Lea Juan 8:12-59

Esta porción del evangelio presenta la continuación de la enseñanza que Jesús había comenzado en la Fiesta de los Tabernáculos. El Mesías proclama:

“Yo soy la luz de mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida…Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Y si yo juzgo, mi juicio es según la verdad, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió”. (Juan 8:12,15-16)

En la segunda parte de este capítulo, Abraham es el personaje de referencia.

 

Testimonio divino que apoya la autoridad de Jesús – Juan 8:12-20 –

La controversia descrita en el capítulo anterior continúa en este pasaje con la atención centrada en la persona y autoridad de Jesús mismo. Durante la Fiesta de los Tabernáculos, se prendían cuatro velas cada noche para iluminar el templo entero. Estas luces proveyeron una ilustración excelente para que Jesús las usara al hablar de la luz del mundo (v. 12).

El salmista dijo: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105). El salmista prometió guardar la ley para no pecar contra Dios. La ley se consideraba como la luz de vida y el que le siguiese no podía andar en tinieblas (v. 12).

Jesús revela que es “la luz del mundo”; por medio del él, el discípulo obtendrá “la luz de la vida” (Juan 1:4).

Al presentarse en el templo como la luz, Jesús afirma que se cumple en su persona la larga espera, en Israel, de la luz definitiva.

Escriba lo que identificamos como la luz.

Proverbios 6:23
Salmo 119:105
Proverbios 8:22
Isaías 42:6
Isaías 49:6

Los fariseos desafiaron la declaración de Jesús con el argumento de que tales declaraciones hechas por el mismo no eran relevantes y no eran dignas de confianza (v. 13). El primer argumento que Jesús usó para refutar las objeciones de los fariseos era que él conocía su origen y destino (v. 14). Aunque no se puede depender del testimonio del hombre mismo porque no sabe qué le espera en la vida, Jesús no era como otros hombres. Jesús había venido del Padre celestial y regresaría a él. De esta manera lo que decía era verdad porque Dios era la fuente de sus palabras. Los juicios del hombre se limitan por su humanidad y son pervertidos por su naturaleza carnal. De modo que no se puede depender de su testimonio. Los judíos no aceptaban el testimonio de Jesús porque lo juzgaban de acuerdo con su apariencia de ser humano (v. 15).

Jesús dijo que su misión no era juzgar a nadie, pero si lo hiciera, su juicio sería verdadero porque no juzgaba de acuerdo con la apariencia física (vs. 15, 16). Su juicio sería diferente del de los judíos porque juzgaría de acuerdo con la verdad. Lo verdadero de su juicio estaba asegurado por el hecho de que no tomaba sus decisiones solo, sino en conjunto con el Padre que lo había enviado (v. 16). El acuerdo de Jesús y el Padre (v. 18) en el juicio cumplía el requisito de la ley establecido en Deuteronomio 19:15: «No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito… Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se manten¬drá la acusación.”

Una vez más, los judíos no entendieron la declaración de Jesús (v. 19). Este versículo puede contener una referencia indirecta al nacimiento virginal. Los judíos se preguntaban dónde estaba el padre terrenal de Jesús. Jesús se había estado refiriendo a su Padre celestial. La pregunta sobre el padre terrenal de Jesús no fue contestada inmediatamente, sino que se dirigió al discurso subsiguiente sobre el origen de Jesús y su destino. Los judíos juzgaban a Jesús de acuerdo con la carne, así que no lo conocían. Si le hubieran entendido correctamente, habrían conocido al Padre también.

“Yo soy la luz del mundo.”Dice un trinitario: “Cristo es la luz del mundo porque El es Dios. (Juan 1:5), la fuente de toda luz, física y espiritual. Dios «habita en luz inaccesible» (1 Timoteo 6:16), como se ve en Éxodo 24:17.”

Isaías 49:5-6 contiene una profecía referente a Cristo como la luz del mundo, lo que él cumplió (Juan 8:12). Se le describe como meditando en “Jehová… que me formó desde el vientre para ser su siervo”. Por lo tanto, Cristo fue “formado” por Dios en el vientre de María, por medio del poder de su Espíritu Santo. Las entrañas de María fue evidentemente el lugar del origen físico de Cristo. “Yo soy la luz del mundo” no implica que Jesús es Dios-Hijo, la segunda persona de la santísima trinidad.

