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La Epístola de Judas

Falsas doctrinas y falsos maestros

Amados, por el gran deseo que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros para exhortaros a que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos, porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.

En estos dos versículos tenemos las circunstancias en que Judas escribió la carta. Había estado tratando de escribir acerca de la fe cristiana por el entusiasmo que produce el hacerlo sobre la salvación que los creyentes verdaderos comparten. Pero aparentemente llegaron noticias de que algunos malvados habían estado difundiendo una enseñanza destructiva. Vino a él una fuerte convicción indicándole que debía escribir acerca de la defensa de la fe. Judas está alarmado por los dos efectos de los falsos maestros: han hecho de la gracia de Dios una excusa para la permisividad y han negado el carácter único de Cristo y su salvación.

¿Cómo fue impulsado a cambiar su tema? No nos da una clara explicación. Debe ser por causa del peligro de la crisis espiritual frente del rebaño de Dios. La pureza de la fe estaba en peligro. Hay otra explicación que debemos considerar: la intervención divina. Puede ser que Judas fue guiado por el Espíritu Santo y se sintió impulsado a levantarse y defender la causa de Cristo ante las amenazas de los falsos maestros. Sus palabras fueron inspiradas por el Espíritu Santo con el fin de instruir a los creyentes verdaderos en la iglesia. Vea expresiones similares en Hechos 17:3; 1 Corintios 9:16; 2 Pedro 1:21.

La fe que nos sustenta

Amados, refleja el afecto pastoral de Judas por sus lectores y la mención de nuestra común salvación lo pone en el mismo plano que ellos delante de Dios (la palabra común también está en Tito 1:4). Además enfatiza que la salvación está al alcance de todos.

La fe implica aquí un cuerpo reconocido de enseñanza, tal como sabemos que surgió de los primeros sermones de Pedro, y comenzó a cristalizarse en expresiones como las de 1 Corintios 11:23–26; 15:3–8; 1 Timoteo 1:15 y 3:16. La fe es algo que se nos ha confiado de una vez para siempre; es algo que hay que defender. Pero hay que recordar que la defensa de la fe puede ser algo costoso. Se trata de una lucha no solo por la pureza de la doctrina sino también por mantener un estilo de vida piadoso.

Encuentre la palabra fe en Hebreos 11 y haga apuntes de lo que la Biblia dice de las verdades de ella.

 

 

 

La fe es tan preciosa que Judas exhorta a los creyentes a que “… contendáis ardientemente…” Contendáis implica un gran esfuerzo. La frase indica que debemos agonizar por causa de la fe o, mejor dicho, que hemos de tomar muy en serio la defensa de la fe. Esta palabra se usa en relación con los participantes de los torneos atléticos. Se necesita un esfuerzo mental para entender y enseñar la Palabra de Dios en forma correcta y un esfuerzo moral para aplicar ese entendimiento a la conducta diaria (1 Pedro 1:13–16; 2 Pedro 1:5–9).

Vale la pena meditar en el significado de esta frase.

Ahora escriba unos pensamientos relacionados al significado ‘contender ardientemente por la fe en su propia vida’. ¿Qué hacemos cuando estamos contendiendo por la fe? Hable con los otros hermanos del tema. Según 2 Corintios 13:5 no es impuesta la necesidad de examinarnos a nosotros mismos.

 

 

 

Más adelante en el versículo 20 en la epístola, Judas exhorta a los hermanos: … edificándoos sobre vuestra fe. La palabra “edificar” unida con “contender” nos recuerda una experiencia en el Antiguo Testamento cuando los israelitas con Nehemías estaban construyendo las murallas de Jerusalén (Lea Nehemías 4). Estaban constantemente alertas al sonido de la trompeta durante el tiempo en que los enemigos trataron de impedir la obra.

En el versículo 4 encontramos el peligro que hizo que Judas dejara a un lado el tratado que estaba a punto de escribir, “…algunos hombres han entrado encubiertamente…”. Aquí tenemos la respuesta a nuestra pregunta: ¿por qué es necesario contender por la fe?

