En varias ocasiones, en sus tratos con los hombres, Dios ha delegado en algunas personas el uso de su poder (el “Espíritu Santo”). Sin embargo, esto nunca ha sido en forma que les permitiera hacer lo que les placiera. El uso de este Espíritu Santo ha sido siempre para un propósito específico. Una vez que se ejecutaba, se les retiraba el don del Espíritu Santo. 

Debemos recordar que el Espíritu de Dios actúa de tal manera que ayude a avanzar el propósito que Él tiene en mente. Dios siempre ha dado su Espíritu para llevar a cabo objetivos específicos y definidos. Debido a esto, aquellos que verdaderamente poseían los dones del Espíritu, sabían exactamente en qué los iban a usar y, por lo tanto, al usarlos no obtenían tan sólo un éxito parcial. Esto contrasta con los muchos fracasos y curaciones parciales que han experimentado aquellos que pretenden tener hoy en día los dones espirituales de sanidad.

Los siguientes ejemplos del Antiguo Testamento indican razones y objetivos específicos que había detrás del otorgamiento de los dones espirituales. En ninguno de estos casos había elemento subjetivo en relación con la posesión de los dones, ni tampoco podían sus poseedores usarlos como ellos estimaran conveniente. Debido a que estamos hablando del Espíritu de Dios, es inconcebible que los hombres pudieran dirigir su uso, ya que les fue dado para que llevaran a cabo ciertos deseos específicos de Dios, más bien que los de los hombres que tenían su uso temporal (compárese con Isaías 40:13).

Por consiguiente, debiera ser evidente que recibir el don de usar el Espíritu de Dios para un propósito en particular no era

– una garantía de salvación

– algo que duraba toda la vida de una persona

– una fuerza mística dentro de ellos

– algo que se ganaba por medio de “una experiencia personal” extática.

El bautismo con el Espíritu

Sin duda alguna el Maestro hizo referencia al gran suceso en Hechos 2 cuando avisó a los Apóstoles:

“porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:5)

Es una confirmación de la profecía de Juan el Bautista que se encuentra en Juan 1:33

“Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.

En Jerusalén en el Día de Pentecostés sucedió el bautismo del Espíritu en los pórticos del Templo donde se venían reuniendo los ciento veinte discípulos de Cristo. Los fenómenos que marcaba el descenso indicaban algo fuera de lo común (Hechos 2:1-13):

  • El sonido que parecía un viento tempestuoso
  • La aparición de lenguas como de fuego
  • Lo que técnicamente se llama la “glossolalia”, o sea, el hablar en lenguas

Pero debemos examinar cuidadosamente lo que pasó aquel día. Hechos 2:4 dice:

Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran.”

Hay que comparar lo que dice Jesús con lo que escribió Lucas. Cuando lo prometido por Jesús se cumple en los Hechos, nunca Lucas usa la misma frase de Jesús (bautizado con el Espíritu Santo) sino la frase “lleno del Espíritu Santo. Ser “lleno del” es equivalente a “ser bautizado con”  Los apóstoles, incluyendo a Pedro, fueron “llenos del Espíritu Santo” en el Día de Pentecostés, poco después de la ascensión de Jesús (Hechos 2:4). Por lo tanto, ellos pudieron hablar en lenguas extranjeras a fin de dar principio al evangelio cristiano de manera espectacular. 

Más tarde cuando las autoridades trataron de restringirlos, “Pedro, lleno del Espíritu Santo”, pudo responderles de manera convincente (Hechos 4:8). 

Cuando fueron liberados de la prisión, los dones los capacitaron para seguir predicando. “Fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31).

El lector alerta notará que no dice que ellos, “estando ya llenos del Espíritu”, hicieron estas cosas. Fueron llenos del Espíritu para realizar ciertas cosas, pero tuvieron que volver a recibirlo a fin de lograr el siguiente objetivo en el plan de Dios. Asimismo, Pablo fue “lleno del Espíritu Santo” al tiempo de su bautismo, pero años después fue nuevamente “lleno del Espíritu Santo” a fin de castigar con ceguera a un hombre malvado (Hechos 9:17; 13:9).

Por lo tanto, estos dones del Espíritu se dieron a fin de realizar cosas específicas en ocasiones específicas. Esto muestra el error de afirmar que la posesión milagrosa del don es una experiencia permanente durante toda la vida de una persona.

