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Tuyo es el Reino

Capítulo 4 - El Libro de Texto del Reino

En estas páginas he citado la Biblia como si fuera una fuente autorizada de información, y ahora veremos más de cerca si se justifica tal confianza en ella.

Si existe allí un sabio y poderoso Dios quien ha creado en la tierra una raza de seres inteligentes, es lógico asumir que debe haber algún medio de comunicación entre él y ellos. Podríamos ir más allá y decir que si Dios también tiene un propósito en la creación del hombre, es razonable que encontrara alguna forma de impartirle información. Y si la relación del hombre con ese propósito realmente depende de cómo responde a Dios, entonces tal comunicación se vuelve no sólo razonable o deseable, sino esencial.

Tal información podría haber sido programada en nuestro cerebro, tal como lo son otras habilidades físicas y mentales: la capacidad de caminar, los rudimentos del habla gramatical, y el instinto de las aves de construir nidos, sólo para citar unos ejemplos. Pero Dios no quiere que el hombre le responda por tales medios. Conocimientos y respuestas automáticas no son lo que él desea. Un simple robot no puede dar satisfacción espiritual a su Hacedor.

El medio más común de comunicación entre la gente es el lenguaje, ya sea hablado o escrito, y éste es el medio usado por Dios para dirigirse al hombre y explicarle su plan. La Biblia misma sostiene ser la ruta de comunicación entre el creador y el hombre, y en este capítulo veremos brevemente algunas de las evidencias de esta afirmación.

Algunos hechos acerca de la Biblia

Una o dos generaciones atrás, no habría sido necesario describir a la mayor parte de la gente los hechos básicos de la Biblia. Pero hoy en día el descuido de este libro está tan extendido que aparte de que posiblemente se sepa que la Biblia contiene dos secciones, el Antiguo Testamento, que tiene algo que ver con los judíos, y el Nuevo Testamento que habla de la vida de Jesús, se ha generalizado la ignorancia de la Biblia.

La Biblia es uno de los más antiguos libros del mundo, escrito entre los años 1,500 antes de Jesucristo (a. de J.C.) y 100 después de Jesucristo (d. de J.C.), aproximadamente. No es realmente un solo libro, sino más bien un compendio de 66 libros de diferentes extensiones, y unidos en un solo volumen: 39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento fue completado antes del tercer siglo a. de J.C., y el Nuevo Testamento fue escrito durante los últimos 50 años del primer siglo d. de J.C. Hubo por lo menos 40 escritores diferentes en todo este largo período y muestran una amplia variación en sus ocupaciones y posición social. Reyes, estadistas, sacerdotes, un médico, un cobrador de impuestos, pastores de ganado, un agricultor, pescadores, y un general de ejército están entre todos los que escribieron la Biblia. Separados a veces por cientos de kilómetros o cientos de años, todos ellos contribuyeron a la producción del libro más notable.

La gama de tópicos literarios y estilos es extensa. Hay registros históricos, documentos legales que forman una constitución, y cartas personales. Encontramos poemas y canciones junto a una guía práctica para el diario vivir. Algunas partes son altamente figuradas y alegóricas.

Dos testamentos en un libro
Pocas personas comprenden la importancia del Antiguo Testamento y la dependencia que de él tiene el Nuevo. El Antiguo Testamento era la única parte de la Biblia disponible para Jesús y sus primeros discípulos, y las enseñanzas cristianas originales están basadas en él. Cuando fue escrito, el Nuevo Testamento continuó este criterio en la temprana fe y práctica cristiana. El Nuevo Testamento contiene cientos de citas del Antiguo Testamento y alusiones frecuentes a los sucesos que describe. Las estadísticas son muy impresionantes. En el Nuevo Testamento hay 276 citas exactas, algo más de 100 citas indirectas y por lo menos 119 alusiones a incidentes del Antiguo Testamento.

Inspiración La suprema pretensión de la Biblia es que fue inspirada por Dios. La palabra original para inspiración significa literalmente soplo de Dios , e indica el proceso por medio del cual Dios sopló su mensaje en las mentes de los 40 escritores de modo que ellos dijeron o escribieron el mensaje de Dios en vez del suyo propio. El hecho de la inspiración fue prontamente reconocido por las personas inspiradas. Si usted abre una Biblia en cualquiera de sus libros proféticos, encontrará numerosas frases que indican la fuente verdadera de las palabras:

«Oíd la palabra de Jehová.» (Isaías 1:10)

«El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua.» (2 Samuel 23:2)

«Porque Jehová me dijo de esta manera.» (Isaías 8:11)

«Esta es la palabra que pronunció Jehová.» (Isaías 16:13)

«Palabra de Jehová que vino a Jeremías.» (Jeremías 35:1)

«Así ha dicho Jehová.» (Jeremías 21:8)

