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EL DIA DE JEHOVÁ

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

El mensaje bíblico tiene que ver mucho con la tierra. Un tema central muestra que los humildes heredarán el planeta tierra (Salmo 37:11; Mateo 5:5). La herencia prometida a los que entran al reino de Dios, inaugurado por Jesucristo, incluye un planeta tierra renovado.

No es una sorpresa entonces leer cuando Dios estableció Su pacto con Abraham, incluyó una promesa en cuanto a la tierra. Dios le dijo a Abraham que fuera a la tierra (de Canaán) que él le mostraría (Génesis 12:1).  Es aquí donde nos encontramos un problema grave y complejo que ha causado uno de los más  largos conflictos de la historia de los últimos siglos: el conflicto palestino-israelí. 

Por un lado la nación de Israel tiene razones históricas, políticas, morales y religiosas, de poseer su pequeña tierra en paz. Sin embargo, el pueblo judío vive bajo la idea común dentro de las naciones de que «invadieron» un día un país llamado «Palestina» donde vivían los «Palestinos», y que actualmente los únicos causantes del conflicto de esa tierra son los judíos mismos.

Por otro lado está el drama de la población árabe llamada «Palestina».  También tiene sus razones históricas, políticas, morales y religiosas. Manifiestan que su tierra es ocupada y los palestinos viven bajo el dominio judío. Durante años la propaganda árabe ha presentado a Israel como país agresor y a los palestinos como víctimas de esa agresión.

¿Cómo podemos presentar una explicación del conflicto entre los Israelíes y los árabes musulmanes llamados en la actualidad «palestinos»? No es fácil responder. Registran desacuerdos sobre el punto de vista y la neutralidad en la versión que se presenta. Sin embargo vamos a tratar de presentar una respuesta. Al principio debemos decir: No somos anti-árabes ni anti-judíos. Tampoco somos amantes de la guerra y la violencia. Lo que vamos hacer es utilizar la historia para revisar el pasado en busca de las respuestas. 

La descendencia de los dos pueblos

Según la Biblia, los orígenes del judaísmo se remontan a Abraham, llamado el primer hebreo (Significa «el que viene del otro lado»), por haber venido a la tierra de Canaán desde Mesopotamia, siguiendo el llamado de Dios (Génesis 12:1-4), hace unos 4000 años. 

Los judíos son llamados en la Biblia «hijos de Israel» (Éxodo 1:1,7), y de aquí serán llamados, más adelante, «el pueblo de Israel» o israelitas. El nombre de Israel le fue otorgado al patriarca Jacob, nieto de Abraham, por el ángel con el que se trabó en lucha, quien al bendecirlo lo llamó Israel (Significa “uno que ha luchado con Dios», Génesis 32:24-28). El nombre judío aparece sólo con posterioridad (Ester 2:5), y proviene del reino de Judá.

Según la Torá, la Biblia y el Corán, los árabes de la península de Arabia son los descendientes de Sem, hijo de Noé. El «árabe» es un término cultural y lingüístico. Se refiere a los que hablan árabe como su primer idioma. Los árabes no son una raza sino están unidos por la cultura y por la historia. Algunos tienen ojos azules y pelo rojo; los otros tienen piel oscura muchos y otros están entre ambas características. La mayoría de los árabes son musulmanes, pero hay también millones de árabes que son cristianos, millares de árabes judíos, así como hay norteamericanos musulmanes, cristianos y judíos.

La información bíblica desde Noé: En la siguiente tabla tenemos un resumen de dos líneas de heredad (Génesis 10, 11, 17, 25) para ayudarnos relacionar los orígenes de los dos pueblos. 

 

Los hijos de Taré

Arabia y los árabes en la época pre-islámica

La península arábica estaba situada a la periferia del mundo civilizado. La Arabia pre-islámica puede ser dividida en cuatro regiones geográficas:

  1. Al oeste, a lo largo del Mar Rojo está la tierra alta llamada Hijaz. Aquí es donde se encuentran Medina, Knaybar y Mecca.
  2. La más fértil y alta es Yemen en el suroeste. La región más importante en la antigüedad (lluvias monzónicas y plantas aromáticas).
  3. En el interior, vastos desiertos.
  4. La parte oriental de Arabia, caliente y húmeda. El duro clima era mitigado por la existencia de abundante agua en la superficie.

Los árabes hacen remontar las tradiciones de su país a la más remota antigüedad. Fue habitado, dicen, muy poco después del diluvio, por la progenie de Sem, el hijo de Noé. La población de la península es atribuida a Joctan, un descendiente de Sem de la cuarta generación. Su posteridad se extendió sobre la parte sur de la península y a lo largo del Mar Rojo. 

Tal es la explicación dada por los árabes peninsulares acerca de su origen; y los autores cristianos la citan como conteniendo el pleno cumplimiento del pacto de Dios con Abraham, como está registrado en las Sagradas Escrituras. 

“Y dijo Abraham a Dios:—Ojalá viva Ismael delante de ti. Respondió Dios:—Ciertamente Sara, tu mujer, te dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Isaac. Confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído. Lo bendeciré, lo haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera, engendrará doce príncipes y haré de él una gran nación.” (Génesis 17:18-20)

Esos doce príncipes con sus tribus son mencionados más adelante en la Escrituras (Génesis 25:12-18), como ocupando el país “desde Havilah hasta Shur, esto es, antes de Egipto, cuando vas hacia Asiria”; región identificada por los especialistas como parte de Arabia. La descripción que se hace de ellos concuerda con la de los árabes actuales alrededor de Israel – Egipto, Jordania, Líbano y Siria.

 ¿Por qué los judíos y los árabes / musulmanes se odian mutuamente?» 

Primero, es importante entender que no todos los árabes son musulmanes, y que no todos los musulmanes son árabes. Es más, hay un mayor número de musulmanes no árabes (en áreas tales como Indonesia y Malasia) que árabes musulmanes. Segundo, es importante recordar que no todos los árabes odian a los judíos y que no todos los judíos odian a los árabes y musulmanes. Debemos ser cuidadosos de evitar estereotipar a la gente. Sin embargo aclarado eso, y generalmente hablando, los árabes y los musulmanes tienen un rechazo y desconfianza hacia los judíos y viceversa.

