Para una comprensión de la carta a los Romanos es importante entender quien era Pablo, los judíos, los gentiles y la iglesia en Roma. Por eso, así apuntamos un conjunto de unas características del primer siglo de la era cristiana.  

El Apóstol Pablo

Pablo fue el escritor de la carta a los Romanos. Había nacido en Tarso como ciudadano romano (Hechos 16:37; 21:39; 22:25). Es de la tribu de Benjamín y miembro celoso del partido de los fariseos (Hechos 23:6; Romanos 11:1; Filipenses 3:5).  En Hechos 26:10 sabemos que era perseguidor de los creyentes en Cristo. Es llamado por revelación en Damasco (Hechos 9:1-19) donde inicia su ministerio como servidor de su Señor, Jesucristo. 

Como discípulo de Gamaliel antes de su conversión, es bien conocedor del Antiguo Testamento y las enseñanzas rabínicas. Pablo puede beneficiarse de la cultura griega en el sentido de poder citar a autores clásicos (Hechos 17:28; 1 Corintios 15:33) y de elaborar argumentos en diatriba. Este permite entender que se identifique como judío y conozca acerca de los gentiles.

Tercera visita a Corinto (57 d.C.). Nuevos planes evangelizadores 

En el 57 d.C. Pablo realiza su proyectada visita a Corinto para reconciliarse con esa comunidad. Cree que en la zona oriental del Mediterráneo la evangelización ya cuenta con una red de comunidades que se valen por sí solas, y que ya es hora de intentar lo mismo en la zona occidental del imperio romano: Hispania, Galia e Italia. Desde Corinto escribe la carta a los Romanos, en el año 57 d.C. para preparar su visita a esa comunidad. Pero antes de ir a Roma, piensa pasar por Jerusalén, y llevar la «colecta para los pobres» que con tanta insistencia le urgieron los «principales de Jerusalén». Es un viaje que él entrevé que será delicado, porque la colecta es un signo de comunión eclesial. Pablo desea de todo corazón que esa colecta sea aceptada por los de Jerusalén, porque supondría otro espaldarazo a su actividad misionera. 

El transcurso de tiempo fue así:

  • La conversión de Pablo en 35 d. C.
  • La primera visita de Pablo a Jerusalén en 37- 38 d.C.
  • Su primer viaje como misionero en 48-49 d.C.
  • El Concilio de Jerusalén en 50 d.C.
  • El segundo viaje misionero en 51- 53 d.C.
  • El tercer viaje misionero en 54-57 d.C.
  • Su carta a los Romanos en 57 d.C.
  • Su primer tiempo encarcelado en romana en 60-63 d.C.
  • En 67 d.C. Pablo murió como un mártir. 

Los emperadores romanos

A la muerte de Julio César (100-44 a. C.), se abrió una nueva etapa de lucha por el poder, que acabó en el 31 a. C. con la victoria de Octavio Augusto en la batalla de Accio. Con Octavio Augusto se inicia en Roma la época imperial. La palabra imperium designaba el mando supremo, el poder de los más altos cargos públicos, que Octavio fue acumulando poco a poco: el emperador será el jefe supremo civil, militar y religioso.

Dinastía Julio-Claudia

Pontifex Maximus («Sumo Pontífice»), título de origen republicano que implicaba la mayor de las autoridades religiosas. Estaban a la cabeza de los sacra (ritos oficiales de Roma). Los emperadores cristianos a partir de Graciano dejaron de usar este título al ser cedido éste a los papas de Roma. Como Pontifex Maximus, el Emperador era la cabeza religiosa del Imperio, correspondiéndole la presidencia de las ceremonias religiosas, la consagración de los templos, el control del calendario romano (suprimiendo y añadiendo días cuando era necesario). 

Pater Patriae («Padre de la Patria»), título honorífico, decretado por primera vez para Augusto en 2 a.C.

Moneda de 64-66 d.C. 26,40 gm. 

NERO CLAVD(IVS) CAESAR AVG(VSTVS) GERM(ANICVS) P(ONTIFEX) M(AXIMVS) TR(IBVNICIA) P(OTESTATE) IMP(ERATOR) P(ATER) P(ATRIAE).

En el año 476 d.C. desapareció el Imperio Romano de Occidente, cuando Odoacro, un jefe militar de origen germano, depuso al último emperador, un muchacho de trece años llamado Rómulo Augústulo. Por su lado, el Imperio Romano de Oriente perduró hasta 1453, fecha en que su capital, Constantinopla, fue tomada por los turcos.

