante de obedecer la ley de Dios.

“El resto del pueblo…los que se habían apartado…”  Implica que todavía habían unos que no se habían separado de las naciones paganas.  Los judíos se separaron de los pueblos a su alrededor y se dieron al

Señor y a Su palabra.  Hay algo más, se unieron a sus hermanos y hermanas en el compromiso de obedecer la Ley de Dios.

“La separación que ignora a Dios y a otros creyentes es aislamiento y llevará al final al pecado.”(Wiersbe, pág.104 )

Recordamos que la Ley de Moisés prometió un juramento, una maldición y una bendición (Deuteronomio 27:11-26; 28; 29:10-14).

En este pacto se encuentran principios que son importantes para nosotros en la actualidad. Nuestra relación con Dios debe ir más allá de asistir a la iglesia y tener devociones regulares.  Debe afectar nuestras relaciones (10:30), nuestro tiempo (10:31) y nuestros recursos materiales (10:32–39).

v.30  El Relato Siguiente Toma La Forma De Un Compromiso Colectivo En “Nosotros”.

 «30 Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni tomaríamos sus hijas para nuestros hijos.»

v.30          Si el pueblo escogido de Dios iba a testificar por Él en un mundo pagano, necesitaba familias unidas y temerosas de Dios. También, debían evitar cualquier tentación de adorar los ídolos de los pueblos que vivían a su alrededor.  Por esto, Dios prohibió el matrimonio entre los israelitas y los paganos que vivían en la región (Deuteronomio 7:3- 4).  Sin embargo, los israelitas y los paganos a menudo se casaron, y los resultados fueron desastrosos para las familias y para la nación.  El matrimonio mixto era una de las formas en las cuales se podía hacer peligrar la posesión de la tierra y junto con ella los beneficios del pacto.

v.31 La Observancia Del Sábado

«31 Asimismo, que si los pueblos de la tierra vinieran a vender mercaderías y comestibles en sábado, nada tomaríamos de ellos en ese día ni en otro día santificado; y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra y perdonaríamos toda deuda.»

v.31          El respeto al descanso sabático, era una práctica judía distintiva (Éxodo 20:8-11; 30:12-18).

Según Walton (Matthews y Chavalas, pág.536):

“Al principio esto (el reglamento del sábado) había incluido principalmente las actividades relacionadas con la agricultura y el ganado.  A medida que Israel desarrolló una economía mercantil durante la época de la monarquía, la prohibición se había ido aplicando a ejercer el oficio comercial; es decir, la venta de mercadería.  En este periodo después del exilio, surgió la pregunta acerca de si se permitía comprar mercadería a los que no tenían prohibido venderla (los comerciantes extranjeros) el sábado.  Se podría argumentar que la compra no es el ejercicio del oficio propio.  Sin embargo, los líderes de la comunidad extendieron las prohibiciones del sábado para que se aplicaran tanto a vender como a comprar.”

Los profetas reprendieron severamente a los judíos por violar el sábado (Isaías 56:1-2; 58:13-14; Jeremías 17:19-27; Amos 8:4-6)

También, perdonar las deudas cada siete años era parte de la ley (Éxodo 23:11; Deuteronomio 15:1, 2).

Vs.32-39 Las Contribuciones Para El Mantenimiento Del Servicio Del Templo

«32 Nos impusimos además la obligación de contribuir cada año con la tercera parte de un siclo para la obra de la casa de nuestro Dios;

33 para el pan de la proposición y para la ofrenda continua, para el holocausto continuo, los sábados, las nuevas lunas, las festividades, y para las cosas santificadas y los sacrificios de expiación por el pecado de Israel, y para todo el servicio de la casa de nuestro Dios.

34 Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas y el pueblo, acerca de la ofrenda de la leña, para traerla a la casa de nuestro Dios, según las familias de nuestros padres, en los tiempos determinados cada año, para quemar sobre el altar de Jehová, nuestro Dios, como está escrito en la Ley.

