Una de las sorpresas en el matrimonio puede ser el que ahora tenemos cuatro padres en vez de dos. Éste puede ser un alegre o doloroso descubrimiento. Tenemos que aprender a llevarnos bien con nuestra nueva y aumentada familia. No solamente tenemos cuatro padres, sino también algunos hermanos y hermanas más, algunos casados y otros solteros.
¿Quién Está A Cargo?
El señor Reciencasado y Sra. bien pueden tener un problema. Uno de nosotros puede sentirse abrumado por el tamaño o presión de nuestra adquirida familia. Un esposo quedó tan abrumado por la situación que en una ocasión llamó a su propia familia, ‘¡los políticos!’. No era que él quisiera dar a entender eso; pero había sido conducido a sentir eso.
Casi seguramente una de las dos familias políticas será más influyente que su contraparte, ya sea por el simple número de personas o por el poder de sus personalidades. ¿Cómo habrá de manejar la joven pareja esta situación? ¿Permitiremos que este posible predominio ejerza una presión permanente sobre nosotros? Si no, entonces ¿cómo procederemos?
No es un asunto fácil. Después de todo, uno de nosotros, el esposo o la esposa, pertenece a la familia dominante y puede alegrarse de su influencia. Aun así, sería lo más indeseable que esto fuera a crear una división entre los cónyuges.
El Ideal
Claramente, es una bendición cuando las relaciones son buenas con todos. En vez de problemas hay delicias y ayuda. Hemos ganado amor extra y deseamos responder en la misma forma. Un esposo encontró esta situación tan fortaleciente y unificadora que llamó ‘madre de amor’ a su suegra.
Veamos algunas reglas fundamentales. Debemos cultivar lo que serán nuestras relaciones con los familiares de nuestro cónyuge antes de casarnos. Ellos necesitan conocernos y nosotros necesitamos conocerlos a ellos para promover un entendimiento mutuo. La honra debida al padre y a la madre se extenderá también a los suegros.
No hay en el matrimonio una cláusula de excepción por medio de la cual tomamos un cónyuge pero no a sus padres. Por consiguiente debemos tomar en serio estos nexos y aprender a fortalecerlos. Normalmente no hay mucha dificultad en hacerlo, aunque pudiera ser necesario limar asperezas con todos los involucrados. Obviamente, es más fácil hacer esto cuando todos estamos en la Verdad, porque entonces tenemos principios y propósitos similares en la vida.
Pero tenemos parientes políticos, ya sea que estén o no en la Verdad, a los cuales tenemos que tratar consecuentemente, como también ellos a nosotros.
Un Nuevo Centro
Cuando nos casamos creamos una nueva unidad, distinta y separada de nuestra familia anterior. Para ser exitosa, la nueva unidad debe tener independencia. En otras palabras, la toma de decisiones debe efectuarse dentro del matrimonio y nunca en otro lugar exterior. Debemos aprender a asumir nuestras responsabilidades completamente y cumplir con ellas conjuntamente. De vez en cuando consultaremos o recibiremos consejo de nuestros familiares; pero esto no debe volverse una excusa para no tomar nuestras propias decisiones. No debemos permitir que nuestra mutua toma de decisiones sea quitada de nuestras manos para ser ejercida por uno u otro padre.
Algunas veces una hija se comporta como si todavía está en casa y espera que su madre tome las decisiones. Algunas veces las madres (y ocasionalmente los padres) intervienen en los matrimonios entremetiéndose opresivamente en el nuevo hogar como si ellas tuvieran el mando. Algunos matrimonios han sido destruidos por esta clase de interferencia. Pueden surgir celos y tensiones. Cortés y firmemente, en tales circunstancias tenemos que decir al ‘intruso’: Por favor, déjenos tomar nuestras propias decisiones, pues ellas son propiamente nuestras.
Los padres tienen que aprender a retirarse, y las parejas recién casadas tienen que crear un sistema de toma de decisiones dentro del matrimonio. El no hacer esto nos deja expuestos a toda clase de problemas. Nuestra lealtad es para la nueva unidad, nuestro propio matrimonio, y ambos cónyuges debemos darnos cuenta de ello. Ninguno de los cónyuges debe retirarse del proceso, como tampoco debe tomar el mando total. Debemos hacer las cosas juntos.
Manteniéndose En Contacto
Es fácil olvidar, cuando nos casamos, que cada uno de nosotros ha dejado un gran vacío en el hogar paterno. Allí somos extrañados. Esto se siente con más fuerza cuando se trata de un hijo único. Aquí es cuando un buen trabajo antes del matrimonio produce buenos dividendos. Si hemos trabajado bien, los parientes políticos se darán cuenta de que no han perdido un hijo, sino más bien han ganado otro más.
Debemos permanecer en contacto con nuestros padres. Las llamadas telefónicas o cartas frecuentes son esenciales. Las fotografías, especialmente de nuestros hijos, son grandemente estimadas. Reuniones frecuentes en éste o en el otro hogar son de gran valor. Es entonces cuando la estrechez de nuestro lazo matrimonial puede ser visto por nuestros padres, y ellos lo aprecian mucho.
Celebrando aniversarios en el hogar paterno y realizando actos de amor y bondad se crearán sentimientos cálidos y duraderos. Los parientes políticos tienen deleites indecibles cuando pueden amar al yerno o a la nuera tan plena y realmente como a su propio hijo o hija.
Sin Embargo
Sin embargo, aun con las mejores intenciones, la vida no siempre resulta como deseamos. Si la falta es nuestra debemos leer, orar y actuar para corregirla. Cuando reside en otra parte, debemos tratar a la persona responsable como si la relación fuera realmente buena. Bien podemos lograr un cambio por este medio. Si los parientes políticos no son miembros de la iglesia cristadelfiana podrían tomar a mal la afinidad particular que existe en su hogar debido a que ambos están en la verdad. Entonces Ud. debe demostrar por todos los medios posibles que usted es una persona mejor por ser discípulo de Cristo, y cuando aparezcan los niños, que ellos serán tanto más cariñosos y mejor disciplinados porque están aprendiendo acerca de Cristo.
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