“la luz para señorear”

Luz 8:12

Luz 9:5

Luz 11:10

Luz 12:35

Luz 12:36

Luz 12:46

Luz 8:12

Luz 11:9

Luz 12:35

Luz 12:26

Luz 12:36

En el Modelo de la Creación identificamos los acontecimientos del cuarto día:

“E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señoreara en el día, y la lumbrera menor para que señoreara en la noche; e hizo también las estrellas.” Génesis 1:16

Observamos la explicación divina de la función de los astros. Tienen la ‘autoridad’ de señorearse en el día y la noche. Por eso, el tema de la luz del primer día reaparece en el desarrollo del ministerio de Jesús. Hay un foco específico de la luz en el cuarto día de autoridad, juicio y monarquía.

En un sentido simbólico, el sol, la luna o una estrella representan a una gran personalidad o nación. Por ejemplo, la estrella que sale de Jacob designa al Mesías (Números 24:17); los doce patriarcas son simbolizados por estrellas (Génesis 37:9); las estrellas son la imagen de los príncipes y caudillos particularmente importantes (Daniel 8:10). Tienen el poder y la autoridad para dominar y juzgar.

Observamos las descripciones de las siguientes naciones:

Babilonia

Isaías 13:1-15

Egipto

Ezequiel 32:2-8

Todas las naciones

Joel 3:12-16; Marcos 13:24-26

Los juicios de Dios contra estas naciones resultan en la metáfora de la aniquilación de su “luz” de los cielos.

 

La autoridad suprema

Juan 7:14-24 relata la controversia en Jerusalén entre Jesús y los líderes judíos y su esfuerzo de identificarlo como el Mesías. Jesús había rehusado seguir el consejo de aparecer abiertamente en Jerusalén y hacer milagros a fin de obtener seguidores. En lugar de esto, fue secretamente a la fiesta y empezó a enseñar en el templo (v.14). El Sanedrín tenía autoridad sobre asuntos religiosos, y por lo tanto, sobre el reconocimiento de los maestros religiosos. Los judíos que se maravillaban, probablemente, me­nospreciaban el hecho de que un hombre que nunca había estado en las escuelas rabínicas intentara dar un discurso erudito (v. 15).

¿De dónde viene la autoridad para enseñar y sanar?

La respuesta está en Juan 7:16-17,24; 8:12-16.

“Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.” (Juan 7:16-17)

“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.” (Juan 7:24)

Yo soy la luz de mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida…Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Y si yo juzgo, mi juicio es según la verdad, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió.” (Juan 8:12-16)

En estas referencias, la ‘luz’ está unida con el ‘juicio’.

Jesús enseña por la primera vez a los judíos reunidos en el templo para la fiesta. Para los judíos, la enseñanza en el templo se refiere a la ley, no sólo dan las vistas a la instrucción del pueblo, sino también para exhortarlos a su práctica. En Juan el término “enseñar” tiene una connotación especial por el hecho de que está reservado a Jesús. De los fariseos no se dice nunca que enseñen.

Además, Jesús establece a continuación una verdad. Sólo los que hacen la voluntad de Dios pueden comprender de veras Su enseñanza.

 

Punto de reflexión

Si esperamos hasta comprenderlo todo para ponerlo por obra, nunca empezaremos. Pero, si empezamos a hacer la voluntad de Dios hasta donde la conocemos, la verdad de Dios se nos hará más y más clara.

Aquellos que estaban dispuestos a hacer la voluntad de Dios sabían que Jesús estaba hablando la verdad de Dios y que no estaba haciendo declaraciones para aumentar su propio prestigio (Juan 7:18). La humildad de Jesús se refleja en su admisión de que no hablaba de su propio conocimiento sino que brindaba las enseñanzas autorizadas por Dios. No intentaba establecer su propia reputación o recibir honor de los hombres como un gran maestro. Su compromiso era dar gloria a quien lo había enviado.

Juan 7:22. “Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres, y en el día de reposo circuncidáis al hombre.”