La lengua del imperio

Los primeros cristianos se expresaban en arameo, la lengua de Jesús. Otros utilizaban lenguas semíticas similares, como el siríaco. Había idiomas celtas en la Galia, bereberes en Africa. Sin embargo, en el conjunto del imperio se imponían dos lenguas.

El griego, que fue en su origen la lengua de algunas ciudades helenas, pasó a ser, tras las conquistas de Alejandro (356 – 323 a.C., la lengua común a todo el oriente.

El latín, lengua de Roma, y luego de occidente, tuvo al principio una difusión menor que el griego, pero fue para todo el imperio la lengua de la administración y del derecho. En la iglesia fue utilizado como lengua habitual, primero en África, desde finales del siglo II y luego en Roma y en el resto del occidente cristiano a lo largo del siglo III.

Por eso. paralelamente a la expansión territorial de Roma, el latín se desarrolló como lengua literaria y como lingua franca, a la vez que el griego, que había tenido estos papeles antes. El Imperio Romano era bilingüe; en el ejército, el latín era la lengua oficial de todo el Imperio; pero por lo demás, el griego continuó siendo lengua oficial de todas las lenguas del mediterráneo oriental. En la parte occidental del imperio, el latín continuó predominando incluso a pesar de que el griego se enseñaba en las escuelas como segunda lengua en importancia. En la zona este del Mediterráneo, sin embargo, el griego continuó siendo la lengua predominante de cultura a lo largo de todo el periodo romano y hasta la caída de Bizancio.

La religión

A diferencia del judaísmo o del cristianismo, las religiones antiguas no son religiones reveladas, no tienen libro sagrado, ni unos dogmas; ni siquiera poseen una casta sacerdotal que controle completamente las prácticas y los textos religiosos. 

Las religiones clásicas son politeístas. Han venerado a un gran número de dioses que no ha dejado de aumentar con el paso del tiempo, sin que ello signifique desorden, sino que cada una de las divinidades tiene su propia función en los rituales y cultos. El panteón romano, y también el griego, fue en aumento en época imperial debido al sincretismo venido de Oriente. Los dioses nacionales cedieron su prestigio y fuerza a favor de las nuevas divinidades. Al perderse la idea de un dios nacional, el pueblo se dejó seducir poco a poco por la de un dios universal.

Cada ciudad tenía  sus propias divinidades tanto griegas como latinas. Los cristianos no participan en los cultos de la ciudad ni en el culto imperial. Más aún, rechazan las magistraturas y el servicio militar. Por tanto no tienen interés en los asuntos políticos ni en la salvación del imperio.

Los principales dioses del panteón griego, que los romanos asimilaron muy pronto al entrar en contacto con la cultura griega, son los siguientes (Carlos Cabanillas.www.santiagoapostol.net)

Aparte de la creencia en los grandes dioses del panteón grecorromano, el hombre en Grecia y Roma, como ha sucedido en todos los pueblos, sintió la necesidad de una relación más privada e íntima con el mundo sobrenatural, una relación de carácter mucho más práctico que le garantizara la protección y el favor de los dioses. Esta necesidad de relación íntima con las divinidades dio origen al culto familiar o doméstico.  

Todas las prácticas de este culto privado en Grecia y Roma se basan en una misma creencia: la inmortalidad del alma. La creencia en la pervivencia después de la muerte y la consideración de los muertos como seres sagrados dio origen al culto religioso probablemente más antiguo: el culto a los muertos.  

El culto a los muertos era idéntico en Grecia y en Roma, y se centraba en la necesidad de ofrecerles comidas fúnebres para asegurar su felicidad. El muerto que era olvidado por su familia se convertía en un ser maléfico que castigaba de todas las formas posibles a los vivos; el muerto que era debidamente honrado pasaba a ser un dios tutelar que amaba a quienes le ofrecían los alimentos 

La mirada de los otros a los cristianos

Los cristianos fueron generalmente despreciados por la masa. Tres grandes acusaciones circulan contra ellos:

Los cristianos son ateos. Como no participan en los cultos tradicionales, ni en el culto imperial, ni siquiera en las religiones orientales, se supone que no tenían ninguna religión.

Los cristianos practican el incesto. Si se reúnen en banquetes nocturnos, es para entregarse a orgías, a las peores torpezas entre “hermanos” y “hermanas”.

Los cristianos practican el canibalismo. El cuerpo y la sangre que beben son de un niño, víctima de un asesinato ritual.