¿Qué mensaje recibió la gente?

“Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia, 10Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.” (Hechos 2:9-11)

En cuanto a la manifestación del Día de Pentecostés recordemos:

  • Que los discípulos ya llenos del Espíritu Santo empezaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que expresaran (2:4).
  • Los discípulos, al hablar en lenguas, daban a conocer “las grandezas de Dios” (2:11).
  • Judíos de la dispersión de quince diferentes áreas lingüísticas testificaron “los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.” (2:6,11)

La lista de nacionalidades es significante también. Lo importante es que la “señal” sirvió para congregar a aquellos que por vez primera habían de escuchar el evangelio predicado en su plenitud y en la potencia del Espíritu Santo.

Hay que tener en cuenta siempre que los Apóstoles y sus ayudantes del primer siglo llevaron a cabo su labor de evangelización sin tener en la mano el Nuevo Testamento completo escrito. ¿Cómo se podía presentar la verdad acerca de Cristo y Su Obra redentora sin la ayuda de los documentos que tenemos en la mano en el siglo 21?

Como siempre, las razones de la concesión del Espíritu Santo se dieron con toda claridad:

“Subiendo [Jesús] a lo alto [el cielo]… dio dones [espirituales] a los hombres… a fin de perfeccionar a los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo [es decir, los creyentes]” (Efesios 4:8,12).

Así Pablo escribió a los creyentes de Roma: “Deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados” (Romanos 1:11).

En relación con el uso de los dones para confirmar la predicación del evangelio, leemos:

  • “Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre”, por medio de la realización de milagros (1 Tesalonicenses 1:5; compárese con 1 Corintios 1:5,6).
  • Pablo podía hablar de “lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras [milagrosas], con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:18,19).
  • En relación con los predicadores del evangelio, leemos: “Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo” (Hebreos 2:4).
  • Una campaña de predicación del evangelio en Chipre estuvo acompañada de milagros, de modo que “el procónsul [gobernador], viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina” (Hechos. 13:12).

De esta manera, los milagros hicieron que realmente fueran respetadas las doctrinas que se estaban enseñando. También en Iconio “el Señor… daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen… señales y prodigios” (Hechos 14:3).

Todo esto se resume en el comentario sobre la obediencia de los apóstoles al mandato de predicar: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (Marcos 16:20).

Razones de la existencia de los dones en el primer siglo

Veamos ahora lo que dice el Nuevo Testamento de los dones espirituales que poseían en la iglesia primitiva (es decir, los grupos de creyentes que vivieron en la generación después del tiempo de Jesús).

En su último mandato, Cristo pidió a los apóstoles que fueran por todo el mundo a predicar el evangelio (Marcos 16:15-16). Ellos lo hicieron, dando prioridad en su mensaje al tema de la muerte y resurrección de Cristo. Pero recuerde que en aquel tiempo no existía el Nuevo Testamento que nosotros conocemos. Cuando en mercados y sinagogas predicaban acerca de este hombre, Jesús de Nazaret, su historia debió haber parecido fantástica: un carpintero de Israel que fue perfecto murió y luego resucitó en exacto cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, y que ahora les pedía que se bautizaran y siguieran su ejemplo.

En nuestro tiempo nosotros recurrimos a lo que dice el Nuevo Testamento de la obra y doctrina de Jesús a fin de probar que nuestro mensaje procede de Dios; pero en aquellos días, antes de que fuese escrito y puesto al alcance de todos, Dios permitía que los predicadores usaran Su Espíritu Santo para reforzar la verdad de lo que decían. Esta era la razón específica del uso de los dones a la vista del mundo; la ausencia del Nuevo Testamento escrito habría hecho también que fuese difícil que los nuevos grupos de creyentes desarrollaran su fe. Los numerosos problemas prácticos que surgían entre ellos no habrían tenido una solución precisa; habrían tenido poca guía para desarrollar su fe en Cristo.

Así que por estas razones se dieron los dones del Espíritu Santo para guía de los primeros creyentes, mediante mensajes inspirados, hasta que el registro del Nuevo Testamento de estos mensajes y la enseñanza de Jesús fuese escrito y distribuido.

