Lea Juan 4:1-42

En los días de Jesús, el Israel de los patriarcas se encontraba dividido en tres partes perfectamente definidas. al Norte, Galilea; al Sur, Judea, y en el medio, Samaria.

Los judíos hacían todo lo posible por no viajar a través de Samaria. Pero Jesús no tenía motivos para vivir con dichas restricciones culturales. La ruta a Galilea, a través de Samaria, era más corta y esa fue la que tomó. Se podía hacerla en apenas tres días.

Según Mateo 10:5, Jesús recomienda a sus discípulos que no vayan a Samaria. Según Lucas 9:51-56, a pesar de que los discípulos hicieron los preparativos para que el Cristo visite esa región, los pobladores no le recibieron. Sin embargo, Jesús distinguió a un samaritano, el único entre los diez leprosos curados, que se había mostrado agradecido y lo puso como ejemplo en la parábola del “buen samaritano” oponiéndolo a los levitas del templo.

Samaria
El rey Omri, de Israel, compró una colina por dos talentos de plata, allí construyó una ciudad y le dio por nombre Samaria (1 Reyes 16:24). La convirtió en la capital de Israel alrededor de 870 a.C. y se mantuvo como tal hasta la caída del Reino del norte, en 722 a.C. Los conquistadores asirios trajeron muchos extranjeros quienes se casaron con los israelitas de Samaria.
Del matrimonio entre aquellos extranjeros y los judíos que quedaron surgió una raza mixta, impura en la opinión de los judíos que vivían en Judá, el reino del sur. Los judíos puros odiaban ese pueblo, conformado por los samaritanos, porque sentían que quienes contribuyeron a su formación traicionaron a su gente y a su nación. Ese rechazo se conservó por mucho tiempo. Los samaritanos establecieron un lugar alterno de adoración en el monte Gerizim (Juan 4:20) paralelo al templo de Jerusalén, que fue destruido 150 años atrás.La separación de los judíos de los extranjeros fue requerida durante las reformas religiosas promovidas por Esdras y también en la reconstrucción de los muros bajo el liderazgo de Nehemías, aproximadamente en 450 a.C. Puesto que los samaritanos se habían casado con extranjeros, los judíos dejaron de asociarse con ellos (Nehemías 6:13). Esta acción forzó a los samaritanos a establecer su propio lugar de adoración. De acuerdo con Josefo, existía un templo samaritano en el monte Gerizim alrededor de 332 a.C.La separación de los dos pueblos y la exclusión de los samaritanos de la adoración en Jerusalén resultaron en sentimientos hostiles entre los judíos y los samaritanos. Cada uno decía que su lugar de adoración era superior al otro.

De Judea a Galilea – Juan 4:1-6 –

La predicación de Jesús causó la reacción de las autoridades en Jerusalén. (¿Habían recibido las noticias de las muchas conversiones por medio de Nicodemo?). Jesús dejó provisionalmente Judea y viajó con sus discípulos a Galilea. Se nota que Juan usa solamente dos veces el título “Señor” para Jesús antes de su resurrección (Juan 4:1; 6:23). Los fariseos habían oído decir “sobre Jesús”. En realidad, el evangelista comienza su relato hablando de Jesús mismo quiere hacer una distinción y anunciar el conocimiento del Cristo resucitado.

El camino pasaba por el pueblo de Sicar. A corta distancia de allí se encontraba el pozo de Jacob. No era un manantial sino que el agua llegaba hasta allí filtrándose por las tierras de alrededor y formaba un depósito. En un país en que escasea el agua, los pozos son obviamente lugares privilegiados de encuentro, de conflicto y de reconciliación. Por tanto era una zona llena de recuerdos históricos. El narrador se interesa por el pozo de Jacob (v.6).

Dice el relato específicamente que era la hora sexta – el medio día, la hora judía – Juan 19:14 (El día para los judíos era desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde.) La hora sexta debía ser la más calurosa de la jornada. Si fuera la hora romana, serían las 6 de la mañana o las 6 de la tarde.

Al situar el diálogo cerca de un pozo, el evangelista evoca un tema de la literatura bíblica: los patriarcas.

