“Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta…”

En las cinco escenas de la infancia de Jesús Mateo 1 y 2 traza el cumplimiento del plan de Dios revelado en las Escrituras. Cubren así la vida temprana de Jesús desde su concepción, pasando por su nacimiento en Belén, su estancia temporal en Egipto, hasta su asentamiento en Nazaret.

Esta sección del Evangelio es una serie de escenas diseñadas para mostrar cómo el propósito de Dios, declarado en el Antiguo Testamento, se estaba cumpliendo. Cada una de las subdivisiones enfoca una cita prominente con una fórmula de cumplimiento: 

“Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta…” (1:22)

“Porque así fue escrito por el profeta…” (2:5)

“Lo que dijo el Señor por medio del profeta …” (2:15)

“Se cumplió lo dicho por el profeta…” (2:17)

“Para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas…” (2:23)

El Antiguo Testamento no sólo cuenta la historia que Jesús completa, sino también declara la promesa que Jesús cumple.

Es erróneo decir que las narraciones de Mateo son el cumplimiento de las predicciones del Antiguo Testamento porque sólo uno de los textos que él cita es, de hecho, una predicción mesiánica reconocida, la de Miqueas 5:2.

La profecía se cumple tanto cuando José y María viajaron a Belén (Miqueas 5:2), obedeciendo el decreto imperial (Lucas 2:1-5), como cuando fueron a Egipto (Oseas 11:1), siguiendo la orden del ángel (Mateo 2.13).

Mateo 2:1-12 La visita de los magos. 

El nacimiento de Jesús cumplía con las profecías de Miqueas 5:2 y 2 Samuel 7:14, que vinculan al Mesías con la familia de David (Mateo 1:6). El capítulo 1 ha dejado en claro esto. Por lo tanto, correspondía que se tributara homenaje real, y esto no sólo de parte de los judíos sino también de los gentiles, porque él es Señor de todos (Mateo 23:16-20). 

1Cuando Jesús nació, en Belén de Judea, en días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos sabios, 2preguntando:—¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarlo.

Los magos

Llegaron a Jerusalén unos “magos”. Su inesperada aparición despertó un interés considerable, del cual Mateo quiere que sus lectores sean participantes; por eso escribe “he aquí”.

¿Quiénes eran estos magos? ¿De dónde vienen? La expresión “del oriente” es más bien indefinida. ¿Vienen de las regiones habitadas por los medas y persas, como algunos piensan, o de Babilonia, como otros afirman?

Los “magos” eran astrólogos que tuvieron una participación prominente en las cortes en muchos países orientales, como consejeros de los reyes. Su discernimiento se derivaba de observaciones astronómicas combinadas con algo así como “interpretación”, como proveen los horóscopos de nuestros días. Por medio de tales cálculos hechos en el oriente (probablemente Mesopotamia, la moderna Iraq) habían concluido que un importante nacimiento real había ocurrido en Palestina, lo que exigió una “visita de Estado”. 

Muchos concuerdan con la idea que los magos venían de Caldea. Por la influencia de Daniel y sus amigos (Daniel 2:2, 10, 27, 48; 5:1) estos magos (sabios) fueron puestos en contacto con el único Dios vivo y verdadero, y, por supuesto, también con la esperanza mesiánica.

La estrella

¿Cuál era la naturaleza de la estrella? ¿Cómo fue que los magos la relacionan con el nacimiento del rey de los judíos?

A la primera pregunta se han dado varias respuestas (Hendriksen, Pág120):

  • Era una estrella genuina en el sentido que el sol es también una estrella.
  • El planeta Júpiter
  • La conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis
  • Un cometa que actuó erráticamente
  • Una luminaria que pendía muy bajo al cielo
  • La estrella del destino, de la esperanza, una estrella que le guía a uno desde el corazón. 

