15 de Mayo de 2021

Jesús al finalizar el llamado Sermón del Monte, nos relata una parábola conocida como «las casas y sus cimientos» y la podemos encontrar en Mateo 7:24-27 y en Lucas 6:47-49. Nuestro Señor a través de este mensaje busca darnos una enseñanza muy importante para nuestras vidas.

¿En dónde hemos puesto nuestros cimientos?

En esta parábola se cuenta la historia de dos hombres, uno prudente y otro insensato, quienes construyeron sus casas en dos tipos de suelo diferentes. El prudente la hizo sobre la firmeza de una roca, estableciendo sus cimientos en ella; el insensato la hizo sobre la tierra o la arena y en ella puso sus cimientos. Luego se menciona que al venir una tormenta, al haber inundación, etc. la casa del insensato fue arrastrada y destruida, mientras que la del prudente permaneció intacta.

Ahora bien, ¿será que Jesús nos quiere dar lecciones de arquitectura o ingeniería? Si bien son consejos útiles en tal sentido, acá Jesús nos está hablando de algo espiritual. Jesús utiliza esta historia para enseñarnos cómo debemos edificar nuestras vidas. El hombre prudente que edifica sobre la roca es el hombre que decide poner su esperanza, su fe, su creencia en la Roca, es decir en Dios (Salmo 78:35, Habacuc 1:12, 2 Samuel 22:32). Es la persona que decide estar firme, echar sus raíces, sus cimientos, en la Palabra de Dios y vivir conforme a lo establecido en ella (1 Juan 2:17, Santiago 1:25, Éxodo 19:5). Entonces cuando vengan las tormentas, es decir, las tribulaciones terrenales, Dios lo sostendrá y al final de los tiempos recibirá la corona de vida que se le prometió por medio de Jesús (Salmo 34:19, 2 Corintios 1:3-4, Romanos 8:18, ).

Sin embargo, la persona insensata es quien decidió establecer su vida en las cosas del mundo, quien decide confiar en las personas en vez de Dios, quien decide seguir lo que el mundo dicta (Romanos 12:2, Jeremías 17:5, Santiago 1:22) y cuando viene la tormenta, es arrastrada por los caudales y su vida se pierde.

De este modo, Jesucristo nos está llamando a que nos autoevaluemos y veamos dónde hemos puesto nuestros cimientos de vida, nuestra salvación y esperanza; si lo hicimos en él y en su Padre, o por el contrario, en el mundo. Si estamos en la arena, vayamos a la roca antes de que venga la tormenta.

Lucas G