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Tuyo es el Reino

Capítulo 1 - El Reino de la Biblia

No hay duda de que el reino de Dios fue el tema de predicación de Jesús cuando estaba en la tierra hace aproximadamente dos mil años. El presente libro intenta restablecer el significado original de su predicación sobre el tema, a fin de que vuelva a ocupar su correcto lugar en el centro de la vida cristiana.

En primer término estoy dirigiéndome a quienes creen en la existencia de Dios pero no logran entender lo que a diario sucede en el mundo, y no están seguros si realmente tienen parte en lo que él está haciendo.

Pero me atrevo a esperar que si algún incrédulo llegara a leer estas páginas encontraría en ellas evidencia de la existencia de un Dios supremamente sabio y poderoso, quien tiene un plan para la tierra y el hombre, el cual está llegando a su finalización. De este modo el lector podría volver a pensar en el mensaje cristiano.

¿Qué dice Jesús acerca del reino de Dios?

En cierta ocasión los discípulos de Cristo le pidieron que les enseñara a orar. En respuesta, Jesús les dio el conocido Padrenuestro. En esas pocas líneas hizo dos alusiones al reino de Dios. Fue la primera cosa que les dijo que pidieran: «Venga tu reino,» como también fue el tema final: «Tuyo es el reino… por todos los siglos» (Mateo 6:9-13).

Este énfasis que puso Jesús en el reino de Dios es confirmado aun por medio de una lectura casual de los evangelios donde ocurre repetidamente. En realidad encontramos que el principal propósito de la predicación de Cristo era dar información acerca de este reino.

En otra ocasión uno de sus oyentes le pidió que no los abandonara, pero él rechazó su petición con el siguiente comentario:

«Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.» (Lucas 4:43)

En un examen más cuidadoso podemos darnos cuenta de que hay alrededor de cien alusiones al reino de Dios solamente en los evangelios, y algunas más de treinta en el resto del Nuevo Testamento.

Alusiones bíblicas al reino de Dios

Antes de comenzar un estudio detallado, lo cual es el propósito inmediato de este libro, me gustaría presentar una pequeña lista de cosas que la Biblia asocia con el reino de Dios. Estas proporcionarán algunas pistas sobre el significado del término.

1. El reino de Dios fue buena nueva, puesto que ése es el significado de la palabra evangelio:

«Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino.» (Mateo 4:23)

2. En los días de Cristo el reino era todavía un asunto del futuro:

«Prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.» (Lucas 19:11)

3. Antes de que venga el reino habrá señales que indicarán su proximidad:

«Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.» (Lucas 21:31)

4. Cuando llegue la hora del reino, ciertas personas entrarán en él y otras serán excluidas:

«Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.» (Lucas 13:28-29)

«Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.» (Hechos 14:22)

«Manifiestas son las obras de la carne…los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.» (Gálatas 5:19-21)

«Os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.» (Mateo 26:29)

5. Los que entren en el reino tendrán que cambiar de alguna manera:

«Esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.» (1 Corintios 15:50)

«El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.» (Juan 3:5)

6. Jesús urgió a sus seguidores a que buscaran el reino con prioridad:

«Buscad primeramente el reino de Dios.» (Mateo 6:33)

Los fundamentos de la fe cristiana

Con estas referencias continuas a través del Nuevo Testamento, así como también las que se encuentran en la Biblia de Cristo (el Antiguo Testamento), se esperaría que el reino de Dios fuera una de las principales enseñanzas de las iglesias en la actualidad, de modo que todos los miembros de sus congregaciones se dieran cuenta de la importancia del asunto, y tuvieran por lo menos alguna idea de lo que será el reino de Dios. Sin embargo, es una triste realidad que la vasta mayoría de los que afirman ser cristianos encontrarán dificultad en demostrar lo que es el reino de Dios, o lo que para ellos significa personalmente, aun cuando oran diariamente: «Venga tu reino.»