La obra de la iglesia

El evangelio de Cristo y la vida fiel de los santos (Filipenses 2:15; 1 Pedro 3:1-4) son los medios que Dios usa para esparcir esta luz. ¿La obra de la iglesia es, pues, alumbrar el camino de los hombres por medio de vidas ejemplares y la enseñanza de la palabra de Cristo?

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” (2 Corintios 4:3-4)

«Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:5-7).

«El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo» (1 Juan 2:10).

Cristo no nos da luz solamente para que entendamos su voluntad, sino para que le sigamos (Juan 8:12). La palabra “seguir” se refiere a una manera de vivir; es decir, seguirle habitualmente, como soldados que siguen a sus capitanes o generales, como esclavos que obedecen a sus amos.

Fatal incomprensión – Juan 8:21-30 –

La partida de Jesús a un lugar donde los judíos no podían ir tenía relación con su muerte y ascensión al Padre (v. 21). Los judíos no habían reconocido a Jesús como el libertador, pero lo buscarían porque necesitaban un redentor. Puesto que él se iría, no lo podrían hallar y morirían en sus pecados. Jesús iba al Padre, pero los judíos no podrían ir con él debido a sus pecados. Nuevamente, los judíos no entendieron sus dichos y concluyeron que estaba hablando de suicidarse (v. 22).

v. 21. “pero en vuestro pecado moriréis”

Esa es una frase profética (Ezequiel 3:18; 18:18). Esto implica dos cosas:

  • La palabra para pecado pertenecía al lenguaje de la caza y quería decir literalmente “errar el tiro”. La persona que se niega a aceptar a Jesús como Salvador y Señor ha errado el blanco en la vida, muere con una vida frustrada.
  • La esencia del pecado es que nos separa de Dios.

Se nota la dificultad de traducir el v. 25. En una nota marginal de la versión Reina-Valera’95: “Lo que desde el principio os he dicho” o “en primer lugar, ¿por qué he de hablar con vosotros”.

El pasaje sigue diciendo que la humanidad comprenderá el verdadero significado de Cristo de tres maneras:

  • Lo verá en la cruz. Es cuando Cristo es levantado cuando realmente vemos lo que es.
  • Lo verá en Juicio. De momento podría parecer el carpintero de Nazaret, un fuera de la Ley; pero llegará el día cuando el mundo Le verá como Juez, y sabrá quien es.
  • Cuando eso suceda verán en Él la encarnación de la voluntad de Dios. “Yo hago siempre lo que a Él Le parece bien,” dijo Jesús.

La verdad os hará libres – Juan 8:31-38 –

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32)

Jesús ahora comienza con una llamada dirigida a sus discípulos a mantener en su palabra. En estos dos versículos contienen una descripción del discipulado.

Barclay lo identifica así. El discipulado: Mi comentario con respecto de mi responsabilidad del discipulado
Empieza por creer.

 

 

 

Quiere decir mantenerse constantemente en la palabra de Jesús.

 

Conduce al conocimiento de la verdad.

 

 

Conduce a la libertad.

 

 

 

Lo que Jesús dijo de la libertad molestó a los judíos. Pensaban que nunca habían sido esclavos de nadie. Una reflexión sobre la historia del pueblo de Dios revela que permanecieron como esclavos en Egipto, fueron sometidos por varios imperios y en los días de Jesús vivían bajo el dominio de los romanos. Los opositores responden apelando a Abraham (v. 33), el elegido de Dios. Pero Jesús estaba hablando de la esclavitud del pecado (v. 34).

Como nadie está exento de pecado, entonces todos deben ser esclavos del pecado. Esto se aplica a la descendencia de Abraham. Hay un contraste obvio entre un esclavo y un hijo y entre los derechos que cada uno posee (v. 35), y eso sirve para subrayar el abismo entre la esclavitud y la libertad.

Las palabras “seréis verdaderamente libres” (v. 36) muestran que la verdadera libertad sólo puede llegar por medio del Hijo. Jesús entonces volvió la mirada al pasado, al reclamo de Abraham, y señaló lo extraño de aquellos que argumentaban ser descendientes de Abraham y que trataron de matar a quien había hablado la palabra de Dios (v. 37). La línea básica de este pasaje es que la descendencia física, que tanto significaba para los judíos, no es una guía para la verdadera afinidad moral o espiritual.