La promesa del “Consolador” (Juan 14-16)

Jesús estaba dándoles a Sus discípulos Su mandamiento de despedida. Le quedaba poco tiempo. Iba a hacer un viaje en el que ninguno podía acompañarle; tenía que ir solo. Judas  había salido de Su presencia. 

Al anunciar que se va, Jesús crea una situación nueva, exigiendo una fe profunda frente a la muerte que separa. Juan 13:31–38 son el preludio de lo que es conocido como “discursos de despedida” (Juan 14–16). Una vez más Jesús habló de su próxima glorificación (Juan 13:31, 32). Es como si la gloria se viera sobre el fondo de las tinieblas que rodeaban la salida de Judas. Estos versículos muestran el camino triunfal por el cual Jesús enfrentó la pasión. No tenía duda de que la mano de Dios estaba en ello. 

Jesús les dejó a los discípulos dos promesas.

1. Juan habla del “Consolador”. El término traducido “consolador” (griego: parakletos) sólo aparece en el discurso de despedida. Es específicamente un término del apóstol Juan. Está también en 1 Juan 2:1 en donde se califica a Jesús. Podemos resumir los tres puntos de vista actualmente manifestados acerca de la identidad del parakletos así:

  1. Es el Espíritu Santo como la tercera persona de la Trinidad.
  2. Es la manifestación de los dones espirituales en el primer siglo.
  3. Es la presencia del glorificado Cristo (Su Padre) en el corazón del discípulo fiel.

Los puntos (b) y (c) nos interesa particularmente. El punto (a) rechazamos como malentendido de la identidad del Espíritu Santo.. La conclusión a que llegaremos enfoca estos capítulos de Juan 14-16.

2. La palabra “parakletos” significa “alguien que es llamado a nuestro lado” o “alguien llamado para ayudar a otro”.  Por eso se podría tratar de alguien que brinda consuelo. Unos traductores han dicho que (NVI): “Es un término jurídico que significa “abogado”, pero también tiene un sentido más amplio, y pudiera traducirse “Ayudador”.” Los traductores latinos (Tertuliano, Cipriano, Augustín) de los primeros siglos lo traducía por “advocatus” (parecido al “abogado” de castellano. Esta idea de una función jurídica rechazamos porque los textos no nos enseñan de una escena del Padre enojado a un lado y al otro lado al Hijo como un abogado defensor. Es verdad que aprendimos de los textos en Juan 14-16 que el Padre y el Hijo trabajan juntos para el bienestar de los creyentes.

La presencia de Dios con nosotros es señalada por el amor de Dios, la confesión del creyente, la manifestación de Su espíritu en nosotros. El espíritu de Dios y el espíritu de Cristo son entrelazados después de la resurrección y glorificación de Hijo (Mateo 28:18; Filipenses 2:9-10; 1 Pedro 3:22). Se explica en esta manera:

Hemos identificado dos promesas en los capítulos 14-16. Las dos son identificadas por los verbos “enviar” y “morar”. En la primera tabla, tenemos indicaciones de las manifestaciones de lo milagroso en el primer siglo. Especialmente se puede identificar el cumplimiento de lo prometido en los milagros en los Hechos de los Apóstoles. En la segunda tabla esta evidencia de la presencia del glorificado Cristo (y Su Padre) en el corazón del discípulo fiel por medio de su genuina espiritualidad, confianza y creencia de la Palabra de Dios. Finalmente hay que citar de nuevo a Juan 14:16-17. Dice:

“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros.”

Se nota la referencia a la frase “otro Consolador”. Seguimos con una explicación de un trinitario (Turner Pág.215) que nos enseña que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Deidad:

“Cuando Jesucristo prometió que el Espíritu Santo iba a venir (Jn.14:16,26; 15:26), es claro que estaba hablando de Uno igual a El mismo; tan personal, poderoso y divino como Aquel que hacía la promesa. ¿Cómo podría el “otro Consolador” hacer en la tierra las veces del primer Consolador (Jn.14:16), a menos que fuera una persona?”

Por eso esta expresión significa otro consolador del mismo tipo que el primero. Esto implica, por supuesto, que Jesús fue el primero (1 Juan 2:1) y que el Espíritu (la tercera persona de la trinidad) sería un consolador de la misma clase.