Si hay una explicación bíblica explícita para esta hostilidad, ésta proviene desde Abraham. Como hemos aprendido de la línea genealógica, los judíos son descendientes de Isaac el hijo de Abraham. Unos  árabes son descendientes de Ismael, también hijo de Abraham. Habiendo sido Ismael el hijo de una esclava egipcia (Génesis 16:1-6), obviamente habría alguna hostilidad entre los dos hijos. Como resultado de las burlas de Ismael hacia Isaac (Génesis 21:9), Sara habló con Abraham, solicitándole que enviara a Agar y su hijo Ismael lejos de ahí (Génesis 21:11-21). 

Probablemente esto causó aún más desprecio en el corazón de Ismael por Isaac. Aún un ángel le profetizó a Agar que Ismael sería: “… hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él” (Génesis 16:11-12). El Corán también introduce un conflicto en cuanto a quién es el verdadero hijo de la promesa de Abraham. Las Escrituras hebreas dicen que fue Isaac. El Corán enseña que fue Ismael a quien  Abraham casi sacrificó al Señor, no Isaac (en contradicción a Génesis capítulo 22). Este debate sobre quien fue el hijo de la promesa, contribuye a la hostilidad actual.

Sin embargo, la más antigua raíz de amargura entre Isaac e Ismael, no explica toda la actual hostilidad entre judíos y árabes. De hecho, por miles de años en la historia del Medio Oriente, los judíos y los árabes vivieron en relativa paz e indiferencia de unos hacia otros. La causa de la hostilidad también tiene un origen más reciente. 

Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las Naciones Unidas le dieron una porción de tierra de Israel a los judíos, la tierra en ese tiempo, estaba habitada primeramente por los árabes (los palestinos). La mayoría de los árabes protestaron vehementemente en contra de que la nación de Israel ocupara esa tierra. Las naciones árabes se unieron y atacaron a Israel en un intento por sacarlos de esa tierra; pero a fin de cuentas fueron derrotados por Israel. Desde entonces, ha habido una gran hostilidad entre Israel y sus vecinos árabes. 

Si miras en el mapa, Israel ocupa una pequeña franja de tierra y está rodeada por varias naciones árabes mucho más grandes, tales como; Jordania, Siria, Saudi Arabia, Iraq, y Egipto. Creemos que, bíblicamente hablando, Israel tiene un derecho de existir como nación en la propia tierra que Dios le dio a los descendientes de Jacob, nieto de Abraham. Al mismo tiempo, creemos firmemente que Israel debería buscar la paz y mostrar respeto por sus vecinos árabes. El Salmo 122:6 dice, “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.”

Una mirada a promesas bíblicas

Según lo enseñado en la Biblia, nos cuenta así la promesa divina a Abraham padre de la nación Judía: 

«Estableceré un pacto contigo y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: un pacto perpetuo, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti. Te daré a ti y a tu descendencia después de ti la tierra en que habitas, toda la tierra de Canaán, en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (Génesis 17:7-8). 

La promesa se repite con Isaac, su hijo: 

«… y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente» (Génesis 26:3-4). 

Y la promesa se confirma a Jacob (o Israel):

«… la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. » (Génesis28:13-14).

La Biblia relata por otro lado las bendiciones particulares que Dios hace al pueblo árabe por medio de Ismael, también el hijo de Abraham: 

«… Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrarán, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.» (Génesis 17:19-21). 

Como vemos Ismael también tuvo 12 hijos, como Jacob, pero la Biblia se cuida mucho de subrayar que las bendiciones en lo referente a la salvación vendrían por Isaac, ascendiente del Mesías de Israel y de la humanidad. 

Resulta curioso que en el Corán, escrito unos 2000 años después de estos textos de la Biblia, se pretenda hacer creer que el heredero fue Ismael, y que las promesas sobre dicha tierra eran para él, y que los musulmanes afirmen hoy en día que en el pasado fueron los judíos los que tergiversaron el texto Bíblico para hacer de Israel el heredero en vez de Ismael. 

Más tarde el hermano de Jacob (Israel), Esaú, que se uniría al pueblo árabe al casarse con Ismaelitas (Génesis 28:9) añadiría su odio fratricida hacia Jacob al odio Ismaelita (musulmán) hacia Isaac: 

«Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob» (Génesis 27:41).

La tierra por heredad

Los límites de Canaán se extendían desde Sidón en el norte hasta Gaza en el sur y Sodoma (en el mar Muerto) por el este. Una definición más precisa de los límites de Canaán se encuentra en Números 34:10-12

“Como límite al oriente trazaréis una línea desde Hazar-enán hasta Sefam. 11Este límite bajará desde Sefam a Ribla, al oriente de Aín. Seguirá descendiendo el límite y llegará a la costa del mar de Cineret, al oriente. 12Después descenderá este límite al Jordán y terminará en el Mar Salado: Esta será vuestra tierra con los límites que la rodean.”

En estos versículos aprendemos los detalles de las fronteras de la tierra prometida. A Abraham se le prometió la tierra que se extendía entre los ríos de Egipto y el Eufrates, identificada como “la tierra de los queneos, quenezeos, cadmoneos, heteos” (Génesis 15:18–21; Deuteronomio 11:24). 

Para el tiempo cuando Israel arribó a Moab, las fronteras podían definirse refiriéndose a ciudades y lugares, y Josué siguió estas mismas fronteras (Josué 15–19). La tierra debía repartirse entre nueve tribus y media, ya que dos tribus y media se establecerían en la Transjordania (v.32). Sin embargo, parece ser que nunca se tomó posesión de la tierra prometida en toda su extensión. 

Por un breve período, durante los reinados de David y Salomón, Israel controló 

la tierra desde el Eufrates hasta Gaza, o desde Dan hasta Beerseba (1 Reyes 4:24, 25), pero después su territorio se redujo. Sin embargo, el ideal de la promesa nunca se perdió de vista (Ezequiel 47:15–20). 

Inclusive hoy, Israel aún reclama, en una escala más limitada, este territorio. El restablecimiento del Estado de Israel, en la medianoche del 14 de mayo de 1948, fue un evento sensacional en tiempos modernos, después de siglos durante los cuales la tierra había sido ocupada por otras naciones. Pero la promesa a Abraham espera su cumplimiento.