“Nuestro padre” – Juan 8:39 –

El dicho “no podéis oír mis palabras” muestra lo cerradas que estaban las mentes de sus oyentes. La implicación es que los verdaderos descendientes de Abraham recibirán las palabras de Jesús. El contraste entre “el Padre” y “vuestro padre” se hace más claro a la luz del v. 44.

Jesús declara que el verdadero hijo de Abraham es el que actúa de la misma manera que lo hacía Abraham.

“…sois de vuestro padre el diablo” (Juan 8:44)

Los judíos están buscando la manera de matar a Jesús. Eso es todo lo contrario a lo que hizo Abraham cuando recibió la visita de un mensajero de Dios, con su hospitalidad hizo que se sintiera bienvenido (Génesis 18:1-8). La conversación se centra luego en Sara de quien el visitante, hablando ya con autoridad divina, asegura que tendrá un hijo de Abraham. Ambos eran ya viejos, ella era estéril y ya había pasado el tiempo en el que podía procrear. Isaac es el fruto de la promesa de Dios y de la participación de Abraham y Sara.

Abraham había recibido al mensajero de Dios; en cambio ¡los judíos de aquel entonces estaban tratando de matar al mismísimo “Mensajero de Dios”, Jesucristo! Al traer a la memoria la historia del Génesis, Jesús se presenta implícitamente (v. 36) “Yo hablo lo que he visto estando junto al Padre.” Al final de este pasaje llega la afirmación: ”…y vosotros hacéis lo que habéis oído junto a vuestro padre.” (v. 38) “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.” (v. 41) ¿Quién es este padre? La respuesta se encuentra en v.44 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo. “ El versículo completo dice:

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira.”

¿En este versículo tenemos “una prueba” de la existencia de un ser sobre natural, un ángel maligno llamado diablo y satanás? Los testigos de Jehová dicen que sí: “La criatura que llegó a ser Satanás fue originalmente un hijo celestial de Dios en perfección. Al decir que el Diablo “no permaneció firme en la verdad”, Jesús indicó que en un tiempo aquella criatura había estado “en la verdad” (Juan 8:44)…”

Rechazamos esta falsa doctrina de la rebelión de los ángeles celestiales debido a que los ángeles comparten la naturaleza de Dios y no pueden morir. En vista de que el pecado trae la muerte es evidente, por lo tanto, que ellos no pecan. Los siguientes pasajes muestran claramente que todos los ángeles celestiales (¡no sólo algunos de ellos!) son por naturaleza obedientes a Dios y por esa razón no pueden pecar:

“Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos [es decir, no puede haber rebelión contra Dios en el cielo]. Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad” (Salmo 103:19-21).

“Alabadle, vosotros todos sus ángeles… sus ejércitos” (Salmo 148:2).

“Los ángeles… ¿no son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de [los creyentes] los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1:13,14).

La repetición de la palabra “todos” muestra que los ángeles no están divididos en dos grupos, uno bueno y otro malo. La importancia de entender claramente la naturaleza de los ángeles reside en que el galardón de los fieles es compartir su naturaleza: “Más los que fueren tenidos por dignos… ni se casan… no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles” (Lucas 20:35, 36). Este es un punto vital que se debe captar con claridad. Los ángeles no pueden morir:

Si los ángeles pudieran pecar, entonces aquellos que sean hallados dignos del galardón al regreso de Cristo, también tendrían la posibilidad de pecar. Y en vista de que el pecado trae la muerte (Romanos 6:23), no tendrían vida eterna; si tenemos la posibilidad de pecar, tenemos también la posibilidad de morir. Así que decir que los ángeles pueden pecar, hace que la promesa de Dios de vida eterna pierda sentido, pues nuestro galardón es compartir la naturaleza de los ángeles. La referencia a “los ángeles” (Lucas 20:35, 36) muestra que no hay categorización de ángeles – buenos o pecadores -; hay sólo una clase de ángeles.

Regresemos al contexto para buscar una explicación del pasaje.