En muchas ocasiones la gente que escuchaba estos mensajes divinos claramente aceptó que los profetas eran un vehículo de los pensamientos de Dios y algunas veces mostraron su confianza en este hecho revirtiendo el flujo de comunicación y usando al profeta para llevar a Dios sus propias peticiones. Por ejemplo, en una ocasión el rey le dijo a Jeremías:

«Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová.» (Jeremías 21:2)

En el Nuevo Testamento hay claras referencias a esta convicción de que todo el Antiguo Testamento fue producido por el proceso de inspiración. Escribiendo a un joven cristiano llamado Timoteo, el apóstol Pablo dijo:

«Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras… Toda la Escritura es inspirada por Dios… (2 Timoteo 3:15-16)

La inspiración fue efectuada por la influencia del Espíritu Santo en una persona determinada. El apóstol Pedro da cierta idea de la naturaleza irresistible de este proceso:

«Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.» (2 Pedro 1:20-21)

Del mismo modo que un niño llevado en los brazos de sus padres no puede resistirse o dictar el lugar adonde va, así los profetas estaban bajo el control de Dios cuando escribían por inspiración divina.

Todas las citas anteriores son tomadas del Antiguo Testamento. Los escritores del Nuevo Testamento fueron dirigidos por Dios de manera similar:

«Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor.» (1 Tesalonicenses 4:15)

Lo que os escribo son mandamientos del Señor.» (1 Corintios 14:37)

Ejemplo de inspiración en acción
Se relata el caso de una persona que trató de resistir el impulso de hablar el mensaje de Dios, pero al final tuvo que hacerlo. Jeremías estaba siendo perseguido porque las palabras de censura de Dios que él profería eran impopulares para su audiencia. Así que tomó esta resolución:

«No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre.»

Pero Jeremías no contaba con la fuerza superpotente de la inspiración por la cual estaba siendo llevado y pronto tuvo que reconocer su derrota:

«No obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.» (Jeremías 20:9)

¡Un ejemplo perfecto de la inspiración en acción! De ningún modo pudo Jeremías retraerse del impulso de hablar las palabras de Dios.

Una pretensión distintiva
Esta afirmación de los escritores de que estaban siendo inspirados por Dios no puede ser soslayada fácilmente. O es un hecho que estos hombres a veces tenían una compulsión interna de hablar y escribir cosas que de otra manera nunca serían mencionadas, seleccionando y registrando sucesos futuros que de otra manera nunca habrían sido escritos, o es una falsedad. En este último caso, los escritores de la Biblia han perpetrado el más gigantesco fraude de la historia. Engañaron a la gente de su tiempo y a las generaciones posteriores haciéndoles creer afirmaciones falsas, y sobre este fundamento de mentiras ha sido construido el edificio de los judíos y la religión cristiana. Si hemos sido engañados, cuanto más pronto lo reconozcamos, mucho mejor. Pero si sus afirmaciones son verdaderas, y ellos estaban hablando las palabras de Dios, entonces debemos aplicar nuestros oídos a escuchar.

¿Cómo podemos, usted y yo, cerca de 2,000 años después que el libro fue completado, tomar la decisión correcta? De la misma manera que con la existencia de Dios, no hay prueba absoluta de que la Biblia fue inspirada por él, pero sí hay mucha evidencia.

El libro que el hombre no pudo haber escrito
Cuando la gente habla o escribe, debe reflejar sus puntos de vista, conocimientos y condiciones de la época en que viven. Por ejemplo, Galileo no tenía idea de la radioastronomía, o Newton de las partículas nucleares, así que no podían haber escrito acerca de estos descubrimientos posteriores. Tal dependencia del ambiente cultural sería más marcada en el caso de personas menos educadas. Un agricultor medieval no habría sido la clase de persona que desafiaría la corriente principal del pensamiento contemporáneo y proponer ideas que podrían cortar hasta el corazón de la cultura y sociedad de su época.

Aquí reside una de las más poderosas pretensiones de la Biblia. Contiene muchas características que van más allá del conocimiento y experiencia de sus escritores. Esto sólo puede explicarse asumiendo que un poder más alto y sabio que el hombre está involucrado en su producción. Esto es especialmente relevante considerando la baja condición y el restringido conocimiento de los escritores. Quiero proporcionar dos ejemplos de lo que trato de decir: El registro bíblico de la creación y su enseñanza acerca de la muerte.