Tras unos 400 años de esclavitud en Egipto, los Israelitas vuelven a la tierra prometida por Dios a Israel, produciéndose la invasión de Canaán y el exterminio de las culturas paganas cananeas: según los arqueólogos modernos, de las más perversas de su época y que nada tienen que ver con los árabes o los musulmanes, lo que ratifica lo descrito por la Biblia, que habla de como en aquel entonces la tierra literalmente «vomitó» a dichos pueblos a causa de sus abominables ritos infanticidas y sodomitas. Los judíos permanecen en esta tierra como nación alrededor de dos mil años como los reinos de Israel y más tarde de Israel y Judá, salvando las épocas del exilio de parte de la población en Babilonia, hasta la época del judío Jesús y de la ocupación romana (desde el 63 a.C.). No hay en este periodo ningún reino o cosa parecida llamado «Palestina».

“Palestina” en la antigüedad

Cuatro mil años antes de Cristo, los cananeos, un pueblo semita procedente del interior de la Península Arábiga, se instalaron en las tierras desde entonces conocidas como Canaán y que más tarde serían Palestina. Los jebuseos, una de las tribus cananeas, levantaron un poblado al que llamaron Urusalim (Jerusalén), o sea «ciudad de la paz».

Los faraones egipcios ocuparon parte de Canaán en el 3200 a.C. y construyeron fortalezas para proteger sus rutas comerciales, pero el país conservó su autonomía. Hacia el año 2000 a.C. pasó por Canaán, en su ruta al sur, otro pueblo semita nómada, el de los hebreos, conducido por Abraham. Siete siglos más tarde volvieron, procedentes de Egipto, doce tribus hebreas al mando de Moisés. Se trabaron violentos combates por la posesión de la tierra. Sólo cuatro siglos después consiguió David derrotar a los jebuseos y unificar el reino judío. Pero tras la muerte de su hijo, Salomón, los hebreos se dividieron en dos reinos – Israel y Judea – que más tarde cayeron en manos de los asirios (721 a.C.) y los caldeos (587 a.C.) respectivamente. En esta última fecha Nabucodonosor destruyó Jerusalén y llevó a los judíos en cautiverio a Babilonia. 

En el 332 a.C., Palestina fue conquistada por Alejandro Magno. Tras la muerte 

de éste, retornó al imperio egipcio de los Ptolomeos. Más tarde fue dominada por los Seléucidas de Siria. Una rebelión encabezada por Judas Macabeo restableció el Estado judío en el año 67 a. C., pero éste pronto fue sometido a vasallaje por el entonces invencible Imperio Romano, que tomó Jerusalén a sangre y fuego, en el año 63 a. C. Los romanos reprimieron severamente la resistencia de los macabeos, zelotas y otras tribus judías. 

Como parte de esa represión fueron crucificados miles de rebeldes, entre ellos Jesús de Nazaret, alrededor del año 30 d. C.

Fue demolido el Templo de Salomón, en el 70 d. C., y los judíos fueron expulsados de Jerusalén, en el año 135 d.C. 

¿Qué Significa «Palestina»? 

Es más bien un término geográfico, comúnmente usado para calificar la región en tiempos de la historia cuando no existían conceptos de estado y nación. 

La palabra misma es una derivación del término «Peleshet«, nombre que frecuentemente aparece en la Biblia en castellano se pronuncia «Palestina». El nombre comenzó a utilizarse en el Siglo Trece a.C., por «Gente del Mar» emigrantes provenientes de la zona del Mar Ageo y las Islas Griegas, quienes se asentaron en la costa sureña de la tierra de Canaán. Allí establecieron cinco ciudades-estados independientes (incluyendo Gaza) sobre una franja estrecha de tierra conocida como Filistina. Los griegos y los romanos la llamaron «Palastina«. 

Los Filistinos no eran árabes, ni semitas y no tuvieron conexión lingüística, étnica o histórica con Arabia o con los árabes. El nombre «Falastin» aplicado hoy por los árabes para denominar «Palestina» no es un nombre de origen árabe. Es sólo la pronunciación que ellos, los árabes, hacen de la «Palastina» greco-romana que derivó del Peleshet. 

¿Cómo la Tierra de Israel se convirtió en «Palestina»? 

En el Siglo Primero de la era cristiana, los romanos aplastaron el reino independiente de Judea. Después de la fallida rebelión de Bar Kokhba en el Segundo Siglo, el emperador romano Adriano se dispuso barrer con la identidad Israel-Judá-Judea. Como consecuencia, tomó el nombre de Palastina imponiéndolo en toda la Tierra de Israel. Simultáneamente, el emperador Adriano cambió el nombre que tenía Jerusalén por Aelia Capitolina. 

Los romanos mataron muchísimos judíos y vendieron a muchos otros en calidad de esclavos. Los que pudieron sobrevivir, estando aún con vida y en libertad, abandonaron el devastado país, sin embargo nunca hubo un retiro completo de la Tierra. Siempre hubo judíos y comunidades judías en la Tierra, aunque el tamaño y las condiciones de esas comunidades variaron grandemente. 

Entonces los romanos dieron a Palestina su actual denominación. La dominación de Roma y, luego, la del Imperio Bizantino -o Romano de Oriente- se extendió hasta el año 611, cuando la provincia fue invadida por los persas. Los árabes, un pueblo semita procedente del interior de la península, conquistaron Palestina en el año 634. La fe islámica y el idioma árabe unificaron a los pueblos semitas, con excepción de los judíos. Con breves intervalos de dominación parcial de los cruzados cristianos y los mongoles -en los siglos XI, XII y XIII- Palestina tuvo gobiernos árabes durante casi un milenio e islámicos durante un milenio y medio.  Se nota las siguientes observaciones:

Líder árabe local de la Comisión Inglesa Peel , 1937:

«No existe un país llamado Palestina… Palestina es un término inventado por los Sionistas…. Por siglos nuestro país fue parte de Siria. «Palestina» es algo extranjero para nosotros. Fueron los Sionistas los que la introdujeron.» 

Profesor Philip Hitti, historiador árabe del Comité Anglo-Americano de Indagación, 1946:

 «No hay tal cosa como Palestina dentro de la historia, nada en lo absoluto.» 

Ahmed Shukairy, Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 1956:

«Es del conocimiento común que Palestina no es otra cosa sino el sur de Siria.» 

