“Elías A La Verdad Vendrá Primero…”
Con la muerte de Malaquías, la voz de los profetas de Dios permanecería en silencio durante cuatrocientos años. Luego vendría un profeta semejante a Elías para anunciar la llegada de Cristo (Mateo 17:10; Lucas 1:17). Ese profeta fue Juan el Bautista. Preparó los corazones del pueblo para Jesús al instar a la gente a que se arrepintiera de sus pecados. Esto traería unidad y paz, pero también juicio sobre los que no quisieran volverse de sus pecados.
El Comentario “Diario Vivir” nos informa de los principios de Dios: “Malaquías nos da principios prácticos acerca del compromiso con Dios. Dios merece lo mejor (1:7 -10). Debemos estar dispuestos a dejar cualquier estilo de vida pecaminoso (2:1, 2). Debemos hacer de la familia una prioridad durante toda la vida (2:13-15). Debemos estar listos para el proceso de refinamiento de Dios en nuestra vida (3:3). Debemos dar el diez por ciento de nuestro ingreso (3:8-12). No hay lugar para la soberbia (3:13-15).” |
Malaquías cierra sus mensajes señalando el gran día del juicio final. Para todos los que están dedicados a Dios, será un día de gozo debido a que morarán en la eterna presencia de Dios. Los que han despreciado a Dios «serán estopa» (4:1). Para ayudar al pueblo a estar preparado para ese día, Dios enviaría a un profeta semejante a Elías (Juan el Bautista) a prepararle el camino a Jesús, el Mesías. El Nuevo Testamento comienza cuando este profeta hace un llamado para que el pueblo se vuelva de sus pecados y regrese a Dios. Tal compromiso con Dios demanda un sacrificio por nuestra parte, pero podemos estar seguros de que al final, valdrá la pena todo lo que hagamos.
Elías fue removido de la escena de una manera similar a la que él vino – en una forma dramática de la actividad divina. Dondequiera que se hubiera sentido su presencia o influencia, había dejado una impresión indeleble en la nación. Sin duda muchos habrían temblado ante el pensamiento de su reaparición.
La última promesa del Antiguo Testamento es que Elías regresará para completar la obra que comenzó con Israel. Malaquías, ha dejado un mensaje del regreso de Elías que se ha incrustado en las tradiciones de Israel Cientos de años después, inclusive cuando muchos la habrían olvidado, la promesa toma vigencia con el aparecimiento de Jesús. Y es al propio Jesús a quien los israelitas…
“le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?” (Marcos 9:11).
Y fue el mismo Jesús quien se encargó de interpretar y explicar la centenaria promesa de Malaquías…
“Respondiendo él (Jesús), les dijo: Elías a la verdad vendrá primero y restaurará todas las cosas…” (Marcos 9:12).
“Con el espíritu y el poder de Elías”
Hay algunos estudiosos que consideran que este regreso de Elías a Israel es improbable y creen que Jesús sólo estaba haciendo referencia a Juan el Bautista y que aplicó el pasaje de Malaquías completamente a él. Esto se deduce de las palabras de Jesús: “Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.” (Marcos 9:13). Juan el Bautista vino “con el espíritu y poder de Elías” (Lucas 1:17). Sin embargo, leemos de Juan que “ninguna señal hizo” (Juan 10:41). Por eso nos deja con la pregunta: ¿Dónde está su ‘poder’? Reside en su rol como “la voz”, ¡pequeña pero poderosa! (Juan 1:23).
Cuando Mateo registra los comentarios de Jesús sobre el pasaje de Malaquías, escribe:
“Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga.” (Mateo 11:14-15).
Obviamente, las palabras de Jesús no debían tomarse a nivel superficial: la obra de Juan estaba en el espíritu de Elías.
Él también vino “para hacer volver los corazones de los padres a los hijos” (Lucas 1:17). En esto ciertamente no fue sin cierto éxito, pero difícilmente podría decirse que él restauró todas las cosas (Marcos 9:12). Juan mismo resolvió la pregunta cuando se preguntó si él era el prometido Elías. “No soy.” firmemente declaró Juan el Bautista. (Juan 1:21).
La transfiguración de Jesús
La exaltación de Jesús, desde la resurrección hasta la segunda venida, se da a conocer anticipadamente en la transfiguración, que se relata aquí en Mateo 17:1–13, especialmente en los vs. 1–8. Esta transfiguración tuvo el doble propósito de:
- preparar al Mediador para enfrentar con valor su dura prueba, recordándole el amor constante del Padre (17:5) y la gloria que seguiría a sus sufrimientos (Hebreos 12:2); y
- confirmar la fe de Pedro, Jacobo y Juan—e indirectamente la de toda la iglesia—en la verdad que había sido revelada a Pedro y que éste había confesado como portavoz de los Doce (Mateo 16:16).
Es imposible identificar con certeza “el monte alto” al que Jesús llevó a los tres. Jesús fue transfigurado (v. 2) delante de los tres; su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se pusieron blancas como la luz. Lucas nos informa que Jesús subió al monte, con los tres discípulos, “a orar” (Lucas 9:28-29). “Mientras oraba” (Lucas 9:29) fue transfigurado delante de los tres acompañantes.