Se puede desechar la última respuesta porque claro que la notable estrella era un objeto físico que se puede ver y observar con el ojo humano (Mateo 2:2, 7, 9, 10)

Añadimos explicaciones naturales de la “estrella”, inclusive la de:

  • un cometa (el de Halley que apareció en el año 12 a.C.), 
  • una nova o supernova (hubo una de prominencia entre el año 5 y 4 a.C. según datos chinos), 
  • una unión planetaria en el año 7 a.C. (la de Saturno y Júpiter hubiera sugerido a los astrónomos babilónicos la idea de un rey en el “país occidental”). 

Uno o más de estos fenómenos pueden haber contribuido a la búsqueda hecha por los magos, sin embargo, el v. 9 sugiere algo fuera de lo común. Los magos observaron un fenómeno inexplicable en los cielos, que de alguna manera interpretaron como una señal (¿La gloria de Dios?) del nacimiento del Rey de los judíos. 

(la estrella probablemente se hace eco de la profecía de Balaam de una “estrella … saldrá de Jacob” (Números 24:17). Hay que recordar otras referencias a la gloria de Dios en Éxodo 14:20 y Isaías 60:1-3,6.)

Herodes

La referencia del v. 1 al “rey Herodes” (Herodes el Grande) haría su visita anterior al año 4 a.C., cuando éste murió y fue sucedido por su hijo Arquelao (v.22).  (Arquelao resultó ser peor que su padre y fue depuesto en el año 6 d.C., y reemplazado por un prefecto romano.) Este episodio no necesariamente ocurrió en forma inmediata después del nacimiento de Jesús, sino dentro de unos dos años (v. 16), de manera que el nacimiento de Jesús fue probablemente alrededor del año 6 a.C. 

La visita de los magos sirve para destacar la identidad real de Jesús (v.11), reafirmar que el Mesías procedía de la ciudad de Belén (v.6), y puntualizar la adoración y la fe de los gentiles (v.8), en contraste con la hostilidad judía (v.3).

Puntos breves para considerar:

v.1 El rey Herodes

Después del asesinato de César, y la guerra civil que se desencadenó, Herodes disfrutó de la confianza de Antonio. Cuando los partos invadieron Siria y Palestina, y colocaron en el trono de Judea al asmoneo Antígono (40–37 a.C.), el senado romano, aconsejado por Antonio y Octavio, dio a Herodes el título de “rey de los judíos”. ¡Se puede imaginar la consternación de Herodes al recibir las noticias de otro “rey de los judíos”! 

  • Herodes no era el heredero del trono de David, y muchos judíos lo odiaban por usurpador. Si Jesús era el verdadero heredero, habría problemas. 
  • Herodes era cruel y, al tener muchos enemigos, vivía temiendo que alguno intentara derrocarlo. 
  • Herodes no quería que los judíos, gente religiosa, se unieran alrededor de una figura religiosa. 

v.2  Los magos preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? 

En todo el Nuevo testamento este título es sólo usado por los gentiles. (Mateo 2:2; 27:11, 29; Marcos 15:2, 9, 12, 18; Lucas 23:3, 37; Juan 18:33, 39; 19:3, (21).

v.4 Les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le respondieron: En Belén de Judea… 

Belén (‘casa de pan’). Hay dos ciudades con este nombre en el Antiguo Testamento. Miqueas 5:2 identifica la ciudad exacta “Pero tú Belén Efrata…”

  1. La afamada ciudad de David. Se encuentra 9 km al sur de Jerusalén. Su nombre anterior era Efrata (Génesis 35:19), y se la conocía como Belén de Judá, o Belén Efrata, para distinguirla de la otra ciudad del mismo nombre.
  2. La segunda Belén se encontraba en territorio zabulonita (Josué 19:15) a 11 km al noroeste de Nazaret. 

v.4 Los principales sacerdotes y escribas

¿Por qué no le adoraron a su rey?

v. 7 “Herodes llamó en secreto a los magos y se cercioró del tiempo exacto en que había aparecido la estrella.”