El registro de la creación

Algunos ejemplos de intentos no inspirados de describir el origen del hombre en la tierra:

«Los mitos de la creación de Hermópolis, como los de Heliópolis y Menfis, hablan de un montículo primitivo… A este montículo, en el tiempo del caos, vino el ganso celestial, el Gran Cacareador quien rompió el silencio del universo. El puso un huevo del cual nació Ra, dios sol y creador del mundo.» (R. Patrick, «Libro de Mitología Egipcia»)

«Según una leyenda muy antigua, la humanidad fue dividida en cuatro razas. Los egipcios u hombres fueron formados de las lágrimas que cayeron de los ojos de Ra; éstas cayeron sobre los miembros de su cuerpo y se convirtieron en hombres y mujeres. Los libios vinieron a la existencia por medio de cierto acto del dios sol en conexión con su ojo, y el Aamú y el Nehesú descendieron irregularmente de Ra. Otra leyenda declara que el hombre fue hecho de barro de alfarero en una rueda por Khnemu, el dios cabeza de carnero de Filae.» (Guía a las Colecciones Egipcias en el Museo Británico, página 136)

«El más conocido de los mitos de la creación es una adaptación babilónica tardía de la cosmogonía sumeria… Tiamat y Apsu existían, pero después que nacieron otros dioses, Apsu trató de deshacerse de ellos a causa de su ruido. Uno de los dioses, Ea, el sumerio Enki, mató a Apsu; entonces Tiamat, resuelta a vengarse, fue también muerta por el hijo de Ea, Marduk, el dios de Babilonia en cuyo honor se compuso el poema. Marduk usó las dos mitades de Tiamat para crear el firmamento del cielo y de la tierra. Entonces puso en orden las estrellas, el sol y la luna, y por último, para librar a los dioses de tareas indignas, Marduk con la ayuda de Ea, creó la humanidad de la arcilla mezclada con la sangre de Kingú, el dios rebelde que había dirigido las fuerzas de Tiamat.» (El Nuevo Diccionario Bíblico, Artículo: Creación )

Estos son solamente tres de los relatos de la creación que datan del período en que la Biblia fue escrita, 1,000-2,000 años a. de J.C. Los egipcios y babilonios creían que describían el origen de la tierra y de la humanidad. Similares mitos, obviamente inexactos, pueden encontrarse entre otras antiguas razas. En aquellos días tales explicaciones fueron aceptadas por todos.

Excepto un pueblo: ¡la nación que produjo la Biblia! Teniendo en mente los conceptos sostenidos en aquellos tiempos, considere el registro bíblico de la creación tal como aparece en su primer capítulo. Aquí el origen del mundo y el hombre no es descrito como el resultado de peleas dentro del panteón de dioses; tampoco fue poco más que una casualidad, sino el producto final de una serie de actos deliberados e intencionales de parte de un solo y supremo Dios.

Primero fueron creados el cielo y la tierra, luego la luz, seguida por la aparición de la tierra seca en un mundo previamente cubierto de agua. Preparadas de esta manera, las áreas fueron pobladas con todas las variedades de cosas creadas. El sol, la luna y las estrellas se volvieron visibles en el cielo, la tierra produjo vegetación abundante, los mares se llenaron de peces, y la vida animal abundó en la tierra. Finalmente fue creada la especie raza humana, la cual recibió una posición única en la creación:

«Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» (Génesis 1:27-28)

Este relato fue escrito por Moisés alrededor de 1500 a. de J.C., casi al mismo tiempo que los otros relatos que he citado. Pero en vez de ser un relato obviamente absurdo como sus contemporáneos, es una secuencia lógica y racional de los sucesos. ¿Por qué es diferente el relato de la Biblia? El profesor Henri Devaux nos lo dice:

«Es una descripción que los hombres de todas las épocas pueden entender. Póngase esta descripción de las etapas sucesivas de la creación en lenguaje científico y se verá que corresponden por su naturaleza y por las etapas progresivas a los conceptos de la mayoría de teorías científicas… La fuente de la información…sólo puede venir de la revelación.» (La Biblia Confirmada por la Ciencia, página 78)

Así que en la primera página de la Biblia hay una fuerte evidencia de que el libro se originó en hombres que escribieron bajo la influencia de Dios.

Vida después de la muerte
Todo el mundo ha oído de las pirámides de Gizeh en Egipto. La más grande del grupo, la Gran Pirámide, es inmensa. Tiene 140 metros de altura con una base de unos 53,000 metros cuadrados, y aparte de una serie de pequeñas cámaras y túneles, está formada de sólido trabajo de albañilería.

Miles de esclavos trabajaron durante veinte años colocando en posición bloques de piedra de cantería que pesan tres toneladas cada una. Esta masiva estructura fue construida como tumba para el rey Keops, quien murió hace unos 4,500 años. La razón para estos 2,500,000 metros cúbicos de albañilería fue proveer de un lugar de descanso seguro a su cuerpo momificado. Las pirámides evidencian la creencia egipcia de que en la muerte un componente inmortal del hombre, su alma, deja el cuerpo y va a los dioses en el cielo o en algún lugar de recompensa. El cuerpo fue momificado, pues se creía que la existencia del alma en otro mundo dependía de la preservación del cuerpo. De aquí que no sólo la momificación, sino la cámara secreta de la tumba y la entrada secreta servían para evitar la remoción o destrucción del cuerpo por los intrusos.