Ponga en sus propias palabras las características y el peligro de las enseñanzas de estos hombres según lo que dice el v.4:

 

 

 

La alusión a la condenación de algunos hombres, sobre los cuales se había escrito desde antes, puede implicar la idea que encontramos también en Gálatas 2:4. Había un grupo de judaizantes haciendo una campaña vigorosa contra la predicación del evangelio. El peligro venía de dentro de la iglesia porque se infiltraban en las iglesias como creyentes verdaderos pero introducían lenta y sutilmente ideas lejanas de la verdad. Si estos hombres eran judaizantes, su intención era convencer a los cristianos de guardar la Ley de Moisés. Enseñaban que guardar la Ley era tan importante como la fe en Cristo.

Judas nos da un resumen de las características sobresalientes. Sus métodos son sutiles, su estilo de vida es inmoral y su doctrina herética. La corrupción de “la fe” se manifiesta en una conducta egoísta y falta de amor, estilos de vida sensuales e inmorales, y doctrinas distorsionadas o engañosas.

Algunos hombres:

  • tuercen las enseñanzas de la Biblia para justificar sus propias opiniones, formas de vida o conducta errónea.
  • se niegan a aprender la doctrina correcta, son susceptibles a las falsas enseñanzas porque no están lo bastante arraigados en la Palabra de Dios.
  • enseñaban que los cristianos podían hacer todo lo que quisieran sin temor al castigo de Dios. Tomaron a la ligera la santidad y la justicia de Dios. Pablo rechazó esa clase de enseñanza falsa en Romanos 6:1–23.

Estos pensamientos representan una filosofía falsa con respecto a la gracia de Dios. Es la creencia de que la gracia de Dios es suficientemente amplia para cubrir cualquier pecado (uno puede pecar cuanto quiere). En otras palabras cuanto más pecara, mayor es la gracia.

Ahora consideramos la última frase: “…y niegan a Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” La traducción podría ser: “…la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro, Jesucristo.” (Nacar-Colunga).

La palabra soberano (griego: despotes) significa “dueño”, “maestro”, “uno que tiene dominio absoluto, autoridad suprema y poder ilimitado que emana del derecho de propiedad”. Despotes incluye sumisión total de nuestra parte a la voluntad de Dios, no como expresión de temor o servidumbre, pero sí una sumisión gozosa y voluntaria. Soberano normalmente se refiere al Padre. Una excepción a esto se encuentra en 2 Pedro 2:1 donde se refiere al Hijo. Si se refiere al Padre, 1 Pedro 1:17 muestra que la creencia en Dios el Padre exige santidad de vida.

Hay que contemplar el significado de las partes en el título empleado en este versículo (Necesitamos una Concordancia de la Biblia).

Busque los siguientes términos en la Concordancia y escriba su sentido en la tabla de abajo:

Título Significado
Soberano

 

Señor

 

Jesús

 

Cristo

 

¿…y que debemos decir de la negación (v.4)? Puede ser que una lectura de la parábola del sembrador nos ayude a entender el peligro de la negación del Señor.
Lea Mateo 13:1-9, 18-23; Marcos 4:1–9, 13–20; Lucas 8:4–8, 11–15.

La semilla cayó: ¿Qué pasó con la semilla? ¿Qué significa?
1. junto al camino
2. en pedregales
3. entre espinas
4. en buena tierra

Ahora hacemos una comparación

Mateo 13:1-9, 18-23. Marcos 4:1-9,13-20 Lucas 8:4-8, 11-15.
Introducción

 

v.3 v.3 v.5
El fruto

 

v.8 v.8 v.8
Parábola(s)

 

v.10 v.10 v.9
El por qué

 

v.17 v.12 v.10
Semilla quitada por…

 

v.19 v.15 v.11

Esta parábola del sembrador, con sus cuatro “escenas”, indica que la respuesta no sólo depende del mensaje del evangelio (es la misma semilla en cada caso), sino también de la buena disposición de los oyentes para recibirla. Las tres áreas improductivas (el camino, los pedregales y los espinos) son interpretadas en los vs.19–22 como representando a diferentes tipos de oyentes:

  • aquellos que simplemente no quieren escuchar,
  • aquellos cuya respuesta es sencillamente superficial, y
  • aquellos que están preocupados con otros intereses.

Las tres son situaciones similares a nosotros hoy en día. Los discípulos, por lo tanto, no deberían estar sorprendidos por las respuestas divididas ante la predicación de Jesús.

