Capítulo 8:
“Por La Palabra De Jehová Fueron Hechos Los Cielos…”
(Salmo 33:6)
En este capítulo examinaremos, aunque brevemente, el uso del vocablo la “palabra” antes de la era cristiana. Algo fundamental en el entendimiento de las palabras es el conocer un poco de la historia de quienes las utilizaron. Generalmente, es aceptado que el lenguaje usado en el Antiguo Testamento por la mayor parte de escritores es el hebreo. También es generalmente aceptado que es ‘bien judío’ y lleno de conceptos, modismos y frases que son vistas como Hebraicas. Los escritores de las Escrituras del Antiguo Testamento hablaron, enseñaron y pensaron desde esta perspectiva.
Hasta el tiempo del Nuevo Testamento, la ‘Palabra’ de Dios era lo que Él había hablado. Todos los pensamientos de las Escrituras eran considerados a través del lenguaje hebreo. Pero algunos cientos de años antes del nacimiento de Jesús ya se estaban experimentando algunos cambios dramáticos en el lenguaje y cultura. Detrás de las escenas, el punto de vista griego se estaba formando.
En el proceso de este estudio inquirimos el término hebreo “dabar” para designar “la palabra”. Mencionaremos la influencia de Filón, el pensador judío – 20 a.C. a 40 d.C.- quien intentó armonizar la filosofía griega y el judaísmo que toma tanto de la tradición interpretativa judía como de la filosofía estoica.
A través de lo que aprendimos de las ideas de los griegos, afirmamos que el Antiguo Testamento es la base principal sobre la cual debemos establecer una comprensión del significado del término griego “logos” en el prólogo de Juan.
Recordemos lo que mencionamos en la “Introducción” de este ensayo del desafío puesto enfrente de nosotros por los interrogantes de la fe de los cristadelfianos. Hemos visto que la gran mayoría, indudablemente, citan el primer capítulo de Juan para probar la verdad de la doctrina ortodoxa de la trinidad. Entonces empezamos este capítulo con una pregunta que nos impide no perder la intención principal de nuestro estudio entero: ¿Hasta qué punto la comprensión del logos por los judaicos-helénicos echa a luz y explica la referencia del logos en Juan 1:1-18?
La pregunta anterior también se puede reformular para ayudarnos a enfocar la investigación específica de este capítulo. Entonces la adaptamos así:
¿Hasta qué punto los lectores originales del prólogo de Juan, familiarizados con la literatura de los judaico-helénicos habrían identificado el logos de Juan 1:1-18 como un supuesto “hipostasis” divino o intermediario personal entre Dios y el hombre?
La importancia de “La Palabra” en Israel (B. Corsani. mercaba.org/DicTB/P/palabra)
El valor que atribuye Israel a la palabra está comprobado por numerosos testimonios. Por ejemplo, Adán da nombre a los animales, con lo cual expresa su superioridad sobre ellos. Las últimas palabras de un moribundo están cargadas de consecuencias, poseen una energía y por eso mismo se recogen y se guardan con cuidado (Génesis 49; Deuteronomio 33; 2 Samuel 23:1-7).
Cuando Salomón sube al trono, le pide a Dios
«un corazón prudente (literalmente: un corazón que escucha) para gobernar al pueblo» (1 Reyes 3:9).
La importancia que se le atribuye al saber escuchar guarda proporción con la importancia de la palabra.
Estas valoraciones caracterizan también a la sabiduría popular:
«Al que responde sin haber escuchado, la palabra le es fatuidad y vergüenza.” (Proverbios 18:13).
En las relaciones del hombre con Dios el escuchar ocupa igualmente un puesto de primer orden:
«No sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor» (Deuteronomio 8:3).
El término técnico con el que el Antiguo Testamento indica la palabra
La Palabra de Dios no es estática, es viva y eficaz (Hebreos 4:12) por medio de ella Dios ha creado todas las cosas. El libro del Génesis nos muestra cómo la Palabra salida de la boca de Dios hace que se cumplan sus órdenes: “Y dijo Dios…” “y así fue…”. En este capítulo identificamos la importancia que tiene la palabra para el pueblo de Israel. Para ellos la palabra está cargada con la fuerza de la persona que la pronuncia o la proclama. La palabra no se acaba cuando se pronuncia; tiene vida propia, permanece eficaz (Isaías 55:1-11).
