A veces vivimos tan apresurados que no prestamos atención a nada, ni a las cosas más pequeñas que nos rodean. Vamos de acá para allá sin disfrutar el día a día. El trabajo, la universidad, los hijos, etc. nos demandan mucho tiempo y también nos demanda que nuestra mente se concentre prácticamente solo en eso.
Miremos y alabemos al Creador
En estos días en los que la mayoría tenemos que permanecer encerrados y en los que podemos tener más tiempo libre, me di cuenta que muchas veces no prestamos la atención suficiente a todo lo que Dios nos dio. El no poder si quiera disfrutar de cosas tan sencillas como el sol en el rostro, ver a los árboles moverse por el viento, sentarse en el césped, debería decirnos algo. La Biblia dice que cuando Dios creó todo en el mundo, “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.” (Génesis 1:31), entonces yo pienso ¿estamos viendo la Creación y considerando que es muy buena, cada vez que salimos de la casa? ¿O solamente nos enfocamos como robots en nuestras labores?
Al poder admirar la incontable cantidad de especies de animales y plantas, es imposible no entender cuán maravilloso es este regalo que Dios nos dio. El mismo salmista declaró que “los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.” (Salmos 19:1). Entonces, si la gloria de Dios está en cada esquina, pues donde miremos la Creación allí está, ¿lo entendemos realmente? O como Jesús dijo “¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen?” (Marcos 8:18).
Miremos y alabemos al Creador de todas las cosas por sus grandes maravillas tal como ensalza el salmista al decir: “Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos!” (Salmos 92:5) y ya no pasemos la vida como si fuera algo dado, sino como si fuera algo con sentido. Agradezcamos y alabemos a nuestro Dios, porque es un Dios asombroso y nos entregó este paraíso para habitar y cuidar, para disfrutarlo, para verlo y decir alegremente: ¡qué hermosa es la Creación!
Empecemos a darle sentido a nuestras vidas al admirar la gloria de Dios que nos rodea cada día. El cantar de las aves, el ruido del paso del agua en un río, el viento entre los árboles, son la presencia de Dios en el mundo a través de su gran labor. Quiera Dios que podamos apreciar los regalos que nos ha dado a través de su Creación, porque como dijo David, “de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes.” (Salmos 27:13). No te enfoques en lo que pasa con la pandemia sino que “pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!” (Salmos 27:14), mira a tu alrededor y alégrate por lo que tenemos y por lo que vamos a tener.
Lucas G.