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“Jesús Es El Cristo, El Hijo De Dios”

Capítulo 12: "Antes Que Abraham Fuese, Yo Soy". Juan 8:58

Capítulo 12:

«Antes Que Abraham Fuese, Yo Soy».

Juan 8:58

Ahora consideramos las solemnes e impresionantes palabras «Yo soy», que encontramos en el Evangelio de Juan no menos de 29 veces, dichas por los labios de Jesús mismo. Es una traducción del griego ‘ego eimi’ y suele introducir una afirmación trascendental. Examinamos estas aseveraciones para entender algo de su significado y de su relación con la vida en Cristo.

[El razonamiento de este capítulo está construido sobre lo expongo por Andrew Perry, hermano cristadelfiano, (1995) Before He was Born, Willow Publications:Tyne and Wear.]

A Moisés, Dios revela la acción que intenta ejecutar en favor de los oprimidos israelitas cuando es comisionado como aquél que guiará al pueblo en su salida de Egipto. Por causa de su importancia, el encuentro entre Dios y Moisés se registra con considerables detalles y con mucha atención enfocada en la conversación entre ellos. Moisés se encuentra con Dios en la zarza ardiente y reconoció la santidad de Dios al quitarse las sandalias. Desde el comienzo, fue esencial que Moisés conociera la identidad de aquél que hablaba con él antes de ver su cumplimiento. El Dios que apareció ante Moisés es estable, confiable y se llamó a sí mismo “Yo soy”, un apelativo que describía su poder eterno y su carácter inalterable.

En el griego se produce algo similar al castellano en donde la terminación del verbo indica el sujeto de la frase y, por eso, a veces, no es necesario incluir el pronombre sujeto. Puede ser ‘ego eimi’ = “Yo soy” o simplemente ‘eimi’ = “Soy”. Pero si se quiere subrayar el sujeto “Yo soy” el uso del pronombre sujeto con el verbo da énfasis a la persona con que se refiere. Por ejemplo en Juan 1:26, Juan el Bautista dice:

«Yo bautizo con agua…». Puede decir: «Bautizo con agua…» pero con el uso del pronombre sujeto «Yo» se pone el énfasis en él para distinguir entre él mismo y Cristo. «Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí…» (Juan 1:27).

¿Por qué nos interesa tanto este verbo?  Para responder hay que pasar al Antiguo Testamento donde encontramos su uso, específicamente en Éxodo 3:13–15. Moisés quería saber el nombre de Dios para que el pueblo hebreo supiera quién exactamente lo había mandado. Dios se da a conocer por su nombre personal YHWH (“Yahweh”), traducido en la mayoría de las versiones españolas como “Jehová”, o el “Señor”. Este nombre divino está íntimamente relacionado con la frase “YO SOY EL QUE SOY”, “Yo seré el que seré”, “Yo seré el que fui”. Una forma abreviada de esta frase se encuentra en la declaración: “YO SOY me ha enviado a vosotros.”

Dios le estaba recordando a Moisés las promesas de su pacto hechas a Abraham (Génesis 12:1–3; 15; 17), a Isaac (Génesis 26:2–5) y a Jacob (Génesis 28:13–15). Y utilizó el nombre “YO SOY” para mostrar su naturaleza no cambiada. Lo que Dios prometió a los grandes patriarcas, cientos de años antes, lo cumpliría a través de Moisés.

Aunque las palabras «Yo soy» pueden no ser profundas por sí mismas, la manera en que se formulan en Juan a veces provoca una reacción extraña en aquellos a los cuales hablaba Jesús. Por eso, concluimos que una lectura cuidadosa del Evangelio de Juan revela que Jesús usa «Yo soy» de tres maneras distintas:

  1. La frase con un predicado:

Juan 6:35 «Yo soy el pan de vida».

Juan 8:12 «Yo soy la luz del mundo».

