Siendo Miembros De Una Familia

Hemos observado la frecuencia con la que Jesús introduce el término ‘hermano’ en el contexto de tensión interpersonal – una explosión de enojo, el rencor amargo de largo tiempo, la percepción de un defecto en otro, el sufrimiento de una lesión personal. Tales circunstancias nos distancian. No es diferente para nosotros que vivimos en el siglo XXI. Sin embargo, por medio del uso de la palabra “hermano”, Jesús recuerda a sus discípulos que deben permanecer unidos – son miembros de una familia. Por eso, deben buscar la reconciliación para el bienestar de todos.

Esta enseñanza de la igualdad entre los hermanos se encuentra en Mateo 23:8 “Pero vosotros no pretendáis que os llamen “Rabí”, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.”

Unas advertencias de Jesús

Jesús advierte contra la orgullosa búsqueda de alabanza pública, como sucede cuando se aspira a posiciones prominentes, y a títulos que confieren una cierta superioridad. A veces los títulos se usan como emblemas de respetabilidad, o para indicar determinados deberes o cargos de responsabilidad. Pero es la actitud que inspira la búsqueda de tales reconocimientos la que Jesús condena. Como hermanos todos somos iguales. No son ‘sobre’ sino ‘dentro’. Son también ‘bajo’ su Padre celestial. Según lo que dice Jesús, los discípulos no deben procurar posición, sino sentirse felices de tomar los lugares más humildes y servir a los demás.

La palabra ‘hermano’ también implica una unidad como se ve en Mateo 25:40

“Respondiendo el Rey, les dirá: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Mucho se ha discutido en relación con la expresión mis hermanos. Se ha dicho que se refiere a los judíos; o a todos los cristianos; y otros manifiestan que alude a los que sufren en cualquier lugar. Dicho debate tiene una semejanza con la pregunta que un abogado formuló a Jesús:

“¿Quién es mi prójimo?” (Lucas 10.29).

Pero el punto que queremos hacer con esta referencia es cuando Jesús dice que al ayudarles a ellos a mí me lo hicisteis, dicha identificación de Jesús con sus ‘hermanos’ hace recordar el principio en Mateo 10:40–42, donde el recibir a los discípulos es recibir a Jesús. A quien se llama el hermano del Rey está identificado con el Rey en la manera más cercana posible.

Para entender mejor el significado de la unidad y el amor que se centra en el uso de la palabra ‘hermano’ observamos lo que Jesús dice a Pedro en Lucas 22:32: 

“…pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.”

Había orado por Pedro para que no fallara en su fe y así pudiera fortalecer a los demás.

El amor de Jesús hacia sus hermanos

Lamentablemente leemos de la negación de Pedro de su Maestro enfrentado a una prueba intensa en Mateo 26:74-75. Sin embargo, Jesús estuviera consciente de lo que Pedro experimentaría después de aquella falta

“Y saliendo fuera, lloró amargamente.” (Mateo 26:75).

El sentimiento humano de una falla es muy profundo. Debido a esto somos todos totalmente consciente del remordimiento que Pedro debe de haber sentido. Nos imaginamos que dejó de sentirse como un miembro de la comunidad de creyentes durante los tres días siguientes. Sin embargo, se quedó como un hermano entre los hermanos.

Observamos lo que dice Jesús después de su resurrección:

“Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.” (Mateo 28:10).

Percibimos especialmente el amor de Dios hacia Pedro en el mensaje del ángel:

“…id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea.” (Marcos 16:7).

Esto es un apunte de que los discípulos no son simplemente ´hermanos´ dentro de la comunidad de creyentes sino también cada uno es hermano de Jesús.

Una digresión – al multiplicar 10 por 7 por 7

No se puede leer la parábola del siervo malo en Mateo 18 sin darse cuenta del contexto especifico dentro del cual se halla. Principiando con el versículo 15, se nota que Jesús aborda el problema del perdón que los creyentes deben a sus hermanos en la fe.

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano.” (Mateo 18:15)

El enfoque de la parábola en Mateo 18:23-35 avanza a cómo deben responder los discípulos ante un condiscípulo cuando éste comete algún pecado que les afecta personalmente. Se presupone que la respuesta es el perdón; la única pregunta que queda es si habrá algún límite. La oferta de Pedro de siete veces parece generosa, pero Jesús descartó tales cálculos. El contexto más inmediato de la parábola comienza con el v.21

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

Por eso Jesús dio esta parábola:

Diez mil talentos (v.24) en términos actuales serian múltiples de millones de dólares. Para la mentalidad antigua el numero ´diez mil´ en realidad no era un numero sino una manera de expresar lo incalculable. El rey, en lugar de darle al deudor una prorroga respecto al pago de la deuda, se la perdona. El hombre y su familia son puestos en libertad y la deuda ha sido cancelado.