El término hebreo para designar la palabra es “dabar” que al traducirse al griego (Septuaginta LXX) se dice “logos”. El verbo que de allí se deriva (“dibber”) se utiliza con la misma frecuencia: indica el acto de hablar, y por eso no puede tener un sujeto figurado; por el contrario, el verbo ‘amar (decir) puede tener también como sujeto a la tierra, al mar, a los árboles, al fuego. Cerca de 400 veces (de 4.500) tiene como sujeto a Dios. La construcción “dabar YHWH” (palabra de Jehová) aparece 241 veces, ordinariamente en los escritos proféticos, sobre todo en Jeremías y en Ezequiel.
A veces se ha creído posible fundamentar la importancia de la palabra en Israel en la raíz de “dabar”; se ha relacionado este término con “debir”, la cámara sagrada, mencionado en 1 Reyes 6:5, 16, 19, 22; 7:49; 8:6, 8 y en Salmo 28:2 (donde se traduce por «templo»), para indicar el otro lado, es decir, la parte posterior y más secreta del templo.( B. Corsani. mercaba.org/DicTB/P/palabra)
Según El Nuevo Diccionario Certeza:
“En el AT “la palabra (dabar) de Dios” se usa 394 veces para hacer referencia a una comunicación divina que llega a los hombres de parte de Dios en forma de mandamiento, profecía, advertencia o aliento. La fórmula usual es “vino (literalmente: “ fue”) palabra de Yahvéh a …”, pero a veces la palabra es “vista”, como si fuese una visión (Isaías 2:1; Jeremías 2.31; 38.21). La palabra de Yahvéh es extensión de la personalidad divina, investida con autoridad divina, y debe ser escuchada por ángeles y hombres (Salmo 103.20; Deuteronomio 12.32); permanece para siempre (Isaías 40:8), y una vez pronunciada no puede volver sin que se cumpla (Isaías 55:11). Se la usa como sinónimo de la ley de Dios en Salmo 119, único lugar donde se hace referencia a ella como mensaje escrito en lugar de hablado. (Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza )
El concepto hebraico de la palabra de Dios era la convicción de que Jehová reveló él mismo inmediata y directamente a su pueblo a través de la inspiración de la profecía y las visiones. Esta creencia es fundamental en la religión de las escrituras del Antiguo Testamento.
El término puede indicar “asunto”, como en Génesis 12:17, donde se dice que Dios azotó al faraón con plagas “por causa [por el asunto] de Sarai”. Un uso más específico de este son las “crónicas” (dabar) de los acontecimientos en la historia de Israel (1 Reyes 14:19) o “los hechos” de un personaje en particular (1 Reyes 11:41; Génesis 15:1).
“Dabar” se puede usar como un término más general, con el sentido de “algo”. Así, en Génesis 24:66 la expresión “todo” quiere decir literalmente “todo acerca de algo”. No se refiere a alguna cosa en particular, sino que es una generalización que toca sobre “algo” indefinido.
Como hemos visto, “dabar” se puede traducir de diferentes maneras, pero en esencia significa: palabra hablada, orden, acto o cosa. Moisés emplea “dabar” al referirse al mandamiento de Dios para su pueblo de que debe amarlo y guardar sus mandamientos (Deuteronomio 30:14-16).
La Palabra de Dios es poderosa y tan efectiva como el actuar de Dios. Dios asegura que lo que Él dice, realmente ocurre (Jeremías 1:12) y su palabra dinámica y profética siempre cumple su propósito. Resulta llamativo que los escritores del Antiguo Testamento emplearan la palabra “dabar” en el sentido de hechos o actos de Dios tanto como de sus palabras. Se nota como la Escritura usa fuertemente el lenguaje para determinar claramente que la Palabra es el medio por el cual Dios comunica y ejecuta sus intenciones.
Alabanza al Creador
Referencia al salmo que encabeza este capítulo comienza como el anterior salmo terminó: “Alegraos…en Jehová” (Salmo 32:11; 33:1). En el Salmo 32, la alegría se debe al perdón de los pecados (vs. 1-2). En este salmo, la alegría se debe a que Dios es el Creador (vs. 4-9), y el que gobierna sobre Su creación (vs. 10-17). Los que confían en Él serán librados de la muerte (vs. 18-22). Dios es adorado como el Creador y como un Soberano providencial. El es alabado por Su gracia majestuosa e inigualable. Ahora en el versículo 4, de este Salmo 33, leemos:
«Porque recta es la palabra (dabar) del Señor y toda su obra es hecha con fidelidad».