Este concepto de un alma inmortal que continúa en existencia consciente a pesar de la muerte del cuerpo es encontrado en la mayoría de culturas del mundo.

De nuevo hay una excepción: ¡la gente que escribió la Biblia! Y sin embargo, éste fue el grupo de personas que más necesitaba esta creencia, humanamente hablando. Fue en la tierra de Egipto, a la sombra de las pirámides, que la nación de Israel comenzó su vida como un pueblo distinto de los demás. Una sucesión de Faraones los había convertido en esclavos, haciendo sus vidas miserables y sin esperanza mientras transportaban material de construcción para el engrandecimiento de los reyes. Trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer en fábricas de ladrillos y canteras. Su único descanso del látigo cruel de los capataces era cuando se metían en sus pobres casas cada noche para dormir: su única liberación cuando, agotados y destruidos, eran abandonados a su muerte. Si alguna nación necesitaba del consuelo y esperanza de vida futura en la muerte era Israel en el cautiverio egipcio. Si alguna vez necesitaron reafirmación o inspiración pudieron con seguridad haberlo encontrado en las esperanzas de la gente entre la cual vivían.

Sin embargo una de las creencias únicas de los judíos tal como se revela en la Biblia es que en la muerte se extingue toda consciencia. En vano buscamos alguna referencia a un alma inmortal en las páginas de la Biblia. Al contrario, encontramos pasajes como estos:

«Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor… Déjame, y tomaré fuerzas, antes que vaya y perezca.» (Salmos 39:12-13)

«Los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga.» (Eclesiastés 9:5)

¿Por qué era única esta creencia judía? ¿Por qué sostenían un concepto de la muerte que contrastaba tanto con el de las naciones que los rodeaban, y particularmente el país en el que tenían sus raíces nacionales? ¿Por qué tenían creencias tan mal adaptadas a sus circunstancias en el momento cuando sus tradiciones estaban siendo formadas? Es porque tenían una fuente de información independiente y autoritativa, que les era dada por los «santos hombres de Dios» quienes «hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.»

Un libro de historia exacto

«¿Cómo puede ser posible que la Biblia sea exacta? Es una colección del folklore judío y de cuentos transmitidos de padres a hijos por generaciones, sin duda convenientemente exageradas y embellecidas durante su transmisión. Con el tiempo, los relatos fueron escritos y preservados, pero en su forma final obviamente tienen poca relación con los sucesos originales.»

Este es un honesto resumen de la opinión de mucha gente acerca de las porciones históricas de la Biblia.

¡Pero los expertos piensan de modo diferente!

Una de mis fotografías favoritas es la de una reunión de hombres sentados en la cumbre de una colina en el sur de Israel. En el centro está un hombre leyendo a los otros de cierto libro. El grupo está formado por miembros de una expedición arqueológica próxima a excavar un sitio vecino antiguo. El lector es Nelson Glueck, un profesor norteamericano de arqueología que pasa muchas temporadas excavando en el Oriente Medio. ¿Y el libro que estaba leyendo para orientar a su equipo? Sí; usted lo adivinó: ¡no era otro que la Biblia! ¿Podría haber un modo más expresivo de demostrar la confianza que los historiadores profesionales tienen en la exactitud de este registro?

«Después de todo la Biblia tenía razón»

A pesar de la opinión pública contradictoria, la mayoría de autoridades reconocen ahora que la Biblia fue escrita por personas que tenían un conocimiento íntimo y reciente de los sucesos que describieron. Así lo establece el profesor de Asiriología de la Universidad de Londres, D. J. Wiseman:

«Los hechos históricos de la Biblia, correctamente entendidos, concuerdan con los hechos recogidos por la arqueología, con tal de que ellos también sean entendidos correctamente.» (D. J. Wiseman, Arqueología y Escritura en The Westminster Theological Journal, XXXIII (1971), 151-152)

A esto podemos agregar el testimonio de Keller, un periodista que dedicó años de su vida a coleccionar ejemplos de coincidencia entre los hallazgos arqueológicos y la Biblia:

«Muchos sucesos que previamente fueron considerados como cuentos piadosos deben ahora considerarse históricos. A menudo los resultados de la investigación coinciden en detalle con los relatos bíblicos. No solamente los confirman sino que iluminan las situaciones históricas de las cuales emergieron el Antiguo Testamento y los evangelios… Los sucesos mismos son hechos históricos y han sido registrados con una exactitud no menos que sorprendente.» (W. Keller, La Biblia como Historia, Edición de 1963, página ix)

El mismo concluye afirmando la fuerza del argumento de una Biblia exacta:

«En vista de la desbordante cantidad de evidencia auténtica y bien atestiguada ahora disponible…se mantiene martillando en mi mente esta sola frase: Después de todo la Biblia tenía razón. » (Idem, página x)

En años recientes han salido muchos libros que proporcionan ejemplos de cómo los hallazgos arqueológicos han confirmado la exactitud de las porciones históricas de la Biblia. Son demasiado numerosos para ofrecer una lista aquí, pero la mayoría de buenas librerías o bibliotecas públicas podrán conseguirlos.