Unos cuantos probablemente digan que el reino de Dios es un imperio de gracia en el corazón de cada uno de los creyentes, citando las palabras de Jesús «el reino de Dios está entre vosotros.» Otros afirmarán que la Iglesia es el reino de Dios en la tierra, y cuando el mundo entero se convierta al cristianismo el reino de Dios habrá venido finalmente. Unos cuantos más dirán que el reino de Dios está en el cielo donde El mora, desde donde reina y adonde los fieles irán al morir. Pero ¿cuadran estas afirmaciones con las enseñanzas de Cristo?

Una forma sencilla de poner a prueba estas ideas consiste en sustituirlas en las afirmaciones bíblicas acerca del reino de Dios. Por ejemplo, usted podría releer los puntos 1 al 6; pero cada vez que «el reino de Dios» es mencionado lo reemplazaría con la frase «un reino de gracia en el corazón.» ¿Tendrían aún sentido los pasajes? Pruebe y vea lo que piensa. Trate de nuevo usando «Iglesia» o «cielo.» ¿Coinciden estos términos con todas las referencias? Si no, estas ideas son dudosas.

Lo que este ejercicio nos dice es que como la frase «el reino de Dios» es tan común en la Biblia deberíamos buscarle sobre todo un significado consistente. No debemos buscar su significado en algún sentido remoto, obscuro o poco común, sino de modo que satisfaga todas las referencias de la Biblia. Hay un punto de vista que combina todas las alusiones bíblicas y hace del reino de Dios el tema central del cristianismo. En realidad, estas páginas demostrarán que «el reino de Dios» es usado para describir todo el plan de Dios para la tierra y la humanidad.

Un reino literal

En estos días es fácil olvidar lo que era un reino en tiempos antiguos. Aquellos a quienes originalmente fue dada la Biblia podían definir prontamente un reino por su experiencia diaria. Estaba compuesto de cuatro cosas: un territorio, un gobernante, un pueblo gobernado y las leyes del gobierno.

En el Antiguo Testamento el reino de Israel, gobernado por reyes como David y Salomón, era un reino en este sentido y es muy revelador que después de la resurrección de Jesús los discípulos demostraron que esperaban el reino de Dios en el mismo sentido. En el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles aprendemos que en el pequeño intervalo entre su resurrección y ascenso a los cielos, Jesús habló a sus discípulos «acerca del reino de Dios» (Hechos 1:3). Note de paso la importancia de este tópico. Jesús aprovechó sus últimos días hablando de él. La reacción de los discípulos consistió en esperar un reino literal, de la misma manera como el reino de Israel había existido previamente. «Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?» (Hechos 1:6), fue la pregunta de ellos.

¿Es éste un ejemplo aislado, o el resto de la Biblia respalda este punto de vista sobre el reino de Dios?

El reino de los hombres y el reino de Dios

Desde los comienzos de la historia los hombres se han organizado en grupos, poniendo a otros hombres en posición de autoridad sobre ellos. De este modo el hombre gobierna al hombre. Esto es cierto tanto del antiguo cacique tribal como de los presidentes electos en las modernas superpotencias. Tal sistema de gobierno donde el hombre controla su propia organización y destino es llamado en la Biblia «el reino de los hombres.» Actualmente este reino está representado por todas las distintas naciones del mundo sin importar su punto de vista político. Se practican ideas humanas y se impone la voluntad humana.

Pero muy poca gente se da cuenta de que el reino de los hombres está bajo el control oculto de Dios. «El Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere» (Daniel 4:32). El propósito de este control oculto es el de llevar a la humanidad a un estado en el que Dios gobernará abiertamente al mundo. En otras palabras el reino de los hombres dará paso al reino de Dios.

