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¿No te has fijado en mi siervo Job?

¿Cuál es el tema principal del Libro de Job?

La mayoría de los estudiosos de la Biblia dicen que el tema principal es el sufrimiento de los seres humanos ante las diversas pruebas. Más bien, en vez de una meditación sobre el sufrimiento, el Libro de Job nos propone una reflexión sobre los caminos de Dios. Es cierto que el libro tiene muchos ejemplos del sufrimiento, pero ¿es este el tema principal? Sugerimos que por medio de un análisis de lo que dicen los protagonistas se puede descubrir el tema principal. Por ejemplo:

Las primeras palabras de Job son:

“Y sucedía que una vez pasados los días de turno, Job los hacía venir y los santificaba. Se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: «Quizá habrán pecado mis hijos y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones.” Esto mismo hacía cada vez.” (Job 1:5)

Identificamos unos puntos interesantes en este versículo. Lo inmediato es que Job estaba muy preocupado acerca de cómo sus hijos hablaron de Dios en secreto y en sus corazones.

Las últimas palabras en el libro son pronunciadas por el mismo Dios:

“Aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz, el temanita: «Mi ira se ha encendido contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. Ahora, pues, tomad siete becerros y siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros. Mi siervo Job orará por vosotros y yo de cierto lo atenderé para no trataros con afrenta por no haber hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job». (Job 42:7-8)

Las primeras y las últimas palabras se refieren al mismo tema: “Como se habla de Dios.”

Otro testimonio del mismo tema viene de la esposa de Job:

“Entonces le dijo su mujer: ¿Aún te mantienes en tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!” (Job 2:9)

Se usa la palabra “teología” para indicar como hablamos de Dios. La “teología” nos ayuda a entender lo que es la “sabiduría”. Sugiere que hombres y mujeres “sabios” hablan bien de Dios, tal como su siervo Job lo hizo con rectitud. Desafortunadamente, existe el peligro de que ¡la mayor parte del tiempo hablemos bien de nosotros y no de Dios! En efecto, el discurso típico de Job y los diversos poemas que lo interpretan cuestionan directamente la imagen de Dios y la esperanza del justo enfrentado con una calamidad no merecida. El Libro de Job desemboca en esos problemas con los que el creyente tiene que vérselas más pronto o más tarde. Sin embargo, el mensaje del Libro de Job es que a pesar del fracaso aparente de todo éxito humano, las dificultades de dialogar con el hombre que sufre y finalmente el sentido de la propia vida nos llevan a preguntarnos ¿Cómo hablamos de Dios?

 

El problema del sufrimiento

Existen varios aspectos que nos parecen los más característicos y llamativos de Job: la firmeza en su inocencia, la supervivencia en él del hombre justo, la humildad ante la omnipotencia de Jehová . El autor del Libro de Job nos ha puesto cara a cara con los peligros invariables del ser humano que son la guerra, la pobreza extrema, la enfermedad, la humillación, el sufrimiento y la depresión. Job fue sometido a dos intensas pruebas: una con relación a sus posesiones y su prole (Job 1:6-22) y otra con relación a su salud (Job 2:1-10).

Para entender el tema del sufrimiento en el Libro de Job vale considerar la pregunta: ¿Tiene el sufrimiento un valor intrínseco? Primeramente, vamos a presentar un ejemplo de lo que Dios mismo sufre. Aunque Dios no puede cambiar, para adaptar el lenguaje a nuestra naturaleza y experiencia, se le describe como si estuviera a punto de cambiar su visible proceder para con la humanidad. Dice Génesis 6:6 –

Reina-Valera Revisión 1995: “y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.”
La Biblia de las Américas: “Y le pesó al SEÑOR haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón.”
La Biblia de Jerusalén: “le pesó a Yahvé de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón.”

En esta palabra identificada en el versículo 6 podemos sentir la pasión del Señor. El había amado tanto a la humanidad y ahora estaba completamente decepcionado. Este lenguaje es lo que los teólogos han llamado “antropopático”, es decir, cuando se describe a Dios con emociones.