35 Y que cada año llevaríamos a la casa de Jehová las primicias de nuestra tierra y las primicias del fruto de todo árbol.

36 Asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros ganados, como está escrito en la Ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en la casa de nuestro Dios.

37 También acordamos llevar las primicias de nuestras masas, de nuestras ofrendas, del fruto de todo árbol, del vino y del aceite, para los sacerdotes, a los depósitos de la casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra tierra para los levitas; y que los levitas recibirían el décimo de nuestras labores en todas las ciudades.

38 Un sacerdote, hijo de Aarón, estaría con los levitas cuando estos recibieran el diezmo; y que los levitas llevarían el diezmo del diezmo a la casa de nuestro Dios, a los depósitos de la casa del tesoro.

39 Porque a los depósitos del tesoro han de llevar los hijos de Israel y los hijos de Leví la ofrenda del grano, del vino y del aceite; y allí estarán los utensilios del santuario, los sacerdotes que ministran, los porteros y los cantores. Y prometimos no abandonar la casa de nuestro Dios.»

Vs.32-39  “La casa de nuestro Dios”, el templo, había sido reconstruido bajo el liderazgo de Zorobabel aproximadamente setenta años antes (Esdras 6:14-15).  Las contribuciones al templo, las ofrendas y las festividades fueron restauradas.   El apoyo prometido era específico e involucraba:

  • El impuesto o tributo del templo
  • La ofrenda de leña
  • Las primicias
  • Los diezmos

v.32        El impuesto del templo:

“…contribuir cada año con la tercera parte de un siclo para la obra de la casa de nuestro Dios”

La Biblia de Jerusalén:

“…Dar un tercio de siclo al año…”

Nueva Versión Internacional:

“…cada año con cuatro gramos de plata…”

El censo anual de los judíos de veinte años para arriba iba acompañado de la recogida del ½ siclo del santuario (Éxodo 30:11-16).  ¿Por qué está la diferencia?  Adjuntamos unas sugerencias para considerar:

  1. Cumplieron con el requisito de la Ley, el ½ siclo y ofrecieron un tercio de siclo adicional.
  2. Los tiempos eran difíciles y así los reyes decidieron ajustar el impuesto y que el pueblo contribuyera con la tercera parte de un siclo.
  3. “La tercera parte de un siclo mencionado aquí probablemente de debía a un ajuste realizado para adaptarse al sistema monetario utilizado en el Imperio persa. Durante esta época, el dárico, la moneda básica del Imperio persa, pesaba 8,4 g y era igual a un siclo babilonio.  El zuz arameo valía la mitad de eso y era equivalente al dracma griego.  El siclo israelita estándar, sin embargo, había pesado 11,4 g (al igual que el siclo asirio) por mucho tiempo, pero también había un siclo real…que según los hallazgos arqueológicos pesaba de 12,5 a 12,8 g.  Por lo tanto, un zuz, con 4,2 g, podría equiparase aproximadamente a un tercio del siclo real tradicional.” (Ref: Walton, Matthews y Chavalas págs. 536-7)

v.33        “para el pan de la proposición y para la ofrenda continua”   Es una referencia a los doce panes sin levadura que siempre estaban sobre una mesa ante el lugar santísimo como un sacrificio continuo.  Se reemplazaban cada día de reposos (Éxodo25:30).  Los sacerdotes comían el pan más viejo (Levítico 24:5-9).

“para el holocausto continuo, los sábados, las nuevas lunas, las festividades”  Ofrecido tanto a la mañana como a la noche (Números 28-29; 2 Reyes 16:15; 2 Crónicas 2:4; 31:3; Esdras 3:3-6)

“y para las cosas santificadas”  El tabernáculo/templo y todos los objetos relacionados con él eran santos.  Se separan para el Señor (Éxodo 25; Números 10).