  1. La frase con un predicado implicado y traducida generalmente por «el»:

Juan 4:26 «Yo soy, el que habla contigo».

  1. La frase sin predicado que tiene un sentido gramatical absoluto:

Juan 8:58 «Antes que Abraham fuese, yo soy».

Juan 13:19 «Creáis que yo soy».

«Yo soy» en el Nuevo Testamento

Se anotan en la Tabla 1, las 74 ocasiones en que la frase “Yo soy” (griego: ego eimi) se utiliza en el Nuevo Testamento. 

Mateo 8:9 «…yo soy [un centurión] hombre bajo autoridad…» 10:7 «Yo soy la puerta de las ovejas».
14:27 «¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!» 10:9 «Yo soy la puerta».
20:15 «¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?» 10:11 «Yo soy el buen pastor».
22:32 «Yo soy el Dios de Abraham…» (Éxodo 3:6 LXX). 10:14 «Yo soy el buen pastor».
24:5 «Porque vendrán muchos… diciendo: Yo soy Cristo» 11:25 «Yo soy la resurrección y la vida».
26:22 «…¿Soy yo, Señor?» [los discípulos]. 12:26 «…donde yo estuviere, allí también estará mi servidor».
26:25 Como número 6. 13:19 «…antes que suceda, para que cuando suceda, creed que yo soy».
Marcos 6:50 Como número 2 14:3 «…donde yo estoy, vosotros también estáis».
13:6 «porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy Cristo». 14:6 «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida».
14:62 «Y Jesús le dijo: Yo soy…” 15:1 «Yo soy la vid verdadera».
Lucas 1:18 «Porque yo soy viejo…» [Zacarías]. 15:5 «Yo soy la vid».
1:19 «Yo soy Gabriel…» 17:24 «…donde yo estoy, también ellos están conmigo».
7:8 Como número 1. 18:5 «Jesús les dijo: Yo soy».
19:22 «…Sabías que yo era hombre severo…» [El rey de la parábola]. 18:6 «Cuando le dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra».
21:8 Como número 9.

 

18:8 «Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos».
22:27 «…Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve». Hechos 9:5 «Yo soy Jesús, a quien tú persigues».
22:70 Como número 10.

[Cristo resucitado].

10:21 «He aquí, yo soy el que buscáis» [Pedro].
24:39 «…que yo mismo soy…» 13:25 Como número 20.
Juan 1:20 «…Yo no soy el Cristo» [Juan Bautista]. 18:10 «Yo estoy contigo» [El Señor Jesús a Pablo].
1:27 «…yo no soy digno…» [Juan Bautista]. 21:39 «Yo soy judío» [Pablo].
3:28 Como número 9. 22:3 Como número57
4:26 «…Yo soy, el que habla contigo» [Jesús a la mujer samaritana]. 22:8 Como número 53
6:20 Como número 2. 26:15 Como número 53.
6:35 «Yo soy el pan de vida». Romanos 11:1 «Yo soy israelita» [Pablo].
6:41 «Yo soy el pan que descendió del cielo». 11:13 «Yo soy apóstol a los gentiles» [Pablo].
6:48 Como número 24. 1 Corintios 1:12 «Yo soy de Pablo…»
6:51 «Yo soy el pan vivo que desciende del cielo». 3:4 Como número 63.
7:34 «…donde yo estaré, vosotros no podréis venir». 15:9 «Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles».
7:36 «…donde yo estaré, vosotros no podréis venir». 1 Timoteo 1:15 «…a los pecadores, de los cuales yo soy el primero».
8:12 «Yo soy la luz del mundo». 1 Pedro 1:16 «porque escrito está: Sed santos porque yo soy santo» [Dios].
8:18 «Yo soy el que doy testimonio de mí mismo…» Apocalipsis 1:8 «Yo soy el Alfa y la Omega».
8:23 «Yo soy el de arriba». 1:11 Como número 68.
8:23 «Yo no soy de este mundo». 1:17 «No temas; yo soy el primero y el último».
8:24 «…si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis». 2:23 «Yo soy el que escudriña la mente y el corazón».
8:28 «…entonces conoceréis que yo soy». 21:6 Como número 68.
8:58 «Antes que Abraham fuese, yo soy». 22:13 Como número 68.
9:9 «…El decía: Yo soy » [el ciego]. 22:16 «Yo soy la raíz y el linaje de David».