Jesús introduce este argumento para mostrarles lo débil de su acusación contra El. La ley requería que circuncidaran a sus hijos al octavo día (Levítico 12:3), aunque el octavo día cayera en el día de reposo. Todos los judíos aceptaban esta excepción de la ley del día de reposo, aunque decían que no se podía dar ninguna atención médica en el día de reposo a menos que la vida peligrara. ¿La vida del niño incircunciso peligraba? Claro que no. Entonces, ¿por qué quebrantaban el día de reposo para circuncidarlo? Porque era mandamiento. Entonces ¿no era mandamiento amar y ayudar al prójimo como lo hizo Jesús?

Identifique las otras excepciones del cuarto mandamiento.

Mateo 12:3-4

Mateo 12:5

Lucas 13:10-17

Lucas 14:5

Juan 7:24. Jesús quebrantó la ley del día de reposo exactamente como los sacerdotes lo profanaban cada semana al ofrecer sacrificios (y no tenían culpa, Mateo 12:5), y al circuncidar en el día de reposo (y no tenían culpa). También Jesús quebrantaba el día de reposo como lo hacían los que desataban a sus animales para llevarlos a beber, o los sacaban del poco en el día de reposo (y no tenían culpa).

Al ver que los sacerdotes trabajaban cada sábado, si hubieran juzgado «según las apariencias», habrían dicho que estaban pecando. De esa manera juzgaban «según las apariencias» a Jesús.

 

La mujer adúltera (Juan 8:1-11)

El propósito de este incidente se encuentra en Juan 8:6. Se habían lanzado a buscar algunas acusaciones para desacreditar a Jesús. Desde el punto de vista de la ley judía, el adulterio era un grave delito. Lea: y.

Apunte lo que dice las siguientes referencias:

Levítico 20:10

Deuteronomio 22:23-24

El dilema para Jesús era si decía que la mujer no tenía que ser apedreada, se le llamaría ‘amigo de los pecadores’. Perdería su reputación de piadoso. Los escribas y fariseos dirían que Jesús enseñaba a quebrantar la Ley de Moisés. Si decía que tiene que ser apedreada entraría en conflicto con la ley romana, que prohibía a los judíos ejecutar sentencia de muerte.

¿Por qué Jesús inclinó y escribió en la tierra (Juan 8:6)?

Hay unas posibles razones:

(1) Ganar tiempo y no dar una respuesta precipitada
(2) Sentía un intolerable sentimiento de vergűenza ajena
(3) Escribió con el dedo en la tierra para declarar los pecados de ellos.
(4) No mirar a la mujer ¿desvestida? – ‘sorprendida en adulterio’
(5) Dirigirles a lo que dice Jeremías 17:13.

A propósito, ¿dónde está el hombre sorprendido en adulterio?

Este pasaje nos presenta la actitud de los escribas y fariseos:

  • Los escribas y fariseos eran los expertos legales de su tiempo. Por eso este pasaje nos presenta su concepción de la autoridad. Para ellos, la autoridad era crítica, censura y condenatoria.
  • Nos presenta la actitud de los escribas y fariseos hacia la gente porque no miraban a esta mujer como la persona que era, sino como un objeto. Para ellos, no tenía nombre, ni personalidad, ni sentimientos.

Este incidente nos dice mucho de Jesús y de su actitud hacia los pecadores:

  • Uno de los principios de Jesús era que sólo la persona sin falta podría emitir un juicio sobre las faltas de otros.
  • La compasión debe ser la primera reacción hacia alguien que ha cometido un error.
  • La actitud de Jesús hacia el pecador implica una segunda oportunidad. Por ejemplo en Juan 8:11 vete y no peques más.

 

Punto de reflexión

¿Este pasaje nos presenta con una enseñanza de la actitud que debemos manifestar en nuestra vida? Los escribas y fariseos querían condenar; Jesús quería perdonar. El desafío para nosotros es ‘un cambio de vida’ también. Aquí nos encontramos con la elección eterna. Jesús nos da la oportunidad de escoger un camino peligroso o iniciar una nueva senda de vida con El como nuestro ejemplo.

 

Un contraste de actitudes y reacciones

Escribas y fariseos

Jesús

Eran los expertos legales de su tiempo

Uno de los principios de Jesús era que sólo la persona sin falta podría emitir un juicio sobre las faltas de otros.

Su concepción de la autoridad era crítica, censura y condenatoria.

