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“Jesús Es El Cristo, El Hijo De Dios”

Capítulo 3: "Según El Camino Que Ellos Llaman Herejía"

Capítulo 3:

«Según El Camino Que Ellos Llaman Herejía»

(Hechos 24:14)

En este capítulo empezamos una investigación sobre las diferentes posiciones ideológicas y conceptuales mencionadas en el capítulo anterior. Concretamente lo hacemos con referencia a la palabra ‘herejía’, considerada como una manera de pensar. Es un término neutral sin necesariamente ninguna connotación peyorativa. Sin embargo, encontramos advertencias en el Nuevo Testamento contra falsos profetas entre el pueblo, falsos maestros que introducirán, encubiertamente, herejías destructoras.

Las doctrinas respecto de la persona de Cristo constituyen lo que se llama la ‘cristología’. Esta es una disciplina que fue de primordial importancia en los primeros siglos del cristianismo y que ocuparía la mayor parte del pensamiento cristiano, junto con la doctrina de la trinidad.

Era inevitable que las opiniones individuales diesen nacimiento a escuelas de pensamiento en el proceso del desarrollo de la teología de la ‘Iglesia’. Evidentemente, a cualquier persona que no estaba de acuerdo con las formulaciones de aquella ‘Iglesia’ se le consideraba un hereje.

Desde las primeras décadas del primer siglo, la iglesia cristiana tuvo que luchar contra las interpretaciones erróneas del verdadero cristianismo que introducían algunas personas. La existencia de esta diversidad de doctrinas se manifiesta en el Nuevo Testamento, cuyos escritores se esforzaron por detenerlas.  Recordamos las palabras de Jesús poco antes de su crucifixión cuando habló de la destrucción del Templo en Jerusalén.  Antes del 70 d.C., muchos rebeldes nacionalistas se denominaron a sí mismos líderes del pueblo de Dios, usurpando así el lugar de Jesús como el Mesías. Por eso Jesús les dijo a sus discípulos:

“Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.” (Mateo 24:4-5).

Después de su ascensión a los cielos, se formaron grupos de fieles a su doctrina y recibieron el mismo consejo de los apóstoles.  Por ejemplo, Pablo escribió a la iglesia en Galacia:

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.” (Gálatas 1:6-7).

Algunos cristianos judíos, descontentos con la forma en que Pablo invitaba libremente a los gentiles a venir a Dios, habían comenzado a visitar las iglesias que él había establecido. El propósito de ellos era ‘judaizar’ a los creyentes gentiles; persuadirlos que, después de creer en Cristo, debían dar un paso más y convertirse en judíos por medio de la circuncisión. El Apóstol consideraba que estos judaizantes no eran simplemente cristianos errados sino peligrosos y falsos maestros.

Encontramos el mismo tema en su discurso de despedida en Mileto cuando dijo:

“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismo se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.” (Hechos 20:29-30).

Dejando su propia historia y futuro, Pablo pasó a discutir el papel de los líderes de la iglesia, aunque continuó usando su propia conducta como ejemplo. En este contexto, se refirió al tema de los falsos maestros. Si la iglesia era un rebaño y los líderes eran sus obispos (“pastores”) entonces los falsos maestros serían como lobos rapaces. Pablo advirtió que estos falsos maestros entrarían a la iglesia, pero también que algunos surgirían de entre vosotros mismos. Pablo dijo que sabía que eso había de ocurrir después de su partida, pues también había ocurrido durante su vida y quizá incluso en Éfeso. Así, por tres años (contando un tercer año parcial) les había advertido hasta con lágrimas. (La palabra que se traduce a veces como obispos probablemente no deba ser tomada como si ya fuera un término técnico, dado que en otras partes estas personas son llamadas “ancianos”. En el tiempo en que fue dado este discurso, probablemente los términos eran intercambiables.)

Pocos años después tendría que escribir a Timoteo advirtiéndole con más énfasis:

 “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán a casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad…” (1 Timoteo 4:1-3).