En esta reunión privada con los magos, ¿Herodes ocultó sus verdaderas intenciones? El no les preguntó: “¿Qué edad pensáis que el niño tiene ahora?” sino: “¿Cuándo fue que apareció por primera vez la estrella?” Naturalmente, mientras más podía saber acerca de su potencial competidor, tal como él lo veía, más fácil le sería identificarlo y darle muerte. (Hendriksen, Pág.130)

v. 11 “Al entrar en la casa, vieron al niño con María…”

Las escenas de la navidad pintan la llegada de los magos. Sin embargo, con la frecuencia se les representa de pie, arrodillados, en compañía de los pastores y en el establo. Obviamente esto es incorrecto. Según el evangelio de Lucas, cuando los pastores llegaron, el bebé todavía estaba en el pesebre (Lucas 2:16). La pequeña familia, José, María y el niño siguen viviendo un una relativa pobreza por lo menos durante 40 días, como es evidente en Lucas 2:22-24; Levíticos 12:2-8. Si los magos, con sus preciosos presentes hubieran llegado dentro de este periodo de cuarenta días, en el día 40 la ofrenda de purificación de María hubiera sido algo mejor que “un par de tórtolas y dos palominos”. Es claro que José y su familia habían dejado ya el establo de la posada. Por eso no está Jesús en el pesebre, ni la familia en el mesón (Lucas 2:7). Habían pasado meses desde la visita de los pastores.

v.11 “Le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.”

Le ofrecieron tres regalos pero no eran necesariamente tres magos. Las tradiciones cristianas sobre los magos los hacen aparecer como reyes (debido a Salmo 72:10; Isaías 49:7) e indican que eran tres (por los regalos). 

Los estudiantes de la Biblia han visto en los regalos, símbolos de la identidad de Cristo y lo que Él podría lograr. El oro era un regalo digno de un rey; el incienso presentado a Cristo se ha interpretado como símbolo de su oficio sacerdotal; la mirra, una especie para un hombre mortal, que iba a morir. Estos regalos pudieron proveer recursos económicos para el viaje de la familia en su regreso a Egipto.

Punto de reflexión

Aquí en Mateo 2 tenemos una ilustración de genuinos dadores. No vacilaron en hacer un largo y difícil viaje (Más de 1.600 Km) para tributar adoración a quien, para la mayoría de la gente, debió ser considerado solamente como un bebé.

Nosotros, tan altamente privilegiados, ¿lo haríamos?

Ecos en la Biblia

La llegada de los dignatarios extranjeros del oriente hacia Jerusalén nos recuerda la visita de la reina de Sabá a Salomón, el hijo de David, trayéndole dones de oro y especias (1 Reyes 10:1–13), como también de las profecías acerca de visitas similares del futuro en Salmo 72:10, 11, 15 y en Isaías 60:1–6 (v. 6 “oro e incienso”).

Mateo 2:13–23 Viajes de su niñez

Lo que resta del capítulo 2 se enfoca en los movimientos geográficos del infante Mesías, desde su lugar de nacimiento hasta Egipto, y luego de regreso a Judea y adelante hacia Galilea, lugar donde se establece y que le da su título, Jesús de Nazaret. 

Esta sección es especial tanto por la frecuencia de las citas-fórmulas (vs. 15, 17, 23) como por los sueños recurrentes por medio de los cuales José fue guiado de un lugar a otro (vs. 13, 19, 22). Ambas características sugieren que la primordial consideración de Mateo era hacer ver que estos cambios de lugar no eran al azar, sino que fueron dirigidos por Dios y predichos en las Escrituras (nótese que cada una de las citas formales en el capítulo 2 contiene el nombre de un lugar: Belén, Egipto, Ramá, Nazaret). ¡Claramente, la geografía importa!

¿Y esto por qué es así? Se podrá encontrar la clave en la reacción de los judíos a la sugerencia de que el Mesías podría ser de Galilea (Juan 7:41, 52), o peor aún, de Nazaret (Juan 1:46). Todos sabían que el Mesías provendría de Belén, una aldea de Judea, por lo tanto ¿cómo podría tomarse en serio a Jesús de Nazaret? A esta objeción Mateo 2 da la respuesta. Jesús por cierto nació en Belén, como era requerido por las Escrituras, pero por medio de unos movimientos dirigidos divinamente y justificados por las Escrituras, al fin, halló su camino a Galilea, para que el Mesías pudiera ser llamado nazareno.