Es evidente que el dolor de Dios no viene de Dios mismo. Dios controla todas las cosas pero sabemos que no inicia todas. Los seres humanos tienen el libre albedrío. Podemos crear dos cosas contrastantes: la obediencia humilde o el auto-servicio arrogante. Lo que Dios desea es:

“Jehová ha dicho: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar? ¿Dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, así todas ellas llegaron a ser», dice Jehová. «Pero yo miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra.” (Isaías 66:1)

En el ejemplo de Génesis 6 vemos lo opuesto del deseo de Jehová.

El dolor nos enseña de ternura; el sufrimiento nos asiste en nuestro desarrollo de simpatía. Por la propia naturaleza somos criaturas auto-enfocadas y a veces incapaces de entender la intensidad del sentimiento de circunstancias difíciles sin haberlas experimentado primero.

La privación del placer nos enseña el valor de aquel placer que ha sido perdido. A veces no se aprecia el valor de una función normal del cuerpo humano hasta cuando ella se pierde, por ejemplo, la imposibilidad de dar un abrazo ceñido.

El sufrimiento de un individuo puede traer bendiciones a otro. Esto nos lleva a pensar en el sufrimiento de Jesucristo y en los beneficios que trajo para nosotros.

Hay muchos textos del Antiguo Testamento que consideran el sufrimiento humano como el eje de la pedagogía de Dios.

  • El sufrimiento permitido por Dios se presenta, ante todo, como un medio de purificación (Isaías 1:25; 48:10; Jeremías 6:29).
  • El sufrimiento tiene un papel de instrucción de los designios de Dios (Deuteronomio 8:2).
  • La prueba es también un llamado a la conversión (2 Crónicas 32:26; Salmo 119:67).
  • En el sufrimiento se había visto en los hombres de Dios un medio de intercesión (Éxodo 17:11; Números 11:1)

De esta manera, la exclusividad de este libro no radica en la discusión del problema del sufrimiento sino más bien en la soberanía de Dios, con quien nosotros debemos relacionarnos correctamente. Tanto los que sufren y los que no sufren deben confiar humildemente en la gracia y soberanía de Dios.

 

Punto de reflexión

Todos tendremos que enfrentarnos al gran tema que es el misterio inescrutable del sufrimiento, a menos que apartemos la mirada del mundo en el que vivimos o que escondamos felizmente nuestras cabezas en la arena. Muchas veces recibimos preguntas inquisidoras de la gente: ¿Por qué permitió Dios esto? ¿Dónde estaba Dios en todo esto? ¿Puede incluso existir la fe en Dios después de los tsunamis, terremotos y huracanes que quitan la vida a miles de personas?

¿Cómo respondemos?

 

La soberanía de Dios

Este libro enfatiza la omnipotencia y soberanía de Dios. Por ejemplo, todos los personajes del libro emplean el nombre hebreo divino Shaddai, que se traduce por lo general como “Todopoderoso”.

  • Elifaz, el temanita, señala al Todopoderoso como el que controla el destino del mundo (5:17-20) independientemente de la humanidad (22:2-3).
  • Bildad, el suhita, sostiene que el Todopoderoso es justo (8:3-4) y soberano en gobernar a todo el universo.
  • Zofar, el naamatita, describe las formas en que el Todopoderoso está más allá de la comprensión humana (11:7-10)

El Dios Todopoderoso no está obligado a bendecir a quienes lo obedecen. Todas sus acciones se basan en la naturaleza de Su gracia y voluntad.

 

La doctrina de la retribución

La doctrina de la retribución establece una recompensa que se recibe o se entrega correspondiendo a una acción. Por ejemplo, las acciones buenas de un hombre resultan en bendiciones temporales y materiales. Las acciones malas resultan en castigos de un nivel u otro.