Aquí, hay otra predicción acerca de los falsos maestros que van a venir en los últimos tiempos (posteriores a la época del Apóstol). Notamos que el Espíritu es el revelador de ellos (Juan 14:25). El Espíritu trae a la mente las enseñanzas de Jesús. Pablo mismo había sido previamente conducido por el Espíritu para anticiparse a los falsos maestros. Lo que se dice acerca de la falsa enseñanza aquí es triple.

  • Primero, viene a través de agentes hipócritas. Ellos están propagando falsedad en lugar de verdad, aunque la sugerencia es que creen que están promocionando la verdad. Sus conciencias están tan endurecidas que ya no pueden distinguir entre las dos.
  • La segunda característica es la prohibición del matrimonio, y
  • La tercera es la insistencia en la restricción de ciertos alimentos.

Estas características eran comunes entre los grupos que exaltaban el valor de la abstinencia como un medio de salvación. La respuesta que Pablo les da es un enérgico reproche a aquellos que rechazan lo que Dios ha establecido. El matrimonio es una ordenanza de Dios y los alimentos son provistos por el Creador. Los creyentes deberían recibirlos con todo agradecimiento.

También el apóstol Pedro escribió en su segunda carta:

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre si mismos destrucción repentina.” (2 Pedro 2:1).

Los falsos profetas son peligrosos en tres sentidos: su método es oculto y lleva por sendas vergonzosas, desprestigiando la fe; su enseñanza es una negación completa de la verdad; y su destino es la destrucción tanto de sí mismos como de sus seguidores.

Estos falsos maestros suponían que el conocimiento es superior a la práctica, por lo que argumentaban que no tenía importancia cómo se comportaban los cristianos, ya que la gracia perdonaría todos los pecados, sin considerar su gravedad. Los autores del Nuevo Testamento condenaron unánimemente ese criterio. “El camino” era un nombre para identificar a los seguidores de Cristo (Hechos 9:2). En 1 Pedro 3:16 y 4:3–5, Pedro enfrentó el hecho de que los cristianos ortodoxos serán perseguidos por su buena conducta. Ahora se duele de que la inmoralidad de las sectas cristianas hará que la verdadera fe, el camino, sea difamado.

No se puede pasar por alto estas advertencias, aunque han transcurrido casi unos dos mil años desde el tiempo cuando se escribieron estas palabras.  Ningún seguidor de Jesucristo quiere ser engañado por las doctrinas ni de los falsos profetas ni de los falsos maestros. Hay que ser vigilantes como los creyentes en Berea (Hechos 17:11). Por eso empezamos nuestra vigilancia siguiendo con una mirada al Nuevo Testamento y durante los capítulos siguientes les presentamos una investigación con respecto de una defensa de la fe durante los primeros cinco siglos de la era cristiana.

Herejes en el Nuevo Testamento

La palabra ‘herejía’ (griego: hairesis) significa ‘manera de pensar o de obrar; sistema, plan, escuela, partido, secta’. Es un término neutral sin necesariamente ninguna connotación peyorativa. Por ejemplo, los filósofos son libres de seguir con su manera  particular de pensar o interpretar.  Muy tempranamente, sin embargo, adquirió unas connotaciones peyorativas. La idea de ‘heterodoxia’ que significa un desacuerdo con los dogmas de una fe o los principios de una norma o doctrina que la mayoría considera cierta, ha llegado a ser íntegra en el sentido de la palabra herejía. Encontramos entonces dos posiciones principales: la ortodoxa y la heterodoxa. Aquellas personas que guardan opiniones diferentes de la mayoría son consideradas como heterodoxas. Hoy en día se ha ampliado el significado de la palabra ‘herejía’. La palabra “…encierra el concepto de error, desviación o enseñanzas de doctrinas que van contra un programa de fe, ya estructurado, o bien sometido a examen y finalmente aprobado con una definición de base inmutable….La palabra ‘herejía’ (griego: hairesis) significa

“manera de pensar o de obrar, sistema, plan, escuela, partido, secta” (Pabón de Urbina, J.M., (1967).  Diccionario Manual Griego)

Aunque las cartas de Pablo y Pedro nos hacen ver el vigor con que se opusieron interpretaciones erróneas de su fe, leemos como la gente acusó a Pablo mismo de herejía. Eso lo vemos durante la defensa del apóstol Pablo ante Félix, el gobernador. El sumo sacerdote Ananías y algunos de los ancianos le acusaron a Pablo así:

“Hemos hallado que este hombre es una plaga, promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta (hairesis) de los nazarenos.” (Hechos 24:5).

