“Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve”

Juicio 16:8

Crucificadlo 19:6

Cruz 19:17

Cruz 19:25

Juicio 16:11

Crucificarte 19:10

Crucificaron 19:18

Cruz 19:31

Juicio 18:31

Crucifícalo 19:15

Cruz 19:19

Crucificado 19:32

Crucifícalo 19:6

Crucificar 19:15

Crucificado 19:20

Agua 19:34

Crucifícalo 19:6

Crucificado 19:16

Crucificaron 19 23

Crucificado 19:41

En el Modelo de la Creación identificamos los acontecimientos del quinto día:

“Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie, y toda ave alada según su especie.” (Génesis 1:21)

Observamos que las aguas (de abajo) producen seres vivientes y aves que vuelen sobre la tierra en el firmamento de los cielos. Vienen de las aguas de abajo – los monstruos subieron del mar.

El profeta Daniel tuvo un sueño y visiones mientras estaba en su lecho.

“Miraba yo en mi visión de noche, y vi que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes diferentes la una de la otra, subían del mar.” (Daniel 7:2-3).

El capítulo 7 de Daniel inicia la sección apocalíptica de esta profecía. Es la primera de cuatro visiones que Dios dio al profeta. Este capítulo presenta el poderío de los cuatro imperios gentiles en la forma de cuatro bestias. Y notamos que subían del mar. Daniel escribió a fines del siglo VI a.C. cosas que han de ocurrir siglos después. El Espíritu de Dios reveló esas verdades al profeta quien fielmente las registró como testimonio a la posteridad. La metáfora de la visión sugiere la lucha del Dios soberano y omnipotente con las naciones gentiles que se encuentran en un estado de conmoción, agitación y confusión, las cuatro bestias suben del mar de manera sucesiva y no simultánea.

En otras profecías también hay otras naciones que oprimen a Israel y aparecen como monstruos: Isaías 27:1 Leviatán, la serpiente veloz… (Asiria y Egipto); Jeremías 51:34 Me tragó como un dragón… (Babilonia). Otras bestias suben del mar, del abismo y de la tierra en Apocalipsis 11:7; 13:1, 11; 17:8.

Durante nuestro estudio de este pasaje del evangelio de Juan encontraremos un estado de conmoción, agitación y confusión también cuando observamos todo lo opuesto al Hijo de Dios manifestado en un tipo de ‘Leviatán’. Según la ‘Tabla de Palabras Claves’ dos destacan – ‘juicio’ y ‘cruz’. El foco del Día 5 es de las aguas de abajo, del mar.

 

Una separación de las aguas

Jesús iba a hacer un viaje en el que ninguno podía acompañarle. Antes de marcharse, les dio el mandamiento de que se amaran entre sí como Él los había amado (Juan 13:33-35). El mundo de los discípulos se les iba a colapsar y el caos los iba a cercar. Los discípulos ya estaban totalmente confusos.

Juan 13:36 Pedro: “Señor ¿a dónde vas?”
Juan 14:5 Tomas: “Señor, no sabemos a dónde vas.”
Juan 14:6 Jesús les dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” Y aquel camino sería muy arduo porque tendría mucha oposición de todas partes.

Después de contestar la pregunta de los discípulos sobre el lugar a donde iría, y después de asegurarles que no los abandona­ría, les dio instrucciones antes de su muerte Los discípulos no entendían el conflicto entre el reino de Dios y el príncipe espiritual de este mundo.

‘Leviatán’ sería manifestado contra Jesús en los personajes y los hechos diversos y crueles.

 

El arresto de Jesús (Juan 18 – 19)

En el primer acto de la pasión se suceden tres escenas: el arresto, la presencia ante el sumo sacerdote y la negación de Pedro. Pero la más sobresaliente es la escena inicial. El hijo sabiendo todo lo que le iba a ocurrir, se entrega libremente a una compañía de soldados.