¿Quién o qué es entonces ese consolador del que no nos habla ningún otro evangelista? Tengo dos sugerencias aparte de la explicación errónea del trinitario:

  1. La manera más obvia y coherente bíblica para entender la frase “otro Consolador” es como una referencia a la ocasión  anterior cuando los discípulos recibieron el espíritu durante su ministerio en Galilea (Mateo 10:1; Marcos 3:14-15; Lucas 9:12). La promesa de “otro Consolador” es la garantía de la venida otra vez del Espíritu Santo.  Esta vez no les abandonaría. Recordamos que después de la resurrección de Jesucristo los discípulos recibieron la comisión y el espíritu en Juan 20:22
  2. *Existe bastante evidencia en las Escrituras para considerar equivalente el Ángel de la Presencia (El ángel para guiar a Israel en el Antiguo Testamento) con el Consolador del evangelio de Juan. En la figura abajo comparamos lo que aprendemos de los dos:

Finalmente podemos demostrar por medio de un estudio bíblico cuán lejos de la verdad está el dogma que proclama que el Espíritu Santo es la tercera persona de la trinidad. Lo hacemos por medio de una investigación del paralelismo relacionado con el quinto dicho en Juan 14-16 y el Apocalipsis.

Juan 16:13 “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.”

Tenemos aquí los principios y los mecanismos actuales de la revelación:

Hay que recordar que Jesús les prometió a los apóstoles en Juan 16:13 el Espíritu de Verdad. El lenguaje que se aplica es de dos formas:

1 “hablará todo lo que oiga”

2. “hará saber las cosas que habrán de venir”.

En el versículo anterior (v.12), Jesús había dicho: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.” Es una promesa que, por medio del Espíritu, Jesús les hablaría a los apóstoles. Les prometió una revelación adicional. Por eso hoy en día, nadie puede sostener que tiene una revelación adicional de lo que ya está escrito en la Biblia.  

La personalidad del espíritu santo (Abel, Pág.211-212)

El espíritu santo es el poder de Dios (Lucas 1:35). Consecuentemente, lo que el espíritu santo hace es realmente lo que Dios está haciendo. Por ejemplo, El Consolador, el espíritu santo…el os enseñará todas las cosas (Juan 14:26) simplemente significa: “Dios les enseñará todas las cosas por medio de Su divino poder”. De manera semejante, aunque las escrituras no pueden “decir” algo, literalmente hablando, está escrito: Porque la Escritura dice a Faraón…(Romanos 9:17). Dios es quien dijo esto, y su escritor, guiado por el poder del espíritu santo, con plena seguridad lo registró. En esta cita existe una fusión de lo que Dios dice con lo que la Escritura dice. De la misma manera, en realidad es Dios quien habla, da testimonio y consuela por medio de Su poder: el espíritu santo.

Problema

Basándose en los siguientes pasajes, los trinitarios sostienen que el espíritu santo es una persona co-igual y co-eterna dentro de la Deidad

Solución

Se puede demostrar que el espíritu santo es un poder por medio de una comparación cuidadosa de los pasajes siguientes:

  1. Génesis 1:1-2 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” Pero otras referencias a la creación atribuyen el trabajo al poder de Dios. Considérense las siguientes:

Jeremías 27:5 “Yo, con mi gran poder y con mi brazo extendido, hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la faz de la tierra, y la di a quien quise.”

Jeremías 51:15 “Él es el que hizo la tierra con su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría y extendió los cielos con su inteligencia.”

Salmo 33:6 “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos; y todo el ejército de ellos, por el aliento de su *boca. Este último es comprensible si el espíritu santo es un poder. Pero el lenguaje es inapropiado si el espíritu santo es en realidad la tercera persona poderosa, omnipotente y omnisciente de la trinidad.

Hebreos 6:4-5 “Es imposible que los que una vez fueron iluminados, gustaron del don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero,” El espíritu santo es asociado con los poderes del siglo venidero.

Lucas 1:35 “Respondiendo el ángel, le dijo:—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios.” La estructura paralela indica que el espíritu santo es equivalente al poder del Altísimo.