Golda Meir citada por Sarah Honig, Jerusalem Post, 25 de Noviembre de 1995:

«No existe tal cosa llamada nación árabe Palestina… Palestina es el nombre que los Romanos le dieron a Eretz Yisrael con el exclusivo propósito de hacer enfurecer a los judíos …¿Por qué entonces deberíamos usar el odioso nombre creado solo para humillarnos? Los británicos según su mandato, decidieron llamar Palestina los territorios que ellos gobernaban, y los árabes lo escogieron como el supuesto nombre ancestral de su nación, aun cuando ni siquiera podían correctamente pronunciarlo y lo modificaron a Falastin, una entidad completamente ficticia.» 

Un Hogar Nacional Judío 

Los objetivos del sionismo fueron puestos en práctica por la Organización Sionista Mundial (órgano político del Movimiento Sionista), fundada en 1897 en Basilea por Theodor Herzl, considerado el padre del sionismo en general y de la rama política en particular.

El sionismo conjuga dos elementos: (1)  independencia y soberanía por un lado, y (2) la centralidad de Israel en la identidad judía por el otro. Los objetivos del movimiento sionista están delineados en el Programa de Jerusalén, cuya última versión dice:

Los objetivos del sionismo son:

  • La unidad del pueblo judío y la centralidad de Israel en la vida judía. 
  • La reunificación del pueblo judío en su patria histórica, Eretz Israel, a través de la Aliyá desde todos los países del mundo. 
  • El fortalecimiento del Estado de Israel basado en la visión profética de justicia y paz. 
  • La preservación de la identidad del pueblo judío a través de la promoción de la educación judía, hebrea y sionista, y los valores espirituales y culturales judíos. 
  • La protección de los derechos de los judíos en todos los lugares. 

El Mandato Británico de Palestina fue una administración territorial encomendada por la Sociedad de Naciones al Reino Unido en Oriente Medio tras la Primera Guerra Mundial, con el estatus de territorio bajo mandato. Formado durante la mayor parte de su historia por el Estado de Israel y los Territorios Palestinos, aunque en un primer momento incluyó también la actual Jordania. Este territorio perteneció previamente al Imperio Otomano. Aunque Gran Bretaña administraba estos territorios de facto desde 1917, el Mandato entró en vigor en 1922  y expiró en mayo de 1948. La Declaración Balfour de 1917, confirmada por el Mandato de la Liga de las Naciones, comprometió al gobierno inglés a cumplir el principio:

Foreign Office,                                   Traducción
2 de noviembre de 1917.

Estimado Lord Rothschild,:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.

Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour. 

Según la enciclopedia Wikipedia: “Los sionistas, y muchos medios de prensa que se hicieron eco de ella, acogieron la declaración como un reconocimiento de los derechos judíos sobre Palestina. Sin embargo, la Declaración Balfour era muy imprecisa y remitía realmente a las interpretaciones que pudieran hacerse con posterioridad. 

En junio de 1922, la Sociedad de Naciones estableció el Mandato Palestino. Era un documento en el que se recordaba al Reino Unido sus responsabilidades y obligaciones respecto a la administración de Palestina, incluyendo «asegurar el establecimiento de un hogar nacional judío», y «salvaguardar los derechos civiles y religiosos de todos los habitantes de Palestina».

En primer lugar, Palestina no tenía unos límites definidos. Para los sionistas, se extendía a ambos lados del Jordán, es decir, comprendiendo las posteriores Transjordania y la Palestina del mandato británico. No se decía tampoco si ese hogar nacional iba a construirse en toda Palestina o en una parte de ella. 

Tampoco precisaba en qué consistían los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías, esto es, de los árabes palestinos, que constituían entonces más del 90% de los habitantes de Palestina. 

Tras la Primera Guerra Mundial, con la derrota de los Turcos aliados de Alemania, ante la creciente oposición árabe, Gran Bretaña matizó el alcance de su compromiso con los sionistas. En junio de 1922 publicó un libro blanco en el que aclaraba que el hogar nacional judío en Palestina no tenía por qué incluir toda Palestina, que en algún caso implicaría la subordinación de los árabes y que la inmigración se limitaría a la capacidad económica del país.

En julio de 1922, la Sociedad de las Naciones encomendó a Gran Bretaña el Mandato sobre Palestina (el nombre con el que se conocía entonces la región que comprendía la actual Jordania y la Transjordania o actual Israel y «los territorios ocupados»). La provincia de Palestina pasa a ser parte del imperio británico. 

Dos meses más tarde, en septiembre de 1922, el Consejo de la Sociedad de las Naciones y Gran Bretaña resolvieron que las disposiciones para el establecimiento de un hogar nacional judío no regirían en el área al este del Río Jordán (futuro Reino de Jordania, hasta entonces inexistente: un invento occidental), que constituía tres cuartas partes del territorio incluido en el Mandato y que eventualmente se convirtió en el Reino Hashemita de Jordania (una invención inglesa). Tampoco hay en esta época ningún estado palestino o árabe. 

Originalmente el Mandato sobre Palestina incluía lo que actualmente es Jordania, todo lo que ahora es Israel, así como los territorios entre ambos países. Sin embargo, cuando el Emir Abdullah protegido de la Gran Bretaña, fue obligado a abandonar el dominio ancestral de los Asemitas en Arabia, los ingleses crearon para él un reino que incluyó la Palestina Mandataria al este del río Jordán. No existía un nombre árabe tradicional o histórico para este territorio, por lo que se le bautizó con los nombres primeramente de Transjordania y después Jordania por su asociación con el río Jordán. 

Con esta acción política, la cual violó las condiciones pre-establecidas en la Declaración Balfour y el Mandato sobre Palestina, los ingleses acortaron en más de un 75 por ciento el territorio asignado al Hogar Nacional Judío. Paso a paso los ingleses fueron restringiendo los lugares donde los judíos podían comprar, habitar, construir, cultivar o trabajar tierras. 

El 29 de noviembre de 1947, tras múltiples disputas diplomáticas, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Plan de Partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, ni compactos ni homogéneos, divididos en tres respectivas porciones apenas unidas. El proyecto atribuyó a los árabes el 46% del territorio (11.500 km²) y a los judíos el 54% (14.100 km², de los cuales 11.750 km² correspondían al desierto del Néguev). Jerusalén y su área circundante, incluida Belén, conformarían un corpus separatum de 700 km² bajo la administración del Consejo de Administración Fiduciaria de las Naciones Unidas. Además, este plan preveía la retirada del ejército británico del Mandato antes de agosto de 1948 y la fijación de las fronteras entre los dos Estados y en la propia Jerusalén.