La compasión debe ser la primera reacción hacia alguien que ha cometido un error.

No miraban a esta mujer como la persona que era. Para ellos, no tenía nombre, ni personalidad, ni sentimientos.

La actitud de Jesús hacia el pecador implica una segunda oportunidad:

Vete y no peques más.”

(Juan 8:11)

Jesús, inclinando hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo
(Juan 8:6)

¿Qué escribió? Está aquí una sugerencia:

¡Jehová, esperanza de Israel!
Todos los que te dejan serán avergonzados, y los que se apartan de ti
serán inscritos en el polvo,
porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.
(Jeremías 17:13)

 

Autoridad absoluta

Juan 10:1-18. Previamente, los fariseos habían pretendido ser los únicos guías autorizados del pueblo. Jesús contradijo tal pretensión y afirmó ser el Pastor verdadero (v.1). Era reconocido como el Pastor verdadero porque había entrado por la puerta del redil (v. 2). Cualquiera que entraba por otro medio era considerado ladrón o salteador.

El pastor que conoce a sus ovejas por nombre (v. 3) y las llama para que le sigan, es una referencia al Mesías. Aquellos que han sido escogidos por Dios para el reino son conocidos mediante el nombre por Jesús. Aparentemente, hay muchas ovejas en el redil, pero sólo aquellas que le pertenecen serán llamadas.
Juan 10:11-21. El buen pastor. Jesús regresó al tema del pastor en la parábola. El Buen Pastor da su vida por ellas. Jesús tenía ovejas en el redil del judaísmo que serían llamadas a seguirle. También tenía otras ovejas que no eran del redil del judaísmo sino de entre los gentiles (v. 16). Sus ovejas entre los gentiles tenían también que ser llamadas y agregadas al rebaño del buen pastor.

La referencia a la crucifixión de Jesús, que ha sido implicada a través del discurso, se hace más prominente en el v.17. El Padre amaba a Jesús porque estaba dispuesto a poner su vida en obediencia a la voluntad del Padre. La muerte de Cristo no era una indicación del rechazo de Dios, sino una manifestación de la obediencia de Jesús a la voluntad del Padre. El hecho de que el Padre permitiría al Hijo volver a la vida después de sacrificarla, comprueba que su muerte estaba de acuerdo con la voluntad del Padre. Jesús no fue obligado a morir por una fuerza exterior (v.18).

No fue vencido por sus enemigos sino que tomó la iniciativa de ofrecer su vida en sacrificio por los pecados de los hombres. Jesús no fue la víctima de la cruz sino el vencedor que escogió hacer la voluntad del Padre.

¿Cuáles son las lecciones de los “pastores en la Biblia?

Números 27:17

1 Reyes 22:17

Salmo 23:1

Salmo 80:1

Isaías 40:11

Ezequiel 34:2

Ezequiel 37:24

Juan 11:1-44. El poder de Jesús sobre la muerte.

Cuando Jesús llegó a Betania, se enteró de que Lázaro había estado en la tumba por cuatro días. Marta estaba convencida de que Jesús venía de Dios y de que si hubiera estado presente en el momento preciso, su petición por la restauración de Lázaro hubiera sido escuchada (vs. 21, 22). La confianza de Marta en Jesús indicaba que ella era receptiva a sus enseñanzas acerca de la resurrección (v. 23). El milagro que Jesús estaba a punto de hacer señalaría hacia la resurrección del último día (v. 24). Marta interpretó la declaración de que Lázaro sería levanta­do, como un esfuerzo por parte de Jesús para consolarla, recordán­dola de la resurrección en el día postrero. Su malentendido proveyó a Jesús la oportunidad para dar una explicación más de sí mismo como la resurrección y la vida (v. 25).

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26)

La presencia de Jesús significaba más que la comprobación de doctrinas respecto al final de los tiempos. En el Hijo hay vida eterna que capacita al hombre, cautivo bajo el dominio de la muerte, a pasar de muerte a vida. Cualquiera que cree en Jesús ha pasado del dominio de la muerte al de la vida, aunque muera físicamente. El que recibe vida eterna al creer en Cristo no morirá espiritualmente (v.26).

