Lea Juan 3:1-21

Juan 3:1. “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos.”

En el discurso que acompaña a la primera señal encontramos a un miembro de la aristocracia de Jerusalén. Es Nicodemo (nombre griego que significa «vencedor del pueblo»), rico, fariseo y uno de los gobernadores de los judíos. Fue por la noche cuando vino a Jesús. ¿Por qué vino a Jesús? Porque “muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía” (Juan 2:23) Pero el narrador ha indicado que Jesús (2:24) “no se fiaba de ellos”. Por eso, ¡Nicodemo avanza por territorio peligroso! ¿Cómo va a evolucionar la conversación?

¿Por qué vino por la noche? Es un detalle que menciona el relato en Juan 19:39. ¿Por precaución? ¿Por miedo a los judíos? Pero a Nicodemo no le falta coraje. Posiblemente vino en la noche porque estaba temeroso de perder su reputación y posición. Era experto en la ciencia de la Ley. Los investigadores también tienen otra sugerencia. La costumbre judía recomendaba el estudio nocturno de la Torá por cuanto no se presentaban distracciones. Durante el día, Jesús estaba rodeado de gente, por eso Nicodemo vino en la noche porque quería hablar a solas con el Mesías.

 

Reconocimiento del sentido del discurso

1. Rabí, sabemos que has venido de Dios (v. 2)

Es una admisión franca que sale de los labios de un hombre muy importante. Para decir: “…nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” Indica que algunos dirigentes de los judíos consideraban a Jesús como un profeta excepcional. El pueblo de Israel sólo tiene que aceptar a un profeta si sus milagros y sus enseñanzas son verdaderas (Deuteronomio 13:1).

Se nota también la frase “si no está Dios con él”. Implica que Nicodemo reconoció a Jesús como Emanuel (El nombre significa: “Dios está con él”.) En el contexto inmediato, Nicodemo aplica la palabra “señal”. Por eso pensamos en Isaías 7:11, 14 donde está ¡la señal del nacimiento de Emanuel!

2. Nacer de nuevo (vs. 3-4)

Nicodemo era un hombre moralista y religioso. Sin embargo, no entendía la verdad sobre el nuevo nacimiento. Pensaba en términos del nacimiento físico, en tanto que Cristo le hablaba de un nacimiento espiritual. Se advierte su respuesta en el versículo 4.

Durante la conversación Jesús dijo que es necesario “nacer de nuevo”. La Biblia de Jerusalén dice “nacer de lo alto”. La palabra griega (anothen) traducida aquí como “de nuevo”, puede también entenderse como “de arriba”.

Según Barclay, (pág. 148), esta palabra griega tiene tres sentidos diferentes:

  1. desde el principio, totalmente, de arriba a abajo.
  2. de nuevo, otra vez en el sentido de segunda vez.
  3. de arriba y por tanto de Dios.

Nos parece que Nicodemo la entendió en el segundo sentido, en el más real. El sentido “de nuevo” explica el asombro de Nicodemo que al replicar, dijo. “…por segunda vez”. Un malentendido en el diálogo obliga a una explicación y una consiguiente profundización del anuncio de Jesús porque tenía en la mente un cambio radical. Para entrar en el Reino de Dios uno tiene que “nacer de nuevo”, no experimentando un segundo nacimiento biológico sino uno espiritual, desde arriba. Encontramos el mismo tema en otras partes del Nuevo Testamento: Romanos 6:1-11; 1 Corintios 3:1-2; Gálatas 6:15; Efesios 2:1-5; Tito 3:5; Santiago 1:18; 1 Pedro 1:3, 23.

¿Qué más aprendemos de “ser nacido de arriba”?

 

Romanos 6:1-11

 

 

1 Corintios 3:1-2

 

 

2 Corintios 5:17

 

 

Efesios 2:24

 

 

 

3. Nacer de agua y Espíritu (vs. 5-7)

La posibilidad de un nuevo nacimiento era un desafío para Nicodemo. Pero Jesús se refería a un nacimiento totalmente distinto del natural. Es un nacimiento en “agua” y en “Espíitu”. Es un bautismo en agua con un significado espiritual, no dos bautismos diferentes. En este caso, Nicodemo estaba recibiendo la enseñanza de que algún tipo de experiencia espiritual de regeneración era necesaria para una apreciación adecuada del Reino de Dios. Tal nacimiento tiene su principio espiritual en la fe y su causa ritual es el bautismo en agua.

