¿Son idénticos todos los buenos hogares? ¿Existe un molde para fabricarlos o un conjunto de componentes de los cuales se construyen? Y si es así, ¿podemos simplemente ensamblarlo y dejar que se ocupe de sí mismo? No, la vida real nunca es tan sencilla.
Sin embargo, los buenos hogares se parecen en ciertos aspectos, poseen algunos rasgos comunes. Es imposible constituir un hogar cristiano sin Cristo y sin la Biblia como guía. No es práctico que pretendamos enseñar a los hijos el valor inestimable del evangelio si nosotros mismos somos cristianos tibios, más interesados en esta vida que en la eternidad, descuidados en el servicio a Dios e irregulares en nuestra asistencia a la iglesia. Necesitamos estar comprometidos, animados y amorosos, sinceros y amables.
Quizá actualmente usted sea un adolescente en su hogar familiar. ¿Qué contribuye usted al buen funcionamiento del hogar? ¿O se rebela, estorba o se niega a colaborar? Si es así, ¿es usted verdaderamente feliz?
La Familia Es Un Ser Vivo
Las familias son diferentes porque las personas son diferentes. Cada persona es única y lo mismo es cada familia. Así como esposo y esposa tienen que aprender a adaptarse uno al otro, los demás miembros de la familia tienen que acomodar la variedad de personalidades dentro de ella.
Todos necesitan espacio para respirar y desarrollarse. Compete a los padres remover las restricciones artificiales y las exigencias irrazonables. Las reglas caprichosas e innecesarias son ajenas a la vida en Cristo. Las reglas establecidas por causa de Cristo son un asunto enteramente diferente.
Debemos tener a Cristo como centro de la familia. No debemos marginarlo o avergonzarlo con nuestra conversación o nuestro comportamiento. ¿Podríamos realmente invitarle a ver los programas de televisión o los videos que nosotros vemos? Podríamos esperar que esté allí mientras que nosotros peleamos? ¿O cuando hablamos mal de otras personas?
Todos hemos visto plantas o árboles que se han arruinado por falta de alimento o porque están siendo restringidos por otras plantas en el mismo trozo de tierra. Así es con los niños. Ellos son cosas vivientes y requieren luz, aire, alimento y agua para el cuerpo y la mente. Si los jóvenes son regularmente expuestos a las prácticas malas y ofensivas, tales como las que proveen los medios de comunicación, o se permite que escojan tales cosas, los resultados probablemente sean desastrosos.
¡Dejemos Que Elijan Ellos!
Aquí está la paradoja. Es probable que el hombre siempre escogerá lo que le plazca, y sabemos que “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). El hombre se pierde inevitablemente si se le abandona a sí mismo. La evidencia es abundante en el mundo actual. Todas las reglas y códigos de conducta están siendo violados, y el mundo está lleno de miseria.
Por consiguiente, tanto adolescentes como jóvenes o personas jóvenes casadas tenemos que escoger entre perdernos en el mundo o buscar a Jehová “mientras puede ser hallado.” Definitivamente se trata de perdición o salvación. Juan 3:16, el texto mejor conocido de la Biblia, presenta las alternativas: perecer o gozar la vida eterna.
La disciplina consiste simplemente en mantener los principios correctos en la vida diaria. Debemos elegir entre servir a nosotros mismos o a Cristo. Pero, ¿cómo podemos imponer a Cristo sobre nuestros hijos antes de que sean suficientemente mayores para tomar la decisión por sí mismos? Quizá no sean capaces todavía de tomar la decisión final, pero de todos modos tienen que tomar decisiones morales constantemente. La disciplina encamina sus decisiones hacia senderos limpios, íntegros y saludables. De otro modo la vida de ellos será absorbida por la corriente mundana que nos rodea a todos.
Cómo Tomar Decisiones Correctas
Como padres, no vamos a introducir a la fuerza el ‘alimento espiritual’ en las gargantas de hijos renuentes. Tenemos que presentar la normas divinas como cosas atractivas y dignas. Los padres serán ejemplo de lo que es mejor. El Cristo que los niños conocen es el Cristo que encuentran en el hogar. No queremos que nuestros niños digan: ‘No me hablen de Jesús; lo que ustedes realmente son es muy evidente.’
Tampoco queremos que la felicidad normal de los niños se ahogue en una moralidad estéril. Se debe permitir que se exprese la individualidad y la personalidad de cada miembro de la familia, pero no para daño de los otros miembros de la familia o para el abuso de la palabra de Dios y su Hijo.
Nuestras mentes y cuerpos fueron hechos por Dios y él sabe lo que es mejor para ellos. Es insensato y presuntuoso pensar de otro modo. Desde nuestros primeros años es bueno conocer la voluntad de Dios tal como se aplica a las cosas diarias y, finalmente, a nuestro destino eterno. Como jóvenes y como padres necesitamos elegir lo que es mejor y poner en claro lo que somos.
Algunas veces los jóvenes sienten el deseo de escoger conscientemente lo que Cristo ha prohibido para ellos. Acerca de esto hay dos cosas que deben decirse: la primera es que no hay nada más peligroso que despreciar la palabra de Cristo; y la segunda es que cuando estamos en casa tenemos que sujetarnos a la disciplina del hogar. Lo que escogemos cuando somos individuos independientes y responsables es otro asunto. Pero queda el hecho de que Cristo conoce qué es lo mejor para nosotros y si nosotros pensamos de otra manera se nos demostrará que estamos equivocados.
Cómo Gustar La Disciplina
La rebeldía de la naturaleza humana y su egoísmo son difíciles de combatir. Es inútil basarse en negativas. La sed no se satisface leyendo la etiqueta: ‘Veneno. No beber.’ Necesitamos movernos a un plano más alto y lograr una perspectiva más amplia. Hay cosas que ayudan a la felicidad y aquí están tres de ellas:
- Leer el Sermón del Monte (Mateo 5 al 7).
- Leer 1 Corintios 13 y practicar cada día por lo menos una parte de él.
- Leer Gálatas 5:19-23 y decidir cuál de las dos clases de personas allí descritas le gustaría ser o con la cual quisiera casarse.
Un libro cuya lectura es muy provechosa es ‘La cosa más grande del mundo’ de Henry Drummond (quien no es cristadelfiano).
Si tiene dificultad con la autodisciplina, encontrará gran ayuda en la oración. Mantenga a Jesús a la vista y siga sus pasos.
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