El relato del milagro es breve. Cuando se quitó la piedra, Jesús expresó su confianza en el Padre al darle las gracias porque su petición fue escuchada y contestada (v. 41). Había hecho la petición de que Lázaro fuera restaurado a la vida, no porque él dudara, sino para que la gente que estaba presente viera la gloria de Dios manifestada en el Hijo y creyera que Jesús era de Dios (v. 42).

Nuevamente, los milagros de Jesús fueron presentados por Juan como señales para establecer fe. La conformidad del Hijo a la voluntad del Padre hacía innecesario que se expresara la petición de la oración. Con su fe inequívoca en el Padre, Jesús le ordenó a Lázaro que saliera (v. 43). No había duda de que Lázaro había muerto, porque aún estaba envuelto en los lienzos y el sudario de un muerto. Jesús ordenó que se los quitaran, para que tuviera libertad para caminar.

 

Punto de reflexión

Lo que comprendemos de estas historias en el evangelio de Juan es la naturaleza de la autoridad absoluta dada del Padre a Su Hijo. Jesús tiene el poder y la autoridad dar vida a los muertos. Jesús es el único ser humanos con este poder. En el capítulo 12 llegamos al nivel elevado y final de su autoridad: un trono.

Juan 12:12-50. La venida del Rey. Cuando la multitud oyó que Jesús se estaba acercando a Jerusalén para la pascua, le dio una bienvenida apropiada para el Rey de Israel (vs.12-13). Se usaban las palmas en las procesiones triunfales y Juan señaló que fueron usadas por la multitud que clamaba al Rey de Israel. No hay duda de que el pueblo reconocía a Jesús como el Mesías prometido que venía en nombre del Señor.

“El siguiente día, grandes multitudes que habían ido a la fiesta, al oir que Jesús llegaba a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo, y clamaban: ¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12:12-13)

La entronización de Jesús como el Mesías davídico no se puede separar de su muerte como el Siervo mesiánico que habría de morir por su pueblo. Su hora de glorificación era también su hora de muerte. Su ungimiento como Rey era también su preparación para su entierro. Su reconocimiento y exaltación como Rey fue a través de su rechazo y elevación en una cruz. Los gritos de la gente a su Rey en su entrada triunfal a Jerusalén dieron paso a los gritos para su crucifixión. Los líderes judíos no podían comprender cómo el Rey escogido divinamente podía alcanzar la victoria a través de la muerte.

La misión de Jesús ya no se contendría dentro del judaísmo, porque su reino incluiría a todas las naciones. Había venido en carne a la nación judía como el hijo de Abraham, pero su muerte y resurrección lo libertaría de las relaciones y limitaciones terrena­les. La evangelización de los gentiles no era parte del ministerio terrenal de Jesús, sino que se llevaría a cabo después de su muerte y resurrección (glorificación). El enfatizó la misión de la iglesia al mundo entero. Era necesario que la vida única de Jesús se sacrificase a fin de que llevase mucho fruto, y eso mismo es necesario para aquellos que le sirven (v. 26). El sacrificio de su vida significaba su glorificación. Sus siervos que le siguen en sufrimiento compartirán con él en la gloria y serán honrados por el Padre.

 

El juicio que procede de la luz

En la introducción de esta consideración del cuarto día de la Creación mencionamos la asociación de los dos temas: la luz con el juicio. Aquí en Juan 12 encontramos:

Juicio

Juan 12:31

Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

Luz

Juan 12:35-36

Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco de tiempo la luz está entre vosotros; andad entretanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.”

Luz y juicio

Juan 12:46-47

Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.

Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.”

La muerte del Rey no significaba que había sido vencido sino que el príncipe de este mundo había sido vencido (v. 31). Dios creó al hombre con el propósito de tener comunión con él, pero el pecado del hombre lo condenó a la muerte, que es separación de Dios. A través de la muerte y la resurrección del Hijo del Hombre, el pecado y la muerte han sido vencidos.

La promesa de David era que Dios establecería un descendiente en el trono de un reino eterno (2 Samuel 7:13). Aunque el significado original de la Escritura se refería a la casa de David y no a un solo individuo, la promesa más tarde fue interpretada como un solo descendiente que reinaría para siempre (Salmo 89; Isaías 9:7, Daniel 7:13).