“y los sacrificios de expiación por el pecado de Israel,”   Es el acto por el que se quita el pecado o la contaminación mediante un sacrificio o pago establecido por Dios.  El concepto básico parece ser el de eliminar el obstáculo que impide la bendición de Dios.  Las ofrendas expiatorias del Antiguo Testamento no podían en sí quitar el pecado (Hebreos 10:4), sino que prefiguraban a Jesucristo, el sacrificio perfecto provisto por Dios mismo (Juan 1:29).

En el Día de Expiación, el sumo sacerdote rociaba sobre el propiciatorio la sangre del holocausto por los pecados, quizás como símbolo de la aceptación del sacrificio por Dios. Es el día santo más solemne de los judíos, que se celebraba el décimo día del séptimo mes. La Biblia especifica claramente lo que debía hacerse en este día (Levítico 16:23), como también su significación cristiana (Hebreos 9:10). Esta era la única ocasión del año en que al sumo sacerdote se le permitía entrar al lugar santísimo.

v.34        La Ofrenda De Leña:

Puesto que había que mantener encendido constantemente el fuego del altar de bronce (Levítico 6:12-13) se requería un abastecimiento seguido de leña.  Cortar la leña era una de las tareas asignadas a los heveos en Josué 9:27.  Sin embargo, durante este periodo el templo tenía muy poco personal, de modo que hacía falta un plan alternativo proveer la leña.

Echar suertes – es el sorteo mediante el cual se buscaba la solución de un asunto.  Se esperaba que Dios los guiase de esa manera en casos dudosos, y así saber el partido que habían de tomar (Jueces 20:9; 1 Samuel 10:20, 21; 1 *Crónicas 26:14; Salmo 22:18; Proverbios 16:33; 18:18-19).  El territorio de las doce tribus fue asignado por suerte (Josué 13:6).  Puesto que Dios es el que gobierna todas las cosas absolutamente, se considera que el resultado de «echar suertes» está bajo el control divino.  A esto se debe la convicción de que nuestra «suerte» está en manos de la providencia (el control divino de la historia).

v.35-36   Las primicias:

Los judíos estaban enseñados a dar a Dios lo primero y lo mejor (Proverbios 3:9).  Se traían al santuario animales y las primicias de la cosecha para sostener a los sacerdotes y levitas (Éxodo 23:19; Números 18:13; Deuteronomio 26:1-11; Ezequiel 44:30).

En el ritual israelita, el primogénito del hombre y de la bestia ocupaba un lugar especial. El primogénito varón pertenecía a Yahvéh (Éxodo 13:2; 22:29b–30; Números 3:13), concepto que recibió realce con la protección acordada a Israel en la última plaga.

v.37-38   Los diezmos:

La costumbre de contribuir con el diezmo no se originó con la ley mosaica (Génesis 14:17–20), ni era peculiar a los hebreos. Se practicaba en otros pueblos de la antigüedad también. Hay tres cuestiones principales a considerar.

  1. ¿Qué era lo que debían diezmar los hebreos? La Torá establecía que “la simiente de la tierra” (cosechas), “el fruto de los árboles”, las vacas, y las ovejas (Levítico 27:30–32) se debían diezmar.
  2. ¿A quién se entregaban los diezmos? Había que dárselos a los levitas (Números 18:21).
  3. ¿Dónde debían los hebreos ofrecer sus diezmos? Debían llevarlos al “lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre” (Deuteronomio 12:5, 17)

De acuerdo a la ley de Dios, el pueblo debía dar una décima parte de su producción al templo para mantener a los levitas (los que se ocupaban del templo y las observancias religiosas).  Una décima parte de lo que los levitas recibían se dedicaba al sustento de los sacerdotes.  El objetivo de la práctica de este principio era asegurar el mantenimiento de la casa de Dios y sus trabajadores.

v.39  “…Y prometimos no abandonar la casa de nuestro Dios.”

