Débora

«Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté, me levanté como madre en Israel.» (Jueces 5:7)

Después de la muerte de Josué siguió para el pueblo de Israel un período de desorganización, discordia entre tribus y un retorno a la adoración de dioses hechos de madera y piedra. Israel olvidó el verdadero Dios que los había librado de la cruel esclavitud, los auxilió en el desierto, y los trajo a morar en una tierra placentera. Se les había mandado no adorar a otro dios y por esta desobediencia Dios los entregó en poder de sus enemigos. Pero cuando ellos clamaron al Señor, «Jehová levantó jueces que los librasen» (Jueces 2:16). Estos héroes nacionales fueron llamados algunas veces «libertadores,» y de la mayoría se dice que «juzgaron a Israel» por un cierto número de años. Es obvio que esto imparte un nuevo significado a la palabra «juez,» es decir, el de un líder en batalla y un gobernante en tiempo de paz. También fueron más que líderes y gobernantes, puesto que fueron comisionados por el Espíritu Santo de Dios para la liberación y preservación de Israel hasta el establecimiento del reino.

Débora, una profetisa, apareció por el año 1125 antes de Cristo. Tenía su sede entre Ramá y Betel, donde el pueblo de Israel venía a consultarla en relación con sus diferencias tribales y problemas familiares. Así que ella era un juez en el sentido no militar de la palabra, y es probable, debido a su prestigio como profetisa y juez, que el pueblo había recurrido a ella en las circunstancias a las que estaban reducidos bajo la opresión de Jabín.

Sísara era el comandante de la fuerzas armadas de Jabín, rey de Canaán, en cuyo poder Dios había entregado a Israel. Su cruel opresión había durado veinte años cuando Débora fue comisionada por el Espíritu Santo para que enviara por Barac, hijo de Abinoam, quien residía a unos 150 kilómetros al norte del campamento de Débora, en Cedes de Neftalí.

«¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel?»

«Y yo atraeré…a Sísara…y lo entregaré en tus manos.»

Este mandato y promesa de parte del Señor no fue suficiente para animar a Barac, con los hombres de Israel, para atacar a Sísara, sin la presencia de Débora:

«Si tú fueres conmigo, iré, pero si no fueres conmigo, no iré.»

¿Percibía Barac que Débora era el vínculo vital entre él mismo y Dios? Su propia fe debería de haber sido suficientemente fuerte como para confiar en la promesa de Dios; sin embargo, obviamente necesitaba apoyo tangible así como nuestra fe con demasiada frecuencia lo necesita. Débora, accediendo a acompañarlo en la batalla, previno a Barac que su debilidad de fe resultaría en que la gloria y el honor se pasarían a una mujer.

Canto de triunfo

La batalla se realizó en el valle de Jezreel, diciendo Débora a Barac cuando lanzar la ofensiva, el día en que el Señor entregaría en manos de los israelitas a Sísara y su ejército. Sísara, reconociendo su derrota, abandonó sus carros y caballos y huyó a pie hasta el campamento de Heber el ceneo, quien se había separado de su tribu y estaba habitando en Cedes. Allí encontró Sísara su destino a manos de Jael, esposa de Heber. Así, Barac encontró que Sísara había sido muerto por una mujer con una estaca y un martillo. ¡Cómo deben de haber sonado en los oídos de Barac las palabras de Débora: «En mano de mujer venderá Jehová a Sísara.»

«Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que los destruyeron.» (Jueces 4:24)

En el canto de triunfo de Débora vemos una vívida descripción de la vida del pueblo de Israel bajo la opresión de Jabín: «Quedaron abandonados los caminos,» y los que viajaban por el país «se apartaban por senderos torcidos.» La gente de las aldeas entraba en las ciudades para mayor protección «hasta que yo Débora me levanté, me levanté como madre en Israel.» Esta mujer fiel vino a ser el estímulo para la fe de Barac, habilitándolo para derrotar a los opresores de Israel, con el cumplimiento de la promesa de Dios. «Y la tierra reposó cuarenta años.» Aunque la fuerza de Débora fue el apoyo para la debilidad de Barac, es el nombre de Barac el incluido en la lista de hombres y mujeres fieles en Hebreos 11: «¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac…» Pero, ¿qué más grande homenaje podría recibir Débora que el de ser conocida para siempre como «madre en Israel»?

Actualmente muchas mujeres claman por la llamada liberación de su sexo. La mujer sabia se dará cuenta de que ella tiene mucho poder para manejar los sucesos presentes y futuros. La madre tiene a su cargo el entrenamiento del niño durante la mayor parte de sus años de formación, y la esposa puede ayudar a sostener y guiar a su esposo. ¿No formó Dios a Eva como compañera? Una mujer que confía en el Señor no se fía de su propio entendimiento, sino que reconoce a Dios en su vida diaria, permitiéndole dirigir su camino. Ella será, como Débora antes que ella, guía, consejera y apoyo para su esposo e hijos y para la comunidad en que vive, siempre lista con la mano auxiliadora y la palabra amable, un soporte para los débiles en la fe, una madre en el Israel espiritual.

Nadie menosprecie el papel asignado a la mujer; aunque primera en la transgresión, ella ha sido redimida. Las Escrituras nos describen algunas mujeres cuya fe superó o complementó la de los hombres. En estos últimos días trabajemos juntos hombres y mujeres en el Señor para el engrandecimiento de la gloria de Dios; porque esta será nuestra tarea conjunta en el reino venidero. Si no trabajamos juntos ahora, tampoco lo haremos entonces. Todos somos uno en Cristo Jesús.

Traducido por Nehemías Chávez Zelaya

Volver al índice de:
Mujeres de la Biblia

Capítulo anterior: La Madre de Sansón

Continúa leyendo: Dalila
Ir al capítulo....

Quedate un tiempo con nosotros y comenzarás a entender lo que Dios quiere comunicarnos en su palabra. Y si tienes preguntas o comentarios, escríbenos a preguntas@labiblia.com