Léon-Dufour 3confirma esto en su explicación del significado de la expresión “de agua y del Espíritu” en el griego:

“…La expresión estilísticamente curiosa: las dos palabras “agua” y “Espíritu” están juntas bajo una sola preposición.”

Entonces debemos leer: “…el que no naciere de agua y Espíritu…” en vez de ”… el que no naciere de agua y del Espíritu…” Léon-Dufour continua:

“Conviene más bien ver aquí el uso del lenguaje figurado, una especie de endíadis. “

La endíadis
Es la figura de lenguaje que expresa una idea mediante un par de términos coordinados (una figura retórica que consiste en la expresión de un concepto mediante dos nombres coordinados). La endíadis es bastante común como recurso poético del hebreo y de las lenguas del Medio Oriente.

Nicodemo, un hombre instruido en la Ley, debía haber conocido la verdad de la obra renovadora del Espíritu con el significado de que Dios actuaría para la limpieza de su pueblo (Ezequiel 36:25-27; 37). Se refiere a los acontecimientos en el Antiguo Testamento. Entonces, Jesús aplica aquellos ejemplos en el discurso y trata de mostrar a Nicodemo su significado. El ejemplo principal en el discurso se encuentra en el versículo 5.

“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.”

Recordemos que Jesús está hablando con un experto en la Ley y en la historia de su pueblo. Preguntamos: ¿Cuándo se produjo el nacimiento de agua y Espíritu de la nación judía? Pablo nos ayuda a encontrar una respuesta:

“…que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo.” (1 Corintios 10:2-4)

Este nacimiento aconteció cuando los israelitas cruzaron el Mar Rojo después de salir de Egipto. En el versículo siguiente (Juan 3:6), Jesús se refiere al “nacimiento de la carne”. El Mesías tiene en su mente las situaciones vividas durante el Éxodo y considera que ser nacido en Egipto equivale a ser nacido de la carne, pero la salida de aquella tierra llevó al pueblo judío a un nacimiento del Espíritu.

“Moisés extendió su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirara por medio de un recio viento oriental que sopló toda aquella noche. Así se secó el mar y las aguas quedaron divididas.” (Éxodo 14:21)

Se nota que la palabra griega para “espíritu” es pneuma, que quiere decir “viento”. Lo mismo sucede con la palabra hebrea ruach, que igualmente significa ´”espíritu” y “viento”. La salida de la esclavitud en Egipto y la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida corren paralelas con nuestra experiencia cuando pasamos de la antigua vida a la nueva en Cristo y la entrada en el Reino de Dios.

La enseñanza principal de este discurso con Nicodemo viene de Éxodo 14:13-31 – la salida de los israelitas de la esclavitud en Egipto –. Guiados por Dios (manifestado en el Ángel de Jehová), los israelitas cruzaron el Mar Rojo. Se observa también la alusión al viento en Éxodo 14:21 “…un recio viento oriental que sopló…”. En Juan 3:8 Jesús habla del mismo fenómeno.

En este discurso, Nicodemo aprendió que una experiencia espiritual, una regeneración, era necesaria para apreciar adecuadamente el significado del reino de Dios. (1 Corintios 10:1-5 y Romanos 10:6-8).

4. El viento y su sonido (vs. 8-12)

Jesús le dijo a Nicodemo que puede oír y sentir el viento, pero no sabe de dónde viene ni a dónde va (v. 8). Hay muchas cosas del viento que no puede entender, pero sus efectos están a la vista. Hasta ahora Nicodemo no comprendía como las cosas terrenales representaban las celestiales. Jesús manifestó (v. 6): “lo que es nacido de la carne, carne es…”. La “carne” representa la debilidad de la naturaleza humana. Es el tema bíblico sobre la imposibilidad de los hombres de obtener la vida por sus propios esfuerzos. El pueblo de Israel no puede ser salvo por las obras de la Ley ni tampoco por su declaración que tienen a Abraham como su padre. Cuando Jesús menciona “carne” y “espíritu” recordamos el mensaje de Isaías 40:6-8:

“Voz que decía: «¡Da voces!».Y yo respondí: «¿Qué tengo que decir a voces?».«Que toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopla en ella. ¡Ciertamente como hierba es el pueblo! La hierba se seca y se marchita la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre».”

Jesús dijo a Nicodemo: “Ponga atención a mis palabras porque está escuchando la voz del Espíritu”. Nicodemo tuvo que comprender que la entrega total a la Palabra celestial era lo único que tiene valor.