Una estatua de varios metales

¿Oyó Ud. alguna vez de Nabucodonosor? Si hubo alguna vez un hombre y un régimen que representara el reino de los hombres, fue este rey que gobernó sobre el Nuevo Imperio Babilónico en los alrededores del 600 A.C. Bajo su genio militar y administrativo se formó un gran imperio como el mundo jamás había visto hasta entonces. Centrado en la ciudad capital de Babilonia sobre el río Eufrates, el imperio se extendía en un gran arco que rodeaba el perímetro occidental del desierto de Arabia, incluyendo en su territorio países conocidos actualmente como Irak, Turquía, Siria, Líbano, Jordania, Israel y partes de Egipto e Irán.

Sobre esta área gobernó Nabucodonosor como déspota, imponiendo su voluntad y capricho por medio de una eficiente organización civil y militar. Reconstruyó Babilonia completamente: sus templos, palacios y las residencias particulares fueron rodeados por gruesas murallas de gran altura y resistencia. La Biblia muestra al rey en el momento de decir: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?» (Daniel 4:30). En su día él representó el reino de los hombres.

Pero ¿qué tiene que ver esto con el reino de Dios?

Exactamente lo siguiente: En una ocasión Nabucodonosor fue a su cama preocupado por lo que sucedería a su reino después que él hubiera muerto. Esa misma noche Dios contestó sus pensamientos dándole un resumen de los sucesos del mundo que abarcaba los siguientes 2500 años. Esta información le fue proporcionada por medio de un sueño y usted la encontrará en el libro de Daniel capítulo 2.

En el sueño Nabucodonosor vio una gran estatua que se levantaba hasta el cielo en deslumbrante magnificencia. Una característica poco común de esta estatua era que cada sección estaba hecha de una clase diferente de metal. Este era el orden de los metales:

  • Cabeza Oro
  • Pecho y brazos Plata
  • Vientre y muslos Bronce
  • Piernas Hierro
  • Pies Mezcla de hierro y barro

Dudando acerca del significado de esta extraña visión, Nabucodonosor pidió a Daniel, un profeta judío que estaba exiliado en Babilonia, que le explicara su significado.

Una secuencia de cuatro imperios

Con la ayuda de Dios, Daniel dijo que la estatua representaba diferentes fases del reino de los hombres a través de la historia. La cabeza de oro representaba al mismo Nabucodonosor y el Imperio Babilónico sobre el cual gobernaba:

«Tú eres aquella cabeza de oro.» (Daniel 2:38)

Después del Imperio Babilónico se levantarían tres imperios más en el reino de los hombres, representados por los siguiente tres metales.

«Y después de ti, se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro» (Daniel 2:39-40).

La historia ha demostrado que esta predicción fue completamente cierta. El Imperio Babilónico dio paso al Imperio Persa en los alrededores del 540 A.C. Este corresponde al pecho y brazos de plata. 210 años más tarde los griegos derrotaron a los persas y tomaron el control del reino de los hombres. Este Imperio Griego fue el más grande de todos, extendiéndose desde el Mar Egeo hasta las fronteras de la India. Tal como Daniel dijo, «Dominará sobre toda la tierra,» no el globo entero tal como lo conocemos actualmente, pero ciertamente sobre la mayor parte del mundo civilizado de ese entonces. La elección del metal fue apropiada. El bronce era la característica distintiva de los ejércitos griegos, las armaduras griegas de bronce son legendarias.

A continuación en la escena del mundo, llegaron los Romanos quienes en vez de los griegos vinieron a ser los representantes del reino de los hombres. De nuevo la elección del metal fue buena. El refrán dice, «fuerte como el hierro,» y ciertamente el Imperio Romano fue el más fuerte, más eficiente y despiadado que el mundo jamás haya conocido.

El significado de los principales componentes de la estatua puede ser resumido como sigue:

  • Cabeza de oro Imperio Babilónico 610-540 A.C.
  • Pecho y brazos de plata Imperio Persa 540-330 A.C.
  • Vientre y muslos de bronce Imperio Griego 330-190 A.C.
  • Piernas de hierro Imperio Romano 190 A.C-475 D.C.