¿Cuál historia?

Me gustaría hacer un comentario final acerca de la exactitud de la historia bíblica. El hecho de que los sucesos están correctamente registrados no es de por sí evidencia de inspiración: muchos otros libros históricos también son confiables. Donde la guía fue necesaria fue en la elección de cuál suceso registrar y cuál eliminar, y algunas veces en el orden en que los eventos son registrados. Un estudio cuidadoso de la Biblia revela que los sucesos históricos son frecuentemente usados como base de instrucción para posteriores generaciones y aun pueden prefigurar de manera simbólica grandes acontecimientos asociados con el futuro del hombre.

Por ejemplo, tenemos el éxodo de los israelitas de la esclavitud egipcia para convertirse en el pueblo de Dios. La historia está registrada en el segundo libro de la Biblia, pero más tarde, especialmente en el Nuevo Testamento, casi todos los detalles de este acontecimiento son señalados como figuras del proceso por medio del cual la humanidad en conjunto está siendo liberada de una aflicción mucho mayor y una esclavitud más severa, para convertirse en el pueblo de Dios en un sentido mucho más amplio. Por esta razón los registros históricos necesitaban inspiración tanto como cualquier otra parte de la Escritura. Solamente si los hechos apropiados eran seleccionados y registrados con absoluta exactitud podrían ser notadas y consideradas las correspondientes lecciones por las generaciones posteriores.

Historia escrita anticipadamente
Evidencia adicional para la inspiración bíblica se encuentra en el cumplimiento de sus predicciones. Existen literalmente docenas de éstas, pero el espacio me limita a sólo dos ejemplos:

Ya hemos considerado un ejemplo sobresaliente de profecía bíblica en el capítulo 1 del presente estudio. Usted recordará la enorme estatua de metal que el rey Nabucodonosor vio en su sueño y que correctamente predice la secuencia de cuatro imperios mayores. Tal como se predijo, Babilonia, Persia, Grecia y Roma vinieron y se fueron seguidos por un estado de desunión del mundo y una mezcla de naciones fuertes y débiles. En ese capítulo usé la profecía para explicar la naturaleza y la época de la venida del reino de Dios, pero ahora quiero proponerla como una indicación del origen divino del mensaje. La confiabilidad de la información dada al rey por Daniel ha sido ampliamente demostrada. Los imperios llegaron en el orden predicho.

¿Cómo fue posible que Daniel fuera tan exacto? La sucesión de los cuatro imperios sin un quinto que los siguiera no podía haber sido razonablemente deducida de los acontecimientos de la época, y no podemos imaginar que fuera una adivinanza afortunada. Aun después de 2,500 años ¿podríamos superar el análisis de la situación que hizo Daniel?

«Hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios.» (Daniel 2:28)

La fecha exacta de la muerte de Jesús

De una profecía que abarca miles de años nos volvemos a una cuya medida de tiempo fue tan precisa que el control divino de su cumplimiento tiene que ser la única explicación lógica.

Daniel era un joven príncipe judío que había sido llevado cautivo por Nabucodonosor a Babilonia con miles de sus conciudadanos. Unos pocos años más tarde Jerusalén fue destruida e Israel dejó de ser una nación independiente. Setenta años después de su cautividad Daniel oró a Dios solicitando que la mala fortuna de la arruinada ciudad fuera revertida. En respuesta, Dios le dijo que Jerusalén sería reconstruida, y también pasó a darle una indicación de cuándo los judíos podían esperar a su Mesías, el ungido, como su nombre se traduce. La misión del Mesías sería la salvación de Jerusalén y del mundo entero.

La profecía completa se encuentra en Daniel capítulo 9, versículos 24 al 27 donde leemos que Dios habló a Daniel de un período de 70 semanas hasta el final en el que el Mesías habría de venir. Las 70 semanas fueron divididas en tres períodos: 7 semanas iniciales, 62 semanas posteriores, y 1 semana final consistente de dos mitades, así:

7 + 62 + 0.5 + 0.5 = 70 semanas

Hacia el final de este período varias cosas sucederían. Al final de la segunda división, que es 7 + 62, ó 69 semanas, Dios dijo que el Mesías aparecería. Un poco de tiempo más tarde el Mesías sería muerto. Durante la semana final Dios confirmaría su pacto con su pueblo, pero a la mitad de la semana sucedería algo que haría cesar los sacrificios en el templo.

Como usted puede ver fue una predicción detallada y precisa.

