En las lecturas diarias del Nuevo Testamento estamos en el evangelio de Juan, que de algunas formas es muy diferente a los tres anteriores. Una de las diferencias que notamos es que mientras los tres primeros frecuentemente describen en términos generales como Jesús hizo muchos milagros y sanidades, Juan en cambio describe sólo 7 milagros, llamándoles ‘señales’. Estas señales son el tema del más reciente cuestionario bíblico acá en labiblia.com.
El principio de las señales
La primera de estas señales de Jesús la encontramos en Juan 2:1-11, que podemos resumir de esta forma:
Al tercer día hubo unas bodas en Caná de Galilea; y fueron invitados la madre de Jesús, Jesús y sus discípulos.
Y faltando el vino y habiendo allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los Judíos, Jesús les dijo: llenar estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Luego dijo Jesús: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y se lo llevaron.
Y cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber de dónde procedía el vino (pero los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), el maestresala llama al esposo, y le dijo: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces saca el vino inferior; mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
El milagro es sumamente curioso – estoy seguro que si cualquiera de nosotros hubiéramos recibido de Dios poder sin límite, no se nos hubiera ocurrido que nuestro primer milagro fuera resolver la falta de vino en una boda! Pero Jesús nada hizo por gusto, así que debemos indagar más a fondo.
Dentro del texto bíblico del Antiguo Testamento que todas aquellas personas conocían, el vino era un símbolo del buen comportamiento nacido de un buen corazón. Por ejemplo, el profeta Isaías dice lo siguiente al pueblo de Israel:
¡Cómo se ha convertido en prostituta la ciudad fiel! Llena estaba de derecho, y en ella habitaba la justicia; pero ahora la habitan homicidas. Tu plata se ha convertido en escoria; tu vino está adulterado con agua. Tus magistrados son rebeldes y compañeros de ladrones; cada uno ama el soborno y va tras las recompensas. No defienden al huérfano ni llega a ellos la causa de la viuda. (Isaías 1:21-23)
Y esta corrupción había continuado hasta el tiempo de Jesús, y por eso leemos en Marcos que el Señor les reprendió, con palabras del mismo Isaías:
Este pueblo me honra de labios,
pero su corazón está lejos de mí.
Y en vano me rinden culto,
enseñando como doctrina
los mandamientos de hombres. (Marcos 7:6-8, Isaías 29:13)
Israel se había apartado de los mandamientos de la ley de Dios, mezclando su vino con la desobediencia, y Jesús venía a ofrecer un camino mejor:
A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. (Isaías 55:1)
Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones (Joel 2:19)
Esta nueva palabra de salvación es la que traía Jesús, pero que los judíos no querían aceptar pues no querían cambiar su comportamiento. Este es el significado de la parábola que Jesús les dijo en Marcos 2:22:
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
A pesar que vivimos muchos años después, Dios en su amor aún nos ofrece el perdón de pecados por medio del sacrificio de Jesucristo su hijo, para toda persona que reconozca su pecado y desee un cambio en su vida, ¡Y la participación en ese sacrificio la recordamos compartiendo vino!
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. (Mateo 26:27-28)
La fe en el sacrificio, la muerte y la resurrección de Jesús nos proporcionan ese perdón que necesitamos y el cambio a una vida nueva. De esta manera recibamos el vino nuevo, puro y delicioso que requiere nuestra mente y corazón para que sirvamos a Dios a través de las enseñanzas de Jesús.
El episodio concluye subrayando el hecho de que este incidente era el “principio de señales”. El comentario de que este suceso fue para que Jesús revelara su gloria sugiere que los seguidores de Jesús comprendieron las “señales”, en tanto que para los demás asistentes esto pasó inadvertido. El desafío nuestro es tener ojos para “ver” y tratar de descubrir el sentido de estas grandes lecciones. Por tanto, nuestra tarea consiste en establecer el alcance del texto en el primer nivel, el espiritual.
¡Durante el mes de octubre sigamos la lectura emocionante del evangelio de Juan! Y si quieres aprender más acerca de este tema, visita labiblia.com!