Cien denarios (v.28) es el pago de 100 días laborables. (El denario era la cantidad de dinero que un jornalero u obrero ganaba por el trabajo de todo un día.) Esta comparación sirve para hacer énfasis en la actitud del deudor del rey.

Pedro emplea el numero clásico entre los judíos que simbolizaba ´lo completo´, el número siete. Al responder a Pedro, Jesús ocupa los dos números 10 y 7 en forma multiplicada. Al multiplicar 10 por 7 por 7, Jesús le decía a Pedro que no había limite a la necesidad de perdonar.

Perdonamos porque hemos sido perdonados por Dios, y ninguna ofensa en contra de nosotros puede compararse remotamente con la cantidad incalculable de perdón con que hemos sido perdonados.

Una digresión – ¿Quiénes fueron los hermanos de Jesús?

“Maria fue siempre virgen. Este ha sido siempre el sentir de la Iglesia desde un principio.”

dice Flaviano Amatiulli V. (Diálogo con los Protestantes, pág. 76). Encontramos otra declaración de los católicos romanos en una pagina web:

“Los católicos profesamos que todos los cristianos somos hermanos de Jesús en virtud de nuestro bautismo. Profesamos al mismo tiempo que Jesús no tuvo hermanos naturales. La Santísima Virgen María fue SIEMPRE VIRGEN.”

La tradición católico-romana se ha visto en la necesidad de clarificar este tema, ya que creen en la virginidad perpetua de María.

La evidencia bíblica se presta a diferentes interpretaciones.

  1. Hijos de José y María: Algunos consideran que esta es la enseñanza del Nuevo Testamento. A Jesús se le llama el primogénito de María (Lucas 2:7), y se nos dice que José conoció a María; es decir, tuvo relaciones sexuales con ella después del nacimiento de Jesús (Mateo 1:25). Por lo tanto, la conclusión más lógica es que ´los hermanos de Jesús´ proceden de José y María. Es más, no existen indicios en los Evangelios de que José era viudo antes de casarse con María o que había tenido hijos en un matrimonio previo.
  2. Primos de Jesús: Esta interpretación está fundamentada en el argumento de que la palabra ´hermano´ podría designar a un pariente cercano, un primo. Entre otras cosas, esta teoría enseña que la madre de Santiago y de José no fue la madre de Jesús, sino su hermana, María, la esposa de Cleofas (Juan 19:25). Su hijo Santiago es el mismo llamado como el hijo de Alfeo o Cleofas (Marcos 3:18).
  3. Medio hermanos de Jesús: Varios argumentos han sido utilizados para fundamentar esta posición. Primero, en ningún lugar del Nuevo Testamento los ´hermanos de Jesús´ son mencionados como los ´hijos de María´. El pasaje que se acerca más a esta idea es Mateo 13:55: «No es éste el hijo del carpintero? No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?».  Pero Jesús es el único mencionado específicamente como hijo de María. Se podría argumentar que el texto está diciendo implícitamente que María era la madre sólo de Jesús, no de sus hermanos mencionados en este versículo.

Presentamos un conjunto de ideas:

Encontramos algunos ejemplos de ´hermano´ utilizado para designar otras relaciones en el Antiguo Testamento: Génesis 14:14; 11:26-28; 29,15; Deuteronomio 23:8; I Crónicas 23:21-22; 2 Reyes 10:13-14; 1 Samuel 9:13; 20:32; 2 Samuel 1:26; Nehemías 5:8; Jeremías 34:9; Amos 1:9. Sin embargo, referencias explícitas a ´hermanos´ de Jesús aparecen en textos del Nuevo Testamento. En todos ellos, la palabra griega empleada es adelphos; la cual se usa en otras partes del mismo Nuevo Testamento con una gran variedad de sentidos, desde hermanos de padre y madre hasta hermanos de religión y de raza. Por el contexto de relación familiar en que aquí aparecen, no cabe duda de que se están refiriendo a hermanos de sangre.

Existe un salmo mesiánico que incontrovertiblemente describe el hecho de que Jesús tendría y en efecto, tuvo hermanos, ¡otros hijos de María y José! Leamos:

“…Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores. (Salmo 69: 4-9)

Jesús lo cita para referirse a sí mismo, por ende declarando que él era a quién el Salmo se refería. Pero no solamente lo creyó así Jesús, sino que todos aquellos que lo escucharon citarlo, también entendieron que Él era el Mesías. Ver Juan 2:16-17 y Juan 15:25.

Ahora analicemos brevemente otros versículos:

Mateo 12:46-47  

«Mientras Jesús le hablaba a la multitud, se presentaron su madre y sus hermanos. Se quedaron afuera, y deseaban hablar con él. Alguien le dijo: –Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo.»