El Mesías (el ungido) era el rey escogido por Dios y fue identificado como su Hijo (Salmo 2:2-7). Fue descrito también como el siervo de Dios que restauraría al remanente de Israel y que sería una luz a las naciones al llevar la salvación de Dios hasta lo último de la tierra (Isaías 42:1; 49:6). Al llevar la salvación a las naciones, el siervo sería «herido y abatido. . . mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isaías 53:4-6). Sería llevado como cordero al matadero (Isaías 53:7). El Mesías escogido que fue ungido por el Espíritu fue identificado por Jesús como el siervo sufriente quien fue ungido por el Espíritu. El Mesías tenía que sufrir y ser ofrecido como un cordero en sacrificio de acuerdo con Isaías.

Jesús enseñó que la luz estaría con ellos sólo por un breve tiempo y que ellos debían andar mientras que tenían luz (v. 35). En los pasajes sobre el siervo en Isaías, el siervo había de ser una luz para todas las naciones (42:6; 49:6). Jesús, como la luz, iluminaba el camino de la salvación a los escogidos de Dios. Mientras que estaba con sus discípulos, era necesario que ellos aceptaran la luz dada a través de sus enseñanzas (v. 35). Aquellos que creyesen en sus enseñanzas llegarían a ser hijos de luz (v. 36). Aquellos que rechazaran sus enseñanzas acerca del Mesías sufriente y del exaltado Hijo del Hombre andarían en tinieblas y no podrían tener vida eterna.
Una explicación de su rechazo 12:36b-50

Los versículos 44-50 contienen un resumen de las enseñan­zas que Jesús presentó a los judíos:

  1. Había venido del Padre, así que sus enseñanzas eran de Dios.
  2. Vino corno la luz del mundo para mostrar a los hombres el camino a su verdadero destino.
  3. No vino como un juez para traer al mundo a su fin, sino para salvar al mundo.
  4. Advirtió que cualquiera que rechazara sus palabras sería juzgado en los días finales.
  5. No hablaba sus propias palabras sino las que el Padre le había dado a hablar.

 

Una apelación del amor (Juan 13:1-30)

Una y otra vez, Jesús le demostró a Judas su afecto. Jesús trató de salvarle de lo que estaba planeando hacer. No hay condenación ni enojo sino que el juicio cayó sobre Judas. De pronto, llegó el momento crucial: Lo que vas a hacer, hazlo pronto (v. 27). Los discípulos seguían sin comprender nada. Creían que Jesús estaba mandando a Judas cumplir con las obligaciones de la fiesta.

Juan 13:30. Judas salió… Era ya noche. Juan tiene una habilidad para henchir las palabras de sentido espiritual. Era de noche porque hacía tiempo que se había puesto el Sol y estaba oscuro. Pero aquí insinúa otra noche. Siempre es noche cuando una persona se aleja de Cristo para seguir sus propios planes; cuando el odio apaga la luz del amor; cuando volvemos la espalda a Jesús.

Judas vivía con la luz; aprendía de la luz; por su propia voluntad salió de la luz del mundo (Juan 8:12).

 

Punto de reflexión

Si no ven en Jesús nada que desear, nada que admirar, nada que amar, entonces se han condenado a sí misma.

Una cosa más de Juan 13:30. Judas salió de su hogar. Era la Pascua (Juan 13:1). Para estar seguro de la salvación hay que quedarse EN la casa hasta la mañana (Éxodo 12:22).

 

Punto de reflexión

Ser seguidores de Cristo es entregarnos en cuerpo, alma y espíritu a la obediencia del Señor. Entrar en su seguimiento es empezar a caminar en la luz. Cuando caminamos solos, estamos expuestos a andar a tientas y tropezar; corremos peligro de seguir una senda equivocada y somos juzgados por nuestros propios hechos. Necesitamos la sabiduría celestial para recorrer el camino terrenal.