Para ayudarnos a entender lo que Jesús enseña, hay que pensar en el significado de “viento” y “sonido” en el versículo 8: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Comparamos esta traducción de la versión Reina-Valera 1995 con otras dos:

  • La Biblia de Jerusalén: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del espíritu.”
  • La versión Jünemann: “El espíritu, donde quiere, espira, y su voz oyes, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo el que ha nacido del espíritu.”

Otra vez se nota que la palabra griega para “espíritu” es pneuma, que también quiere decir “viento”. Por su parte, la palabra “sonido” (griego: fone – Número de Strong 5456) se traduce “voz”.

Jesús habla con Nicodemo de las cosas terrenales (v. 12). Pero Nicodemo tiene dificultad para comprender tales cosas, lo que le impide al Mesías hablar de los temas celestiales. ¿Cuáles son estas cosas terrenales? Las cosas terrenales pertenecen a la Ley que sirven como ejemplos de las cosas celestiales. Así, en Hebreos 8:5 encontramos una muestra de lo dicho; “Estos sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales…” (Vea también Hebreos 9:23-24).

El problema para Nicodemo fue aceptar que Dios estaba hablando por medio de Juan el Bautista y Jesús. Después de estar acostumbrado a recibir las enseñanzas de los líderes religiosos, como el Sumo Sacerdote en Jerusalén, le fue difícil imaginar que Dios podía hablar por medio de hombres mucho más humildes. Recordemos el testimonio de Juan el Bautista en Juan 1:23: Yo soy “la voz de uno que clama en el desierto…” Por eso, cuando Jesús dijo en Juan 3:11 “De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio. “ El “nosotros” en este versículo se refiere a Jesús mismo y a Juan el Bautista.

La explicación de Jesús a Nicodemo indica que “ser nacido del Espíritu” implica una creencia en las enseñanzas divinas que vinieron por medio de “la voz” del “Espíritu”. Solamente esta combinación de (1) oir la voz y (2) ser bautizado en agua puede producir el nacimiento de arriba. Este entendimiento concuerda con lo que Juan dice en 1:12-13:

“Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.

Por eso son “hechos hijos de Dios” y “nacidos de Dios”. ¡Nunca debemos subestimar la Palabra de Dios!

5. “el que descendió del cielo” (v. 13)

“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.”

Aquí están dos explicaciones trinitarias:

  1. El Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno:
    “…El v.13 probablemente se refiere al estado del cual Jesús descendió y al cual volvería después de la ascensión. Como el cielo era su hogar, estaba en condiciones de hablar con autoridad sobre las cosas espirituales. Al principio, no parece ser muy claro que haya alguna conexión entre el v. 14 y el versículo previo.
  2. El papa Juan Pablo II (Catholic.net)
    “…A propósito de ese “¿De dónde eres tú?”, en el coloquio nocturno con Nicodemo podemos escuchar una declaración significativa: “Nadie sube al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo” (Jn 3:13). Esta “venida” del cielo, del Padre, indica la “preexistencia” divina de Cristo…”

A nuestro juicio, este versículo no apoya la doctrina de que la segunda persona de la Deidad, el eterno “Hijo de Dios”, estaba en el cielo antes de su nacimiento. El “Hijo del Hombre” no se refiere a un segundo ser divino no creado como es requerido por la teología trinitaria. El texto se relaciona con la actividad del Hijo del Hombre. Los trinitarios afirman que el Hijo del Hombre, el Jesús humano, existió antes de su concepción.

Ponemos las ideas trinitarias a un lado y exploramos las ideas bíblicas.

Es casi seguro que las palabras de Juan 3:13 son de Juan y no de Jesús. Es como si alguien preguntara: ¿Qué derecho tiene Jesús a decir esto? La respuesta de Juan es sencilla y terminante:

“…el que descendió…”.

Por eso registramos diferentes opiniones de la estructura de esta porción de Juan 3. Aquí tenemos tres sugerencias:

Estructura 1 Estructura 2 Estructura 3
 

 

 

3:2-21. Un diálogo entre Jesús y Nicodemo.

3:2-12. Un diálogo entre Jesús y Nicodemo. 3:2-12. Un diálogo entre Jesús y Nicodemo.
 

3:13-21. Un monólogo de Juan parecido como una confesión de fe.

 

3:13-21. Un monólogo de Juan que parece más una confesión de fe.