Aquí destacamos la mención de la Palabra de Dios y las obras de Dios, que constituyen una referencia a Sus obras creativas. Y dice el versículo 6:
«Por la palabra (dabar) del Señor fueron hechos los cielos; y todo el ejército de ellos, por el aliento de su boca».
La doctrina de la creación de Dios es fundamental en la Biblia. Según el salmista, todo el universo fue hecho por Dios:
- Los Cielos (v. 6).
- Los Mares (v. 7)
- La Tierra (vs. 8-9)
Observamos la declaración en el versículo 4 que la palabra de Dios es “recta” (La palabra aquí tiene el sentido de “rectitud moral” (Éxodo 15:26). Por lo tanto, todo lo que Él hace, lo hace “con fidelidad”. El término en hebreo (‘emuna’) significa “firmeza” (Éxodo 17:12); pero en este caso, es “firmeza moral” o “integridad” (Deuteronomio 32:4, donde la palabra “verdad” es la traducción de “emuna”. Porque Dios es íntegro, Él ama “justicia y juicio” (v. 4).
La palabra de Dios no sólo es locución, es acontecimiento, por eso se habla frecuentemente de que la palabra de Dios sucede. Es una palabra eficaz, creadora (Génesis 1:3; Ezequiel 37:9), es, ante todo, palabra reveladora y salvadora. Por eso la respuesta humana es obediencia y fe.
Existen algunos textos que personifican de algún modo la palabra de Dios en los salmos:
“Su palabra envió para sanarlos” (Salmo 107: 20),
o en los profetas:
“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11).
Pero donde se muestra una tendencia mayor a la personificación de la palabra es en los libros Sapienciales. Esta palabra viene en forma de sabiduría, es como la palabra interior de Dios:
“Jehová me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra.” (Proverbios 8: 22-23).
“Por la Palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca… porque Él dijo y fue hecho, Él mandó, y existió” (Salmo 33:6, 9).
Génesis 1:2 nos dice que al principio todo estaba en tinieblas, y además estaba desordenado y vacío. Pero a partir del versículo 3, vemos a Dios hablando y diciendo: “Sea la luz, y fue la luz”. Todo el resto de Génesis 1 nos muestra a Dios pronunciando su Palabra para traer orden y para traer vida, siendo frecuente la frase: “dijo Dios”. Así, siempre que en Génesis leemos que Dios creó algo, se hace énfasis en que Él pronunció su Palabra para traerlo a la realidad (Génesis 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26). La confirmación de estos hechos se encuentra en las declaraciones del Nuevo Testamento:
“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:2).
“…en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste” (2 Pedro 3:5).
“Dabar” referido a Dios, es Dios en su acción reveladora. Es Dios hablando, actuando o revelándose a sí mismo.
“¿No es Mi Palabra como fuego, dice Jehová, y como una maza que quebranta la piedra?” (Jeremías 23:29).
“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11).
“Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor (Ezequiel 12:25).
En el Antiguo Testamento, el concepto de La palabra de Dios expresa la comunicación de la mente y de los propósitos de Dios al hombre por medio de su auto-revelación. La fórmula clásica en la que el Antiguo Testamento expresa esta verdad, es: “Palabra de Jehová que vino a…” (Jeremías 7:1, Oseas 1:1, Joel 1:1, Miqueas 1:1, Sofonías 1:1), o “vino Palabra de Jehová a…” (1. Samuel 15:10, 1. Reyes 18:1, 1. Crónicas 17:3, Isaías 38:4, Jeremías 28:12, Ezequiel 1:3, Jonás 1:1, Hageo 1:1, Zacarías 1:1). Dios se expresó por medio de una voz audible (Génesis 8:15, 17:3, Éxodo 6:2, Josué 1:1), por visiones o sueños (Génesis 46:2, Ezequiel 1:1, Daniel 4:5) y por la Palabra Escrita (Deuteronomio 30:10; 2 Reyes 18:12; Jeremías 44:23; Daniel 9:10). En el pensamiento judío, la Palabra de Dios no solo decía, sino que también hacía, de tal forma que la Palabra de Dios hace lo que El quiere.