 

Luz para los ojos del ciego (Juan 9:1-41)

Este es el único milagro de los que se nos narran en los evangelios en el que se dice que se trataba de una dolencia de nacimiento. Los judíos le dirigieron a Jesús la pregunta que consideraban clave: ¿La ceguera de este ciego fue debida a su propio pecado o al de sus padres? (Lea: Éxodo 20:5; 34:7; Números 14:18; Salmo 109:14; Isaías 65:6-7)

Jesús no contesta directamente a la pregunta, ni trata de desarrollar o explicar la relación que existe entre el pecado y el sufrimiento. Como sabemos, para Juan los milagros son siempre una señal para que las obras de Dios se manifiesten (v. 3) Añadimos otra referencia del v. 5 donde escuchamos lo que Jesús dice: “Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo.” Quiere decir que llega la oportunidad de aceptar a Cristo como nuestro Salvador, Maestro y Señor.

Juan 9:6. Este es uno de los dos milagros en los que se nos dice que Jesús usó su saliva. (Vea Marcos 7:33). Puede ser que la saliva tiene propiedades curativas. Personalmente en el hecho de que “se juntó la saliva con el lodo” creo que indica una inversión de la maldición de la tierra en Génesis 3 (¿Otra señal de Juan?).

Juan 9:7. Jesús envió al hombre para lavarse en el estanque de Siloé. Era un depósito de siete por diez metros. Después de curarse tuvo algunas dificultades para convencer a la gente a la realidad de su curación.

En este capítulo observamos dos cosas:

  • El desarrollo de entendimiento espiritual de este hombre Juan 9:7, 12, 35-36, 37-38. Empezó llamando a Jesús hombre (v.11); de allí pasó a llamar a Jesús profeta (v.17); por ultimo el ciego llegó a confesar que Jesús era Hijo de Dios (v.35, 38).
  • A falta de entendimiento de los fariseos. (Vea las 12 preguntas que hicieron en este capítulo y los cuatro rechazos de la evidencia v.9, 18, 24, 34)

Los que son ‘ciegos’ son aquellas personas que han visto la luz pero han escogido esconderse en las tinieblas. Los fariseos se pusieron furiosos porque no podían oponer nada al razonamiento del hombre, que estaba de acuerdo con la Escritura – Jesús ha hecho una obra maravillosa; esto demuestra que Dios le oye.

Tinieblas y juicio

Luz y juicio

Juan 9:34 Y lo expulsaron. Los fariseos eran personas con mucha autoridad y el poder de juzgar. Las autoridades de la sinagoga disponían de una arma terrible – la excomunión: (1) La expulsión de la sinagoga por vida. En tal caso se le anatematizaba públicamente, maldiciéndole en presencia del pueblo.

(2) La excomunión que podía durar un mes u otro periodo establecido.

Juan 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera.

Juan 9:39 Para juicio he venido yo a este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.

Cuando más conocimiento tenga una persona, más digna de condenación es cuando ve la bondad y no la conoce. La condenación de los fariseos fue la consecuencia del hecho de que sabían tanto y presumían de ver tan bien. Sin embargo dejaron de reconocer al Hijo de Dios. ¿Y nosotros, qué pasa con nuestra vista?

 

Jesús – La autoridad absoluta

Juan 11:25 “Les dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…”

 

Resumen de unas enseñanzas de Juan 7:14 – 13:38

  • Según el Modelo de la Creación en Génesis 1, Dios hizo las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señoreara en el día, y la lumbrera menor para que señoreara en la noche; e hizo también las estrellas.
  • En un sentido simbólico, los astros representan frecuentemente poderes y autoridades para dominar y juzgar.
  • Jesús es la luz del mundo y Su juicio es según la verdad.
  • El juicio de aquellas personas en las tinieblas es crítica, censura y condenación.
  • Uno de los principios de Jesús es que sólo la persona sin falta podría emitir un juicio sobre las faltas de otros.
  • Los que son ciegos son aquellas personas que han visto la luz pero han escogido esconderse en las tinieblas.
  • Siempre que una persona se encuentra cara a cara con Jesús, obtiene un veredicto sobre sí misma.
  • Si no ve en Jesús nada que desear, nada que admirar, nada que amar, entonces se ha condenado a sí misma.
  • La persona que es consciente de su propia ceguera, que anhela ver mejor y conocer mejor, es la que puede recibir la vista y penetrar en mayores profundidades de la verdad.

“Pero ellos, al oir esto, acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los más jóvenes; solo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio.”
(Juan 8:9)

Capítulo anterior: El tercer día – Juan 6:1 – 7:13

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