Lea los siguientes versículos y apunte lo que sucedió en la región en donde se encontraba el pozo.
Génesis 29:1-3

 

 

Génesis 33:18-19

 

 

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Génesis 48:22

 

 

Josué 24:32

 

 

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Revelación del agua viva – Juan 4:7-15 –

Era poco común que una mujer sola fuera al pozo. Podría ser considerada como una marginada social. Juan agrega el detalle de que los discípulos estaban ausentes (v.8) para llamar la atención sobre el diálogo entre la mujer y Jesús. La acción de éste hizo a un lado dos prejuicios judíos: la supuesta enemistad con los samaritanos y la imposibilidad de conversar con una mujer samaritana. El prejuicio racial se intensifica por la observación de la mujer (v.9). Jesús debe haber previsto su perplejidad porque la usó para continuar la conversación. La idea de beber por una necesidad física llevó directamente al comentario sobre el don de Dios (v.10), que se convirtió en un tema espiritual.

La conversación rompió tres tradiciones:

  1. Un hombre respetable generalmente no hablaría a una mujer en público, especialmente si la mujer fuese de mala fama;
  2. Los judíos no tenían ningún trato con los samarita¬nos; y,
  3. Un judío no tomaría de un vaso de una mujer samaritana. Ella era considerada impura y en ese caso mancharía los recipientes que tocara.

Esta mujer samaritana fue al mediodía, quizás para no encontrarse con otras personas que cuestionarían su reputación. Aquí Jesús dio a esta mujer un mensaje extraordinario acerca del agua pura y fresca que puede satisfacer la sed espiritual para siempre. La mujer:

  • era samaritana, de la odiada raza mixta;
  • ¿tenía una mala reputación?;
  • estaba en un lugar público.

Ningún judío honorable le hablaba a una mujer bajo estas circunstancias. Pero Jesús lo hizo. ¡Las barreras discriminatorias se iban cayendo!

“…dame de beber” – Juan 4:7, 10 –

Para un mejor entendimiento del discurso con la mujer samaritana hay que estudiar lo que había pasado muchos años antes en el mismo lugar. Jacob estuvo al lado del pozo y tuvo una conversación con unos pastores. Al final del diálogo, Jacob les dijo (Génesis 29:1-8):

“…abrevad las ovejas e id a apacentarlas.”

Ellos respondieron:

“No podemos, hasta que se junten todos los rebaños y se remueva la piedra de la boca del pozo. Entonces daremos de beber a las ovejas.”

Tuvimos que esperar muchos años desde aquellos días de Jacob para comprender el porqué y el significado de esta conversación aparentemente insignificante. A primera vista la explicación tiene un significado social, de convivencia pero lo más interesante para nosotros es contemplar su significado espiritual. Observemos las dos condiciones necesarias para apacentar las ovejas:

  1. que se junten los rebaños, y,
  2. que se remueva la piedra

 

1. Se juntan los rebaños

Los judíos puros odiaban esa raza mixta de los samaritanos. Como explica la mujer (Juan 4:9): “…judíos y samaritanos no se tratan entre sí.” Era tanta la animadversión que ni en la comida compartían los mismos utensilios. Es significante entonces que el “Buen Pastor” esté sentado al lado de pozo. Vino para unir a los judíos con los samaritanos e incluir a los gentiles y al mismo tiempo superar las barreras de la raza y las costumbres ortodoxas de los judíos.

2. Se remueve la piedra

La mujer le dijo:

“Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla.” (v.15)

¿Por qué Jesús le dijo:

“Ve, llama a tu marido, y ven acá.”? (v.16)

Es una respuesta extraña la de Jesús. Pero esto tiene una explicación y viene otra vez de lo que pasó con Jacob en Génesis 29. Había un obstáculo, la piedra, que no permitía a las ovejas beber el agua. Los pastores tenían que moverla. A nivel espiritual, el pecado es el impedimento que nos separa del agua viva. El pastor (Juan 10:14) remueve este obstáculo por medio de su muerte y resurrección. (Hebreos 2:14)

Este diálogo presenta una intersección del mundo terrenal y espiritual y el anuncio de la tumba vacía y la resurrección. Esto explica la razón por la que la mujer en aquel momento no podía tomar del “agua viva”. Los rebaños de los judíos y los samaritanos todavía no habían sido unidos y los gentiles no formaban parte del redil. La piedra tampoco había sido puesta a un lado del pozo. Esta es la causa por la que la mujer no podía beber del “agua viva” durante su encuentro con Jesús.

La mujer pensaba en Jesús como en un judío típico, y Jesús procedió en base a este concepto. Si ella hubiera conocido su identidad, le habría pedido agua viva (v. 10). Esta expresión tenía un doble significado, o sea el de agua corriente o de manantial y el de agua espiritual. Sin embargo, nos llama la atención que la mujer aún pensara solamente en el nivel humano, como muestra el (v. 11). Parecería necio intentar sacar agua de un pozo profundo sin tener los medios para hacerlo.