Mateo 2:13-15 La huida a Egipto

Oseas 11:1 habla del éxodo del hijo de Dios, Israel, fuera de Egipto. Mateo así lo emplea aquí en base a su convicción de que el mismo Jesús era el verdadero Israel. Oseas no era una predicción sino una referencia al éxodo pasado.

Dios amó a Israel desde los primeros tiempos de su historia. Fue ese amor el que motivó a Dios a librar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Llama a Israel no tan solo “hijo” sino “mi hijo” (Éxodo 4:22). Los sigue amando por causa de los padres (Romanos 11:28)

Oseas llama a Israel “mi hijo” y Mateo llama “mi hijo” a Jesucristo. Indica que Cristo se identifica con su pueblo. Israel y el Mesías están unidos de modo inseparable.

Mateo 2:16-18 La matanza de los niños

En sus últimos años, la defensa paranoica de Herodes de su trono lo condujo a ejecutar a muchos pretendientes imaginarios, entre los cuales estuvieron tres de sus hijos y su esposa favorita. La muerte de los infantes en Belén estaba dentro del mismo marco. 

Mateo relata la matanza de Herodes de los niños menores de dos años de edad. Relaciona esto con Jeremías 31:15. Este versículo se refiere a los acontecimientos inmediatamente posteriores a la caída de Jerusalén ante los ejércitos de Nabucodonozor (587 a.C.). Esta fue la causa del lamento de Raquel. Jeremías 31 es una imagen figurativa del lamento de Raquel en la época del exilio de sus descendientes. 

El lugar de sepultura tradicional de Raquel cerca de Belén hace que la cita sea apropiada. Los hijos en Jeremías 31:15 fueron los judíos llevados al exilio. De manera que Mateo observa que el exilio de Jesús en Egipto fue seguido de una explosión de dolor y llanto y compara esto con la congoja que acompañó al exilio israelita en Babilonia.  Sin embargo, el resto de Jeremías 31 es un mensaje de esperanza.

Raquel es hija menor de Laban y esposa preferida de Jacob. Fue madre de José y Benjamín. Por muchos años Raquel fue estéril, mientras que su hermana, Lea, tuvo cuatro hijos. Más tarde Dios se acordó de Raquel y ella dio a luz a José (Génesis 29:31–30:24).

Al nacer su segundo hijo, Benjamín, Raquel murió y fue sepultada entre Bet-el y Efrata, lugar identificado en Génesis 33:19 y 48:7 como Belén. 

Como madre de la tribu de Benjamín y abuela de las medias tribus de Efraín y Manasés, Raquel fue una de las que ‘edificaron la casa de Israel’ (Rut 4:11). 

Ramá es el nombre de cuatro ciudades en el Antiguo Testamento.

  1. Una de las principales ciudades de Benjamín, situada en la frontera con Israel (Josué 18:25; 1 Reyes 15:17), probablemente 8 km al norte de Jerusalén, dentro del reino de Judá. Según Jueces 4.5, Débora vivió entre Ramá y Bet-el. Por su posición estratégica, Ramá servía de atalaya. A ella llevaron a los judíos cautivos antes de enviarlos a Babilonia tras la caída de Jerusalén (Jeremías 40:1). 
  2. Ciudad natal del profeta Samuel (1 Samuel 1:19; 2:11).
  3. Pueblo en la frontera de Aser, cerca de Tiro (Josué 19:29).
  4. Ciudad amurallada de Neftalí (Josué 19:36)

Mateo 2:19-23 El regreso de Egipto

“Había de ser llamado nazareno.” El Antiguo Testamento no registra específicamente las palabras “el Mesías sería llamado nazareno”. Muchos eruditos creen, sin embargo, que Mateo se estaba refiriendo a Isaías 11:1 donde la palabra hebrea “vástago” o “rama” es similar a la palabra “nazareno”. Por eso en Isaías 11:1 se le llama “el vástago que retoñará de las raíces de Isaí”. 