Cuando terminaron la última cena, salieron del aposento alto y se dirigieron al Huerto de Getsemaní. Bajarían el canal del arroyo Cedrón y después de cruzar el canal llegaron al Monte de los Olivos.

Juan 18:10-11. Anteriormente, Pedro había afirmado que seguiría a su Maestro hasta la muerte. ¿Había entendido que el Mesías estable­cería su remo por esfuerzos militares, así como David había extendido su reino a través de victorias militares? Cuando el enemigo llegó para arrestar a Jesús, Pedro saco su espada y apuntó a la cabeza de (¿Judas?) Malco, siervo del sumo sacerdote (v.10).

Aparentemente, el siervo eludió el golpe, y la espada le cortó la oreja derecha. Pedro se sintió totalmente frustrado cuando su Maestro le ordenó que guardase su espada. Aunque Jesús no había hecho ningún intento de escapar, Juan señaló que lo ataron. No mencionó, como lo hizo Marcos, que sus discípulos lo abandonaron y huyeron.

Juan 18:3. Nos parece extraño que vinieron una compañía de soldados y guardias con linternas, antorchas y armas para buscar la luz del mundo. ¡Qué expedición mandaron los principales sacerdotes para arrestar a un carpintero galileo desarmado!

 

La fuerza creciente de ‘Leviatán’ – la negación de Pedro

Juan 18:13-27. La ley judía prohibía que se sentenciara a un hombre en el día de su juicio. Un juicio preliminar ante Anás y el juicio más formal ante Caifás pudieron haber sido un intento para cubrir el hecho de no tomar en cuenta la ley judía en la condenación de Jesús. Caifás fue nombrado sumo sacerdote en el año en que Jesús fue condenado y crucificado. Juan nos recuerda que Caifás había aconsejado a los judíos que era conveniente que un solo hombre muriera por el pueblo (v. 14; Juan 11:50).

Las negaciones de Pedro son mencionadas en todos los Evangelios. En Marcos también se menciona que «otro discípulo» acompañaba a Pedro mientras seguía a Jesús, pero su identidad no se da a conocer (v. 15). Es posible que fuera el discípulo «que Jesús amaba». El discípulo no identificado era conocido del sumo sacerdote y le fue permitido entrar al patio del sumo sacerdote (v. 15). La palabra «conocido» implica más que un mero conocimien­to eventual. «Significa que la persona descrita era miembro del círculo del sumo sacerdote, posiblemente, un pariente y él mismo también de linaje sacerdotal, o cuando menos tenía relaciones estrechas con la familia del sumo sacerdote gobernante».

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Ha sido sostenido que Juan, quien ha sido identificado como el discípulo amado, no pudo haber ocupado tal posición como para que le fuese posible ser familiar del sumo sacerdote. Por otro lado, no hay ninguna prueba positiva de que su madre fuera de una familia sacerdotal.

A Pedro no se le admitió en el patio, pero al otro discípulo sí (v. 16). El discípulo que lo acompañaba era suficientemente conocido como para lograr la admisión de Pedro. El motivo por el cual los dos siguieron a Jesús no es seguro. Quizá Pedro todavía tuviera esperanzas de que el poder de Dios intervendría y que Jesús sería libertado de sus captores. El propósito del autor era explicar la presencia de Pedro en el patio donde negó a Cristo.

Juan 18:15-8, 25-27. Cuando los otros discípulos abandonaron a Jesús y huyeron, Pedro se negó a hacerlo. Siguió a Jesús aun después negó por tres veces a su Señor. Antes de juzgarle cruelmente de su fracaso debemos recordar:

El auténtico Pedro que…

NO fue el auténtico Pedro que…

Hizo protestas de lealtad en el aposento alto.

Se quebró ante la tensión.

Desenvainó su solitaria espada en el huerto.

Negó a su Señor

Siguió a Jesús al patio del Sumo Sacerdote.

