Apostasía, opresión y clamor. De nuevo se repite el estribillo: “los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová” (Jueces 4:1).  Antes las invasiones vinieron desde afuera: de Mesopotamia, Moab, Amón y Amalec. Ahora surge desde adentro, del territorio que Israel aún no había logrado dominar. 

Seis tribus se involucran en el conflicto: Zabulón, Neftalí, Efraín, Benjamín, Isacar y Manasés. Esta fue la primera de las mayores amenazas del período de los jueces y la acción tuvo lugar en el norte. 

El opresor es el rey cananeo Jabín, quien reinaba en Hazor y el capitán de su ejército era Sísara. Hazor estaba a 30 km. al noroeste del mar de Galilea, cerca a lo que es actualmente la frontera Israel-Líbano. En algún tiempo fue la ciudad más poderosa de los cananeos en el norte de Palestina. Jabín era probablemente un título real para los reyes de Hazor (“Faraón” para los reyes de Egipto). Josué había vencido a otro “Jabín” en Hazor antes (Josué 11:1–11). Los israelitas vivían atemorizados porque el enemigo tenía  “900 carros de hierro” (Jueces 4:3), o sea con ruedas protegidas por aros de hierro. Esta cruel opresión llevaba ya veinte años y los hijos de Israel afligidos clamaron a Jehová.

Jueces 4:4-7. La jueza de Israel entonces era Débora, esposa de Lapidot (“Antorcha” o “llama de fuego”). Al igual que en muchas regiones del Medio Oriente, la mujer ocupaba en Israel una posición subordinada al hombre, aunque había ocasiones en que algunas de ellas, como Débora, se destacaban: Miriam (Éxodo15:20) y Hulda (2 Reyes 22:14).

 Débora (“abeja”) emitía sus juicios en Benjamín, debajo de una palmera (Jueces 4:5). Tal vez esta palmera se consideraba especial, ya que la palmera normalmente no crece en la región montañosa de Efraín. La última oración del v. 5 deja de hablar de lo que solía suceder en los días de Débora, para iniciar la cadena de eventos que conducen a la victoria sobre Jabín. 

De nuevo, el arrepentimiento precedió a la liberación. Como profetisa Débora ahora será usada por Jehová para levantar al libertador (4:6). Barac (“relámpago”) procedía de la región más afectada por la opresión de Jabín, Neftalí y Zabulón. Isacar casi no aparece en todo el libro (aunque Jueces 5:15; 10:1), tal vez porque no logró conquistar su territorio (Génesis 49:14, 15).

De nuevo el clamor de Israel ha convertido a Jehová de opresor en libertador. Manda a Barac a la batalla (4:6), atrae a Sísara (4:7), sale delante de Barac (4:14), desbarata al ejército de Sísara (4:15), entrega a Sísara en manos de Barac (4:7, 14) y de Jael (4:9), y somete a Jabín (4:23).

El monte Tabor (Jueces 4:6) estaba en la frontera de Neftalí, Zabulón e Isacar, en el borde norte del valle de Jezreel. Jehová promete entregar a Sísara en el arroyo de Cisón (4:7), en el fondo del valle. Ha planificado la batalla para el lugar donde Jabín está más fuerte; en la llanura del valle Sísara puede hacer pleno uso de sus carros de hierro (Jueces 1:19). Así Jehová podrá quebrantar de forma decisiva la fuerza militar del opresor, y mostrar con toda claridad el poder divino. Sobre el papel del arroyo en el combate.

¿Qué confianza tenía Barac en Débora para poner como condición que él participaría si ella lo acompañaba? ¿Pensaba que ella garantizaría la bendición de Dios? ¿O que ella merecía el respeto del pueblo y podía ejercer autoridad sobre él? 

Jueces 4:8-10. ¿Un participante indeciso? 

¿Fue la respuesta (v. 6) de Barac una evidencia de incredulidad o una muestra de humildad? Acompañado por Débora, Barac convoca a los 10.000 (v. 10), conforme al mandato de Jehová (v. 6). La anuencia de los milicianos de seguir a Barac indica que era un líder militar de renombre, por lo menos en su propia tribu de Neftalí y en la tribu vecina. Subieron al monte Tabor, de donde podrían atacar la ruta comercial principal entre Egipto y Mesopotamia, pasando por el valle de Jezreel y Hazor. Para quitar esta amenaza al dominio de Hazor, Sísara también convoca a su ejército, incluyendo todos sus temibles carros de hierro (Jueces 4:12-13). De su ciudad, Haroset-goím, avanzan hasta el sitio escogido por Jehová (v. 6). Así Jehová usó la convocación del ejército de Israel para cumplir su promesa de atraer a Sísara hacia Barac (v. 7).

¡Una “interrupción” del relato! (Jueces 4:11).

 En medio del relato de la convocación de los dos ejércitos, el autor coloca una nota acerca de Heber el ceneo, de los hijos de Hobab, suegro de Moisés). El valle de Zaanaim estaba en la frontera sur de Neftalí, entre el monte Tabor y el río Jordán (Josué 19:33-34). De más importancia para la historia, estaba cerca de Cedes, el sitio del campamento de Zabulón y Neftalí (Jueces 4:10). Esta “interrupción” despierta nuestra curiosidad. ¿Qué tendrá que ver Heber con la batalla? La colocación de la nota entre las convocaciones de los dos ejércitos refleja la centralidad que las tiendas de Heber tendrán en la resolución del conflicto. Heber se encuentra en medio de los dos ejércitos no solamente en el texto, sino también en sus relaciones, ya que está vinculado con Israel por parentela (Jueces 1:16) y con Jabín por pacto (Jueces 4:17). 