 Tabla 1:  «Yo soy» en el Nuevo Testamento

«Yo soy» en el Antiguo Testamento

Sin duda alguna, estas afirmaciones tienen la finalidad de dirigir a los oyentes hacia las solemnes declaraciones del nombre divino de Jehová a Moisés y a los profetas del Antiguo Testamento. Por eso, nos referimos otra vez a la manifestación de un ángel a Moisés en una llama de fuego en medio de una zarza (Éxodo 3). La traducción en la versión griega del Antiguo Testamento de la Septuaginta (LXX) del hebreo ’ehyeh ’asher ’ehyeh de Éxodo 3:14 es ‘ego eimi ho on’ (‘on’ el participio presente de ‘eimi’). La frase significa: Yo soy el ser: el ser que es, que es continuo y eterno o quien era, es y será. En esta frase en el tiempo presente tenemos una afirmación de la constancia, la fidelidad y la permanencia del Dios que adoramos.

Se encuentra ‘ego eimi’ en otras referencias del Antiguo Testamento de la LXX:

Génesis 17:1 «Yo soy (ego eimi) el Dios Todopoderoso».

Salmo 35:3 «Yo soy (ego eimi) tu salvación».

Y en un sentido absoluto, son estas:

Deuteronomio 32:39 «Ved ahora que yo, yo soy (ego eimi)».

Isaías 43:10 «…y entendáis que yo mismo soy (ego eime)…»

Isaías 46:4 «Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré».

Y más de todo:

Isaías 41:4 «Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros».

Isaías 48:12 «…Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero».

Son impresionantes estas referencias al Dios Todopoderoso en el Antiguo Testamento y sin duda podemos encontrar este nombre divino en varias partes del Nuevo Testamento. Los trinitarios dicen que esta es una prueba poderosa e irrefutable de la deidad de Jesucristo. Vamos a verlo, pero antes de estudiar con más detalle lo que encontramos en el Evangelio de Juan, es oportuno tener en la mente algo de lo que entiende un trinitario. Hutter dice en su libro Dios Verdadero y Hombre Verdadero (2001, pág.11) lo siguiente:

«…el Hijo como segunda persona de la Trinidad siempre ha existido y desde la creación del hombre y antes de su encarnación se ha manifestado a los hombres, por regla general, en la persona del ‘Ángel del Señor’…»

Con referencia a las frases que identificamos sin predicado (Tabla 2) que tienen un significado absoluto, reconocemos que Juan está utilizando la expresión “Yo soy” para mostrar que Jesucristo era alguien con una relación especial con el Padre celestial y por eso se identifica con el Dios del Antiguo Testamento.

  1. Juan 4:26 «Jesús le dijo (a la mujer): Yo soy (ego eimi), el que habla contigo».
  2. Juan 6:20 «Pero él les dijo (a los discípulos): Yo soy (ego eimi); no temáis».
  3. Juan 8:24 «Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados, si no creéis que yo soy (ego eimi), en vuestros pecados moriréis».
  4.  Juan 8:28 «Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantando al Hijo de Hombre, entonces conoceréis que yo soy (ego eimi)».
  5. Juan 8:58 «Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy (ego eimi)».
  6. Juan 9:9 «Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. El [el ciego] decía: Yo soy (ego eimi)».
  7. Juan 13:19 «Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy (ego eimi)».
  8. Juan 18:5 «Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy (ego eimi). Y estaba también Judas con ellos, el que le entregaba».
  9. Juan 18:6 «Cuando le dijo: Yo soy (ego eimi) retrocedieron, y cayeron a tierra».
  10. Juan 18:8 «Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos».