Un ejemplo de “paralelismo”
Según lo que leemos, sugerimos que el salmista, el profeta y el autor de la sabiduría están pensando en la palabra de Jehová como el propio Jehová que actúa en la creación, en el juicio y en la salvación. Cuando Jehová habla, actúa. El siempre cumple Su propósito. Estas referencias bíblicas son ejemplos de la figura de ‘la personificación’. En ninguna manera consideramos estas referencias a la palabra de Dios como una persona – la segunda persona de la trinidad.
En otros pasajes aprendemos que hay maneras diferentes de hablar del hecho del Dios que crea, revela o salva. Por ejemplo, en los dos versículos siguientes comparamos ‘la palabra’ con el aliento (o espíritu) de Dios.
En el Salmo 33:6.
‘Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército del ellos por el aliento de su boca.’
El Salmo 147:18.
‘Enviará su palabra y los derretirá; soplará su viento y fluirán las aguas.’
Un ejemplo de ‘paralelismo’ entre las palabras espíritu, palabra y sabiduría se encuentra en esta referencia del libro apócrifo, Sabiduría 9:1-2, 17.
‘Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas y en tu sabiduría formaste al hombre para que dominase sobre tus criaturas…¿Quién conoció tu consejo si tú no le diste la sabiduría y enviaste de lo alto tu espíritu santo?”
En estos versículos se encuentra expresiones alternativas de hablar sobre el poder eficaz de Dios acerca de Su relación activa con Su creación.
¿Qué de Filón?
Filón (el pensador judío – 20 a.C. a 40 d.C.) intenta armonizar la filosofía griega y el judaísmo que toma tanto de la tradición interpretativa judía como de la filosofía estoica. Acepta de algún modo el logos de los estoicos, pero lo judaíza identificándolo con la Sabiduría. Por eso usa la especulación acerca de la Sabiduría personificada que acompañó a Dios desde la creación. Aunque tiene la fe en la creación, habla de un Logos previo, como una idea original, del tipo de Platón, que es anterior a la realidad de este` mundo. Para Filón esta idea es el Logos. El logos, afirma Filón, es el más antiguo de los seres; es el hijo primogénito de Dios; es la imagen de éste. El Logos, sin embargo, es inferior a Dios, se halla en la frontera que separa la creación de lo creado. El Logos de Filón no es, como para los estoicos, Dios mismo. Filón depende de los textos sapienciales al hablar de su Logos: Éste «es imagen de Dios y mediante él todo el mundo ha sido hecho»». El Logos de Filón penetra el mundo y de modo especial el alma del sabio.
No hay ninguna duda sobre la importancia de la palabra ‘logos’ para Filón. La usa más de 1400 veces en sus escritos. (Dunn, 1989, p. 220). Filón habla de Logos como si fuera un ser realmente distinto de Dios, que actúa como un intermediario entre Dios y el mundo. Fundamentándose en las Escrituras y en la tradición judía, Filón creía que antes de la creación del mundo Dios hizo ciertas cosas incorpóreas de las cuales se sirvió como modelo para crear las cosas corpóreas de nuestro mundo creado (Wolfson, 1969, p. 311). Identificó esta creencia suya con la teoría platónica de las Ideas aunque advirtió en Platón afirmaciones contradictorias en relación con el origen de las Ideas.
Según lo que Filón encontró en Salmo 33:6 “Por la palabra fueron hechos los cielos…” concluyó que el Logos era la sede del mundo inteligible de la Ideas por la cual fue creado el mundo. Wolfson explica más (ibid.): “Filón dice del Logos que es anterior (más antiguo) a todas las cosas creadas, y, del mundo inteligible, que es más antiguo que el mundo visible. De ambas proposiciones puede deducirse que, según Filón, el Logos, y el mundo inteligible de Ideas en su interior, entraba en su segunda fase de existencia mediante un acto de creación semejante a aquel por el cual llegaba a existir el mundo visible. Por tanto cuando Filón describe el Logos como ‘primogénito’ de Dios, debe interpretarse que para él tiene el mismo sentido que cuando aplica el nombre de ‘hijos de Dios’ a los seres humanos que siguen el camino del bien. Filón emplea dicha expresión no en el sentido de ser engendrado por Dios, sino en el de ser creado por Él.”
