El apóstol Pablo tenía buenas razones para poner de relieve la bondad inmerecida de Jehová (Hechos 9:1). La nueva vida que surge de la gracia ha de mantenerse por la gracia. Las potentes operaciones de Dios a nuestro favor son necesarias para toda faceta de nuestra vida en Cristo. El apóstol Pablo sabe mucho de la gracia. Solo tenemos que recordar el testimonio de su conversión en el Libro de los Hechos. Por eso, Pablo suele añadir a sus salutaciones y sus despedidas a los miembros de las iglesia la oración: “Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”.

No es una mera fórmula. Son palabras sinceras, llenas de amor hacia sus hermanos y enviadas a diferentes regiones del Imperio Romano.

(Rom 1:5) “Por medio de él recibimos la gracia y el apostolado para conducir a todas las naciones a la obediencia de la fe por amor de su nombre;”
(Rom 16:24) “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.”
(1Co 1:3) “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.“
(1Co 16:23) “La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.”
(2Co 1:2) “Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.”
(2Co 13:14) “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”
(Gál 1:3) “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo,”
(Gál 6:18) Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
(Efe 1:2) “Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.”
(Efe 6:24) “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.”
(Flp 1:2) “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
(Flp 4:23) “ La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.”
(Col 1:2) “Gracia y paz sean a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,”
(Col 4:6) “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”
(1Ts 5:28) “ La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.”
(2Ts 1:2) “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
(2Ts 3:18) “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.”
(1Ti 1:2) “a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.”
(2Ti 1:2) “ a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.”
(Tit 1:4) “A Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, nuestro Salvador.”
(Flm 1:3) “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
(Flm 1:25) “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.”

Cuando Pablo pone juntas las dos palabras “gracia” y “paz”, está haciendo algo maravilloso. Estaba tomando los saludos normales de dos culturas y uniéndolos. “Gracia” era la palabra con que empezaban las cartas griegas, y “paz” el saludo que usaban los judíos. Así es que cuando Pablo pide a Dios “gracia y paz” para sus hermanos en las iglesias, está pidiendo realmente que tengan gozo de conocer a Dios como Padre y la paz de relacionarnos con Él, con los hombres y consigo mismos. “Gracia y paz” no se pueden recibir sino mediante Jesucristo.

Sin embargo, por el relato podemos deducir la existencia de divisiones en las iglesias del primer siglo: por herejías espantosas

Las causas de las divisiones…

Referencias

por seguir a hombres

1 Corintios 1:10-13; 11:18,19

por genealogías y fábulas

1 Timoteo 1:4; 6:3-5

por la primacía

Marcos 9:33,34; Hechos 6:9,19; 3 Juan 1:9-11

por racismo

Hechos 11:1-3; 15:7; Romanos16:17,18; 2 Corintios 12:20

por la imposición de un dogma o una ley

Hechos 15:1,2,7,15:22-29; Gálatas 2:1-14; 5:1-12; Tito 3:9-11; Judas 19

por celos, contiendas y envidias

1 Corintios 3:1-6; 6:6-8; Santiago 3:14-16

por causa de ministros falsos, con deseos de ganancia material deshonesta (codicia)

Tito 1:10,11; 2 Pedro 2:9-22

por Herejías espantosas

Gálatas 1:6-9; 1 Timoteo 1:19,20; 2 Timoteo 2:17

“Queridos hermanos, Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”

La iglesia en Corinto

Durante su segundo viaje misionero (50-52 d.C.), Pablo fundó la iglesia en Corinto, capital de la provincia romana de Acaya. Después (56 d.C.), el Apóstol escribió 1 Corintios desde Éfeso (16:8) y probablemente la envió mediante tres compañeros (16:17). “1” Corintios, sin embargo, no fue la primera carta que Pablo escribió a las “iglesias en casa” de Corinto, sino la segunda. 1 Corintios 5:9 menciona una carta anterior, aparentemente perdida o que tal vez ahora forma parte de 2 Corintios.

La antigua ciudad griega de Corinto, de mala reputación, fue destruida por los romanos en 146 a.C., pero, un siglo después, Julio César fundó una nueva ciudad (44 a.C.). Esta nueva colonia romana fue habitada mayormente por ex combatientes romanos y ex esclavos provenientes de Italia.

Por su ubicación, Corinto tenía un constante flujo de visitantes y viajeros. Era un centro de comercio e intercambio. En la ciudad había un gran mercado como también muchas tabernas en las cuales la gente bebía y se emborrachaba. Mucha gente se enriquecía con todo el comercio y los negocios, y muchas veces gastaban el dinero de maneras pecaminosas. Había un gran teatro que brindaba entretenimiento a la gente. La ciudad era famosa por eventos atléticos. Los muy conocidos Juegos Ístmicos tenían lugar cada dos años (eran los juegos atléticos más famosos del Imperio Romano, aparte de los Juegos Olímpicos).

Problemas en la iglesia en Corinto

Si analizamos lo que hoy conocemos como la Primera Epístola a los Corintios, notaremos que dos temas se entremezclan constantemente:

  • Por un lado, la espiritualidad de la Iglesia; y,
  • Por otro lado, la carnalidad de los hermanos de esa misma Iglesia
Bendiciones espirituales

  • el testimonio de Cristo confirmado en los hermanos (1:6);
  • la fidelidad del llamamiento de Dios (1:9);
  • la Sabiduría que viene del Señor (1:18);
  • la Revelación dada por el Espíritu Santo (2:10)…

De manera que, con lo que Pablo expone, no queda lugar a dudas de la presencia del Señor en esa congregación y de la pertenencia de los mismos a la familia de fe.