Punto de reflexión

Hay que recordar que Jesús ve a la persona auténtica. El amor perdonador de Jesús es tan grande hasta llegar a nosotros mismos también.

 

La condenación judía y romana (Juan18:38—19:16)

La declaración de Pilato a los judíos de que no hallaba ninguna culpabilidad en Jesús le dio a Juan la oportunidad de enfatizar la inocencia política de los cristianos. Pilato juzgó que Jesús no era un revolucionario y que por lo mismo no era ninguna amenaza para el imperio.

Los judíos acusaron a Jesús de ser un revolucionario porque sabían que los romanos lo condenarían por sedición. En realidad, los judíos lo rechazaron porque él rehusó promover una insurrec­ción. Prefirieron al revolucionario Barrabás.

Después del intento fracasado de Pilato de liberar a Jesús siguiendo con la costumbre de soltar a un prisionero en la ocasión de la pascua, azotó a Jesús con la esperanza de que esto fuera suficiente. El látigo de los romanos era de varias correas, cada una tenía pedazos de hueso o de metal en las puntas. Tales instrumentos agudos podían herir la espalda de una persona, y muchas veces cortaban las venas o arterias y la carne hasta los huesos.

La flagelación: El látigo era una correa larga con trozos de plomo o huesos puntiagudos. Literalmente reducía la espalda de la persona a tiras. Pocos eran los que se mantenían conscientes durante el suplicio; unos morían; otros se volvían locos.

La coronación: Aquí tenemos una escena de las burlas. La corona de espinas produciría un dolor insoportable. Pero no es probablemente un instrumento de tortura sino una parodia de la corona, llamada ‘radiante’, que llevaban los soberanos orientales o helenistas. Por lo que se refiere al manto de púrpura, color imperial se trata de un manto de soldado.

La crucifixión: Cuando los romanos ejecutaban una crucifixión, simplemente dejaban que el reo muriera en la cruz, aunque fuera después de pasar varios días al calor del mediodía y al frío de la noche, torturado por la sed y por los insectos que se cebaban en sus heridas abiertas.

 

‘Regalos’ para nuestro Señor

Los regalos de los sabios

Los regalos de los soldados

La posible representación simbólica

Oro

Corona de espinas

Rey

Incienso

Manto de púrpura

Sumo sacerdote

Mirra

Cruz

Sacrificio

Punto de reflexión

Pilato sabía que las acusaciones de los judíos eran una serie de mentiras y que Jesús era totalmente inocente. No quería condenar a Jesús. Pilato trató de evadir la responsabilidad de encararse con Jesús y echar esa responsabilidad a alguna persona. Propuso resolver la cuestión de Jesús aplicándole la costumbre de soltar a un preso. Pero escogieron a Barrabás. Entonces hizo una decisión final. Mandó que le dieran una paliza a Jesús (¡aunque era inocente! ¿Qué de justicia?).

Cuando alguien se enfrenta con Jesús, no es Él el que recibe el veredicto, sino la otra persona.

 

¡ Otra vez Leviatán’ sube de las aguas abajo!

Juan 19:14. Pilato presenta al Jesús coronado de espinas, con un vestido de púrpura y proclama ante los judíos: ¡Aquí tenéis vuestro Rey! Pero sin saberlo, Pilato ha proclamado la verdad que confiesa la fe: Jesús es el Mesías esperado por Israel.

Juan 19:15: “¡No tenemos más rey que César! Nos sorprende la afirmación en labios de unos israelitas que ofician en el templo y que acaban de invocar la Torá (Juan 19:7).

Esta palabra niega la soberanía absoluta de Dios sobre Israel y reniega por consiguiente de la fe judía en Dios Rey único del pueblo de la alianza.

Aquí tenemos un cumplimiento de lo que está anunciado en Juan 3:19: “Y esta es la condenación: La luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”

Aquellos judíos confían más en Roma (una bestia que sube del mar) en vez de recibir el Hijo del Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

 

¡Una investigación!