Los hombres despreciarían al Mesías y los de Jerusalén menospreciaban a los nazarenos. Un nazareno es un nativo de Nazaret o perteneciente a esta ciudad. En Mateo, Juan y Hechos, a Jesús se le llama nadzoraios, mientras Marcos prefiere nadzarenos y Lucas vacila entre las dos formas, que son entonces equivalentes. 

Después de su resurrección, Jesús mismo se presentó a Saulo como “Jesús de Nazaret” (Hechos 22:28). Después de la ascensión, a los cristianos también se les conocieron como nazarenos (Hechos 24:5),

Sumario

  • Mateo combina cinco escenas de la concepción, el nacimiento y la niñez temprana de Jesús.
  • Relaciona cada uno con una cita de las Escrituras hebreas.
  • El Antiguo Testamento declara la promesa que Jesús cumple.
  • Dios ha declarado su propósito y ha mostrado su compromiso con la redención.
  • Mateo ha mostrado a Jesús con el mundo gentil como el cumplimiento de su propósito de salvación para todas las naciones.

-oo0oo-

Un punto adicional: ¿Quiénes eran los magos?

A. Evidencia no-bíblica

Podemos conjeturar la evidencia no-bíblica a partir de un significado probable de la palabra magoi. Herodoto (I, ci) es nuestra autoridad para suponer que los Magos eran de la casta sagrada de los Medos. Proveían de sacerdotes para Persia y, dejando de lado vicisitudes dinásticas, siempre mantuvieron sobre sus dominios influencia religiosa. 

B. Evidencia bíblica

La palabra magoi frecuentemente tiene el significado de «mago» [magician], tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Hechos 8: 9; 13: 6, 8; también los Setenta en Daniel 1: 20; 2: 2, 10, 27; 4: 4; 5: 7; 11: 15). 

C. Evidencia Patrística

Ningún de los “Padres” de la Iglesia sostuvo que los Magos tenían que ser reyes. Tertuliano (Adv. Marcion., III, xiii) dice que fueron de estirpe real (fere reges), y por eso coincide con lo que hemos concluido en la evidencia no-bíblica.

D. Los nombres

Los nombres de los Magos son tan inciertos como su número. 

  • Entre los Latinos, desde el siglo VII, encontramos ligeras variantes en los nombres, Gaspar, Melchor y Baltasar. 
  • El Martirologio menciona a San Gaspar el primero de Enero, San Melchor el día seis y San Baltasar el once (Acta SS., I, 8, 323, 664). 
  • Los sirios tienen a Larvandad, Hormisdas, Gushnasaph. 

E. El viaje

Al oriente de Palestina sólo la antigua Media, Persia, Asiria y Babilonia tienen un sacerdocio de Magos en el tiempo del nacimiento de Cristo. Los Magos vinieron desde alguna parte del Imperio Parto. Probablemente cruzaron el desierto de Siria, entre el Eufrates y Siria, llegando a Haleb (Aleppo) o Tudmor (Palmyra), recorriendo el trayecto hasta Damasco y hacia el sur, en lo que ahora es la gran ruta a la Meca (darb elhaj, «el camino de los peregrinos»), continuando por el Mar de Galilea y el Jordán por el oeste hasta cruzar el vado cerca de Jericó. 

F. No hay tradición precisa de la denominada tierra “del oriente”. 

  • Según Máximo (Homil. xviii in Epiphan.) es Babilonia; 
  • Según Clemente de Alejandría (Strom., I, xv) y Cirilo de Alejandría (In Is. xlix, 12) es Persia; 
  • Según Justino (Cont. Tryphon., lxxvii), Tertuliano (Adv. Jud., ix) y Epifanio (Expos. fidei, viii) es Arabia.
  • Desde Persia, de donde supuestamente vinieron los Magos, hasta Jerusalén había un trayecto de entre 1000 y 1200 millas. En semejante distancia debieron emplear entre tres y doce meses en camello. Además del tiempo del viaje, emplearon probablemente varias semanas de preparación. Los Magos pudieron haber llegado a Jerusalén un año o más después de la aparición de la estrella.
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