Mateo 13:55-56 

«¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están con nosotros todas sus hermanas? ¿Así que de dónde sacó todas estas cosas?»

Se nota en ambos versos, si a aquellos a quienes se designan ´hermanos´ de Jesús en realidad no son sus «hermanos» (también hijos de María), entonces, ¿quién es la madre de Jesús y quién es este «padre» que interesantemente resulta ser un «carpintero»? En otras palabras, aquí «madre» claramente designa a María (mencionada por su propio nombre) y el «carpintero» (no mencionado por su nombre, ¡pero José era carpintero!), debió ser José.

Veamos lo que ocurrió cuando Jesús murió en la cruz. Juan 19:26-27

«Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.“

El Evangelio nos da el nombre de cuatro de sus ´hermanos´ de Jesús: Santiago, José, Simón y Judas. Si fueran sus hermanos de sangre serían hijos de María. ¿Por qué entonces Jesús la entregó a Juan?.

Encontramos la respuesta en Juan 7:5

“En realidad, ni siquiera Sus hermanos tenian mucha confianza en El”

Es natural entonces que Jesús escogiera la ayuda de un creyente, para su madre, en lugar de sus hermanos escépticos. Es después de la resurrección que leemos que los hermanos están con los apóstoles (Hechos 1:14).

Otras consideraciones:

Dios manda a los esposos a no negarse sexualmente el uno para con el otro a no ser por breve tiempo, de mutuo consentimiento y para ocuparse de la oración, 1 Corintios7:3-5. Sin ninguna duda María y José más que ningún otro matrimonio acataba la voluntad de Dios sin negarse sexualmente el uno al otro luego del nacimiento de Jesús, Mateo 1:25. Aquí el verbo conocer significa la unión sexual entre el hombre y la mujer. La misma palabra la utiliza María para decirle al ángel (mensajero) que no conocía varón y el escritor sagrado de Mateo para decir que José no tuvo relaciones sexuales con María sólo hasta que nació Jesús; dando a entender implícitamente que luego sí. Dios jamás mandó a María a abstenerse de tener relaciones sexuales con su marido. Dios mandó a José que no temiera en recibir a María por su mujer, Mateo 1:20. En el lenguaje bíblico esto significa concretar el acto de unión sexual, tal como lo hizo David en 1 Samuel 12:9, al recibir por mujer a la mujer de Urías el heteo.

Lucas escribió alrededor del Año 70, unos 40 años después del nacimiento de Jesús.  Se sobrentiende que para aquel entonces Lucas ya sabía si María había tenido o no más hijos luego del nacimiento de Jesús. Por esto motivo Lucas (doctor en medicina) utiliza  el término griego prototokos, que significa ´el primer nacido´, para referirse al  nacimiento de Jesús, Lucas 2:7. Nótese que dice su primer hijo y no su único hijo  (unigénito si es que Jesús hubiera sido su único hijo).

Que los hermanos de Jesús eran ´primos hermanos´, ya que la Biblia nunca utiliza la  palabra griega anepsios (Colosenses 4:1) referida a sus hermanos.

Que los hermanos de Jesús eran ´hermanos´ por parte de José, hijos de otra madre´, ya  que la Biblia nunca utiliza la palabra griega suntrophos (criado con otro, hermano de leche Hechos 13:1) referida a sus hermanos;  que habría sido adecuada en el supuesto caso que fueron hermanos sólo por parte de  padre.

No hay razones bíblicas para dudar que María haya tenido más hijos después del nacimiento de Jesús, ni existe ningún texto que diga tal cosa.

Una digresión – Tu hermano, tu prójimo y el Samaritano

(Aquí esta una exhortación por nuestro Hermano John Burton (Colombia e Inglaterra) enviada por el Hermano Frank Woodcock a los Hermanos aislados.)

Durante varios años tuve la suerte, en Sur América, de trabajar en el campo, con una entidad de extensión rural sin ánimo de lucro.   Trabajamos en comunidades muy lejanas, donde no había ningún servio público (agua o luz).   Nuestras visitas tenían el propósito de buscar el bienestar de los niños campesinos, y la tarea de ayudar a sus padres a trabajar en conjunto para el beneficio de todos.   Fueron comunidades de campesinos que aprendieron en adversidad, como trabajar en grupo.