3:13. Un relato de Juan para mostrar como Jesús podía hablar de cosas celestiales.
3:14-21. El diálogo entre Jesús y Nicodemo continúa con las palabras de v. 14 anticipando un evento futuro.
·La última frase de v. 13 – “que está en el cielo” – no puede ser dicha por Jesús porque todavía no había sufrido en la cruz, bajado a la tumba, resucitado y ascendido al cielo. Sin embargo, en Juan 20:17 Jesús declara que “todavía no ha ascendido al Padre”. La primera expresión (Juan 3:13) debe tomarse figurativamente mientras que la última se refiere a la partida real de Jesús al Padre.

La primera persona gramatical, en forma tácita, es empleada por Jesús varias veces hasta el v.10. Esta misma primera persona es usada solo una vez por Juan (v. 28).

Nos inclinamos a aceptar la idea de la segunda estructura.

Nuestra explicación del v. 13 está dirigida por la premisa: Si Cristo es un profeta o libertador enviado por Dios, entonces es lógico decir que “descendió del cielo” utilizando en forma adecuada el lenguaje del Antiguo Testamento. Jesús tuvo que demostrar a Nicodemo que era un profeta y libertador enviado por Dios y que tenía la autoridad suficiente para enseñarle sobre las cosas celestiales. El v. 13 justifica la competencia del Hijo del Hombre.

 

¿Descendió literalmente del cielo?

Creemos en la ascensión literal de Jesús (Hechos 1:9-11). Entonces nos parece razonable decir que fue real. Naturalmente que los trinitarios también dicen: “Sí.” Porque, según ellos, la segunda persona de la trinidad había venido directamente del Cielo a la Tierra. Ofrecemos otras cinco explicaciones para su consideración.

  1. Jesús “bajó del cielo” por medio del accionar del Espíritu Santo que vino sobre María. Lucas 1:35 dice: “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios.” El Espíritu Santo fue enviado desde el cielo y las enseñanzas de Jesús fueron guiadas por su Padre (Juan 7:16; 17:14) Por eso su origen fue celestial.En Juan 20:11–18 Jesús se aparece a María después de su resurrección. Le dijo (v. 17): “Suéltame!, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.” La inferencia de lo que Jesucristo dijo es de una ascensión personal al Padre después de su encuentro con María y antes de su aparición en el camino a Emaús. Lo que Juan escribió (“el que descendió del cielo” v. 13) años después de la ascensión de Jesús se puede tomar literalmente según lo que había pasado durante aquel día de su resurrección.
  2. El v. 13 es una “teofanía” – una manifestación de la divinidad al hombre –. Jesucristo es la manifestación suprema de Dios entre los hombres. En toda la Biblia leemos de las manifestaciones de Dios en varias formas (Génesis 11:5¸18:21; Éxodo 3:7-8; 19:11-20; 34:5; Deuteronomio 30:12; Salmo 18:9-10; 68:18; Isaías 7:11; 64:1)
  3. La contraposición subida/bajada aparece muchas veces en la Biblia. Juan 3:13 aplica la expresión figurativa de Deuteronomio 30:12 (Vea Romanos 10:6) donde Moisés presenta el desafió a los israelitas a escoger la vida, obedecer a Dios y por lo tanto continuar experimentando sus bendiciones. Así como Moisés dio el antiguo pacto, Jesús vino y trajo el nuevo (Deuteronomio 18:15-22). Recordemos lo que Juan había dicho: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” (Juan 1:17). La referencia a Deuteronomio indica que Jesucristo, como la manifestación de su Padre, tiene la autoridad para declarar las cosas celestiales.

    Deuteronomio 30:11-14:
    “Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos de ti.No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo, nos lo traerá y nos lo hará oir para que lo cumplamos?”.Ni está al otro lado del mar, para que digas: “¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oir, a fin de que lo cumplamos?”.Pues muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.

    En esta referencia, la muerte y la vida están presentadas delante del pueblo de Dios. El mandamiento de Dios viene en los dos versículos siguientes:

    “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal, porque yo te mando hoy que ames a Jehová, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová, tu Dios, te bendiga en la tierra a la cual vas a entrar para tomarla en posesión.”

    Este mandamiento estuvo cerca de ellos: en su boca y en su corazón (v. 14). El pueblo había recibido bendiciones de Dios y las revelaciones por medio de Moisés. Como Moisés, Jesús también recibió la Palabra de Dios desde el cielo. ¿Se nota el énfasis de ascender y descender? Son viajes imaginarios hacia el cielo o al otro lado del mar para buscar la verdad (vs. 12-13). La verdad en cuanto a la vida y la muerte, lo bueno y lo malo, está contenida en las palabras que Dios había expresado a su pueblo a través de Moisés (v. 14). No había necesidad de enviar literalmente a alguien al cielo o al abismo. Dios había revelado Su voluntad por medio de Moisés. Al contrario, lo que queda es escoger entre la vida y la bendición o entre la muerte y la destrucción (v. 15). El pueblo no tuvo excusa.