En los profetas, la idea aparece siempre asociada al juicio de Dios (Isaías 34:8; Jeremías 51:56). En el Nuevo Testamento se mantiene el mismo sentido. La corrupción de los hombres determina el justo castigo de Dios (Romanos 1:27; 2 Tesalonicenses 1:8).

La tesis central de los tres amigos en el Libro de Job es la doctrina de la retribución. Ellos llegan a la conclusión que Job sufre mucho porque ha pecado mucho. Job mismo es una víctima del mismo razonamiento porque le resulta difícil descubrir la razón de sus sufrimientos. Un error conduce a otro cuando se contempla la injusticia de su castigo. El razonamiento silogístico de los tres amigos es el siguiente:

  • Todo sufrimiento es resultado del castigo por el pecado.
  • Job está sufriendo.
  • Por lo tanto, Job es un pecador .

El énfasis en la soberanía de Dios refuta el argumento simplista de la retribución divina que supone que hay una conexión automática entre la espiritualidad de la persona y la prosperidad en la tierra. Esa era la base de las acusaciones de “el satán” en el prólogo donde dice que Job sirve a Dios sólo para su beneficio personal (1:9-11). Además, es el fundamento para el consejo que Elifaz y Bildad le dan a Job. Ambos afirmaban que el sufrimiento de Job se debía a un pecado escondido en su vida, pues Dios ciertamente no castigaría a una persona recta (4:7-11; 8:11-22; 18:5-21). Pero la respuesta de Dios a Job niega esta falsa creencia (38:1- 39:30).

En este sentido, el Libro de Job muestra que Dios no se limita por la teología preconcebida de alguien. Él es el Creador supremo y benévolo que determina el curso del universo de acuerdo con sus planes. Al igual que Job, debemos aprender a someternos al Dios Todopoderoso y aceptar por fe que Él tiene un buen plan para nosotros.

El tema de la desgracia del impío está manifestado regularmente en los discursos de los tres amigos. Aquí están unos ejemplos:

Elifaz, el temanita
Discurso 1 Job 4:7 «Piensa ahora:¿qué inocente se pierde? ¿Dónde los rectos son destruidos?
Discurso 2 Job 15:34 “Porque la reunión de los impíos será asolada y el fuego consumirá la casa del que soborna.”
Discurso 3 Job 22:9-10 “a las viudas enviabas vacías y quebrabas los brazos de los huérfanos! Por eso estás rodeado de lazos y te turba un espanto repentino;”
Bildad, el suhita
Discurso 1 Job 8:4 “Si tus hijos pecaron contra él, él les hizo cargar con su pecado.”
Discurso 2 Job 18:5 «Ciertamente la luz del impío se apaga y no resplandecerá la llama de su fuego.”
Zofar, el naamatita
Discurso 1 Job 11:14-16 “si alguna iniquidad hay en tus manos, pero la apartas de ti, y no consientes que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, serás fuerte y nada temerás. Olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron.”
Discurso 2 Job 20:14 “su comida se corromperá en sus entrañas y será veneno de áspides dentro de él.”

Lo que observamos en esta manera de razonar es la inmediatez del juicio. Elifaz y Bildad hacen referencia explícita a los hechos suscitados en la vida de Job como la consecuencia ineludible de sus pecados. Es lo mismo que pasa con Zofar en el uso de la metáfora de la comida. Es un juicio inmediato sobre Job comparado con el tiempo de digerir una comida.

Los errores principales de la doctrina de la retribución son:

  • Reconocer que existen otras fuentes del sufrimiento además que la retribución.
  • Reconocer que la sentencia de Dios de ser inocente o culpable no necesariamente es conocida por nosotros
  • Reconocer que el juicio de Dios es completamente cumplido en Su tiempo.

Pero esto nos deja con la pregunta: ¿Por qué los tres amigos se adhieren a tal doctrina? Descubrimos en la cronología del relato de Job una explicación intrigante como está sugerida en la sección anterior: “La lección espiritual de la genealogía”.

Capítulo anterior: ¿Dónde? y ¿Cuándo? del Libro de Job

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