Tabla 2: Las 10 veces que «ego eimi» se usa sin un predicado en el Evangelio de Juan

«Antes que Abraham fuese, yo soy».

Para considerar el nombre encerrado en el ‘Yo soy’ examinamos el contexto de lo que dice Jesús a los escribas y fariseos en Juan 8. Es en este capítulo que encontramos la conocida frase del versículo 58:

«Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy (ego eimi)».

El siguiente resumen al principio de nuestro estudio ayuda al lector a entender lo que proponemos acerca de este versículo. Jesús se refiere a Isaías 43 y Éxodo 3 para afirmar que lleva el nombre divino. Este nombre, ‘Yahvéh’ se representa en la primera persona singular del tiempo presente del verbo ‘ser’. Ha sido escogido de esta manera especial para hacer referencia al nombre divino y eslabonarse con Éxodo 3, donde se encuentra en hebreo la primera persona de la forma imperfecta del verbo ‘ser’. «Yo soy» es el nombre divino revelado a Moisés y significa que el Dios de Israel es el único y verdadero Dios.

Aplicándose este nombre, Jesús se confiesa como el único Salvador, en el cual Israel ponía toda su fe y esperanza. Esta declaración de llevar el nombre divino establece la identidad y superioridad de Jesús sobre Abraham.

Consideramos tres referencias de la lista de las diez veces donde «ego eimi» se usa sin un predicado en el Evangelio de Juan. Son: 

Juan 8:24. «Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados, si no creéis que yo soy (ego eimi), en vuestros pecados moriréis».

Juan 8:28. «Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantando al Hijo de Hombre, entonces conoceréis que yo soy (ego eimi)».

Juan 13:19. «Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy (ego eimi)».

Lo que dice Jesús en estos versículos es más que una afirmación de su existencia. Habla de su muerte y su sacrificio expiatorio. Habla de su manifestación de la deidad porque dice en 8:28

«…y que nada hago por mí mismo, sino según me enseñó el Padre, así hablo.»

Observamos también que se convierte en una lección para los oyentes. Hay que manifestar una actitud hacia la persona del «Yo». Unidos con el uso significativo del verbo ‘ser’ están la ‘creencia’ (8:24 y 13:19) y el ‘entendimiento’ (8:28).

Es precisamente lo que encontramos en Isaías 43:10-11:

«Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.»

Lo que es importante en Isaías 43 es la cuestión de identidad. ¿Quién es Yahvéh? Queremos conocer el poseedor de este nombre. Por consiguiente una característica de Isaías 43 es el tema de la identificación por un nombre.

  • * Dios dice a Jacob en v.1 «…tuyo oh Israel…te puso nombre…»
  • * Dios trae a sus hijos de las naciones en v.7 «…todos los llamados de mi nombre…»
  • * Dios declara su identidad en Isaías 42:8 «Yo, Jehová; este es mi nombre…»
  • La repetición de los pronombres en Isaías 43:11 es para identificar al Dios que lleva el nombre Yahvéh. «Yo, yo Jehová, y fuera de mi no hay quien salve».

También son una cuestión de la identidad de Jesús las palabras de Juan 8:58:

«Antes que Abraham fuese, yo soy.»

La pregunta directa: ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham? (v. 53), implica que los judíos consideraban que se trataba de una condición imposible. Estaban dispuestos a dar mayor honor a los profetas que a Jesús. La pregunta siguiente: ¿Quién pretendes ser?, más literal es: ¿Qué te haces a tí mismo? La respuesta fue que Jesús no se glorificaba a sí mismo (v.54); era la obra del Padre. Una vez más Jesús reclamó una relación especial con el Padre y un conocimiento del Padre (v.55), en contraste con sus oyentes.