Luego de este discurso, Félix dio a Pablo permiso para responder. Entonces le dijo:

“Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía (hairesis), así sirvo Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas.” (Hechos 24:14).

Según el punto de vista de los judíos, lo que Pablo predicaba era considerado herejía. Sin embargo, Pablo establece aquí, en su defensa, que no hay nada extraño en lo que predica debido a que está completamente en armonía con la Ley y los Profetas. No obstante, su predicación del Mesías (Jesucristo) resucitado no cumplió con la doctrina de la mayoría, la ‘ortodoxa’, profesada entre los Saduceos ni con la doctrina de los Fariseos.

La palabra ‘herejía’ aparece en el Libro de los Hechos también en otras ocasiones. Una vez se refiere a los saduceos, pero se nota que la palabra griega ‘hairesis’ ha sido traducida como ‘secta’ en la versión Reina-Valera (1995):

“Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos.” (Hechos 5:17).

Vamos más adelante en el Libro de los Hechos y encontramos la misma palabra. Esta vez se refiere a los fariseos:

“Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.” (Hechos 15:5).

Entonces, según lo que acabamos de leer, un hereje es una persona que no está de acuerdo con los dogmas de la religión aceptada por otro grupo de personas. No hay que leer mucho del Nuevo Testamento para darse cuenta de las diferentes opiniones de los diversos grupos – los escribas, los fariseos, los saduceos y los nazarenos.

Doctrinas de la cristología

Como hemos explicado anteriormente, las doctrinas respecto de la persona de Cristo constituyen lo que se llama la cristología. Esta es una disciplina que fue de primordial importancia en los primeros siglos del cristianismo y que ocuparía la mayor parte del pensamiento cristiano, junto con la doctrina de la ‘trinidad’ – del Dios trino –. Este pensamiento dogmático fue parcialmente definido por la mayoría en el Concilio de Nicea del 325 d.C. Evidentemente, según la definición de ‘hereje’, cualquier persona que no está de acuerdo con este dogma ‘ortodoxo’ es un hereje.  No queda lugar a dudas cuando leemos el edicto de Nicea:

“…Aquellos que dicen: hubo un tiempo en el que Él (Jesucristo) no existía, y Él no existía antes de ser engendrado; y que Él fue creado de la nada (ex ouk onton); o quienes mantienen que Él es de otra naturaleza o de otra sustancia [que el Padre], o que el Hijo de Dios es creado, o mudable, o sujeto a cambios, [a ellos] la Iglesia Católica los anatematiza.”

Regresamos al Nuevo Testamento para identificar de donde provienen estas diferentes posiciones. Por ejemplo, leemos los siguientes textos – Mateo 27:50; Marcos 10:18; Juan 11:35; 14:28; 19:28 – y preguntamos: ¿Cuál es el significado de estas referencias? ¿Qué piensan de Cristo? ¿Según estos textos, ese Jesús era un hombre bueno pero no Dios? ¿Es él realmente un ser humano a quien Dios dio atributos divinos?  ¿Era él un hombre notable a quien se atribuyeron cualidades divinas por parte de sus discípulos y por los creyentes susceptibles de ser impresionados?

Examinamos las siguientes referencias – Lucas 9:20; Juan 1:1; 10:30; 14:9; 20:28; Colosenses 1:15 – y otra vez surgen las preguntamos: ¿Significan estos textos que Jesús era de hecho Dios y que Dios mismo asumió carne (se encarnó) sufrió y se murió? ¿Estaba Dios en Cristo? ¿Parecía Cristo sólo ser un hombre, parecía sufrir, parecía morir?

Muchos años antes del Concilio de Nicea se pueden encontrar numerosas respuestas limitadas a estas preguntas y también diversas doctrinas. En efecto, una de las interpretaciones más tempranas de la cristología fue llamada ‘Docetismo’. Es una palabra derivada del griego dokein que significa ‘parecer’.