Tras fuertes discusiones, en 1947, 33 países votaron a favor (entre ellos, EEUU y la URRS); 13 en contra (países del entorno y otros musulmanes); y 10 se abstuvieron (entre ellos Gran Bretaña que había sido, a través de la Declaración Balfour, la mayor promotora de la creación del Estado de Israel en Palestina).

Los judíos aceptaron el Plan, a pesar de no estar de acuerdo con los términos de un reparto que hacían indefendible y poco viable el territorio asignado, pero los árabes lo rechazaron de pleno. El Alto Comité Árabe (el organismo de la dirigencia árabe-palestina) calificó de «absurdos, impracticables e injustos» tanto el reparto como la propuesta federal y, viendo perdido el terreno diplomático, amenazaron con la guerra para defender la Palestina árabe.  

El 14 de mayo de 1948 expiró el Mandato británico de Palestina. Acto seguido, los judíos proclamaron la independencia del Estado de Israel en su parte del territorio otorgada por el Plan de Partición de la ONU. 

Menos de 24 horas más tarde los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak lo invadieron, forzando a Israel a defender la soberanía que había reconquistado en su patria histórica y ancestral. 

En lo que pasó a ser conocido como la Guerra de la Independencia de Israel, las recientemente formadas y pobremente equipadas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) rechazaron a los invasores en cruentos e intermitentes combates que se prolongaron por unos 15 meses. Israel no solo ganó la guerra, sino que además extendió su territorio de 8.000 Km2 a 21.000 Km2 en una legítima guerra de autodefensa frente a los árabes invasores.

Un diario breve de las relaciones dentro de los dos pueblos

9 de noviembre de 1947: La ONU aprueba el Plan de Partición de Palestina. El proyecto prevé la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe, mientras que Jerusalén y sus alrededores quedan bajo la administración internacional. 

14 mayo de 1948: Se proclama el Estado de Israel, pero los países árabes no aceptan su existencia y comienza la primera guerra árabe-israelí. 

24 de febrero de 1949: Termina la primera guerra árabe-israelí. Israel amplia su territorio; Cisjordania, que incluye Jerusalén Oriental, queda en manos del reino de Transjordania, mientras que la franja de Gaza queda bajo control militar egipcio. 

En 1950, el reino de Transjordania cambia su nombre por el de Jordania y se anexa Cisjordania. 

Entre octubre y noviembre de 1956: La segunda guerra árabe-israelí ocurrió, conocida como la Guerra de Suez, originada por las acciones emprendidas por el presidente egipcio Gammal Abdel Nasser, cuya orientación nacionalista y revolucionaria lo llevó a enfrentarse a la Gran Bretaña. En julio de ese año, en relación con las necesidades económicas para la construcción de la presa de 

Assuán, Nasser decretó la nacionalización del Canal de Suez e indemnizó a los propietarios ingleses y franceses para proceder después a prohibir el paso de los barcos israelíes por el Canal. Esas acciones preocuparon seriamente a los gobiernos de Inglaterra y Francia, ante el temor de que Nasser suspendiera los embarques de petróleo que sus países importaban utilizando como vía el Canal de Suez. Este hecho provocó que Gran Bretaña, Francia e Israel atacaran militarmente a Egipto el 29 de octubre de 1956; con la respuesta armada de este país, dio comienzo la segunda guerra árabe-israelí.

Del 5 al 10 de junio de 1967: Guerra de los Seis Días, Israel se anexa el Sinaí egipcio, Cisjordania y los Altos del Golán sirios. 

6 de octubre de 1973: Siria y Egipto atacan a un desprevenido Israel. Comienza la Guerra del Yom Kippur (fiesta judía), que concluye poco después con la victoria de Israel, si bien queda dañada la imagen de que es un Ejército invencible. 

27 de marzo de 1979: Israel y Egipto firman los Acuerdos de Camp David por los que se devuelve el Sinaí. 

6 de junio de 1982:  Israel invade El Líbano con el pretexto de expulsar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). 

10 de noviembre de 1987: Comienza la primera Intifada o revuelta popular palestina. 

Del 30 octubre al 3 de noviembre de 1991: Se celebra en Madrid la Conferencia de Paz que marca el principio del entendimiento entre israelíes y palestinos. 

13 de septiembre de 1993: El primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, firman en Washington una Declaración de Principios que se basa en los acuerdos negociados en secreto en Oslo y que otorga la autonomía para Gaza y Jericó. 

25 de febrero de 1994: Un colono judío mata a 30 palestinos en la mezquita de la Tumba de los Patriarcas, en Hebrón. 

4 de mayo de 1994: El primer ministro israelí, Yizahk Rabin, y el presidente palestino, Yasir Arafat, firman en El Cairo la puesta en marcha de la autonomía palestina. 

1 de julio de 1994: El líder palestino, Yasir Arafat, llega a Gaza tras 27 años de exilio. 

19 de octubre de 1994: 23 personas mueren en un atentado suicida de Hamás en Tel Aviv. 

28 de septiembre de 1995: El primer ministro israelí, Yizahk Rabin, y el líder palestino, Yasir Arafat, firman en Washington ante la presencia del presidente estadounidense, Bill Clinton, el denominado Oslo II o Acuerdo de Taba. 

4 de noviembre de 1995: El primer ministro israelí, Yizahk Rabin, es asesinado por un radical judío. 

20 de enero de 1996: Yasir Arafat gana las elecciones en la Autoridad Nacional Palestina (ANP). 

25 de julio de 2000: Fracasan las negociaciones entre el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el presidente palestino, Yasir Arafat, reunidos desde el día 11 de julio en Camp David, bajo la mediación del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. 

28 de septiembre de 2000: Ariel Sharon visita la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén oriental, lo que provoca el estallido de la segunda Intifada palestina. 

16 de junio de 2002: Israel comienza la construcción de un muro de separación entre palestinos e israelíes de más de 400 kilómetros y que discurre por territorio 

ocupado de Cisjordania. Miles de palestinos quedan aislados y cientos de olivos 

arrasados. Más tarde el Tribunal de Justicia de La Haya lo declarará ilegal. 