(Todas las fechas son aproximadas)

Ningún quinto imperio

El Imperio Romano continuó hasta el siglo quinto D.C.; pero distinto a los imperios anteriores, no fue reemplazado por otro imperio mayor. Al contrario, se descompuso gradualmente frente al ataque de las tribus del norte como los godos y los hunos. La ausencia de un quinto imperio ya había sido predicha por Daniel mil años antes. Las piernas de hierro de la estatua dan paso a los pies que son una mezcla de material fuerte y débil, hierro y barro. Daniel mismo explica lo que esto prefigura:

«Será un reino dividido… Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil.» (Daniel 2:41-42)

Esto ha resultado en una verdad completa. Desde el final del Imperio Romano no ha habido un poder que haya tenido completa autoridad sobre la mayor parte del mundo. Muchos han tratado de lograrlo y han fallado. Siempre ha existido una mezcla de naciones débiles y fuertes, y esto aún persiste en la actualidad. Incidentalmente, esto significa que cualquier esperanza de dominación del mundo por alguna de las superpotencias actuales es solamente una ilusión.

Predicción histórica

Está claro que el sueño que Dios le dio a Nabucodonosor fue una revelación importante para la humanidad. Su objeto no fue satisfacer la curiosidad del rey sino informar a todas las generaciones futuras que Dios está controlando los sucesos del mundo. Mientras superficialmente parece que el hombre es supremo en el reino de los hombres, en realidad puede operar solamente dentro de los límites señalados por el reino de los cielos.

¿Podría esta detallada predicción de 2,500 años de historia del mundo haber sido escrita por un simple hombre? ¿Podrán la adivinación o la premonición explicar satisfactoriamente su extraña certeza? De no ser así, ¿sería irracional reconocer el significado literal del texto bíblico y admitir que, como Daniel dijo en esta ocasión, «Hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios» (Daniel 2:28)?

Sin embargo, Ud. podría decir, «Realmente ésta es una profecía sorprendente, pero ¿qué tiene que ver con el reino de Dios?»

Una extraordinaria piedra que crece

La revelación de Dios a Nabucodonosor no se limitó a mostrarle esta extraordinaria estatua metálica. Al continuar el sueño vio otra cosa sorprendente. De una montaña cercana estaba siendo cortado un trozo de piedra. Gradualmente esta piedra se llegó a separar de la roca madre hasta que finalmente se volvió libre. Lo que impresionó al rey fue que esto se realizó sin que la mano del hombre se involucrara en la tarea.

Luego vino el dramático final del sueño.

La piedra recién cortada repentinamente se precipitó a través del aire hacia la estatua y la golpeó con resonante fuerza en sus pies. La gran masa de metal tembló y se estremeció, y finalmente la estatua completa cayó al suelo en un montón. Tan devastadora fue la destrucción y tan pulverizados quedaron los fragmentos del metal roto que cuando se levantó un fuerte viento los restos de la estatua se esparcieron, y la única cosa que quedó fue la pequeña piedra que había causado el daño.

¿Qué sucedió a la piedra?

Mientras observaba, Nabucodonosor vio que la piedra cambió de forma. ¡Iba creciendo! Creció y creció hasta el tamaño de una colina. Aún entonces no dejó de crecer, volviéndose finalmente una montaña que cubría toda la tierra. El reino de Dios se establece

Usted probablemente se habrá dado cuenta de las implicaciones de la segunda parte de este sueño. La destrucción de la estatua significa que el control humano sobre la tierra será eliminado súbitamente. Si usted se inclina a considerar esto como imposible, recuerde el exacto cumplimiento de la primera parte de la profecía: la correcta secuencia de los cuatro imperios mundiales, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, y la ausencia de un quinto imperio, tomando su lugar una mezcla mundial de naciones fuertes y débiles. La razón exige que aceptemos la totalidad de la profecía y no solamente la primera parte. El hecho de que la primera parte se cumplió garantiza que también lo hará el resto.