En el v.56 tenemos una notable afirmación:

«Abraham, vuestro Padre, se regocijó de ver mi día», que provoca la pregunta de cuándo pudo haber ocurrido esto. Los judíos distorsionaron las palabras de Jesús preguntando: «Aun no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?» (v.57)

Pero Jesús respondió con una declaración enfática. Notamos que según el Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno:

«Las palabras antes que Abraham existiera, Yo Soy deben señalar su preexistencia».

No estamos de acuerdo con esta conclusión. El ‘Yo Soy’ aquí se debe entender como una afirmación de divinidad y de ese modo fue tomado por los judíos (v.59). Jesús no pudo haber usado un camino más dramático para señalar su superioridad sobre Abraham.

Nos parece significante que Jesús hace referencia a Isaías 43 para desarrollar su argumento durante este diálogo con los fariseos. Ahora nos concentramos en el significado de la palabra ‘antes’ y la comparamos con los dos versículos siguientes puestos al lado de Juan 8:58:

Isaías 43:13 » Aun antes que hubiera día, yo era…»

Isaías 43:10 «…antes de mí no fue formado dios…»

Juan 8:58 «Antes que Abraham fuese, yo soy».

Los judíos habían preguntado:

«Aun no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?»

Jesús no responde con la declaración «Antes que hubiera el día, yo era», sino que da énfasis a su argumento con un cambio de palabras. Reemplaza la palabra «día» por «Abraham».

¿El día? ¿Qué día? Buscamos una respuesta en la historia de Israel y el contexto de esta profecía de Isaías. Isaías 42:24 termina con un cuadro de la tribulación sobre el pueblo Jacob-Israel al cual Dios iba a rescatar en los días de Isaías. Había mucho miedo entre el pueblo por causa de una inminente invasión de los Asirios. Dios aseguró por medio de las palabras de Isaías 43:1

«No temas, porque yo te redimí, te puse nombre, mío eres tú».

Es una fraseología de la redención que Yahvéh hizo en los días de Moisés cuando libró a su pueblo de Egipto. Se notan los ecos en los versículos siguientes de Isaías 43:

v1 «…yo te redimí…» Éxodo 6:6

v2 «Cuando pases por las aguas…» Éxodo 14:21

v3 «…Egipto he dado por tu rescate…» Éxodo 14:23

v3 «Porque Yo, Jehováh, Dios tuyo…» Éxodo 3:15

v14 Redentor vuestro el Santo de Israel…» Éxodo 6:6

El «día» entonces se refiere a aquel día sumamente importante;

«El día en que Yahvéh habló con Moisés en el país de Egipto» Éxodo 6:28 (La Biblia de Jerusalén).

Desafortunadamente los traductores de la Reina-Valera (Revisión 1995) simplemente dicen así:

«Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto».

Entendemos como «día» el tiempo en que fue anunciada la redención del pueblo de Israel.

Dios había conseguido la liberación de Egipto y Jesús continua en la misma línea. Dice en Juan 9:4

«Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar».

Por eso regresamos a la notable afirmación:

«Abraham, vuestro Padre, se regocijó de ver mi día». (Juan 8:56).

Abraham era un hombre de fe. Había visto el ‘día’ de Cristo en la tierra de Moríah, donde Dios ordena a Abraham que sacrifique a Isaac.

«Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehováh–jireh (Jehováh proveerá)…»

(Génesis 22:14; Hebreos 11:17-19). Abraham había visto que surgiría un hijo, un hijo unigénito, como un sacrificio por el pecado. En Hebreos 11 leemos acerca de la fe de Abraham y de los otros patriarcas durante los siglos previos al nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios (Hebreos 11:1, 13).