La comparación con Jacob (v. 12), que había cavado el pozo, le sugirió que Jesús era inferior. Por lo tanto, ella hizo un juicio errado. No podía concebir que alguien fuera mayor que el venerado Jacob (Comparamos la misma incapacidad de los judíos para concebir que alguien fuera mayor que Abraham – Juan 8:53 -). La verdadera superioridad de Jesús estaba en el hecho de que el agua era viva cuando él la proveía. El pozo de Jacob podría saciar la sed sólo temporalmente (v. 13).

¿Qué quiso decir Jesús con “agua viva”? En el Antiguo Testamento muchos versículos se refieren a la sed de Dios como sed de agua (Salmo 42:2; Isaías 41:18; 43:20; 49:10; 55:1; Jeremías 2:13; Amós 8:11; Zacarías 13:1). A Dios se le llama manantial de la vida (Salmo 36:9) y manantial de aguas vivas (Jeremías 17:13). Al decir que podía dar agua viva que saciaría para siempre la sed, Jesús declaraba ser el Mesías. Solo el Mesías podría dar este regalo que satisface la necesidad espiritual.

Al escuchar la promesa que Jesús ha pronunciado con autoridad (v.14), la samaritana pasa de la incredulidad al deseo. Ha percibido que el anuncio la concierne también a ella. Su respuesta (v. 15) manifiesta que cree en el poder de Jesús. Al final de esta conversación, que constituye la primera parte del diálogo, se ha mantenido la continuidad entre las dos aguas, pero su diferencia queda marcada por su efecto respectivo – provisional o definitivo – y por el donante ¬– Jacob o Jesús –. Es el don de Dios.

¿Le pidió a Jesús en tono de broma? ¿No había necesidad de pasar cada día al pozo? Por supuesto que sí. La mujer creía erróneamente que si recibía el agua que Jesús le ofrecía no tendría que volver al pozo cada día. Desde este enfoque estaba interesada en el mensaje de Jesús porque pensaba que le ofrecía una vida fácil. Pero si ese fuera siempre el caso, la gente aceptaría el mensaje de Cristo por razones impropias. Cristo no vino a quitar las dificultades, sino a cambiar nuestro interior y a darnos poder para enfrentarlas desde la perspectiva de Dios.

El Cuarto Evangelio y sus malentendidosLa técnica narrativa del malentendido se explota en el cuarto evangelio sistemáticamente. El esquema es siempre parecido: Jesús hace una declaración ambigua, sea porque está llena de imágenes, sea porque contiene un sentido oculto. Los que la oyen la interpretan literalmente o se rebelan contra ella. La mayoría de las veces, la explicación correcta es proporcionada a continuación por Jesús o por el narrador.

La función más clara de los malentendidos es establecer una distinción muy marcada entre los que comprenden a Jesús y los que no lo comprenden.

Examine el conjunto de los malentendidos en Juan. Identifique los puntos centrales de la obra de Cristo.
Juan 2:19-21
Juan 6:51-53
Juan 7:33-36
Juan 8:21-22
Juan 12:32-34
Juan 13:36-38
Juan 14:4-6
Juan 16:16-19

“Ve…y ven” – Juan 4:16 –

Jesús le hizo volver a la realidad. Inclusive para descubrirse mucho más, Jesús dijo: “Ve, llama a tu marido, y ven acá.” ¿Por qué? ¿Tuvo el deseo de conocer a su marido? No lo creo. La pausa dio oportunidad para cumplir un requisito antes de su regreso.

Identifique las ocasiones cuando Jesús dijo o dio a entender: “…ven” y “…ve”.
La invitación: “…ven” El mandato: “…ve”
Juan 1:39 Juan 4:16
Mateo 14:29 Marcos 1:44
Apocalipsis 4:1 Juan 9:7
Apocalipsis 22:17 Marcos 10:21
Estos son los siervos valientes, humildes y sinceros Estos tienen imperfecciones que deben ser eliminadas. Por eso, según la Ley, no les fue permitido entrar en el Templo. Bajo el pacto nuevo de Cristo, en cambio, si son invitados.

Punto de reflexión

La lección es para nosotros también:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5:23-24)
¿Cinco/seis maridos? – Juan 4:16-18 ¬–

En vez de una referencia a un desorden sexual de la mujer ofrecemos otras tres explicaciones de esta frase.