El contexto expone lo siguiente: una casa, un hijo, un esclavo, el Padre, el padre, pecado, Abraham y el padre diablo.

1. ¿Se refiere Jesús a la expulsión de Ismael de la familia de Abraham?

“El niño creció y fue destetado, y ofreció Abraham un gran banquete el día que fue destetado Isaac. Pero Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, el cual esta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. Por eso dijo a Abraham: “Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac, mi hijo”. (Génesis 21:8-10)

No está claro qué es lo que estaba haciendo el muchacho mayor. (Ismael debe haber tenido por lo menos 15 años en este momento, dado que el destete en la época bíblica ocurría cuando los niños tenían entre dos y tres años.) Pero parece probable que Ismael se estaba burlando de la posición de Isaac como heredero de Abraham. Por lo tanto, era culpable de desdeñar a Abraham y a su heredero. En este acontecimiento comprendemos que:

El esclavo (del pecado) no queda en la casa (del Padre) para siempre, el (verdadero) Hijo queda (en la casa de su Padre) para siempre.

Continuemos con la respuesta de los judíos en Juan 8:41 Le dijeron a Jesús “¡Nosotros no hemos nacido de fornicación!” Es posible que, cuando los judíos se expresaron así, se referían a algo muy personal. Lanzaron una horrible calumnia contra Jesús. Sabemos que Jesús había nacido milagrosamente de la virgen María, según los relatos de Mateo y Lucas. Eso es lo que dice la Biblia. Sin embargo, en la época en que el Mesías cumplía su ministerio, los judíos habrían inventado una historia según la cual María había sido infiel a José, que su amante había sido un legionario romano llamado Pantera y que Jesús había sido el hijo de aquella unión .

Entonces ¿cuáles fueron las burlas de Ismael contra Isaac? ¿Fueron las mismas insinuaciones con respecto de su nacimiento? ¿Se consideraba Ismael el verdadero heredero de Abraham? A Abimelec (Génesis 20), Abraham había presentado a Sara como su hermana – en realidad media hermana –. Abimelec, rey de Gerar, tomó a Sara para su harén con miras a una relación marital. Estaba actuando inocentemente. Pero Dios intervino para proteger el matrimonio entre Sara y Abraham. ¿Es la burla de Ismael de la misma naturaleza que la proferida contra Jesús? ¿Sara había dado a luz al hijo de Abimelec?

Por eso algunos investigadores han pensado que la frase “nosotros no hemos nacido de fornicación” puede ser una referencia indirecta a los rumores sobre el nacimiento de Jesús. Pero existe otra sugerencia según la cual estuvieran objetando la negativa de Jesús de dar lugar a su reclamo como descendientes de Abraham, lo que les haría espiritualmente bastardos.

2. ¿Se refiere Jesús a Caín?

Jesús se refiere a la serpiente de Edén cuando dice en v. 44: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo. “. (Pero, otra vez, no aceptamos la doctrina de un supuesto ángel maligno detrás de la serpiente.) Jesús declara abiertamente que aquellos judíos, sus enemigos, son “la simiente de la serpiente” anunciada en la importantísima promesa de redención hecha en Edén:

“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón.” (Génesis 3:15)

Más tarde Jesús repitió la misma acusación con mucha vehemencia y claridad:

“¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mateo 23:33)

Jesús enumera algunas de las características del diablo (v. 44):

  • Ha sido homicida desde el principio.
  • No ha permanecido en la verdad.
  • Habla mentira.

Al hablar del que es homicida desde el comienzo, se ha sugerido que Juan no piensa en aquel supuesto ángel maligno sino en Caín, que mató a su hermano Abel.

De hecho en 1 Juan 3:8-12 recibimos la exhortación:

“El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios (simiente de la mujer) y los hijos del diablo (simiente de la serpiente): todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios. Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano, justas.”

Vamos a poner a un lado lo que dice León-Dufour :

“Fue el diablo el que inspiró a Cain.”

Esta epístola permite precisar de donde procede este deseo de matar a su hermano. El deseo vino del corazón mismo de Caín. Un corazón lleno de odio y de la ausencia de todo amor. Por eso, con respecto a Caín, tenemos lo siguiente:

Cita de Juan 8:44 La serpiente Cain – la simiente de la serpiente
“…ha sido homicida desde el principio”.