¿Se cumplió?

Dios dijo que la señal del comienzo de este período sería un mandato para restaurar la ciudad de Jerusalén, y una fecha para el comienzo de este período es fácilmente determinada con un error máximo de aproximadamente un año. En el tiempo en que fue dada esta profecía en respuesta a la oración de Daniel por la desolada ciudad, Persia había sucedido a Babilonia como la principal potencia del mundo.

En 455 a. de J.C. el monarca persa Artajerjes Longuimano despachó un edicto otorgando al sacerdote judío Esdras un generoso donativo para restaurar la ciudad y el templo de Jerusalén, tal como se registra en Esdras capítulo 7. Por consiguiente, esta fecha marca el comienzo de las 70 semanas de la profecía. Pero el sumar 70 semanas reales a esta fecha sólo nos lleva adelante un año y cuatro meses, así que las semanas obviamente no deben ser tomadas literalmente.

En la Biblia, un día es frecuentemente considerado como un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6). Sobre esta base, las 70 semanas o 490 días se convierten en 490 años y la ecuación puede ser reescrita así:

49 + 434 + 3.5 + 3.5 = 490 años

Los primeros dos números suman 483, y comenzando en 455 a. de J.C. llegamos al 28 d. de J.C., el cual es exactamente el año en que la mayoría de eruditos creen que Jesús apareció por primera vez en público.

Su obra de predicación, o la «confirmación del pacto con muchos,» duró 3.5 años, o la mitad de la última semana. Después de estos 3.5 años Jesús fue muerto como la profecía lo predijo. Su sacrificio personal por el pecado realmente convirtió en superfluas todas las ofrendas del templo tal como la profecía también lo había indicado, ya que los sacrificios animales fueron innecesarios tras la muerte de Jesús.

Una vez más deben enfrentarse los hechos de la situación. La fecha del aparecimiento de Jesús y la duración de su ministerio fueron predichas con exactitud cerca de 500 años antes. ¿Cómo pudo Daniel haber escrito una profecía tan segura sin la guía del que en las palabras de la Escritura «conoce el fin desde el principio»?

Si el espacio lo permitiera, podríamos examinar en forma detallada muchos más ejemplos de profecías bíblicas cumplidas. Otros ejemplos de predicciones que han sido y están siendo cumplidas se refieren a otra destrucción de Jerusalén (esta vez por los romanos), la dispersión de los judíos en todos los países y su restauración en su propia tierra. Pero nos referiremos a esto en un contexto diferente en el capítulo 11.

¿Qué opinaba Jesús de la Biblia?

Para los que aseguran ser cristianos, Jesús debe ser la autoridad final en materia de fe. ¿Qué dijo Jesús acerca del Antiguo Testamento y cómo respondió a la afirmación de sus escritores de ser inspirados por Dios?

La respuesta es completamente clara. El consideró el Antiguo Testamento como la base de sus enseñanzas y le otorgó su total aprobación.

Cuando discutía, a menudo decía a sus oponentes «¿Nunca leísteis…?» (Marcos 2:25), y entonces basaba su enseñanza en un pasaje de las Escrituras judías. En ocasiones específicas fue más enfático sobre los escritos de Moisés (los primeros cinco libros) y los libros de los profetas:

«Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?» (Juan 5:46-47)

«Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.» (Lucas 16:31)

Con respecto al Nuevo Testamento, Jesús dijo a sus discípulos que ellos estarían sujetos al mismo proceso de inspiración como lo fueron los escritores del Antiguo Testamento:

«…El Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.» (Juan 14:26)

Este don del Espíritu Santo les dio la autoridad de Jesús, y aun de Dios mismo:

«El que a vosotros oye, a mi me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.» (Lucas 10:16)

Así que no hay duda acerca de la enseñanza de Cristo referente al Antiguo y Nuevo Testamentos.

La posición que los cristianos deben sostener en relación con la Biblia es, por consiguiente, de cristalina claridad. Todo el Antiguo Testamento debe ser considerado como inspirado por Dios, y visto como la información esencial para todos los seguidores de Jesús. Cualquier sistema de creencias que relega el Antiguo Testamento a un estado inferior o lo descarta del todo, no puede afirmar con honestidad que Jesús haya sido su fundador. De la misma manera, el Nuevo Testamento debe también ser aceptado como el trabajo del Espíritu Santo.

Consistencia en la variación

Una de las evidencias más fuertes de la inspiración de la Biblia es el hecho de que aunque fue escrita en un largo período de tiempo y por tantos autores, la totalidad de su mensaje es coherente. Esta coherencia se mantiene a pesar de las grandes variantes en la cultura y situación de los pueblos a medida que pasan los siglos. Aún más importante, contiene un tema que gradualmente se expande y desarrolla a medida que la revelación progresa.