  • Los cinco “maridos” corresponderían a los cinco dioses introducidos en Samaria después de la conquista asiria desde el año 721 a.C. (2 Reyes 17:29). Los cinco maridos representan a los dioses ajenos y el sexto es el Dios verdadero al que adoraba no en verdad sino en ignorancia.
  • Los samaritanos aceptan solamente los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Y el otro marido puede ser un impostor. Según Josefo (XVIII, IV, I), en aquel tiempo había mucho entusiasmo en los samaritanos porque un demagogo los persuadió a que fuesen con él hasta el Monte Gerizim, en donde les iba a mostrar los vasos sagrados que allí supuestamente había enterrado Moisés.
  • La tercera posibilidad es que le habían divorciado sucesivamente los cinco maridos.

Si Jesús puede declarar “El marido que tienes no es marido tuyo”, ¿significa que los samaritanos no han mantenido la relación exclusiva con el Dios verdadero?

“…el lugar donde se debe adorar” – Juan 4:19-24 –

Cuando la mujer se dio cuenta de que Jesús conocía su vida privada, enseguida cambió de tema. Puso en discusión un tópico teológico popular: el mejor lugar para adorar. Jesús condujo la conversación hacia un punto más importante: la ubicación del adorador no es ni remotamente más importante que la actitud del adorador.

Es probable que ella se diera cuenta de que Jesús era algún tipo de profeta judío y entonces quisiera demostrar su conocimiento de las diferencias entre judíos y samaritanos sobre el principal lugar de culto (v. 20). La adoración estaba directamente relacionada con un lugar sagrado. En el pasado había existido un templo edificado en el monte Gerizim para rivalizar con el de Jerusalén. Inclusive después de que el templo de aquel sitio fuese destruido por Juan Hircano los samaritanos continuaron adorando en ese lugar.

Jesús primero hizo a un lado el tema del lugar para plantear el del objeto de la adoración (v. 22). Aunque ni Jerusalén ni el monte Gerizim tenían importancia en este asunto, sin embargo, los judíos tenían al respecto una comprensión superior de Dios. Dado que los samaritanos se limitaban al Pentateuco, les faltaba la riqueza teológica de la revelación de Dios del resto del Antiguo Testamento. Cuando Jesús dijo que la salvación procede de los judíos (v. 22) no estaba diciendo que todos los judíos serían salvos, sino que por medio de los judíos llegaría el conocimiento de esa salvación en las Escrituras.
La referencia de que la hora viene (v. 23), modificada por y ahora es, muestra claramente que fue el ministerio de Jesús lo que transformó radicalmente la adoración. El modo de hacerlo ahora es en espíritu y en verdad, lo que trasciende todas las consideraciones de raza y lugar.

Juan 4:25-26. Los samaritanos esperaban la llegada de “el que ha de volver”. No estaban seguros del personaje ¿en el sentido judío o no? Cuando Jesús proclama “Soy yo el Mesías”, la mujer no tiene porqué seguir esperando a un Mesías revelador. Está allí mismo y hablando con ella.

El testimonio de la mujer – Juan 4:27-30 –

El diálogo de Jesús con la mujer samaritana termina con la proclamación mesiánica. A través de la acción del Cristo se lleva a cabo la obra del Padre. En cuanto a los discípulos, ellos son enviados por Jesús a recoger la cosecha de la que son primicias los samaritanos.

Puesto que no se acostumbraba que un rabí hablara con una mujer, los discípulos estaban asombrados al ver a Jesús hablar con la mujer samaritana. Tampoco era costumbre que los discípulos preguntaran sobre las acciones de su maestro (v. 27). La mujer dejó su cántaro con agua, quizá para permitir que Jesús bebiera, y se fue a la ciudad (v. 28). Después de repetir a la gente todo lo que Jesús había dicho, ella hizo la pregunta con algo de titubeo: «¿No será éste el Cristo?» (v. 29). Su testimonio despertó la curiosidad de muchos y por eso desearon ver a Jesús (v. 30).

El cántaro abandonado dice, sin palabras, que la samaritana se fía en adelante solamente de la promesa de Jesús.