Por consiguiente, el docetismo enseñó que Jesús solo parecía humano, parecía sufrir, llorar, tener sed, sudar en agonía y morirse. Su cuerpo no sería un cuerpo real sino una apariencia de cuerpo. Según la versión docética de la muerte de Cristo en la cruz, era ese Simón de Cyrene quien fue obligado a ayudar a Jesús a llevar la cruz a quien realmente le crucificaron en lugar de él (Incluso el filósofo gnóstico Basílides afirmó, para explicar el traslado de la cruz, que fue Simón de Cirene y no Cristo quien la cargó.)  Es interesante notar que el Islam honra a Jesús como un gran profeta, pero todavía se ha conservado este punto de vista docético que enseña que Jesús escapó de sufrir en la cruz.   [Sura 4:157-158:

“y por haber ellos [los Judíos] dicho [alardeando]: «Hemos dado muerte al Ungido, Jesús, hijo de María, el enviado de Alá», siendo así que no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció así. Los que discrepan acerca de él, dudan. No tienen conocimiento [seguro] de él, no siguen más que conjeturas. Pero, ciertamente no le mataron,158sino que Alá lo elevó a Sí. Alá es poderoso, sabio ”.

Abdullah Yusuf Ali, “El Significado del Santo Corán” (“The Meaning of the Holy Qur’an”), Décima Edición. (Beltsville, MD: Amana, 1999), 235-36.]

Otra enseñanza temprana era eso del ‘Ebionismo’. En hebreo también son llamados ‘nazarenos’ a causa de su ideal de una vida pobre. Aceptó a Jesús como Mesías pero le rechazó como hijo divino. Era una tradición judaica que consideraba a Cristo únicamente como hombre, el hijo de José y María. Había otros grupos de ebionistas, en cambio, que admitían su origen divino, que Jesús nació sobrenaturalmente como hombre. Rechazaban las enseñanzas de Pablo y lo consideraban un apóstata por haber traicionado el hebraísmo al haber colocado las enseñanzas de Cristo por encima de la ley mosaica. Se dice que el espíritu de Dios descendió en su bautismo y llegó a ser hijo divino por el ungimiento y como premio por haber obedecido la ley.

En los capítulos siguientes hablamos más de estas enseñanzas.

Un resumen

Los Evangelios contienen testimonios de cómo Jesús llegó a ser crucificado, resucitó de los muertos y ascendió a la diestra de su Padre con poder y autoridad. Una lectura del Libro de los Hechos revela que los primeros cristianos obedecieron el mandato del Cristo resucitado de viajar predicando el evangelio del Reino de Dios y bautizando en su nombre. Estos misioneros fueron llamados herejes, llevaron un mensaje diferente de los demás partidos en aquel tiempo. Aprendemos también que fueron perseguidos por otras personas más influyentes.

Durante los primeros siglos del cristianismo surgieron diferentes doctrinas que pretendían explicar el origen de Jesús. Por eso nacieron escuelas de pensamiento de la persona de Cristo, pero se encontraban lejos del mensaje del evangelio original.  No es difícil apreciar que la doctrina cristiana original se corrompió rápidamente, de allí que los promotores de las diversas doctrinas se vieron obligados a desarrollar su teología y tratar de imponerla a través de la presión.

En este capítulo mencionamos sólo dos – los docetismos y los ebionitas – como ejemplos del pensamiento diverso acerca de la naturaleza de Jesucristo.

Llegamos al cuarto siglo y aprendemos que un concilio ecuménico fue celebrado en Nicea en el año 325 d.C. Es así que notamos que habían surgido una postura de la teología considerada ‘ortodoxa’ y lo demás, ‘herejes’. Habían vencido sobre muchas otras opiniones concernientes Jesucristo y su Padre. Ellos afirmaron que Cristo es de la misma substancia de Dios. Pero no es necesariamente así. Puede ser que la postura de la mayoría no es ‘ortodoxa’, no es la enseñanza correcta.

Capítulo anterior: Capítulo 2: "¿Qué Pensáis Del Cristo?"

Continúa leyendo: Capítulo 4: «Creo Que Jesucristo Es El Hijo De Dios»
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