 

“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón”. (Génesis 3:15) “…Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.” (Génesis 4:8)
“…no ha permanecido en la verdad”.

 

No solamente se refiere a lo que dice sino también que la Promesa de Dios, de Su propósito de la redención, no reside en la serpiente.

 

La mujer consigue de Dios un hijo (Génesis 4:1) ¿El hijo de la promesa? No. Fue Caín.
“…habla mentira” “No moriréis.” Génesis 3:4) “¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él respondió: No sé. Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9)

Los verdaderos hijos de Dios no podían dejar de amar al Hijo de Dios. Jesús volvió a afirmar que su misión provenía de Dios. No permitiría que sus oyentes lo olvidaran. Sus ideas preconcebidas hacía que fueran incapaces de oírle (v. 43). Esta idea de la incapacidad moral se subraya luego en la acusación de que el diablo era su padre. Las implicaciones de esto eran de largo alcance. Aquí se presentan tres etapas de pensamiento:

  • el diablo es un asesino;
  • ustedes tratan de matarme;
  • por lo tanto, ustedes son sus hijos.

La secuencia en el v. 45 sugiere que el rechazo de los oyentes a la verdad mostraba su inclinación a la falsedad. Jesús hizo que su actitud hacia él fuera la prueba crucial: ¿Por qué vosotros no me creéis? Como él hablaba la verdad, todo lo contrario a él debía ser falso. La actitud de sus opositores de incredulidad no sólo implicaba que él no hablaba la verdad, sino que también era culpable de pecado (v. 46).

La secuencia del pensamiento en Juan 8:47 es así:

  • cualquiera que oye las palabras de Dios es de Dios;
  • ustedes no oyen las palabras de Dios; por lo tanto, ustedes no son de Dios.

Fue el segundo paso de su argumento lo que contradijeron sus oyentes porque la estimación de Jesús sobre su condición espiritual era distinta de la que ellos tenían de sí mismos.

“Nunca verá muerte” – Juan 8:51 –

Esto se relaciona con la promesa de Jesús de dar vida eterna a los creyentes. Una vez más sus opositores entendieron mal sus palabras tomando literalmente su referencia a la muerte (v. 52). El hecho de que Abraham y los profetas hayan muerto convertía, según el juicio de ellos, en necedad la afirmación de Jesús.

La enseñanza constante de Jesús y sus apóstoles era que la muerte de un creyente es como un sueño porque ha muerto en su bautismo en Cristo (Romanos 6:2-11; Mateo 27:52; Juan 11:11; Hechos 13:36; 1 Corintios 15:20, 51; 1 Tesalonicenses 4:14)

La pregunta directa: “¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham?” (v. 53), implica que los judíos consideraban que se trataba de un imposible. Estaban dispuestos a dar mayor honor a los profetas antes que a Jesús. La pregunta siguiente: “¿Quién pretendes ser?”, más literal es: “¿Qué te haces a ti mismo?”

La respuesta a esta interrogante fue que Jesús no se glorificaba a sí mismo (v. 54); era la obra del Padre. Nuevamente Jesús reclamó una relación especial con su Padre y un conocimiento completo de su progenitor (v. 55) en contraste con sus oyentes.

¿Gloria antes que Abraham? – Juan 8:58 –

En el v. 56 tenemos una notable afirmación (“Abraham, vuestro Padre, se regocijó de ver mi día.”) que provoca la pregunta de cuándo pudo haber ocurrido esto. Esto fue cumplido plenamente en Cristo. El lo vio y se gozó parece indicar un pre-conocimiento de Abraham, lo que era un resultado de su fe, aunque algunos lo han vinculado con la atadura de Isaac. Los judíos distorsionaron las palabras de Jesús preguntando: “Aun no tienes ni cincuenta años ¿y has visto a Abraham?” (v. 57) pero Jesús respondió con una declaración enfática.

¿La frase “… antes que Abraham existiera, yo soy” debe señalar su preexistencia? A menudo se hace mal uso de estas palabras para enseñar que Jesús existió en persona antes de Abraham.