Recuerdo como una vez fui con un hermano en la fe que trabajaba para la misma entidad, a una vereda muy lejana en el monte.  Llegamos a la cabeza municipal en bus, y de allí en adelante nos enfrentamos a un largo camino a pie por unos pedregales duros.  Esperándonos al pie de la carretera estaban dos delegados de la comunidad, habían traído “transporte” para los visitantes, dos bestias, ¡Que gente tan buena, unos verdaderos Samaritanos!, opinaba mi hermano compañero. No dije nada, pero mi entusiasmo era menos que el de él, yo había sufrido suficientemente en el pasado montando en bestia en Suramérica.   Esta vez no había escape para el “Mr.”, los dos delgados rápidamente nos montaron en las sillas de los dos animales y empezamos el viaje hasta su humilde vereda, dos horas arriba en el monte.   Afortunadamente ellos llevaban los dos animales cargados con los “forasteros”, guiándolos a mano por esas trochas tan pendientes.

Entre tales comunidades fue muy común referirse al uno al otro en términos muy folclóricos.   Las mujeres saludando a mujeres vecinas “¿Qué más hombre?”, Vecinos saludando el uno al otro “¿Que hubo hermano?”, “¿Qué hay de nuevo, paisan?”. De todos estas salutaciones de fraternidad, la más interesante para mí fue la manera de utilizar la palabra HERMANO.  Siendo nosotros hermanos en Cristo (Cristadelfiano – quiere decir hermano en Cristo), tenemos costumbre de pensar que debemos solamente utilizar la palabra “hermano” a los de la fe. Pero allí en comunidades remotas los camerinos atizaban la expresión en una manera más libre “hermano como mi “prójimo”.

Es interesante que en la Biblia se utilice también la expresión “hermano” en la manera más libre.   Con unos ejemplos basta: (ver por ejemplo Génesis 9:5 y Deuteronomio 15:11 o en el Nuevo Testamento, Hechos 3:15-17 y Hechos 23:1).

Hay tres clases de “hermanos” que encontramos en la Biblia:

nuestros “hermanos” en la carne (o sea la familia natural inmediata)

nuestros “hermanos” en la fe, y

nuestros “hermanos” de la humanidad, o sea el prójimo

Las prioridades entre los tres grupos las puede uno captar también en las Escrituras.   Del grupo (i) leemos (1Timoteo 5:8) “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.

En Gálatas 6:10, Pablo habla de los grupos (ii) y (iii) así: –

“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos mayormente a los de la familia de la fe”

¿Y del hermano prójimo (grupo iii) qué?

En la ley de Moisés las cosas fueron bien claras, Levítico 19; 17, 18 y 34:

“No aborrecerás a tu hermano en tu corazón,…….sino amaras a tu prójimo como a ti mismo…….como a un natural de nosotros tendréis al extranjero y que more entre vosotros, y lo amaras como a ti mismo”.

Como sabemos bien, este texto de la ley, posteriormente formaba la base de una de las parábolas mas famosas de Jesús, la del buen Samaritano de Lucas 10:25-37.   Tan bien conocida que se nos escapa notar que el relato empieza con una pregunta y termina con otra.

(v.29) el maestro de la ley: “¿y quien es mi prójimo?” (o sea: ¿quien merece ser el recipiente de mi ayuda?)

(v. 36) Cristo “¿quien, pues,…fue el prójimo del que cayo en manos del los ladrones?” (o sea: ¿quien fue le que suministro, el donador, el proveedor, de la ayuda?).

Entre las dos preguntas existe una brecha enorme de actitudes – un mundo de diferencia.   Para el maestro de la ley el “prójimo” es el que merece la atención, merece ayuda – una persona con la cual uno tiene algo que ver.   En cambio para Jesús el proveedor de la ayuda, el que hizo la buena obra, el que hizo el favor al necesitado, él si era el verdadero prójimo”

Ver en la tabla como las posiciones cambian con la actitud:

Maestro de la ley El que da la ayuda

 

El Recipiente (= Prójimo)
Jesucristo

 

El que da la ayuda (= Prójimo) El Recipiente

El Samaritano (el prójimo de la parábola) tuvo compasión por el que cayó en manos de los ladrones – uno de una raza diferente – uno de una religión diferente – uno que era por lo tanto un enemigo natural, “Entonces se acerco al hombre, le curo las heridas con aceite y vino, y le puso vendas.   Luego lo subió en su propia bestia, y lo llevo a un alojamiento y lo cuido allí” (versión popular, Lucas 10:34).   Y la enseñanza de Jesús para nosotros es “ve y haz lo mismo”.

Uve tiempo de reflexionar que tan buenos Samaritanos fueron estos dos campesinos de la comunidad que nos subieron en las bestias para llevarnos hasta un alojamiento y el cuidado que sus señoras nos brindaron.   Prefiero no contar de mis heridas sufridas en la vía………., al final del viaje me sentí muy noble al aceptar sus atenciones tan fraternales.

La lección del Señor sigue vigente, “Ve y haz tu lo mismo”.

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