Lo que uno cosecha, cualquier cosa, depende de lo que uno siembre. Igualmente con parábolas: el mismo mensaje, como lo ha indicado la parábola del sembrador, ha de recibir respuestas diferentes dependiendo de la receptividad del oyente. Al explicar las parábolas a sus discípulos Jesús les abrió los misterios del reino de los cielos. Tiene su propia lógica que el razonamiento humano no puede penetrar; su verdad debe ser revelada. El ser un discípulo significa asistir a la escuela de la revelación.

Jesús no está diciendo aquí que las parábolas están diseñadas para esconder la verdad y, de esa manera, cerrar la entrada a tales personas al reino de los cielos, sino que, en realidad, no todos tienen la habilidad de penetrar en su significado. Dicha habilidad es algo dada a los discípulos.

Mateo 13:19; Lucas 8:11 La semilla es la palabra de Dios y cae en cuatro clases de tierra: tres áreas improductivas (el camino, los pedregales y los espinos) y tierra buena. Se nota que diablo, Satanás y el malo es la explicación únicamente para la primera área improductiva, el camino. La semilla es devorada inmediatamente por las aves. Jesús nos proporciona una visión muy clara en el significado de las palabras el malo (Mateo), Satanás (Marcos) y el diablo (Lucas). Por implicación, el diablo, Satanás y el malo son intercambiables y llevan el mismo significado en esta parábola. Representa a aquellas personas que, al instante, rechazan la palabra de Dios. El pecado consiste en que, por su propia voluntad, la palabra no tiene autoridad ni valor. Este es el desafío que presenta cualquiera que niega la existencia de Dios o se niega a aceptar la autoridad de Dios.

Lo que pasa con las otras dos áreas improductivas nos explica cómo las condiciones de la vida diaria afectan nuestra fe. La tierra poca profunda que permite la germinación rápida e impide que la raíz se desarrolle completamente representa aquellos que pierden la fe ante la persecución. La tierra llena de cizañas que estrangulan las plantas representa la fe ahogada en medio de las preocupaciones mundanas.

Es importante notar que el diablo (Satanás o el malo) no se implica en el destino de aquellos que se marchitan bajo la persecución ni de aquellos que son ahogados en medio de los placeres mundanos. Jesús no habla del diablo o Satanás como responsable para los pecados de debilidad. Se dedican estos nombres a personificar el pecado más fundamental, el orgullo humano que rechaza la autoridad de la palabra de Dios.

Observemos la reacción de la buena tierra:

Mateo 13:23 …es el que oye y entiende la palabra, y da fruto…
Marcos 4:20 …son los que oyen la palabra, la reciben y dan fruto…
Lucas 8:15 …son los que…retienen la palabra oída, y dan fruto…

Una lección para nosotros

El problema radica en quienes oyendo el mensaje no lo entienden y no lo aplican en sus vidas. Cuando la semilla cae en buena tierra, dará su fruto. De esta manera Jesús aseguró a sus discípulos que, a pesar de las hostilidades y las respuestas inadecuadas, habría una cosecha. Inclusive en la buena tierra hay lugar para alguna variación en el grado de productividad, a ciento, a sesenta o a treinta. En otras palabras, los discípulos no pertenecen a un solo tipo o tamaño, y en el reino de Dios hay lugar para lo ordinario como también para lo espectacular (1 Corintios 3:6-7; Gálatas 3:26-29; Santiago 2:9).

No es meramente el oír la palabra lo que importa, sino la comprensión (Mateo 13:19, 23). De esta manera la parábola del sembrador se prepara para los vs.10–17, donde se hace una distinción aguda entre los oidores que no comprenden las parábolas y aquellos que poseen el deseo para resolverlas. Diciendo de otra manera, consiste en una parábola que encierra otras parábolas. Por lo tanto, es apropiado que concluya en el v. 9 con una apelación a todos nosotros a que nos demos cuenta la forma en que oímos porque de allí depende y se determinará si nuestro discipulado es fructífero.

(Mateo 13:9; Lucas 8:8) “… El que tiene oídos para oír, oiga.”

Estas son palabras sencillas pero con un significado profundo. Son repetidas 15 veces en el texto del Nuevo Testamento.

¡El mensaje para nosotros debe ser importante! (Y también hay que poner en práctica la Palabra que recibimos.)

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