  4. La referencia de “descender” nos dirige inmediatamente a las experiencias de los israelitas en el desierto. Aquí están unos pasajes para considerar:

    Éxodo 3:7-8 “Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.”Éxodo 19:11 “y estén preparados para el tercer día, porque al tercer día Jehová descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí.”

  5. En el mismo sentido llegamos al evangelio revelado a Jesús y sus discípulos. Juan usa el término “descender” no en un sentido literal sino con respecto a la revelación de Dios que vino del cielo a los hombres. Esto es confirmado con lo que Jesús dice en Juan 3:11

    “De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio.”

    Ese es el lenguaje empleado en los procesos de revelación y visión y no corresponde a un hecho literal de descender.

6. La serpiente en el desierto (vs. 14-15)

Es interesante notar lo que dice el autor del comentario de la Biblia (Siglo Veintiuno) de los versículos 14 y 15:

“Al principio, no parece ser muy claro que haya alguna conexión entre el v.14 y el versículo previo. La acción de Moisés de levantar “la serpiente en el desierto” era un símbolo bien conocido de la provisión divina de vida para su pueblo, pero era también una conexión más profunda con el simbolismo del levantamiento en la cruz, el punto central de la obra del Hijo del Hombre en la tierra. Las palabras “así es necesario” muestran la naturaleza inevitable de la cruz si la vida eterna ha de ser compartida con los creyentes, punto que es fuertemente presentado en el v. 15.”

¿No parece ser muy claro que haya alguna conexión entre v.14 y v.13? En la actualidad la conexión está con v. 12. La respuesta que ofrecemos es clara. Juan continúa con el ejemplo del Éxodo. Había hablado de la salvación para el pueblo cuando cruzaron el Mar Rojo (v. 5). En los versículos 14 y 15 explica lo que Jesús hizo para asegurar aquella salvación.

En Números 21:4–9 aprendemos que no pudiendo cruzar el territorio de Edom, Israel tuvo que rodearlo, lo que significó regresar hacia el Mar Rojo (y esto a mediados del año 40). La impaciencia del pueblo judío dio lugar, una vez más, a una rebelión abierta y se mostró descontento con el maná que Dios les había provisto. Las “serpientes ardientes” pueden haber sido un tipo de víboras venenosas muy comunes en los desiertos del Sinaí. El antídoto era mirar a la serpiente de bronce puesta sobre un asta.

Era una escultura fría, carente de vida, para demostrar lo que Dios podría hacer por los israelitas. Es decir, tomar la mordedura letal y convertirla en algo inofensivo. El objeto en sí no debía ser adorado. No es que todos recibiesen automáticamente un antídoto para el veneno mortal de la serpiente. La liberación sólo la recibía aquel individuo que miraba hacía el símbolo representativo.

Es un gran prototipo de salvación mediante la fe en el Salvador muerto en la cruz. El Cristo vino al mundo con nuestra naturaleza y, sin pecado, fue levantado públicamente sobre una cruz. Fue una señal visible a todo el mundo de la culpa que estaba cargando sobre sí. Murió como un representante de la raza de pecadores y solo se salva aquel individuo que mira con fe a Él (1 Corintios 15:56; 2 Corintios 5:21). El anuncio glorioso para el mundo es que “ha resucitado” (Mateo 28:6).

La señal en el desierto llegó a ser un imperativo. Nunca debemos olvidar la única manera de salvar al creyente: “… así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado…”

7. De tal manera amó Dios (v. 16)

No es una sorpresa llegar al tema del amor. ¡Precisamente recibimos esta exhortación de la cita de Deuteronomio 30!

Deuteronomio 30:15-20:
“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal, 16porque yo te mando hoy que ames a Jehová, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová, tu Dios, te bendiga en la tierra a la cual vas a entrar para tomarla en posesión. 17Pero si tu corazón se aparta y no obedeces, te dejas extraviar, te inclinas a dioses ajenos y los sirves, 18yo os declaro hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais a entrar para tomarla en posesión tras pasar el Jordán. 19A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, 20amando a Jehová, tu Dios, atendiendo a su voz y siguiéndolo a él, pues él es tu vida, así como la prolongación de tus días, a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar».