La discusión con los discípulos – Juan 4:31-38 –

Los discípulos habían traído alimentos y los ofrecieron a Jesús. El Mesías usó esta oportunidad para hablarles acerca de las realidades más importantes (v. 32). El simbolismo del alimento sucede al simbolismo de la bebida que caracterizaba a la primera parte del relato, pero con una diferencia: entonces era Jesús el que pedía de beber, ahora son los discípulos los que le proponen que coma. Así como la mujer no había entendido las referencias de Jesús sobre el agua de vida, los discípulos entendieron mal su declaración acerca del alimento del cual ellos no sabían nada (v. 33).

Mientras que algunas personas viven para comer, Jesús vivía para hacer la voluntad de Dios (v. 34). La gente espera ansiosamente una cosecha abundante a fin de tener mucho alimento para satisfacer su hambre. Jesús basaba la satisfacción de sus deseos en las necesidades del pueblo, que resultaba una siega madura —»blan¬cos para la siega»—, listos para ser segados (v. 35). El salario del segador no sería alimento para la vida física sino fruto para vida eterna (v. 36). Cuando se recogiese la cosecha, aquél que había sembrado el grano y aquel que lo había recogido se regocijarían juntos y compartirían el salario. Puesto que los campos estaban blancos, la siega tenía que iniciarse inmediatamente. Aunque los discípulos no habían sembrado, fueron invitados a participar en la siega (vs. 36-38).

 

Punto de reflexión – Juan 4:39-42 –

La conclusión de la misión de Jesús en Samaria se ve en un ejemplo específico de cosecha espiritual. Esto ocurrió en dos etapas. Muchos creyeron por lo que la mujer había dicho, pero todavía más por medio del testimonio del mismo Jesús. Debemos asumir que la fe de los primeros estaba necesariamente limitada por la experiencia de la mujer.

Su testimonio se relacionaba con la notable percepción de Jesús, pero el contacto personal con él debe haber profundizado su fe, de aquí viene la fuerza del v. 42. El hecho de que los samaritanos quisieran que Jesús se quedara con ellos era extraordinario ya que se trataba de un judío, pero mostraba el despertar de su convicción de que él era un Salvador, no sólo de los judíos sino del mundo.

Es imposible precisar qué contenido atribuir a ese concepto – Salvador –. Quizás no tenga el alcance de la reflexión cristiana posterior sobre la salvación, pero presumiblemente Jesús había compartido con ellos algo de los propósitos salvadores de su misión. El título completo usado aquí en el Evangelio vuelve a aparecer sólo en 1 Juan. 4:14. Pero Juan entendía el término en un sentido que incluía a toda la humanidad.

Jesús, sin embargo, aclara que alrededor de nosotros hay una cosecha continua que espera la siega. Este es el Salvador del mundo, el Cristo (v. 42) es el punto culminante de un gran eje del relato:

  • Jesús ha sido reconocido como un judío;
  • Le llamó ´Señor´;
  • Fue comparado con Jacob;
  • Se le ha creído capaz de dar el agua que calma la sed para siempre la sed;
  • Ha sido considerado como profeta;
  • Concluye con la proclamación de Jesús, el Mesías.

“… nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.”
(Juan 4:42)

 

Desarrollo del estudio

  1. ¿Por qué se sorprende la mujer cuando Jesús le pide agua? (vs. 7-9)
  2. ¿Cuál es el propósito de Jesús al entablar el diálogo con la mujer? (vs. 10-14)
  3. ¿Cuándo la mujer se interesó por el agua de vida, ¿Qué le pidió Jesús a la mujer que hiciera? (vs. 15-20)
  4. ¿Con qué propósito le dijo Jesús a la mujer que llamara a su marido? (vs. 16-18)
  5. ¿En qué sentido se puede comparar la salvación y el agua?
  6. ¿Cuál es el lugar indicado para adorar a Dios? (vs. 20-22)
  7. ¿Quiénes son los verdaderos adoradores que Dios el Padre busca para que lo adoren? (vs. 23-24)
  8. ¿Qué significa adorar a Dios en espíritu y en verdad (v. 24)
  9. ¿Por qué Jesús declaró a esta mujer ser el Mesías en un lenguaje tan claro? (vs. 25-26)
  10. ¿Qué hizo la mujer cuando supo que Jesús es el Mesías? (vs. 28-30)
  11. ¿Qué fue lo que sucedió cuando la mujer dijo a los habitantes de Samaria que Jesús era el Mesías esperado? (vs. 30, 40-42).
Capítulo anterior: Discurso 1 – Nacer de nuevo (Juan 3:1-21)

Continúa leyendo: Discurso 3 – La autoridad del Hijo de Dios (Juan 5:19-47)
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