17 de mayo de 2003: El primer ministro israelí, Ariel Sharon, y su colega palestina, Mahmud Abás (Abu Mazen), se reúnen para hablar sobre un nuevo plan de paz denominado «Hoja de ruta» auspiciado por la comunidad internacional. 

11 de noviembre de 2004: Muere en Francia Yasir Arafat después de varios días en coma. 

…¡y así continúa el diálogo y el conflicto!

Declaraciones de puntos de vista

¿Jerusalén?

Voz árabe: Jerusalén es una de las ciudades santas del Islam

Respuesta judía: Una de las pruebas de la falsedad de este es el hecho de que durante los 19 años de dominio Jordano ningún dignatario árabe, ya sea gobernante o clérigo musulmán, peregrinó a la ciudad de Jerusalén, ni siquiera el rey de Jordania. 

Mientras que en el Antiguo Testamento Jerusalén es mencionada 375 veces, en el Corán no aparece ni una sola vez. Solamente una leyenda que data del Siglo XVII menciona que Mahoma podría haber subido a los cielos desde Jerusalén. Lo cierto es que Jerusalén ha sido siempre el alma del pueblo judío. El judío cuando ora dirige su mirada a esta ciudad, mientras que el musulmán mira hacia La Meca.

¿Los refugiados?

Voz árabe: La creación del Estado de Israel causó la huída de casi un millón de desgraciados, desahuciados y desesperanzados refugiados árabes. Israel causó el problema y por ende Israel debe resolverlo. El trágico destino de los refugiados árabes que huyeron del mandato palestino antes y durante la guerra de 1948, y desde Israel inmediatamente después de la guerra, ha dominado de tal forma el pensamiento de inclusive historiadores bien educados, comentaristas, periodistas y políticos. 

Respuesta judía: Israel manejó su problema de refugiados judíos destinando grandes cantidades de recursos a la educación e integración de la población refugiada judía a su sociedad. Estos refugiados nunca se convirtieron en una carga para el mundo, nunca necesitaron la asistencia de la ONU, y nunca les fueron negados sus derechos civiles y humanos por su país anfitrión. Al contrario, a pesar de las dificultades de discriminación, adaptación y privaciones iniciales, ellos y su descendencia se han convertido en ciudadanos productivos de la única democracia del Medio Oriente, al igual que han contribuido a una de las sociedades tecnológica y socialmente más avanzadas del mundo.

Algunos observadores han sugerido que la situación dual de los refugiados debe entenderse como “intercambio de población” – árabes huyeron a países árabes de la forma en que judíos huyeron rumbo a país judío, ambos como resultado de la guerra de 1948, ambos bajo condiciones que su facción considera como evacuaciones forzadas. Por otro lado, nadie de la facción árabe ha sugerido lo obvio: Si los refugiados judíos fueron reubicados en territorio abandonado por árabes que huyeron, ¿por qué no reubicar refugiados árabes en las tierras que los judíos fueron forzados a abandonar en países árabes? Una razón por la cual nadie ha sugerido esto es porque ningún Estado árabe, con excepción de Jordania, permitirá a refugiados árabes convertirse en ciudadanos.

El destino de los refugiados árabes ha sido diametralmente opuesto a esta obvia solución a sus problemas. El liderazgo árabe ha mantenido a propósito a sus hermanos palestinos en tugurios de refugiados, a veces alcanzando el grado de campos de concentración, con su miseria perpetuada por dirigentes maquiavélicos para su uso como arma de propaganda contra Israel y el Occidente.

¿La huida?

Voz árabe: Los líderes árabes nunca alentaron a los palestinos a huir.

Respuesta judía: El secretario de la Oficina de la Liga Árabe en Londres, Edward Atiyah, escribió en su libro, The Arabs: Este éxodo al por mayor se debió en parte ala creencia de los árabes, alentada por la jactanciosa y poco realista prensa árabe y las irresponsables declaraciones de algunos líderes árabes de que podía ser sólo un asunto de semanas antes de que los judíos fueran derrotados por los ejércitos de los estados árabes y los árabes palestinos pudieran reingresar y retomar posesión de su país».(Edward Atiyah,1955, The Arabs, London: Penguin Books, pág.183.)

«Los refugiados confiaban en que su ausencia no duraría mucho, y que estarían de vuelta dentro de una o dos semanas», declaró monseñor Geoge Hakim, un obispo ortodoxo griego de Galilea, al periódico de Beirut Sada al-Janub  (el 16 de agosto de 1948). «Sus líderes le habían prometido que los ejércitos árabes aplastarían a las «bandas sionistas» muy rápidamente y que no había ninguna necesidad de asustarse o temer un largo exilio».

¿Expansionista?

Voz árabe: Israel ha sido un estado expansionista desde su creación.»

Respuesta judía: Las fronteras de Israel fueron determinadas por las Naciones Unidas cuando se adoptó el Plan de Partición en 1947. En una serie de guerras defensivas, Israel capturó territorio adicional. En numerosas ocasiones, Israel se ha retirado de estas zonas. Como parte un acuerdo en 1974, Israel regresó los territorios ocupados en1967 y 1973 a Siria. Bajo los términos del Tratado de Paz Egipcio-Israelí, Israel retiró sus tropas de la Península de Sinaí (¡Recuerde que todos estos territorios le pertenecían al Israel histórico de David y Salomón!) por tercera vez.

¿Agresor?

Voz árabe: Israel es el agresor en el conflicto actual.

Respuesta judía: Los árabes que viven en Palestina (el Israel histórico) consideran las Antifadas como la Guerra, no como protestas esporádicas, con la estrategia clara de vencer a los israelíes mediante el medio común a muchos islámicos: el terrorismo. 

“Nuestro objetivo es simplemente la liberación del suelo palestino y el establecimiento de un estado. Por lo tanto, los Judíos (israelitas) deben ser removidos, e Israel debe ser aniquilado. No podemos aceptar ni más ni menos que la completa aniquilación de todos los judíos”. (Primer Ministro de Palestina, Yasser Arafat.) 

…Es muy complicado, ¿verdad?

¿Qué más podemos decir?

Según el Ministerio de Israel: 

1947-49; 1956; 1967; 1973; 1982; 1991: a intervalos casi regulares, las FDI han afrontado importantes estallidos de violencia. ¿Continuará esto hasta un futuro indefinido? «¿Hasta cuándo devorará la espada?» (II Sam. 2:26). 