El pensamiento de Filón puede describirse como una síntesis de las vistas del mundo platónica y estoica con la monoteísta judía. De Platón hay la vista del mundo de formas de realidades eternas o ideas que están completamente separadas del mundo que percibimos por nuestros sentidos y qué sólo puede conocerse en la mente. Del Estoicismo la idea de razón divina viene inminente en el mundo, también penetrando todas las cosas y presente en el hombre – el logos seminal – así ese hombre más alto bueno es vivir de acuerdo con y por asentimiento a esta razón divina. Los estoicos mantenían que la forma suprema de conocimiento no viene por el pensamiento, sino por lo que ellos llamaban ‘impresiones irresistibles’, una convicción que se apodera de la persona como si alguien le hubiera puesto la mano en el hombro para arrestarla (Barclay, 1995, p.230).
Entonces las ideas platónicas se entienden como pensamientos en la mente de Dios – el plan en la mente del arquitecto divino. En el Estoicismo, la razón divina es Dios y más allá de eso no hay nada superior. Para Filón más allá del Logos hay siempre Dios. Puesto que Dios es absolutamente trascendente y puesto que Filón le concibe como un ser impasible, la relación entre Dios y el mundo requiere otros seres intermedios, explica González (1992, p. 44) según la interpretación tradicional de la posición de Filón. El principal de estos seres es el Logos o Verbo, que fue creado por Dios antes de la creación del mundo. Este logos es la imagen de Dios y su instrumento en la creación. En él están las ideas de todas las cosas – en el sentido platónico del término ‘idea’ – de modo que viene a ocupar el lugar demiurgo de Platón. Además, como hemos visto, Filón incorpora a su doctrina del logos ciertos elementos estoicos de modo que identifica también al logos con razón que constituye la estructura de todas las cosas.
Un paso fatal
El siguiente comentario sobre la enseñanza de Filón es tomado del estudio de Buzzard (Págs.129-130). El desarrollo subsiguiente del pensamiento Trinitario fue estimulado por un malentendido de la noción Hebrea del vocablo “palabra”. Hans Wendt de Jena somete el problema a un análisis agudo. El demuestra que cuando la “palabra” es comprendida en un sentido Hebreo como la obra creativa de Dios —basado sobre su consistente aparición en ese sentido en el Antiguo Testamento— no hay justificación en absoluto para pensar que Juan quiso decir:
“En el principio era el Hijo de Dios co-eterno y el Hijo estaba con el Padre y el Hijo era Dios.”
Semejante interpretación meramente confunde el gran principio central de toda revelación de que Dios es una persona singular. Si la Palabra es el Hijo en una condición pre-humana, entonces ambos Padre e Hijo tienen el derecho igualmente de ser considerados como la Deidad suprema. Este desarrollo, sin embargo, dio un fatal golpe al monoteísmo de la Biblia Hebrea, ese monoteísmo que Jesús había públicamente confirmado (Marcos 12:28, 29) en la presencia de ambos, un teólogo inquisidor y su propio círculo de discípulos. Si la “palabra” en Juan 1 es tomada para que signifique “la palabra de Dios,” es claro que Juan tuvo en mente la palabra creativa de Génesis 1:1-3, Salmo 33:6,9; 119:103-105. Un paso fatal fue tomado, dice el profesor Wendt, cuando la “palabra” del prólogo de Juan fue entendida, no en términos de su antecedente Hebreo, sino en el sentido Alejandrino y Filónico como un intermediario entre Dios y el hombre. Profesor Wendt explica (System der Christlichen Lehre Pt.2. ch. 4, 353, 354):
“Las oraciones de apertura del Evangelio de Juan, las cuales podrían sonar como la filosofía de Filón, podrían ser entendidas por un Judío o Cristiano educado sin ninguna referencia a Filón. Por lo tanto no deberíamos discutir en base al significado que le dio Filón a la “palabra” como una hipostasis de que Juan también quiso significar por la “palabra” una personalidad preexistente. En el resto del Evangelio y en 1 Juan, la “palabra” nunca debe ser entendida en un sentido personal…ella significa en cambio la “revelación” de Dios la cual anteriormente había sido dada a Israel (10:35), ha venido a los Judíos en la Santa Escritura (5:38) y la cual ha sido confiada a Jesús y entregada a sus discípulos (8:55; 12:48; 17:6,8, 14,17; 1 Juan 1:1) y la cual sería ahora preservada por ellos (1 Juan 1:10; 2:5,14). La forma un poco personificante en que se habla de la palabra como viniendo a este mundo (1:9-14) es típica del estilo personificante de las referencias a la palabra del Antiguo Testamento (Isa. 55:11; Sal. 107:20; 147:15; cp. 2 Tes. 3:1). No puede ser probado que el autor del prólogo creyó que la palabra era una persona real. Sólo del Jesús histórico y no de la palabra original se dice que es el Hijo (Juan 1:14,18). Pero en este Hijo moró y obró la revelación eterna de Dios.”