Un libro imaginario
Para que usted aprecie lo que quiero decir, imagine un libro escrito en Inglaterra durante un período de tiempo semejante al que se tardó en escribir la Biblia.

El comienzo de este libro imaginario sería a mediados del siglo 5 d. de J.C., cerca del comienzo de la Edad Media cuando el legado de la cultura y la erudición romanas se iba perdiendo a medida que los ejércitos de ocupación eran llamados a Roma, dejando la isla a las contenciosas tribus británicas. Un hombre comenzó a escribir un libro diseñado para dar a conocer ideas acerca de tópicos como religión, moral y esperanza para el futuro.

El hombre había sido educado en la forma romana de vida, pero la abandonó para convertirse en el jefe de una de las tribus locales. El contribuyó con los primeros cinco capítulos del libro. En su lecho de muerte comisionó al jefe de su ejército para que continuara el libro, escribiendo el siguiente capítulo.

Después de un intervalo de un siglo o dos, cuando Gran Bretaña estaba siendo convertida del paganismo a la nueva fe cristiana, el líder religioso más prominente agrega dos capítulos más.

¿Puede usted imaginar la confusión en que estaría el libro para esta época? Los últimos escritores no sabrían cómo los primeros pensaban desarrollar el tema del libro, y seguramente no conocerían la conclusión que tenían en mente. Aun así el trabajo siguió adelante. En el siglo 9 el rey de la región agrega bastante material al libro. A esto sigue una contribución de su hijo. Por contraste, un campesino supuestamente iletrado agrega otra sección. Luego, por el tiempo de la conquista normanda en el siglo 11, tres capítulos son escritos simultáneamente por hombres que no tenían ningún contacto entre sí. Uno es un sacerdote inglés, pero los otros escritores residen en países distantes: un miembro de la familia real que ha sido capturado en batalla, y otro sacerdote en el exilio.

Pienso que usted estará de acuerdo de que a estas alturas habría probablemente tanta diversidad entre los capítulos que cualquier mensaje coherente habría desaparecido, y el significado sería tan confuso como para volverse incomprensible.

Aun así imagine usted que el trabajo de escribir continuó. Después que unos pocos capítulos más fueron producidos hubo un intervalo de cerca de 450 años durante los cuales no se agregó nada. Este intervalo entre los siglos 14 y 19 vio llegar una transformación sin precedentes sobre Europa. Hubo un resurgimiento de la cultura que condujo a la revolución industrial y puso los fundamentos de la ciencia y tecnología modernas. Se llevó a cabo la Reforma, y las ideas sobre religión sufrieron cambios drásticos. Las artes florecieron con particular énfasis en la revitalización de las civilizaciones antiguas como las de Grecia y Roma. Los medios más cómodos de transporte ampliaron la experiencia humana e introdujeron los conceptos y tradiciones de pueblos lejanos.

Y entonces en los comienzos del siglo XX, en un mundo que sería irreconocible para los hombres del siglo XIV debido a su vasto conocimiento superior, inmensos logros y perspectiva diferente, el trabajo siguió de nuevo en el libro que había sido comenzado hacía 1500 años atrás. Hay una tremenda actividad ahora, comparada con la constante producción de siglos anteriores, pero de nuevo hay una amplia gama de autores. Dos pescadores pobremente educados, un médico, un oficial local recaudador de impuestos y un brillante graduado de una de las mejores universidades.

Finalmente el libro fue completado. Dejo a su imaginación el resultado. ¿Habrá habido un libro con más contradictorios puntos de vista, más variadas interpretaciones de lo que es el mundo en su totalidad, más diversos conceptos de cómo llegaron a ser las cosas existentes, y una más inmensa discrepancia sobre las posibilidades del futuro? ¿Podría usted imaginar tal libro convirtiéndose en uno de los más vendidos, o a los hombres muriendo en su defensa?

Escribiendo la Biblia
La razón de describir tal libro imaginario es que la Biblia fue escrita justamente de esta manera. Cada uno de los autores ficticios tiene su contraparte entre los escritores de la Biblia. El período de 1,500 años que duró su escritura es también similar, y hasta los cambios sociales, religiosos y políticos durante los siglos encuentran paralelo con el trasfondo variable de los tiempos bíblicos.