Sin embargo, el suegro de Moisés se llamaba Reuel (Éxodo 2:18; aparentemente también se llamaba Jetro, ver Éxodo 3:1), y Hobab era hijo de Reuel (Números10:29). Esto indica que Hobab era cuñado de Moisés. Algunos estudiosos opinan que el vocablo traducido “suegro” tiene un significado más amplio, “familiar masculino de la esposa”. Entonces ¿qué tendrá que ver Heber, el ceneo, con la batalla? En sus relaciones, ya que está vinculado con Israel por parentela (v. 11) y con Jabín por pacto (v. 17). Jael, su mujer, tendrá que decidir si debe ser neutral, o solidarizarse con uno de los dos pueblos. 

Jueces 4:12 ¿De quién las noticias llegaron a Sísara? ¿El v. 12 indica que Heber era una espía?

Jueces 4:14–16. La batalla. Jehová es el actor principal en esta escena. Controló:

  • El ejército enemigo,
  • Lo llevó a la trampa,
  • Controló el clima, y
  • Utilizó una tormenta.

La pregunta retórica de Débora (v. 14) asegura a Barac que Jehová ha salido ya a la batalla. Cuando Barac y sus milicianos arremeten contra Sísara y su ejército, Jehová confunde a estos (4:15). Esta confusión nos hace recordar el desconcierto divinamente sembrado entre los egipcios en Éxodo 14:24. 

El hecho de que Sísara abandonó su carro para huir a pie (v. 15) sugiere que el carro ya no le servía. Tal vez las ruedas de los carros se habían trabado (ver Éxodo 14:25) en el lodo producido por un aguacero (Jueces 5:20-21). Aprovechando la desbandada, los israelitas persiguen al ejército enemigo hasta destruirlo por completo (4:16). La frase “hasta no quedar ni uno” (v. 16) hace eco una vez más de la derrota de los egipcios en el Mar Rojo (Éxodo 14:28).

Jueces 4:17–22. La muerte de Sísara. Mientras Barac y sus hombres estaban persiguiendo y matando a los cananeos que huían hacia el occidente, Sísara deslealmente lo abandona para huir hacia el oriente. La repetición de “a pie” (vs. 15 y 17) nos hace recordar que el general ha perdido la ventaja de sus temibles carros de hierro y ahora está al mismo nivel que los israelitas  

Sísara llegó a las tiendas de Heber. (Recordamos un tratado de paz con Jabín v. 17). La recepción de Jael (vs. 18–20) le confirma la opinión del capitán cananeo de que por fin estaba a salvo. Ella sale para invitarlo a apartarse del camino y entrar en su tienda (v. 18). 

Quien invitaba a otro a entrar bajo su techo se responsabilizaba por su seguridad (Génesis 19:8), y Jael asegura a Sísara que en su tienda no tendrá nada que temer. Cuando él pide “un poco de agua”, Jael le da una bebida más refrescante, leche cuajada (v. 19). Sísara se siente tan seguro que pide a Jael guardar la puerta mientras él duerme (v. 20).

¡Pero Sísara no tenía ningún motivo para sospechar el peligro! 

Cuando Sísara estaba profundamente dormido, ¿qué pasó?

Una pausa para pensar

“Jael salió a recibir a Sísara” (v. 18) ¿puede entenderse en doble sentido como: “Jael salió al encuentro de Sísara para seducirlo” (Proverbios 7:10, 15) y su “ven a mí” se parece a la invitación de la mujer tentadora (Proverbios 9:16)?

En aquella cultura, nadie se atrevería a entrar la tienda de una esposa, aparte de su marido.

Sísara cometió el error decirle a Jael que mintiera (v. 20). Siendo una mujer inteligente, llegó a la conclusión de que Sísara estaba huyendo, lo cual significaba que los judíos habían ganado la batalla.

Aun las instrucciones de Sísara pueden interpretarse con doble sentido irónico (v. 20). La palabra traducida “no” es literalmente “no hay”. Está traducida “ya no está con nosotros”.

En las tribus nómadas de Oriente, las mujeres eran las encargadas de montar y desmontar las tiendas, así que ¡Jael sabía cómo utilizar un mazo!

Jueces 4:23-24. Después de esta contundente victoria, los israelitas continuaron reduciendo el poder de Jabín hasta obtener su total derrota. Ya no hubo otra confrontación de esta magnitud con los cananeos, excepto pequeñas luchas contra grupos aislados de éstos.

Jueces 4:12–17. La dependencia de Dios 

Todos tenemos la tentación de depender de nuestra inteligencia o las capacidades físicas para encararnos con circunstancias difíciles. ¿Es natural hacerlo? Pero no debemos depender de estos recursos en forma exclusiva. A nuestra disposición es Dios. Veamos el mayor recurso que tenemos: la dependencia de Dios.

La “dependencia de Dios” nos obliga a hacer preparativos adecuados.

Pero ¿se puede explicar en más detalle el significado de “depender de Dios”?

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