Nacido Libre

Capítulo 13

¿Alguna vez ha sido entrevistado por alguien encargado de recoger información para las encuestas de Gallup o alguna agencia similar dedicada a sondear la opinión pública? Si es así, usted probablemente se vio obligado a decir, ‘No sé,’ en respuesta a una pregunta u otra. ‘No sé’ puede significar ‘no tengo suficiente información para responder,’ o ‘no puedo o no deseo tomar una decisión.’

¿Qué pasa con los bebés? Si ellos pudieran responder, qué dirían a la pregunta ‘¿Es usted un pecador?’ Sabemos lo que ellos tendrían que contestar más tarde: Simplemente que sí. Eso es cierto de todas las personas, y significa que hay algo en el ser humano que lo conduce a pecar. En otras palabras, sea o no de nuestro agrado, el pecado y la humanidad están estrechamente relacionados. Ha habido solamente un caso de un niño nacido de madre humana, que resultó sin pecado. Jesús es la excepción y eso fue porque su padre era Dios.

Nuestros Hijos

Por consiguiente, cuando usted se case, cualquier hijo que tenga se volverá un pecador, igual que su padres. Entonces, ¿qué haremos? ¿Dejaremos a nuestros hijos libres para que tomen cualquier decisión que prefieran sobre las cosas personales y eternas? Como siempre, la respuesta se encuentra en la palabra de Dios. Por ejemplo:

“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él.”
Proverbios 22:15

y esto:

“Porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud.”
Génesis 8:21

Los niños dejados a sus propios artificios harán necedades y cosas malas; pero la disciplina mejorará la situación. La disciplina apropiada es el remedio de Dios para todos nosotros.

Reglas Para La Familia

Los deportes de competencia dependen para su éxito de las reglas del juego. Es inútil gritar ‘Falta’ o ‘No vale’ si no hay reglas. Por supuesto, siempre habrá algunos que prefieren hacer trampas, pero el verdadero gozo del deporte resulta cuando las reglas son reconocidas y respetadas.

Este mismo principio se aplica a la vida en sociedad o en familia. Existen reglas de conducta que sirven para suavizar y guiar nuestras relaciones de manera correcta. Las reglas deben ser aprendidas y deberán aplicarse con igualdad a todos los miembros. En un buen colegio podríamos oír estas palabras: “Vásquez, en este colegio no se hace esa clase de cosas.” En otras palabras, hay un código de conducta que es superior a nuestra propia voluntad y que establece una norma que debe respetarse.

Un hogar sin reglas es una receta para la infelicidad. Es como desobedecer al árbitro o mover los postes de la portería. Usted habrá conocido hogares donde los padres no controlan a sus hijos y éstos hacen lo que les place para desgracia de todos. Todos hemos sufrido por la conducta de un niño malcriado y de los que siempre se han salido con la suya.

Si cuando usted está casado desea un buen hogar, tendrá que realizar pasos activos para edificarlo. No hay reglas como las que nos han sido dadas por Dios. ‘Reglas’ difícilmente es el término correcto; sería preferible decir, ‘manera de vivir.’ Un hogar bien disciplinado comienza con la disciplina de padres que honestamente buscan ser discípulos del Señor Jesús.

Reducido a la más simple expresión, debemos amar a Dios y amar a nuestro prójimo. No amamos a Dios cuando lo desobedecemos o disputamos su autoridad. No amamos a nuestro prójimo cuando lo defraudamos, lo injuriamos o hablamos mal de él.

“…sintiendo lo mismo, teniendo el mimo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” Filipenses 2:2,3

¿Quién Decide?

Cristo es la cabeza y suyo es el código de nuestra conducta. El principio bíblico es que el padre asume la responsabilidad del hogar. Él da a conocer por su forma de vida y su palabra de autoridad que Cristo es su guía. La madre, en maravillosas formas femeninas, contribuye su amor y lealtad para dar apoyo y dirección a toda la familia.

Si usted se convierte en esposo creyente, será responsable ante Cristo por cumplir la obligación que le corresponde. Es de suponer que usted se comportará amorosa, correcta y consistentemente como un mayordomo de Cristo. No es una tarea o deber oneroso, sino un privilegio encantador.

Si usted es una esposa, una hermana, buscará ser la perfecta desposada, honrando a su esposo como si él fuera Cristo, y criando a sus hijos como si fueran de Cristo.

Un Sistema Infalible

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” Deuteronomio 6:6,7

No hay sustituto para la lectura de la palabra de Dios y la oración en familia. Los niños nunca aprenderán el buen camino, a menos que se hable de éste en el hogar. El padre debe asegurarse de que la palabra de Dios se lee en el grupo familiar. Es la mejor manera para que todos vean que el padre, la madre y todos los demás miembros de la familia tienen el mismo Maestro y siguen la misma dirección.

Lo que Jesús diría, haría o pensaría es el mejor criterio preventivo. Es necesario que de vez en cuando los padres administren castigo cuando las reglas conocidas son burladas deliberadamente. Esto no debe hacerse en un arrebato de brutalidad, de manera desproporcional o sin prevención, sino apropiadamente y en el momento correcto. El castigo corporal debe ser raro, aunque algunas veces es esencial. Nunca debe ser degradante para el niño o los padres.

Las mismas reglas se deben aplicar igualmente a todos los niños. No tendremos favoritos; tampoco haremos promesas o amenazas para luego ignorarlas convenientemente.

Los miembros de la familia deben asistir juntos a las reuniones de la iglesia. Un buen hábito es una buena cosa. Un hogar disciplinado produce una conducta comunal aceptable pues las mismas reglas se aplican dondequiera.

Aun así, como veremos más adelante, un hogar que funciona bien no es simplemente una máquina.

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