Isaías 11:2 “y reposará sobre él el espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” Esto es interpretado en el Nuevo Testamento así: “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret,..”. (Hechos 10:38)

  1. Fue el poder del Altísimo el que cubrió a María (Lucas 1:35). Pero si el espíritu santo es la tercera persona de la trinidad, entonces el espíritu santo, y no Dios Padre, es el verdadero padre de Jesús.
  1. Jesús sopló sobre sus discípulos y ellos recibieron el espíritu santo (Juan 20:22). Este lenguaje es comprensible si un poder fue transmitido, pero sería inapropiado si el espíritu santo fuese la tercera persona de la trinidad.
  1. De la misma manera, el espíritu santo fue transmitido por imposición de manos (Hechos 8:17-19). ¿Fue esta transmisión de la tercera persona de la trinidad?
  1. El espíritu santo fue dado sin medida a Jesús (Juan 3:34). Sin medida es una expresión apropiada del poder del espíritu santo, pero no es la clase de lenguaje ordinariamente asociada con una persona. (Comparase Hechos 10:44 “El espíritu santo cayó sobre todos los que oían el discurso.” También Hechos 2:17 “Derramaré de mi espíritu.”)
  1. Dios envió el espíritu santo para ungir a Jesús (Mateo 3:16; Lucas 4:19). ¿Se creería que “Dios Padre” envió a “Dios espíritu santo” a ungir a “Dios Hijo” con “Dios espíritu santo”?
  1. En la introducción a 17 epístolas que comienzan con una invocación de gracia y paz, solamente en una se refiere al espíritu santo como medio de santificación y no como fuente de gracia (1 Pedro 1:2). ¿Por qué la invocación a Dios y al Cristo, y no al espíritu santo, si este último es la 

tercera persona de la trinidad? De manera similar, en once ocasiones de acción de gracias o bendición que siguen a la invocación en las epístolas, ninguna contiene alguna mención sobre el espíritu santo.

  1. El orden divino es presentado en 1 Corintios 11:3 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo.” ¿Por qué no hay mención del espíritu santo si le considera como una persona?
  1. Jesús dio mandamientos por medio del espíritu santo (Hechos 1:1-2). Sería éste un co-igual dando órdenes a otro co-igual?
  1. Aunque se afirma que el espíritu santo (el Consolador) haría su morada en los discípulos (Juan 14:16-17), esto no implica necesariamente la personalidad del espíritu santo, puesto que ambos, el Padre y el Hijo (en el mismo contexto) harían también su morada en los discípulos (Juan 14:23). Entonces, claramente Dios y Su Hijo habitarían en ellos por medio del poder del espíritu santo. Como Jesús dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (Juan 15:26)
  1. El espíritu santo apareció en forma de paloma (Mateo 3:16); en forma de lenguas repartidas, como de fuego (Hechos 2:3), y fue acompañado por el sonido de un viento recio y poderoso (Hechos 2:2). Si el espíritu santo es una persona, ¿por qué las manifestaciones son tan distintas de las del Padre? (Éxodo 33:18-23; 34:5-7)
  1. ¿Por qué el espíritu santo no es mostrado como sentado en el trono de Dios? (Véase Apocalipsis 7:10: “Clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero!” También Hechos 7:55-56 ¿Por qué no se menciona al espíritu santo?
  1. La personalidad del espíritu santo es algunas veces deducida de Lucas 12:10 “Todo aquel que diga alguna palabra contra el Hijo del hombre, será perdonado; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no será perdonado.” Este pasaje prueba demasiado. Los trinitarios ortodoxos proclaman que el espíritu santo es co-igual con el padre y el Hijo; pero su interpretación de este pasaje coloca el espíritu santo arriba del padre y del Hijo, puesto que es una más grande ofensa pecar contra el espíritu santo que contra el Padre o el Hijo.
  1. La palabra espíritu (pneuma) en el texto griego del Nuevo Testamento es de género neutro y por consiguiente no denota, en si misma, personalidad.

Creo que podemos resumir nuestras conclusiones siempre provisionales de esta manera:

La palabra parakletos para Juan en su primera epístola significa Jesucristo, el mediador del Padre. Hay pasajes paralelos en otras partes de la Biblia que refieren al “espíritu” ayudando a nosotros en nuestra debilidad lo que entendemos como una referencia indirecta a Cristo que a través del Nuevo Testamento es “el espíritu” que dirige la obra de Dios.

Capítulo anterior: Pensamos en “lo natural” y “lo espiritual”

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