Jesús halla su propia historia escrita en las Escrituras Hebreas (Lucas 24:27). El rol del Mesías estaba claramente esbozado allí. Era típico en el pensamiento judío que cualquier cosa de suprema importancia en el propósito de Dios –Moisés, la ley, arrepentimiento, el Reino de Dios y el Mesías – hayan “existido” con Dios desde la eternidad.

Juan puede hablar de la crucifixión como habiendo “ocurrido” antes de la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8). Pedro, escribiendo más tarde en el primer siglo, aún conoce de la “preexistencia” de Jesús sólo como una existencia en el pre-conocimiento de Dios (1 Pedro 1:20). Sus sermones en los primeros capítulos de los Hechos reflejan exactamente la misma opinión.

Sin embargo, una investigación más de cerca revela que la verdad es lo opuesto de la doctrina trinitaria de la pre-existencia personal de Jesús:

  1. Jesús no dice ‘…antes que Abraham fuese, yo fui’. Él era el descendiente prometido de Abraham; le quitamos sentido a las promesas que Dios hizo a Abraham si decimos que Jesús existió físicamente antes de la época de Abraham.
  2. El contexto de Juan 8:58 es la conversación de Cristo con los judíos referente a Abraham. En lo que a ellos concernía, Abraham era el hombre más grande de todos los tiempos. Jesús está diciendo: “Yo soy ahora, en el presente, más importante que Abraham”. En ese momento, era Jesús a quien debían honrar y no a Abraham. Él está diciendo: ‘Yo soy ahora más importante de lo que Abraham fue alguna vez’.
    Es posible entender la palabra “antes”, de Juan 8:58 con alguna referencia al tiempo, en el sentido de que antes de que Abraham existiera, Cristo ya había estado en el plan de Dios desde el principio mismo del mundo. Debido a que Jesús fue “antes” de Abraham en este sentido, en cambio Abraham fue “antes” de él en términos de importancia.
  3. Prueba de esto se halla en Juan 8:56: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó”. La única vez que se sabe que Abraham se rió y se alegró fue cuando se le dio la promesa de que tendría una simiente; él entendió que finalmente esa promesa se refería a Jesús (Génesis 17:17).

Abraham vio de antemano a Cristo por medio de las promesas que se le hicieron referentes a Jesús. Él comentó críticamente acerca del sacrificio futuro de Jesús: “En el monte de Jehová será provisto” (Génesis 22:14). Fue en este sentido que Jesús habla de que Abraham lo vio. Es en este contexto de hablar acerca de las promesas en que Jesús pudo decir: “…antes que Abraham fuese yo soy”.

El reconoció que las promesas que Dios hizo a Abraham estaban revelando el plan acerca de Jesús que Dios había elaborado desde el principio del mundo. Ese propósito, que había estado desde “antes que Abraham fuese”, había sido revelado a Abraham en las promesas que se le hicieron, y ahora estaban cumpliéndose ante los ojos de los judíos del primer siglo, cuando rodeaban a Jesús; “Y la palabra [de la promesa] se hizo carne”.(Juan 1:14)

 

Desarrollo del estudio

  1. ¿Por qué la gente quería apedrear a la mujer? (vs. 3-5)
  2. ¿Por qué no fue apedreada la mujer? (vs.7-9)
  3. ¿Cuál era la condición espiritual de la mujer adúltera y la de sus acusadores y jueces? (vs. 8-11)
  4. ¿En qué se parece la condición humana actual con los personajes del relato?
  5. ¿Estaban haciendo la voluntad de Dios? ¿Por qué?
  6. ¿Quién es el único que puede iluminar la mente de los seres humanos para que puedan hacer la voluntad de Dios? (v. 12)
  7. ¿Por qué los fariseos no aceptaron la afirmación de Jesús de ser la luz del mundo? (vs. 13-20)
  8. ¿Por qué razón las personas no aceptaron que Jesús es la luz del mundo? (vs. 34-36, 43-47)
  9. ¿Por qué es importante tener a Jesús como nuestra luz espiritual?
  10. ¿Cómo ilumina Jesús a la humanidad para que pueda tener vida? (vs. 21, 24, 28, 31-36, 51,)
Capítulo anterior: La mujer adúltera (Juan 7:53- 8:1-11)

Continúa leyendo: Discurso 7 – El buen pastor (Juan 10:1-42)
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