Momentos Para Reflexionar…

  1. ¿Qué pensamientos tenemos cuando meditamos sobre esta última frase de versículo 39?
  2. ¿Cuáles son las responsabilidades para con los obreros de Dios hoy?
  3. Nuestra cultura a menudo nos hace elegir entre:
    1. la conveniencia y el beneficio por un lado y
    2. el colocar a Dios en primer lugar por el otro.
  4.  Analice su trabajo y sus hábitos de adoración: ¿Está Dios realmente en primer lugar?“Nos impusimos además la obligación de contribuir cada año con la tercera parte de un siclo para la obra de la casa de nuestro Dios”  A pesar de que este principio no continuó en la época del Nuevo Testamento, el concepto  de dar a Dios la primera porción de nuestro tiempo, tesoros y talentos continúa.  ¿Le da usted a Dios lo primero y lo mejor, o sólo las sobras?
  5. Donde hay verdadero avivamiento espiritual, se evidencia en la manera en que apoyamos la obra de Dios, comenzando en nuestra ecclesia. Debemos amar al Señor de tal forma que el dar generosamente será una parte normal y gozosa de nuestra vida, ¿verdad?

Juramentos, Votos Y Promesas

¿Qué piensa de la declaración de los israelitas?

“Se reunieron con sus hermanos y sus principales, para declarar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés, siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová, nuestro Señor.” (Nehemías 10:29)

La ley que regía los votos y juramentos la encontramos en Números 30:2.  Puesto que un juramento involucraba el nombre y el posible juicio de Dios, no se debía tomar a la ligera.  Moisés enseña el deber de cumplir al Señor los juramentos que uno hace.  Lea las siguientes referencias: (Éxodo 20:7; Levítico 19:12; Números 30:2; Deuteronomio 23:21).

Sin embargo sabemos de dos clases de juramentos:

  • los permitidos (Génesis 21:24; 31:53; Deuteronomio 6:13; Romanos 9:1; Hebreos 6:13; Apocalipsis 10:5-6)
  • los prohibidos (Oseas 4:2; Mateo 33-37; Santiago 5:12).

El contexto de Oseas, por ejemplo, se refiere al perjurio o juramento en falso. Prohíben el falso juramento o el perjurio, es decir, hacer un voto y después romperlo.

Ahora vamos a escuchar a lo que Jesús dice.  Advirtió en contra de vanos juramentos:

“Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: “No jurarás en falso, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey., Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no”, porque lo que es más de esto, de mal procede.” (Mateo 5:33-37)

En aquella época, los judíos tenían el hábito de emplear vanos o frívolos juramentos en su habla diaria (Ref: Stott. pág.112 y Harley-Escuain. Pág.301). Juraban por el templo, por la tierra, por el cielo y por la cabeza.  Lo reprobable era lo que podríamos llamar los juramentos frívolos.

Barclay (Ref:Mateo. Vo.I. pág.186) habla de otra costumbre de los judíos.  Se podrían llamar juramentos evasivos.  Explica que los judíos dividían los juramentos en dos clases:

  • Los que eran absolutamente vinculantes – cualquier juramento que incluía el nombre de Dios.
  • Cualquier juramento que se las ingeniaba para evitar en nombre de Dios.

Jesús concluye con el mandamiento de que, cuando uno tenga que decir que sí, debe decir que sí, y nada más; y cuando tenga que decir que no, que diga que no, y nada más.  Los cristianos verdaderos deben decir lo que quieren decir y querer decir lo que dicen.  El Padre celestial desea que nuestra vida y comportamiento con los demás esté basada en el amor.  Nuestra obediencia debe ser una respuesta gozosa a todo lo que Él ha hecho por nosotros en Cristo Jesús.

Una persona realmente buena no necesita recurrir a juramentos.  (Los juramentos se basan a menudo en el temor: “Es mejor que haga esto o Dios me juzgará”.)  La veracidad de sus dichos y la realidad de sus promesas no necesitan más garantía.  Nuestra palabra llana debería bastar “Sí” o “No”.  ¿Qué clase de personas somos?  ¿La gente tiene confianza en nuestra “sí” o “no”?

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