Los fariseos ponían mucho énfasis en el hecho de que eran descendientes de la naturaleza de Abraham. Siendo linaje de este hombre de fe, se consideraban libres. Sin embargo, Jesús les respondió con la declaración que el mismo Abraham confiaba en el día cuando uno de su linaje traería la salvación. La respuesta débil de los fariseos era, como todos sabemos:

«Aun no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?» (v.57).

Verdaderamente existe un comentario paralelo entre Isaías 43 y Juan 8. Como hemos confirmado, lo que dice Isaías pertenece al importante tema relativo a la identidad de Yahvéh. En aquellos tiempos, los israelitas fueron llamados a confiar, a tener fe en su Dios Todopoderoso. Era Yahvéh quien les había librado de la esclavitud en Egipto. Y El les libraría de los terrores inminentes de la esclavitud a manos de los asirios. El profeta les suplicaba conocer a Yahvéh. Igualmente encontramos el mismo tema en Juan 8. Jesús vino al mundo para salvar a la gente de la esclavitud de sus pecados. Él es el salvador prometido desde los tiempos antiguos. Desafortunadamente, mucha gente no le conocía ni le creía en el siglo primero. En la Tabla 3 podemos comparar estas dos porciones de las Escrituras.

«Porque yo soy Yahvéh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador» Isaías 43:3 «Yo soy la luz del mundo…» Juan 8:12
«Si pasas por las aguas, yo estoy contigo…Si andas por el fuego…» Isaías 43:2 «…el que me siga no caminará en la oscuridad…» Juan 8:12

 

«…Para que se me conozca…y se entienda que yo soy…» Isaías 43:10 «…entonces sabréis que Yo Soy…» Juan 8 :28

 

«…y sin embargo no le conocéis. Yo sí le conozco…» Juan 8:55
«Vosotros sois mis testigos…y mis siervos…Yo, yo soy Yahvéh…» Isaías 43: 10-12 «…Yo soy el que doy testimonio de mi mismo y el que me ha enviado, el Padre, da testimonio de mí.» Juan 8:18

«Aunque yo dé testimonio de mi mismo, mi testimonio vale…» Juan 8:14

«Congréguense todas las gentes…y desde antiguo nos lo hace oir…que se oiga para que se pueda decir: Es verdad…» Isaías 43:9 «y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» Juan 8:32

«Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.» Juan 8:36

Tabla 3: Isaías 43 y Juan 8 (La Biblia de Jerusalén)

El argumento en la profecía de Isaías consiste en promesas para el futuro y recuerdos de la redención durante tiempos pasados. Dios les enseña que estaría con su pueblo para redimirles de la esclavitud como lo hizo antes del éxodo de Egipto. La redención de la opresión de Babilonia, como la de Egipto, es una representación de la redención de la esclavitud del pecado y la muerte hecha por Cristo. Recordamos que, durante la libertad de la esclavitud en los días de Moisés, había un ángel custodio distinto de Dios

«…pues en él está mi Nombre» (Éxodo 23:21).

Este nombre de Yahvéh expresa y representa la presencia de Yahvéh con su pueblo. Es lo que entendemos en el caso de Cristo. Jesucristo llevaba el Nombre Divino durante su vida mortal. Era la deidad manifestada en todos salvo la naturaleza. Después de su muerte, Jesús fue resucitado a la naturaleza divina y

«…se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho superior a los ángeles, cuanto heredó un superior nombre que ellos» (Hebreos 1:3-4).

Jesús es la manifestación de Su Padre

Terminamos con el significado de la respuesta de Jesús a los judíos quienes le preguntaron (Juan 8:19):

«¿Dónde está tu Padre? La respuesta no solamente menciona al Padre sino también a sí mismo. «Jesús les respondió: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais».

El hecho de “ver” a Jesús quiere decir ver al Padre como comprendería más tarde Felipe (Juan 14:9).