Juan 19:5 “Y salió Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: –¡Este es el hombre!”

Una pregunta: ¿Quién dijo: ¡Este es el hombre!?
Respuesta: ¡La Biblia dice Pilato!

Vamos a ver. Se nota otras traducciones:

(La Biblia de las Américas) “Jesús entonces salió fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo*: ¡He aquí el Hombre!”

(Nueva Biblia Latinoamerica de Hoy) Y cuando Jesús salió fuera, llevaba la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: «¡Aquí está el Hombre!»

La palabra Pilato no está en el griego original. Por eso ha sido escrito en forma cursiva.

Puede ser que Jesús dijo “¡Este es el hombre!” Con referencia a Zacarías 6:12-13.

 

Un grito triunfal: ¡Consumado es! (Juan 19:30)

Cuando comparamos los cuatro evangelios descubrimos lo siguiente: Los otros tres evangelios no nos relatan que Jesús dijera: ¡Consumado es! Es un grito de júbilo. Parecía estar destrozado en la cruz, pero sabía que había obtenido la victoria. No es un grito que anuncia ¡Se acabó! sino una afirmación de que se ha cumplido plenamente la misión del Hijo de Dios. Nos parece que Jesús había llegado al último versículo de Salmo 22:31:

“Vendrán y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.”

Juan 19:34: “Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza…Salió sangre y agua.” Lo normal es que de un cadáver no brote sangre. Se ha sugerido que lo que realmente sucedió fue que las experiencias físicas y emocionales de Jesús fueron tan terribles que se le abrió el corazón. En el caso de esa ruptura, la sangre se mezcla con el líquido del pericardio y brota la mezcla de sangre y agua.

En Juan 19:29-30 notamos el siguiente ‘orden’:

Le dio a beber

Jesús dijo: Consumado es…

Jesús entregó su espíritu.

Le abrió su costado con una lanza

En Mateo 27:48-50 observamos lo siguiente:

Le dio a beber

Deja, veamos si Elías viene …

Jesús exhaló.

En la Biblia de Las Américas (1977) dice en una nota a pie de la página:
Mateo 27:49 Algunos manuscritos antiguos agregan: Y otro tomó una lanza, y traspasó su costado y salió agua y sangre.
Entonces el ‘orden’ de Mateo 27 sería:

Le dio a beber

Deja, veamos si Elías viene …

Le abrió su costado con una lanza

Jesús exhaló.

¡Quiere decir que Jesús murió por el derramamiento de la sangre y no por la crucifixión!

Según Juan 1:29 el evangelista anuncia que Jesús es el Cordero de Dios, “que quita el pecado del mundo”. Nos parece apropiado de interpretar la muerte de Jesús en el marco cultural propio de los sacrificios que practicaba Israel en el templo. En la Biblia se considera a la sangre la sede de la vida o incluso la vida misma que pertenece a Dios (Génesis 9:3-6). En Juan 19:35-37 dice que estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura – Éxodo 12:46; Números 9:12; Salmo 34:20.

Jesús sufrió el mismo modo de muerte (el derramamiento de la sangre) como los corderos en el templo. Juan pudo mostrar, a través del Salmo 34 y Éxodo 12 a la vez que el Cristo que cumple la profecía del siervo fiel es también el verdadero Cordero pascual por el que Dios libera a su pueblo.

Un punto final: Según algunos estudiosos de la Biblia, la forma del griego en Juan 19:34 permite el tiempo pretérito – abrió – y también el tiempo pluscuamperfecto de indicativo – había abierto. Por eso, podemos leer Le había abierto su costado con una lanza… en vez de Le abrió su costado con una lanza…

 

Según la Ley de Moisés

Los romanos simplemente dejaban que el reo muriera en la cruz. La ley judía era diferente. Esta no le permite que el cuerpo pase la noche expuesto en el madero (Deuteronomio 21:22-23; Gálatas 3:13; Hebreos 12:2). En esta ocasión era más importante el que no se dejaran los cuerpos en las cruces durante la noche porque el día siguiente era sábado, y este era un sábado muy especial en la Pascua. Por eso para poner fin a la vida de los reos que seguían vivos más de lo conveniente se les rompían las piernas.