El precio ha sido enorme para un pequeño país. Un total de 20.093 soldados han caído en acción hasta fines de marzo de 1997. Las perspectivas no son totalmente abrumadoras. Lentamente pero con seguridad, el mundo reconoce el derecho de Israel a existir: en noviembre de 1917 fue una sola potencia – Gran Bretaña – que emitió la Declaración Balfour; en noviembre de 1947, después de un intervalo de treinta años, una gran mayoría de las Naciones Unidas votó a favor de la Resolución de la Partición, pero ningún país árabe o musulmán se contó entre ellos; y en noviembre de 1977, después de otros treinta años, el presidente Sadat vino a Jerusalem y desde el estrado de la Kneset declaró que su país (Egipto) deseaba vivir en paz con Israel. 

El 30 de octubre de 1991 se convocó en Madrid una Conferencia de Paz, copatrocinada por EE.UU. y la URSS. La siguió, después de dos años de negociaciones secretas, la firma de una Declaración de Principios entre Israel y la OLP, que marcó un significativo paso hacia la conciliación entre israelíes y palestinos. Luego vino el Acuerdo Gaza-Jericó de mayo de 1994, y acuerdos subsecuentes detallando el traspaso gradual a la Autoridad Palestina de más territorio y más responsabilidades. 

La Conferencia de Madrid abrió también el camino a las negociaciones que culminaron con un Tratado de Paz con el reino Hashemita de Jordania, firmado por los primeros ministros Itzjak Rabín y Abdul Salam Majali el 26 de octubre de 1994. Israel estableció además relaciones – primeramente comerciales – con varios países árabes en el Golfo Pérsico y Noráfrica. 

Así el proceso de paz ha progresado a lo largo de los años; pero mientras algunos países – y no sólo los vecinos inmediatos de Israel – se nieguen a reconocer su derecho a la existencia, la posibilidad de una guerra no puede ser ignorada, y las FDI – guardián y escudo de Israel – «no se adormecerá ni dormirá» (Sal. 121:4). 

Según lo que dice  la Biblia… todavía anticipamos un conflicto futuro:

Salmo 83

Plegaria pidiendo la destrucción de los enemigos de Israel

Cántico. Salmo de Asaf

1 ¡Dios, no guardes silencio!

¡No calles, Dios, ni te estés quieto!,

2 porque rugen tus enemigos

y los que te aborrecen alzan la cabeza.

3 Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente,

y han entrado en consejo contra tus protegidos.

4 Han dicho: «Venid y destruyámoslos, para que no sean nación y no haya más memoria del nombre de Israel».

5 A una se confabulan de corazón.

Contra ti han hecho alianza,

6 las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas,

Moab y los agarenos,

7 Gebal, Amón y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro.

8 También el asirio se ha juntado con ellos;

sirven de brazo a los hijos de Lot. Profecías contra Edom

Durante nuestro estudio de la profecía de Abdías, hemos aprendido que los descendientes de Esaú llegaron a ser oponentes tenaces de sus primos los israelitas.  Cuando estos primos venían de Egipto en ruta hacia Canaán, los edomitas les prohibieron atravesar por su territorio.  Más tarde cuando Jerusalén fue sitiada por Nabucodonosor, los edomitas colaboraron con este rey pagano, y aun se regocijaron en la destrucción de la ciudad santa.  Aparentemente cooperaron también con los ejércitos de este rey, poniendo emboscadas, apresando y aun matando a los habitantes de Jerusalén que huían del asedio babilónico.

Ahora vamos a investigar de otras profecías referentes a Edom y su significado para los acontecimientos en el Oriente Próximo en los últimos tiempos antes de la segunda venida de nuestro Señor, Jesucristo.

Una profecía que se halla en Jeremías 49:16-17 también habla de la destrucción venidera sobre Edom:

“Te engañaron tu arrogancia y la soberbia de tu corazón. Tú, que habitas en las hendiduras de las peñas, que alcanzas las alturas del monte, aunque eleves como el águila tu nido, de allí te haré descender, dice Jehová. Edom se convertirá en espanto. Todo aquel que pase por ella se asombrará, se burlará de todas sus calamidades.” 

Otras profecías contra Edom se encuentran en dos capítulos de Ezequiel.  En una parte de este libro está una serie de oráculos contra las naciones extranjeras que rodeaban a Israel (capítulos 25–32). Egipto y Tiro reciben mayor atención, pero este oráculo se encuentra sobre los vecinos más próximos a Judá: Amón, Moab, Edom y Filistea. Aparentemente estas naciones habían visto la caída del pueblo 

de Israel con deleite (Amón) y mofa (Moab). Hasta habían aprovechado la oportunidad para vengarse de Judá (Edom y Filistea). El oráculo de Ezequiel advierte que vendría el castigo. Primeramente citamos Ezequiel 25:12-14:

Así ha dicho Jehová, el Señor: Por lo que hizo Edom, tomando venganza de la casa de Judá, pues delinquieron en extremo cuando se vengaron de ellos; 13por eso, así ha dicho Jehová, el Señor: Yo también extenderé mi mano sobre Edom y eliminaré de ella a hombres y a bestias, y la asolaré; desde Temán hasta Dedán caerán a espada. 14Pondré mi venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, y harán en Edom según mi enojo y conforme a mi ira; y conocerán mi venganza, dice Jehová, el Señor.”

Continuamos con Ezequiel 35:2-5,9-15. Dice: 

2«Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte Seir y profetiza contra él, 3diciendo: “Así ha dicho Jehová, el Señor: »He aquí, yo estoy contra ti, monte Seir; extenderé mi mano contra ti y te convertiré en un desierto desolado.4Tus ciudades asolaré, quedarás desolado y sabrás que yo soy Jehová. 5»Por cuanto tuviste enemistad perpetua y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo en que su maldad fue consumada… 9Yo te pondré en perpetua desolación, y tus ciudades nunca más se restaurarán. Y sabréis que yo soy Jehová. 10»Por cuanto dijiste: ‘Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas’, estando allí Jehová; 11por eso, vivo yo, dice Jehová, el Señor, que yo haré conforme a tu ira y conforme a tu celo con que procediste, a causa de tus enemistades con ellos; y seré conocido en ellos cuando te juzgue. 12Y sabrás que yo, Jehová, he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: ‘¡Destruidos son, nos han sido dados para que los devoremos!’. 13Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. ¡Yo lo oí! 14Así ha dicho Jehová, el Señor: Para que toda la tierra se regocije, yo te convertiré en una desolación. 15Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fue asolada, así haré contigo: ¡asolado será el monte Seir, y todo Edom, todo él! Y sabrán que yo soy Jehová”.