El profesor Wendt prosigue para señalar que la aparente conexión de Juan con Filón no deberá ser explicada por su adopción de la idea filosófica de Filón acerca de la palabra. El hecho es que el Apóstol está tratando de refutar la intrusión de la filosofía de Filón por los representantes de la escuela Alejandrina quienes previamente se opusieron a la verdad con sus especulaciones (Hechos 18:24-28).
Juan les dirigió su prólogo a ellos. La ironía de la historia es que la ortodoxia eventualmente cae por la misma verdadera especulación filosófica. Propusieron un “segundo Dios” preexistente, y usaron a Juan para apoyar esta partida del monoteísmo. Las traducciones modernas del prólogo con su Palabra con P mayúscula y el uso de pronombres masculinos para logos son un permanente testimonio de la filosofía griega Filónica la cual ha confundido la fe Hebrea del Nuevo Testamento. Juan ha sido retorcido y malentendido y la víctima fue el monoteísmo unitario de Jesús y sus seguidores (Juan 5:44; 17:3).
Un resumen
La palabra emanada del pensamiento, la cual le da forma material a las cosas aun escondidas o secretas en el pensamiento, cuando esta se pronuncia audiblemente. Antes no se puede saber lo que alguien piensa o quiere. Existe la palabra hablada, actuada y la palabra escrita:
Se le llama Palabra oral o hablada cuando nos comunicamos por medio de gesticulaciones con sonidos que pronuncian frases en determinado idioma, utilizando las cuerdas vocales las cuales trasmiten, a quien las escucha, el pensamiento y sentimiento o intenciones de quien las pronuncia.
La palabra actuada es aquella que se expresa por medio de señas, gestos y movimientos sin sonido.
Palabra escrita, cuando simplemente se forma en caracteres de escritura esas expresiones que bien pueden ser interpretación de lo escuchado o vivo reflejo de lo pensado. De todas formas en la escritura se refleja la intención del pensamiento.
Ninguna escritura se puede producir sola, siempre está sujeta al pensamiento de su autor. Podemos decir que la palabra es la consecuencia de poner en acción tangible (palpable, entendible o audible) el pensamiento.
El “dabar” existe desde siempre en la naturaleza misma de Dios, desde antes de los cielos y la tierra y el hombre. El “dabar” (la palabra) nace cuando Dios la pronunció, para crear los cielos y la tierra. Cuando el Creador materializó su pensamiento. Nada de lo que ha sido hecho se hizo sin el “dabar”.
Según la enseñanza bíblica, Dios creó el mundo de la materia, pero los filósofos griegos no podían aceptar esto. Pues sostenían que Dios no puede tener contacto con la materia que es el origen de todo mal. Por lo cual, Filón colocó un mediador entre Dios y el mundo. Este mediador se halla en el Logos (Boer, 2001, p. 25). En cuanto al carácter de este Logos es un ser distinto e inferior a Dios. Se halla dentro de un marco de referencia que afirma la trascendencia absoluta de Dios y que niega por tanto su relación directa con el mundo. Según Goodenough la religión de Filón es en realidad una religión de misterio que dista mucha de la religión que se practicaba en Palestina en su tiempo. (González, 1995, p. 45).
Todo esto se halla lejos del pensamiento del Cuarto Evangelio y resulta ajena al pensamiento bíblico. Sin embargo, hay que recordar que el período helenista se caracteriza por su deseo de conciliar ideas religiosas diferentes. Notamos que el pensamiento que florece dentro de este ambiente jugó un papel importante en el esfuerzo de los padres de la iglesia para explicar la relación de Cristo con Dios.