Las persecuciones

El Nuevo Testamento dice que los primeros cristianos sufrieron persecución a manos de los jefes judíos de esa época. También relata el principio de persecuciones por los romanos. 

Según el Nuevo Testamento, la persecución de los primeros cristianos continuó después de la muerte de Jesús. Pedro y Juan fueron encarcelados por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías, quien no obstante los liberó más tarde (Hechos 4:1-21). En otro momento, todos los apóstoles fueron encarcelados por el sumo sacerdote y otros saduceos, pero fueron liberados por un ángel (Hechos 5:17-18). Los apóstoles, tras haber escapado, fueron llevados nuevamente ante el Sanedrín, pero esta vez Gamaliel (un rabino fariseo bien conocido de la literatura rabínica) convenció al Sanedrín de liberarlos (Hechos 5:27-40).

La razón más probable de la persecución es que los judíos cristianos predicaban el inminente regreso del Rey de los Judíos y el establecimiento de su reino. A oídos romanos, tal conversación era sediciosa. Los romanos dieron a los judíos en ese tiempo un autogobierno limitado; las principales obligaciones de los líderes judíos eran recolectar impuestos para Roma y mantener el orden civil. Así, los líderes judíos tendrían que suprimir cualquier conversación sediciosa. A menudo cuando los líderes judíos no suprimían los conatos sediciosos, eran enviados a Roma para ser juzgados.

Los cristianos no fueron perseguidos continuamente durante los primeros tres siglos de la era cristiana. La persecución de Nerón fue un episodio local, limitada a la ciudad de Roma. Es una consecuencia del incendio de Roma en el año 64 d.C. El historiador no cristiano, Tácito (Tácito, Anales, XV, 44 Publicado por el año 115 d.C.), es quien nos da conocer la persecución de los cristianos por Nerón. Tácito acepta la fama abominable que tienen los cristianos, aunque no los cree culpables del incendio. Tácito escribió:

“Ningún medio humano, ni la generosidad del príncipe ni las ceremonias de expiación lograban apagar el rumor infamantes según el cual el incendio había sido provocado por orden superior. Por eso,, para acabar con este rumor, tachó de culpables e infligió tormentos refinados a aquellas personas que eran comúnmente detestadas por sus abominaciones y que la chusma llamaba cristianos. Ese nombre les viene de Cristo, a quien bajo el principado de Tiberio había entregado al suplicio el procurador Poncio Pilato; reprimida de momento, esta detestable superstición cobraba nuevas fuerzas, no solamente en Judea donde había nacido el mal, sino incluso en Roma, donde afluye y encuentra una numerosa clientela todo cuanto hay de afrentoso y digno de vergüenza…” 

Al principio, los romanos consideraron el cristianismo como una nueva secta judía. Aparte de las esporádicas persecuciones de Nerón y Domiciano, durante el siglo I los cristianos tuvieron que enfrentarse con mayor frecuencia con la animadversión de los escribas y fariseos, rectores del judaísmo, que con las autoridades romanas.

Con base en diversos testimonios se afirma que durante la segunda mitad del siglo I, todo el siglo II y hasta el siglo IV, los cristianos fueron también perseguidos por autoridades del Imperio Romano, que consideraba a los cristianos, ya sea como judíos sediciosos (recordando que en el año 70 los judíos armaron una revuelta en Judea que originó la destrucción de Jerusalén y la deportación de los judíos de su territorio a manos romanas), o como rebeldes políticos. 

El Comercio Romano

Durante los dos primeros siglos de la era Cristina, el imperio romano alcanzo una gran prosperidad material. La paz interna facilitó el desarrollo del comercio y de la industria en todo el mundo romano, por el que se podía viajar con completa seguridad. Además de la ruta marítima del Mediterráneo, surcada en todas direcciones por los barcos mercantes, libres de los piratas, existían numerosas rutas terrestres. Los romanos en vasta escala, dentro del imperio, lo que antes en Italia: construyeron magnificas vías (La red viaria) sólidamente pavimentadas, muchas de las cuales se aprovechan todavía. Esta magnifica red caminera que unía los más distantes puntos del imperio facilitó la rapidez de las comunicaciones.

Una sociedad dura para los débiles

En algunas ciudades, los dos tercios de los habitantes son esclavos. Los esclavos no tienen ningún derecho. No pueden ni casarse no poseer. Todavía en tiempos de Nerón, el dueño tenía sobre los esclavos el derecho de vida y de muerte. Tan sólo algunos esclavos recobran la libertad y pasen a la categoría de libertos. 