Ahora es oportuno hacer un repaso de la información que podemos sacar de una investigación con respecto de “Edom” en la Concordancia de la Biblia.

Hemos aprendido en nuestra investigación que:

  • Edom era una región fértil y próspera.  Dios le había dado la tierra de Edom a Esaú hermano de Jacob, según dice Deuteronomio 2:4-5.
  • El monte de Seir, claro, está en tierra de Edom (El monte de Seir, Edom y la casa de Esau son sinónimos).  
  • El territorio se hallaba ubicado al sur y este del Mar Muerto. (Forma parte ahora del actual Reino Hashemita de Jordania.)
  • Por medio de los profetas, Jehová anuncia los juicios venideros sobre Edom. (Isaías, Amós, Joel y Malaquías profetizan la desolación de Edom también.)  

Cumplimiento de la profecía

Cuando la ruina de Edom fue pronunciada por Jeremías, Ezequiel y Abdías, la civilización edomita estaba en su apogeo.  Petra era una orgullosa ciudad cavada y hermosamente labrada en la roca rosada.  Sin embargo según lo que leemos en Jeremías 49:22 la destrucción venidera sobre Edom sería como “…un águila…” que subirá y volará. ¿De quién habla el profeta? Empieza de la destrucción devastora a las manos de Nabucodonosor (Jeremías 25:9,15,21; 27:2-7)

Cuando Nabucodonosor sitió a Jerusalén, los edomitas colaboraron con él y se regocijaron en la destrucción de la ciudad, lo cual indignó grandemente a los judíos (Salmo 137:7)

Después del cautiverio de los judíos, los edomitas invadieron la parte sur de Judá y se establecieron allí. La parte sur de Judea llegó a llamarse Idumea después del cautiverio.

En el siglo III a.C. los nabateos invadieron la tierra de Edom y levantaron un reino con Petra (Sela) como capital.

En 165 a.C. Judas Macabeo capturó a Hebrón y en 126 a.C. Juan Hircano, el sumo sacerdote macabeo, obligó a los edomitas a convertirse en judíos, imponiéndoles la circuncisión.

Aún en los tiempos de Cristo Edom florecía.  El Rey Herodes era idumeo o edomita.  Las profecías contra Edom no se habían cumplido todavía y pareciera hasta este punto como si los profetas Jeremías, Ezequiel y Abdías habían fallado en sus predicciones.  Pero de repente, Edom fue evaporado de la tierra, su orgullo quedó aniquilado, sus pecados fueron severamente castigados y hasta el día de hoy tanto sus ciudades como su territorio todo, no son más que desolación.  El profeta Ezequiel no podía ser más certero que cuando predijo: “Convertiré el monte de Seir en desierto y soledad.  Te pondré en asolamiento perpetuo y tus ciudades nunca más se restaurarán”.

Cuando llegaron los romanos a dominar a Palestina, Idumea y los edomitas desaparecieron de la historia. El profeta Abdías hace un recuento tenebroso de esta conspiración y lo apuntala de esta manera en su profecía: “Por la injuria de tu hermano Jacob (entiéndase Israel) te cubrirá la vergüenza, y serás cortado para siempre…”.(vv.10-14). 

Petra está allí en medio del desierto Jordano, como un monumento a la verdad que no paga rebelarse contra Dios. Hoy en día se encuentra con el magnificente espectáculo de los suntuosos edificios esculpidos en la roca rosada que una vez estuvieron en uso en la orgullosa Petra.  Es de veras un espectáculo impresionante.  Están ahí para predicar constantes la verdad infalible de la Palabra de Jehová. 

¿Un cumplimiento todavía futuro? 

Cuando leemos la profecía contra Edom en Ezequiel 35 notamos que este capítulo está ubicado dentro las profecías referentes a la restauración de Israel. Por eso todavía anticipamos un cumplimiento adicional en los últimos tiempos de la profecía contra el Monte de Seir.

La profecía de Abdías (vv 19-20) anuncia la restauración y exaltación de Israel. De estos versículos aprendemos que, en el día de Jehová, Israel extenderá sus fronteras hacia los cuatro puntos cardinales, teniendo como central a Jerusalén. 

Lo que se ve aquí es tanto una retribución contra lo enemigos de Israel como la recuperación de todos los territorios tradicionales de Israel. De manera que:

  • el Neguév, sinónimo del área que rodea a Beerseba y la parte baja del Mar Muerto, ocuparía el territorio de Edom.
  • La Sefela, un territorio alto y angosto entre la llanura costera y la región montañosa, se extendería para ocupar las ciudades estado filisteas.
  • Efraín y Samaria, la región conquistada por los asirios en el 721 a.C. será recuperada por el pueblo de Judá.
  • Galaad en Transjordania (que se extiende desde la baja Galilea hasta el río Arnón) será gobernada nuevamente por Benjamín (el territorio tribal entre Betel y Jerusalén).

Entonces buscamos la identidad del “Edom” en los últimos tiempos.  La desolación de Edom anuncia la posesión para Israel del territorio de sus vecinos árabes de donde salen la enemistad, la agresión y el terrorismo.  Cuando Israel ya no tenga vecinos malignos ellos sabrán que “Yo soy Jehová”. 

“Así ha dicho Jehová, el Señor: Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales está esparcida, entonces me santificaré en ellos ante los ojos de las naciones, y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob. 26Habitarán en ella seguros; edificarán casas y plantarán viñas. Vivirán confiadamente, cuando yo haga juicios en todos los que los despojan en sus alrededores. Y sabrán que yo soy Jehová, su Dios”. (Ezequiel 28:24-25)

Qué podemos decir?

“Pedid por la paz de Jerusalén;

¡sean prosperados los que te aman!

¡Sea la paz dentro de tus muros

y el descanso dentro de tus palacios!

Por amor de mis hermanos y mis compañeros

diré yo: «¡La paz sea contigo!».

Por amor a la casa de Jehová, nuestro Dios,

buscaré tu bien.”

(Salmo 122:6-9)

Capítulo anterior: LA PROFECÍA DE ABDÍAS - Una aplicación personal para hoy

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