Esta impresión inmediata de que la destrucción de la estatua representa la remoción del reino de los hombres es correcta. Dejemos que Daniel mismo nos lo diga:

«Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos. pero él permanecerá para siempre.» (Daniel 2:44)

Este es uno de los versículos más reveladores en la totalidad de la Biblia, con información comprimida sobre el reino de Dios. Veremos con más detalle lo que esto nos dice.

«En los días de estos reyes»

¿Cuáles reyes? La piedra golpeó a la estatua en los pies compuestos de hierro y barro, representando el estado fragmentado del mundo tras la declinación del Imperio Romano. Esta ha sido la condición del mundo durante los últimos 1500 años, incluyendo el tiempo presente. Por consiguiente vivimos en la época cuando la piedra golpeará a la estatua y ésta caerá.

«El Dios del cielo levantará un reino»

Los reinos que cayeron y fueron removidos estaban en la tierra. De la misma manera, el reino de Dios tendrá que estar en la tierra. No hay nada que sugiera que este reino divino será menos literal que el reino de los hombres que reemplazará. La piedra (el reino de Dios) creció hasta llenar la tierra, no los cielos.

«Desmenuzará y consumirá a todos estos reinos»

El gobierno humano de la tierra representado por los cuatro imperios de Babilonia, Persia, Grecia y Roma, y el estado dividido del mundo desde entonces, será removido completamente. La profecía no sugiere una transición gradual del reino de los hombres al reino de Dios. El cambio será repentino, violento y completo. Los restos esparcidos del gobierno humano serán lanzados de tal manera que de ellos no quedará rastro alguno.

«Ni será el reino dejado a otro pueblo»

El esplendor de Babilonia pasó a Persia, su conquistador. Persia a su vez entregó su reino y territorio a Grecia, y Grecia a Roma. El reino de Dios será diferente. Una vez establecido será permanente, sin ceder su autoridad o dominio a un sucesor. Otras frases en el versículo confirman esto: «No será jamás destruido» y «permanecerá para siempre.»

La identidad de la piedra

La agencia de destrucción del reino de los hombres en la profecía fue una piedra cortada sin manos humanas. Comparándolo con otras partes de la Escritura esto puede verse como una clara alusión a Jesucristo. En cierta ocasión Jesús, sin duda con este sueño de Nabucodonosor en su mente, se comparó con una roca provista por Dios y que un día rompería y reduciría a polvo toda oposición:

«Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?… Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.» (Mateo 21:42,44)

Jesús, aunque fue cortado de la roca de la humanidad común en el sentido de que nació de una madre humana, no llegó a existir por medio del normal proceso de concepción, sino por la acción directa del poder de Dios sobre María. En este sentido se puede decir correctamente que no fue cortado con mano humana.

Así el trabajo de la piedra de remover la estatua es una representación de la misión de Jesús de establecer en todo el mundo el reino de Dios. De esto se deduce que el reino que él predicó mientras estaba en la tierra es idéntico al reino de Dios predicho por Daniel.

Resumen

En este capítulo hemos echado un vistazo a los rasgos fundamentales del reino de Dios tal como se encuentran en la Biblia. Constituyen por supuesto sólo el bosquejo esencial de un gran lienzo y tenemos muchos detalles que llenar de otros pasajes bíblicos antes de que podamos ver el cuadro completo en su sorprendente belleza. Sin embargo, el diseño general está claro:

  1. La misión de Jesús fue predicar el reino de Dios.
  2. Muchas referencias del Nuevo Testamento indican que éste será un reino literal en la tierra, y que los seguidores verdaderos de Cristo serán invitados a tener parte en él.
  3. El reino de Dios reemplazará a todos los gobiernos existentes y crecerá hasta cubrir toda la tierra, y nunca tendrá fin.
  4. Dios ha señalado a Jesús como el que establecerá el reino.
  5. El control de Dios de los acontecimientos mundiales en el pasado es una garantía de que esto se cumplirá finalmente.

~ Peter J. Southgate

Capítulo anterior: Capítulo 13 - El Reino Perfecto

Continúa leyendo: Capítulo 2 – El Reino de Dios en la Tierra
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