Lea otra vez Deuteronomio 30 y observe los enlaces con lo que Juan dice aquí. La palabra “no está lejos de ti…pues muy cerca de ti está la palabra” (vs. 11, 14). La verdad en cuanto a la vida y la muerte, lo bueno y lo malo, ahora está contenida en las palabras de Jesús.

Identificamos las doctrinas básicas de Juan 3:16.

  • La salvación es una iniciativa de Dios. No es una iniciativa del creyente.
  • Es una demostración del amor de Dios hacia la humanidad.
  • Jesús es el unigénito de Dios.
  • El sacrificio de Jesús es el medio para la redención humana.
  • La salvación es para toda la humanidad.
  • La justificación es por la fe en Cristo.
  • No hay otro medio de salvación.
  • Por la fe en Cristo el creyente está unido al mismo Cristo.
  • La promesa de Dios es que el creyente tendrá vida eterna.
  • El que no cree ya ha sido condenado.

Aquí nos enfrentamos con una de las aparentes paradojas del cuarto Evangelio: la del amor y el juicio. Acabamos de meditar sobre el amor de Dios y ahora nos encontramos frente a la idea del juicio y la condenación. ¿Cómo es posible?

 

Punto de reflexión

Jesús es más que un maestro que puede enseñar la verdad; Él es el Hijo de Dios que vino como la única solución de Dios para nuestra enfermedad espiritual.

Lo que más importa en nuestra vida es la fe, la entrega a Jesucristo; ya que la fe, en plena dependencia de su sacrificio, nos hace salvos. En cambio la incredulidad nos condena. La condenación es una realidad terrible:

«Esta es la condenación» (esta frase continuamente encontramos en el evangelio de Juan. Vea Juan 17:3)…que la luz (Jesucristo) vino al mundo, pero los hombres (en general) amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Juan 3:19)».

 

La venida de Cristo al mundo tiene un propósito salvador.

El amor de Dios es único, pues resulta incomprensible para nuestra mentalidad cómo Él pudo enviar a su Hijo a un mundo sumido en el pecado, justamente para liberarlo del pecado y la condenación eterna. Es claro que la salvación entonces sólo se logra por medio de Jesucristo. Él es el único que ha satisfecho la justicia de Dios que nosotros con nuestros pecados habíamos ofendido. Es por eso que hemos de recibirle con todo nuestro corazón y ser bautizados en Él.

Escriba sus reacciones después de leer las siguientes frases:
La vida cristiana no es simplemente poner en práctica ciertas reglas éticas o morales.

 

“pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23)

 

El que ha nacido de nuevo no debe temer el ser examinado por la luz de Cristo.

Desarrollo del estudio

  1. ¿Quién era Nicodemo? (v.1)
  2. ¿Por qué vino a Jesús de noche y no de día? (v. 2)
  3. ¿Qué le dijo Nicodemo a Jesús para iniciar la conversación? (v. 2)
  4. ¿Qué señales hizo Jesús que impactaron a Nicodemo y a los otros fariseos? (v.2 compárese con Juan capítulo 2:11, 18 y 23)
  5. ¿Cuál es el requisito para ver o tener parte en el reino de Dios? (v.3)
  6. ¿Qué refleja o deja ver la respuesta de Nicodemo en el v. 4?
  7. ¿Qué es el nuevo nacimiento?
  8. ¿Quién es el autor del nuevo nacimiento? (vs. 5-6)
  9. ¿Cómo actúa el Espíritu Santo sobre las personas para obrar en ellos el nuevo nacimiento? (vs. 7-8)
  10. ¿Por qué reprende Jesús a Nicodemo? (vs. 9-12)
  11. ¿Por qué puede Jesús hablarnos de cosas celestiales? (v. 13)
  12. ¿Cómo fue levantado Jesús? (v. 14)
  13. ¿Qué debemos hacer para tener vida eterna? (v. 15)
  14. ¿En qué sentido se puede comparar a Jesús con la serpiente de bronce mencionada en Números 21:4-9?
  15. ¿Cómo se puede nacer de nuevo? (vs. 16-19)
  16. ¿Qué nos enseña Juan 3:16 acerca de la entrada al reino de Dios?
  17. Según Juan 1:12 ¿qué hay que hacer para ser o convertirse en hijo de Dios?
  18. Desde el punto de vista bíblico, ¿has nacido de nuevo?
Capítulo anterior: La purificación del Templo (Juan 2:13-22)

Continúa leyendo: Discurso 2 – El agua viva (Juan 4:1-42)
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