Juan ve en Jesús al Cordero pascual de Dios que libra de la muerte a Su pueblo. Había la norma de no quebrantar ningún hueso del cordero pascual (Números 9:12). Por último cuando los soldados vieron que Jesús ya estaba muerto, le atravesaron el costado con la lanza del que fluyeron agua y sangre (Juan 19:34).

 

El Hijo victorioso

Hay dos cosas impresionantes que salen de todo lo que acabamos de leer de los acontecimientos del ‘Día 5’. Aunque Jesús sufrió terriblemente a las manos de las varias manifestaciones del ‘Leviatán’ de las aguas abajo, su comportamiento fue ejemplar.

  • La preocupación de Jesús hacia sus discípulos: Juan 14:1 “No se turbe vuestro corazón…” Juan 14:18 “Nos os dejaré huérfanos; volveré a vosotros…” Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy…” (Juan 15:11-13; 16:28, 33; 17:11, 13).
  • En la presencia de Jesús siempre hay esperanza. Observamos el contraste: Levántate Juan 4:47; 5:8, 28; 11:43. Pero el juicio vino sobre la compañía de ‘Leviatán’ “Yo soy, retrocedieron y cayeron a la tierra.” Juan 18:6

Cuando hablamos de la ‘victoria’ de Jesús, hay que considerar el cumplimiento de la promesa de Dios a la serpiente en Génesis 3:15 “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón.”

Una herida en la cabeza es mortal; en el talón, es temporal. Como hemos visto, la simiente de la serpiente, los enemigos de Jesús, trajeron una herida temporal sobre la simiente de la mujer – Jesús. Nos parece que, en aquel Día 5, los poderes de abajo habían ganado la victoria de tinieblas sobre la luz. Pensar así es muy lejos de la verdad porque, por su muerte Jesús, abrió el camino a la vida.

Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Con mucha más razón, habiendo sido justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira,
Porque, siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:8-10

 

Resumen de unas enseñanzas de Juan 14:1 -19:42

  • Según el Modelo de la Creación Dios hizo los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie, y toda ave alada según su especie.
  • Observamos que estos acontecimientos vienen de las aguas de abajo – los monstruos subieron del mar. Descubrimos muchas referencias a las bestias que suben de las aguas. Representan las naciones y poderes que tienen dominio por un tiempo en la tierra.
  • En nuestro estudio de Juan encontramos un estado de conmoción y confusión.
  • Jesús les anuncia su salida a sus discípulos. Viene la hora cuando muchos suben contra Él.
  • Las fuerzas de las tinieblas son manifestadas en los soldados y guardias que vienen con linternas para buscar la luz del mundo.
  • Aunque unos de sus discípulos le negó, observamos el amor perdonador de Jesús.
  • La bestia del mar, ‘Leviatán’, también se manifiesta en la negación de los líderes de Israel en la soberanía absoluta de Dios.
  • Jesús hizo una afirmación en la cruz de que se ha cumplido plenamente la voluntad de Su Padre.
  • Durante todas estas experiencias, Jesús se preocupaba por el bienestar de sus discípulos.
  • Por Su muerte, los creyentes son reconciliados; son salvos.
  • La cruz simboliza una manera de vivir: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, toma tu cruz cada día y sígame (Lucas 9:23). Cada día hay la necesidad de destruir la tendencia que tenemos hacia el pecado.

Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
(Romanos 8:3-4)

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.
(Hebreos 2:14)

Capítulo anterior: El cuarto día – Juan 7:14 – 13:38

Continúa leyendo: El sexto día – Juan 20:1 – 21:25
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