En las provincias, se distingue entre los que tienen la ciudadanía romana y los demás. Los ciudadanos romanos, en principio, podían apelar a la justicia del emperador. Conocemos el ejemplo de Pablo (Hechos 25:12; 26:32).

Pablo visitó muchas ciudades y fue testigo ocular del poderío romano y el progreso que generó la exclusión de muchos. Aquí habría que subrayar: 1) la situación de explotación, opresión, pobreza y represión de los que no tenían méritos. Esta situación es presentada y alabada como civilización y progreso, 2) la división demasiado estratificada de la sociedad, donde pocos eran considerados dignos. Se es digno por méritos: económicos, de nobleza, o tener poder en algún cargo político. Solo eran respetables los pertenecientes a uno de los famosos ordines: senador, caballero o decurión. La aristocracia de las provincias podía adquirir ciudadanía romana para ser reconocido, pero a cambio del sometimiento a las políticas del emperador romano.

La comunidad cristiana de Roma

No se sabe cómo inicio la iglesia en Roma. En el tiempo de Pablo estaba formada por judíos y gentiles. Por eso Pablo escribió a una iglesia que ha no fundado. Parece que muchos de los fundadores de la iglesia en Roma eran judíos cristianos (Hechos 2:9-11,13) que unos judíos romanos presentes en la predicación de Pedro, se convirtieron y llevaron el evangelio a la capital del Imperio. En este caso, la fundación de la iglesia romana sería en el año 30 d.C. y no sería obra de un apóstol determinado.

Roma es el centro del imperio. Las decisiones administrativas, políticas y económicas judiciales y militares surgen de ese centro. Pablo lo sabe, aunque no conoció personalmente esa ciudad ni las comunidades cristianas. El hecho de que no haya estado antes, no plantea un problema fundamental. Había viajado muchísimo y conocido las grandes ciudades de ese tiempo, parecidas a Roma, aunque en menor escala. 

Romanos 16 es muy importante por la lista de nombres que presenta. En la comunidad hay de todo: nombres judíos, griegos, latinos, nombres de esclavos, de hombres libres. Una tercera parte son nombres de mujeres, algunas de las cuales desempeñan un papel importante. La lista atestigua la diversidad de una comunidad reunida por la misma fe en Cristo Jesús.

La carta a los Romanos

Cuando Pablo escribe, tal vez esta comunidad era grande y bien conocida por las otras iglesias por estar situada en la capital de imperio. Habría que tratar de descubrir lo que Pablo quiso decir con su discurso como respuesta a una situación particular. En la producción literaria de Pablo se deja ver una situación agitada y conflictual; esta situación se observa con más claridad en los escritos anteriores a su carta a los Romanos. Es importante tener en mente las cartas anteriores del apóstol. La carta que analizaremos es su último escrito y hay que estudiarla teniendo en cuenta su producción anterior. Pues esta refleja en mucho su vida cotidiana, intensa y conflictual. 

Las tensiones que se presentaban entre judíos y gentiles son una de las razones por las cuales esta carta fue escrita. Pablo usa los términos “judíos” (11 veces) y “gentiles” (26 veces) para conciliar las diferencias que se estaban dando en la iglesia en Roma. Por eso deja claro que no hay diferencia entre judíos y gentiles (Romanos 10:17). Pablo se dirige a unos y a otros recomendándoles la unión y la acogida mutua. En esta carta aparece el conjunto pagano-judío – Romanos 1:14-16; 2:9-10, 25-27; 4:9-12;9:23; 10:12; 11:13-25; 15:8. En este sentido, la parte 15:7 resumiría bien las exhortaciones que Pablo le parecían un deber dirigir a una comunidad amenazada de divisiones internas.

La iglesia existía probablemente en grupos de creyentes de los judíos y de los gentiles. La situación de ser una comunidad compuesta de creyentes de judíos y gentiles  crea tensiones. “¿Tenemos que seguir viviendo conforme a la ley de Moisés, o no?” Los fuertes dijeron que no, basándose en la libertad cristiana. Ellos deben haber sido cabalmente creyentes de los gentiles y aquellos de los judíos que habían experimentado más su libertad que sus hermanos judíos. Los débiles en la fe fueron aquellos creyentes de los judíos que no podían dejar la vida estricta conforme a la ley de Moisés y las muchas tradiciones que se habían formado durante los siglos.

Es que mediante esta carta Pablo quiere exhortar a los hermanos que se acepten mutuamente, a pesar de las diferentes opiniones con respecto al mantenimiento de mandamientos mosaicos y tradicionales. 

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