No Hay Tiempo

Capítulo 11

Ud. puede comprar un reloj con una precisión de millonésimas de segundo; pero no le puede conceder más tiempo. Todos tenemos 24 horas cada día, ni más ni menos. Pero hay algunos días cuando tenemos que sacar el trabajo de toda una semana en un solo día, y hay otros días en que decimos: “No he logrado nada.”

El Baúl Del Matrimonio

Cuando comenzamos nuestra jornada de matrimonio, el tiempo diario disponible parece contener muy cómodamente todas nuestras actividades y a menudo hay espacio de sobra. Es como cuando tenemos nuestro primer diario y hallamos difícil encontrar lo suficiente para escribir cada día. Pero tarde o temprano ocurre algo incómodo. Los días son tan largos como siempre, pero parece que ya no hay suficiente tiempo para satisfacer todos los compromisos pendientes. Tratamos de solucionar el problema trabajando más fuerte o más eficientemente, sin embargo, el tiempo no nos alcanza. ¿Qué pasa?

Antes del matrimonio, para la mayoría de nosotros, las responsabilidades ineludibles son pocas en número y la mayoría de ellas se centran alrededor de nosotros mismos: educación, trabajo, pasatiempos y días feriados. Por supuesto, también está la iglesia, la familia y los amigos. Estas cosas no ejercen demasiada presión excepto en ciertas ocasiones que de todos modos son pasajeras. Cuando nos casamos, tenemos que combinar lo ‘mío’ con el ‘nuestro’, pero esto no es demasiado difícil y, en cualquier caso el amor encuentra la manera de convertir los ajustes en algo placentero. La autopista del tiempo parece recta y plana, y el tráfico no es muy pesado. Sin embargo, antes de que pase mucho tiempo descubrimos que las cosas que tienen que hacerse se vuelven más numerosas y algunas veces esto nos fastidia. Sentimos que estamos perdiendo nuestra libertad. Somos gobernados por las exigencias de la vida y nuestro tiempo libre parece encogerse; pero somos jóvenes y podemos aguantarlo. Pero aún hay más.

Justamente cuando pensamos que nuestra vida se ha normalizado, inevitablemente llega una responsabilidad más: un bebé, la reparación del automóvil, un cambio de trabajo, mala salud. Pensamos que quizá podamos manejarlo si se dejan de lado la lectura diaria de la Biblia, las actividades de la iglesia, las visitas a los suegros y cosas como estas. Aunque no lo digamos en esos términos, simplemente sucede.

El ajetreo de la vida se ha acelerado y nos acercamos a la zona de peligro. Las tensiones desagradables se vuelven rutinarias y se manifiestan en la familia: hay mal genio, los padres se descuidan el uno al otro y no dedican suficiente dedican tiempo a sus hijos, quienes comienzan a dar muestras de ello.

¡Deja De Fastidiarme!

A menos que seamos muy hábiles o afortunados, el matrimonio mismo es dañado. No es que nos amemos menos que antes, pero hay muy poco tiempo, comparado con el que disfrutábamos en el pasado, para sentarnos juntos y simplemente hablar. Aun el lado más íntimo del matrimonio sufre porque uno de nosotros está muy cansado, algo inimaginable hace poco. La oración se ha vuelto superficial o irrelevante.

Cristo no es verdaderamente real para nosotros, aunque negaríamos esto si fuésemos confrontados. En vez de encontrar fortaleza y gozo en el partimiento del pan llegamos tarde, perdemos nuestra concentración y sentimos que esto o nosotros somos inútiles. Podríamos hasta quedarnos en casa en lugar de asistir a la iglesia, ‘porque tenemos mucho que hacer’.

¿Qué Hacer?

Es hora de hacer una evaluación de la situación. Debemos tomarnos el tiempo para esto, porque de otra manera nos puede golpear un verdadero desastre.

Un médico que atiende personas heridas en una unidad de emergencia, bien puede tener que actuar rápidamente; pero al hacerlo cuenta con su entrenamiento, experiencia y habilidad para diagnosticar. Las prioridades inmediatas deben ser atendidas primero; otras cosas siguen después. Imagine que usted es doctor y hágase las siguientes preguntas:

  • ¿Estuvimos en lo correcto en descuidar la oración y la lectura de la Biblia cuando más las necesitábamos?
  • ¿Estamos tratando de resolver nuestros problemas sin tomar a Cristo en cuenta?
  • ¿Estamos muy ocupados en cosas que carecen de importancia?
  • ¿No es la cosa más importante buscar a Dios y su justicia? ¿Estamos tratando de engañarnos a nosotros mismos al negar esto?
  • ¿Buscamos el éxito profesional y financiero como principal meta en la vida?
  • ¿Cometemos el error de permitir que nuestro tiempo sea devorado por los amigos, los compromisos sociales, los pasatiempos y otras diversiones?
  • ¿Hemos adquirido compromisos con la iglesia que nos llevan a descuidar la vida familiar?
  • ¿Tenemos miedo de evaluar nuestra situación? Si es así, pidamos a nuestro más querido amigo que lo haga por nosotros y escuchemos cuidadosamente todo lo que nos diga.
  • ¿Dedicamos mucho tiempo a comer en restaurantes, tomar vacaciones en el extranjero o divertirnos de cualquier otro modo? ¿Tomamos en consideración las cosas espirituales al planear esta actividades?
  • ¿Estamos constantemente remodelando nuestra casa en lugar de transformarnos a nosotros mismos?
  • ¿Velamos más por la educación y salud de nuestro hijos que por su bienestar eterno?
  • ¿Están las obligaciones de la familia distribuidas de manera apropiada entre todos sus miembros?
  • ¿Está el televisor empujando a Cristo fuera de la sala y corrompiéndonos con sus reconocidos males? ¿Estamos destruyendo la conversación familiar y otras actividades beneficiosas? ¿Leemos la Biblia como familia?

Así Que

Cuando Pablo y sus amigos estaban bajo la furia de la gran tormenta, la escritura dice que la tripulación del barco lanzó al mar la carga, y luego los aparejos de la nave. Estas fueron medidas desesperadas para un momento desesperado. Pero Pablo dice: “Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” (Hechos 27:25).

Pablo estaba en paz en medio de la furia de la naturaleza. Necesitamos adoptar medidas similares cuando nuestro barco es inundado por las tormentas de la vida. Hay cosas que deben ser lanzadas al mar, cosas que ponen en peligro nuestra salvación. Debemos recordar que nuestro barco es Cristo y podemos llegar sanos y salvos al destino deseado si confiamos totalmente en él y solamente en él. No desespere. Ore, lea, manténgase con la tripulación de Cristo y lance al mar la carga peligrosa.

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