Los niños irrespetuosos e irresponsables encontrarán muchos problemas en la vida. Son una carga para sus padres y serán mal recibidos en el mundo de los adultos. Desde el solo punto de vista natural, tenemos la obligación de proporcionar a nuestros hijos una buena herencia de entrenamiento en conducta responsable.
La siguiente cita es tomada del artículo «Pensamientos para madres jóvenes»:
Algunos padres de familia se abstienen de obligar a sus hijos a realizar tareas caseras. Esto no es un acto de bondad hacia el niño. El período de la niñez es sólo una pequeña parte de la vida entera de una persona. Es difícil que un adulto asuma responsabilidad si no la ha practicado en los años formativos de su vida. La Biblia dice: «Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud» (Lamentaciones 3:27). Estamos criando a nuestros hijos con el objeto de que ocupen un lugar en el mundo de los adultos. Recuerde que ellos no siempre podrán darse el lujo de ser dependientes e infantiles.
Enseñe a sus hijos desde una edad muy temprana que deben realizar pequeños deberes y trabajos para el hogar. Cuando los niños crezcan, debe asignarles tareas permanentes tales como limpiar el jardín, podar los árboles, lavar los platos, arreglar la cama y otros similares. Los niños de ambos sexos pueden turnarse en las labores domésticas, aliviando a la madre de algunas de sus constantes tareas. Los niños deben aprender el significado de una ética del trabajo. El decreto divino es:
«Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado…» (Génesis 3:19).
Dios desea que trabajemos con diligencia:
«También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre disipador» (Proverbios 18:9; véanse también 13:23, 20:4 y 21:5).
Una parte del aguijón del decreto edénico ha sido quitada por medio de la tecnología moderna y los programas de bienestar social. Sin embargo, las actitudes contemporáneas no deben corromper nuestro sistema de valores. Una tendencia común de la madre es la de consentir y mimar a sus hijos; pero debe moderar esta inclinación inculcando en los niños un sentido de responsabilidad. Después de jugar, los niños deben ser obligados a guardar sus juguetes. La madre debe organizar su hogar, y aunque la familia sea pobre, los niños deben tener un lugar para guardar sus juguetes, libros escolares, instrumentos musicales y otras pertenencias. No hacemos ningún favor a un niño permitiéndole retirarse de un desorden que él mismo ha creado.
Es más difícil enseñar una ética del trabajo a una pequeña familia que a una grande. Con sólo un par de niños, la madre generalmente tiene suficiente tiempo para hacer la limpieza tras ellos, y tendrá la tendencia de hacer labores para ellos. Con varios niños hay tanto trabajo que hacer en la casa que ellos necesariamente tienen que ayudar a su madre. Un niño debe ser enseñado a considerar el trabajo como una responsabilidad y no como un castigo. La tarea debe estar proporcionada a la capacidad mental y física del muchacho. Los niños deben ser alabados por una tarea bien hecha y debe decírseles lo hermoso que es contribuir al bienestar de la familia. De este modo inculcamos en nuestros niños un sentido de amor propio y de utilidad, y ellos aprenden que un hogar debe funcionar en base a la cooperación y el trabajo en equipo, un concepto que pueden transferir a la familia de la fe.
Es importante mantener ocupados a los niños. Esto es particularmente importante durante la adolescencia. Una falta de organización y de un horario de actividades conduce a las travesuras y la delincuencia. Obsérvese lo que es señalado como el problema con la ciudad de Sodoma:
«He aquí, que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad…» (Ezequiel 16:49).
No tenemos que sobrecargar a los hijos con constantes tareas domésticas, pero sí necesitamos preparar un programa que incluya tiempo de diversión, responsabilidades caseras, deberes escolares y lectura de la Biblia. Si las horas están llenas de actividades felices, habrá poco tiempo para el aburrimiento y la mala conducta. Cuando los niños comiencen a irritarse y disputar unos con otros, envíelos a hacer pequeños trabajos que los separen temporalmente y canalizen sus mentes hacia diferentes pensamientos.
Los buenos hábitos de trabajo adquiridos por un niño serán transferidos posteriormente a mayores y más importantes tareas tales como el trabajo escolar, la habilidad de mantener un empleo, y el gobierno de su propia casa. En realidad, la disciplina de la responsabilidad que se derarrolla realizando actividades seculares puede ayudar al niño a aceptar la responsabilidad de servir correctamente a su Creador, servicio que le será de eterno beneficio.
~ Ellen Styles
Traducido por Nehemías Chávez Zelaya
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