  • El hombre que escribió los primeros cinco libros fue MOISES
  • El capitán de ejército JOSUE
  • El líder religioso SAMUEL
  • El rey DAVID
  • El hijo del rey SALOMON
  • El campesino inculto AMOS
  • Los tres que no tuvieron contacto entre sí:
    • El primer sacerdote JEREMIAS en Jerusalén
    • El sacerdote exiliado EZEQUIEL en Caldea
    • El príncipe capturado DANIEL en Babilonia

El intervalo entre los siglos 14 y 19 es casi el mismo que entre los escritos del Antiguo y el Nuevo Testamentos. Así como en Europa durante el renacimiento, así en el mundo mediterráneo después del siglo 4 a. de J.C. hubo una revolución de ideas y cultura. Esto provino especialmente de los filósofos griegos cuyas ideas alteraron permanentemente el pensamiento del mundo entonces conocido. Así que fue después de un intervalo similar y en circunstancias vastamente alteradas que la redacción de la Biblia fue reiniciada por escritores equivalentes a los del libro imaginario:

  • Los dos pescadores PEDRO y JUAN, de la Galilea rural
  • El médico LUCAS el «médico amado»
  • Un oficial de impuestos MATEO
  • El graduado PABLO, probablemente el intelectual más prometedor de su día

Pero ¡qué diferencia con la Biblia! En vez de ser caótica en su plan, ininteligible en su contenido; en vez de mostrar una alteración gradual en sus conceptos para amoldarse a las cambiantes ideas del día; en vez de reflejar los disímiles trasfondos, las diferencias educacionales, culturales y sociales de sus escritores, las Escrituras muestran completa unanimidad de pensamiento, enseñanza y propósito. A pesar de la diversidad de escritores y el largo período en que fueron producidas, tienen un tema coherente, sugerido en sus primeras páginas, desarrollado gradualmente paso a paso, y llegando a su clímax en un magnífico final.

¿Por que es la Biblia tan diferente de lo que se esperaría en tales circunstancias? La única respuesta razonable es que durante esos quince siglos hubo Uno que estaba controlando las mentes y guiando las plumas de los 40 escritores para que el libro terminado tuviera sentido.

¿Cuál es su veredicto?

¿Está usted de acuerdo?

Si no, ¿cómo explica usted el fenómeno?

¿Tenemos la Biblia original?

Para algunos surge una genuina ansiedad sobre la edad de la Biblia y el hecho de que fue escrita en lenguajes diferentes de los nuestros. Ninguno de los manuscritos originales escrito por sus autores ha sobrevivido. Los que se usan como base para nuestra Biblia actual son copias…de copias…de copias. ¿Cómo podemos estar seguros de que no se han introducido algunas equivocaciones? Sir Frederick Kenyon, Director del Museo Británico en Londres donde tantos manuscritos de la Biblia han sido guardados, fue un experto en el tema. En su libro La Historia de la Biblia investiga la historia de la versión inglesa de la Biblia desde los manuscritos más tempranos hasta nuestros días. Hace notar todo el esfuerzo realizado hasta encontrar los viejos rollos y papiros, el cuidado con que se han preservado y copiado, y la habilidad que ha sido llevada a cabo en la traducción al idioma inglés. Luego concluye su libro con algunas palabras que pueden hacer descansar nuestras mentes:

«Es muy reconfortante encontrar al final que el resultado general de todos estos descubrimientos y todo este estudio confirma la evidencia de la autenticidad de las Escrituras, y nuestra convicción de que tenemos en nuestras manos, en forma sustancialmente íntegra la verídica palabra de Dios.» (F. Kenyon, La Historia de la Biblia, página 113)

Resumen

Este capítulo no ha avanzado nuestro estudio del reino de Dios, pero ha sido esencial como fundamento para todo lo que aún hemos de considerar. Espero que ahora podamos examinar las enseñanzas de la Biblia con el conocimiento de que la evidencia de su autenticidad es irrebatible.

Comenzamos observando la afirmación de la Biblia de que se originó en Dios por medio del proceso de inspiración. Luego consideramos las varias formas en que la Biblia da indicaciones de su origen suprahumano. Vimos que contiene un registro sorprendentemente lógico y hasta moderno de la creación, y que su concepto del estado de la muerte es único e inesperado para su época.

Después echamos un vistazo a su exactitud histórica y mostramos cómo los hallazgos de la arqueología fuertemente indican que los registros bíblicos son relatos confiables de lo que sucedió, y no solamente tradiciones que han sido torcidas durante largos períodos de transmisión oral.

La profecía cumplida fue otra evidencia, y examinamos una que predijo un largo trecho de la historia, y otra que fue detallada y precisa. En ambos casos todo sucedió tal como fue predicho.

Para aquellos que aceptan la posición del cristianismo hicimos notar las enseñanzas de Cristo respecto de la Biblia. Concluimos con la analogía de un libro imaginario escrito en 15 siglos por muchos autores diferentes para enfatizar la singularidad de la producción bíblica y la naturaleza consistente de sus enseñanzas.

¿Ahora podrá estar de acuerdo con Henry Rogers cuando dijo de la Biblia:

«No es la clase de libro que el hombre habría escrito, si pudiera, o podría haber escrito si quisiera.»?

Con una confianza derivada de esta fuerte evidencia, ahora comenzamos nuestra investigación del gran tema de la Biblia.

Encontraremos que este tema no es otro que el establecimiento del reino de Dios en la tierra.

~ Peter J. Southgate

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