La manifestación de Dios es la llave para abrir el entendimiento del uso que hizo Jesús de ‘Yo soy’, porque Él es la manifestación de su Padre, profetizada desde el principio. Jesús usa la forma verbal del nombre divino para sí mismo. El Padre había dicho que «Yo soy el que soy.» (Éxodo 3) Y cuando esto está cumplido en una persona, aquella persona llega a ser ‘Yo soy’.

En el capítulo siguiente, Juan 9, leemos que Jesús sana a un ciego de nacimiento. Este acontecimiento confirma el argumento que ‘manifestación es la llave para entender las ocasiones de las declaraciones de Yo soy’. Jesús dice que:

«No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él» (Juan 9:3).

Verdaderamente las obras de Dios se manifiestan en esta curación. Por consiguiente, el hombre curado se identificó con los vecinos así:

«Él decía: Yo soy» (Juan 9:9).

Lo maravilloso de este incidente está en la historia, inmediatamente después del intenso diálogo en Juan 8 relativo a la identidad de Jesús. Hemos visto muchas referencias de Isaías 43 en Juan 8. Notamos otro ejemplo de la inspiración de las Escrituras. ¡Precisamente encontramos en Isaías 43:8 una referencia a los ciegos! –

«Sacad al pueblo ciego que tiene ojos y a los sordos que tienen oídos.»

Desafortunadamente muchos de los judíos eran ‘ciegos’ porque no aceptaban a Jesús como el Hijo de Dios. En la curación del ciego, ¿cuántos de los líderes de los judíos recordaban las profecías de Isaías que denunciaban la incredulidad de muchos israelitas? Dice Yahvéh en Isaías 42:6-8:

«Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, (Juan 9:5 «…luz soy del mundo…») para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. Yo Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.»

Para entender ‘Antes que Abraham fuese, yo soy’ hay que examinar el diálogo de Juan 8. Supone una investigación de las conexiones lingüísticas con Isaías 43 y Éxodo 3. Ahora veremos que lo que Cristo dice involucra el nombre divino declarado por sí mismo. En la resurrección ha sido exaltado a la naturaleza de deidad. Este papel de la manifestación de su Padre fue establecido antes de que el nombre de Abraham fuera cambiado para ser padre de muchas naciones. Jesús, el Hijo de Dios, es la manifestación de Dios Todopoderoso por el poder del espíritu, pero no es el Dios mismo.

«Porque la vida fue manifestada», – dice Juan – «y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó». (1 Juan 1:2)

Un resumen

Un aspecto significativo del evangelio de Juan es la serie de frases en las cuales Jesús utiliza “Yo soy” para hablar sobre su persona. Lo que hace esto tan importante en Juan es que encontramos frases similares en la traducción (la versión Septuaginta o LXX) al griego del Antiguo Testamento. Es en Éxodo 3 en donde encontramos el primer pasaje en que Dios se revela claramente como YHWH. Es el nombre de Dios más comprometedor en Sus pactos con Su pueblo. En Éxodo 3:13 en adelante cuando Moisés pregunta al Ángel “¿Cual es su nombre?” Dios le responde: “Yo soy el que soy.”

La conversación de Jesús con los judíos en Juan 56-59 revela la forma total en entender que los judíos no pudieron los puntos espirituales y figurativos que Jesús estaba explicando. En su respuesta a los judíos, Jesús no dice que el “era” antes que Abraham. Por el contrario, el utiliza una forma de lenguaje poco usual. Jesús les dijo: 8:58

«Antes que Abraham fuese, yo soy».

Está claro que la persona de Jesús no había existido siempre. Sabemos que Jesús nació en Belén. En esta forma, Jesús no tiene intención de responder a la pregunta de los judíos en términos de tiempo. Enfoca la pregunta hacia las realidades espirituales y asevera que él pertenece a un modo de vida que trasciende el tiempo. Espiritualmente su vida pertenece al modo de vida de Dios del cual él es una manifestación.

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Continúa leyendo: Capítulo 13: “En Él Habitara Toda La Plenitud.”
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