Problemas entre los hermanos en Cristo.

  • divisiones (1:13)
  • carnalidad (3:1)
  • celos y contiendas (3:2)
  • competencia (3:4)
  • prejuzgamientos (4:5)
  • más inmoralidad entre los cristianos que entre los paganos, incesto (5:1)
  • arrogancia (5:2)
  • jactancia (5:6)
  • avaricia, idolatría, difamaciones, borrachera, estafas (5:11)
  • litigios (6:1)
  • adulterio, homosexualidad (6:9)
  • fornicación (6:18)

Esta era una iglesia que estaba plagada de problemas.

De una u otra manera, las iglesias de hoy enfrentan muchos de estos mismos problemas. Los conflictos deben solucionarse, pero tienen que solucionarse de una forma que sea agradable a los ojos de Dios.

Los muchos problemas que enfrentaban los Corintios eran muy similares a los problemas que los hijos de Israel enfrentaron hace mucho tiempo.

Entonces, ¿Qué haremos?

Fueron tres razones muy concretas que impulsaron a Pablo a escribir su primera carta a los corintios, y precisamente esas tres razones son mencionadas en la misma carta.

En primer lugar: el apóstol había recibido noticias por parte de la familia de Cloé de que había discordias en la congregación (1:11-12).

En segundo lugar: le había llegado una misiva de la congregación en la que se le planteaban unas cuantas preguntas (7:1); serian las preguntas que se tocan en las secciones que comienzan con las frases: “Ahora paso a…”, “En cuanto a…” (7:1; 8:1; 12:1; 16:1). También los temas de los capítulos 11 y 15 pueden considerarse una réplica de las preguntas incluidas en la carta que la congregación envió a Pablo.

En tercer lugar: hallándose Pablo en Éfeso, vino a verlo una delegación de tres miembros de la iglesia en Corintio y le trajo un informe acerca de la situación que reinaba allá (16:17). Pueden haber sido ellos mismo quienes le entregaron la carta de la congregación.

Estas tres fuentes de información – el informe, la carta, y la delegación – convencieron a Pablo de la imperiosa necesidad de escribir cuanto antes una carta a la iglesia en Corintio.

Esta iglesia tenía problemas tan serios que casi nos resulta extraño que Pablo considere todavía a los corintios como “cristianos”. Facciones dentro de la congregación, incesto, gente que arrastra a otros ante el tribunal, gente que se emborracha en la Cena del Señor, gente que niega la resurrección. Estos eran algunos de los males que se habían infiltrado en la iglesia de Corinto, fundada por Pablo sólo unos años atrás.

¿Qué diríamos hoy día si se nos informase que una congregación hermana ha incurrido en tremendas faltas? ¿Caeríamos sobre ella con el rigor de la ley o trataríamos de encarar la situación desde una postura cristiana?

Es muy interesante y aleccionador que a pesar de los serios problemas (o quizás en vista de ellos), el apóstol se decide por un procedimiento netamente cristiano. Después de unas breves palabras de introducción (1:1-3), Pablo asegura que “siempre da gracias a Dios por los corintios, por la gracia que Dios ha derramado sobre ellos por medio de Cristo Jesús. Pues por medio de él Dios les ha dado gran riqueza espiritual, de modo que no les falta ningún don de Dios”; al contrario, “Dios los mantendrá firmes hasta el fin, para que nadie pueda reprocharles nada cuando muestro Señor Jesucristo regrese” (1:4-9).

¡Qué palabras más reconfortantes frente a tan serios problemas! Pablo demuestra una firme confianza en el poder del mensaje divino y la responsabilidad que tienen al haber recibido los dones del Espíritu aun hallándose frente a los más graves errores.

Se nota lo que dice en 1 Corintios 3:9 “porque nosotros somos colaboradores de Dios…”

Esta frase significa que todos podemos realizar una tarea en el marco del servicio a Dios. Cada iglesia necesita un “ejército de obreros”. Cuando Pablo habló y escribió de “colaboradores” él pensaba en lo mejor que hay en nosotros.

Aquí hay un honor personal. Aquí hay una recompensa prometida. Pablo escribe: “Recibirá recompensa.” Nuestra salvación depende de nuestra fe en Cristo Jesús. Sin embargo, nuestra recompensa depende del tipo de vida que llevemos y del servicio que brindemos a Dios.

 

Punto de reflexión

Pablo encara estos problemas con firmeza, pero también con la convicción de que el tratarlos con espíritu cristiano es el mejor camino para llegar a una solución.

Primero: Se nota la introducción y la conclusión de la carta. Pablo escribió:
(1Corintios 1:3) “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
(1Corintios 16:23) “La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.”

Segundo: Es muy importante que estos problemas sean tratados desde el espíritu de la doctrina cristiana, y no simplemente desde la letra fría de su condena.

Tercero: La Iglesia como institución y nosotros como miembros del cuerpo de Cristo, debemos dar una respuesta que solucione esos desaciertos. Una alternativa que restaure vidas. He aquí la importancia de tener en claro respuesta que vaya de la mano con la ética bíblica, cristiana y contemporánea.

Cuarto: Sería conveniente empezar a pensar en términos de primera (y no solamente en tercera) persona. Sustituir “él” y “ellos”; por “yo” y “nosotros”. Es decir, evaluar nuestra propia debilidad para asumir nuestra humana vulnerabilidad.

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