[Algunos dicen: “fue el monte Tabor”. Sin embargo, en vista del hecho de que en aquel tiempo había una ciudad o fortaleza en la cumbre de aquel monte no es fácil ver cómo podrían el Señor y sus discípulos haber encontrado aquí el aislamiento o la intimidad que estaban buscando. Otros favorecen el monte Hermón. Sin embargo, cuando Jesús y los tres descendieron del monte le sale al encuentro una gran multitud, incluyendo escribas (Marcos 9:14). Esto parece indicar que “el Monte de la Transfiguración”, como se le puede llamar sin problemas, no estaba en el extremo norte, región poblada mayormente por gentiles. Un lugar mucho más lógico es Jebel Jermak (o … Jermuk) en la Alta Galilea, la cumbre más prominente de toda la región, que se eleva unos 1.200 metros sobre el nivel del Mediterráneo, con una hermosa vista en todas direcciones. Desde esta montaña había una distancia relativamente corta a Capernaum donde Jesús parece haber llegado poco después (17:24; Mr. 9:28, 33). (Ref. Hendriksen)]
[Es significativo que tuvo esta experiencia mientras conversaba con el Padre. Sería mejor traducir el verbo griego metamorfóo G.3339, del cual viene nuestro término “metamorfosis”, como “transformado” en vez de “transfigurado”. Es el mismo término que se traduce “transformarse” en otros pasajes (Romanos 12:2; 2 Corintios 3:18). Este término se refiere más bien a la esencia de una cosa en contraste con la apariencia exterior. La misma esencia gloriosa del Cristo eterno traspasó o traslució el velo de su cuerpo y se dejó ver por los discípulos. (Ref: Mundo Hispano e-Sword)]
Mateo 17:3. “Y, ¡he aquí!, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban con él.”
Esta fue una aparición visible y objetiva de estos dos hombres. Véanse manifestaciones comparables, perceptibles a los sentidos, en Genesis 18:1, 2; 19:1; Jueces 13:3. ¿Cómo supieron los discípulos que estos dos visitantes, aparecidos repentinamente en el escenario, eran Moisés y Elías? ¿Se presentaron ellos mismos como tales? ¿Dedujeron los discípulos esta información por las palabras que cada uno pronunció en su conversación con Jesús? ¿Había sido transmitido el aspecto de ambos por la tradición a los discípulos de modo que les fue fácil identificarlos? ¿Les fue divinamente revelado? ¿Lo supieron intuitivamente?
[¿Aparecieron Moisés y Elías en persona? Es difícil decir. Es posible que ellos fueran resucitados especialmente para encontrarse con Jesús. Versículo 9 dice “visión”, pero esto no necesariamente quiere decir que Moisés y Elías no estuvieron. Literalmente, una visión es algo que se ve. La experiencia seguramente fue verdadera para Jesús y sus discípulos.]
Simplemente declara que los dos estaban “en conversación con” o “conversando con” Jesús. ¿Por qué estos dos? Dejando de lado toda especulación inútil, parece que la mejor respuesta y la más sencilla es que Moisés y Elías representaban respectivamente la ley y los profetas, que también Jesús representaba esa misma ley y esos mismos profetas (Mateo 5:17; Lucas 24:27, 44).
Cuando formamos un cuadro con todo lo que ha sido claramente revelado – como, el rostro radiante de Cristo, sus vestiduras blancas, los visitantes resplandecientes, la nube brillante, y la voz amante del Padre – la impresión total es exactamente lo mismo que Pedro, por inspiración del Espíritu Santo, resumió en estas palabras: “fuimos testigos oculares de su majestad … él recibió de Dios Padre honra y gloria” (2 Pedro 1:16, 17). Así que en todo sentido la transfiguración de Jesús fue definitivamente una experiencia positiva, alentadora y gloriosa tanto para él como para los discípulos que la presenciaron. Fue el Padre quien, en su gran amor por el Hijo, lo vistió de gloria y lo animó con una fortalecedora reafirmación de su continuada complacencia, para que esto pudiera sustentarlo en la agonía que se acercaba aceleradamente. Fue este mismo Padre que al mismo tiempo fortaleció a Pedro, Jacobo y Juan en su fe, capacitándolos para ser testigos dignos y fructíferos.
[Note que Mateo 17:6-7 enseñan que los discípulos deberían morir y ser resucitados por Jesús, antes de participar en el Reino de Cristo en realidad. Hay más ejemplos de “la resurrección simbólica” en la Biblia. (Daniel 8:17-19 y 10:9-11; Apocalipsis 1:16-18)].
Para entender Mateo 17:10-13 mejor, lea otra vez Malaquías 4 — la anticipación que Elías vendría como el mensajero del Mesías prometido. Los escribas disputarían: Elías ascendió a los cielos; Juan el bautista no ascendió; Juan fue degollado y por eso no habría sido el Elías prometido; por eso el Elías que vendría, todavía no había venido; por eso Jesús no fue el Mesías prometido. Los discípulos disputarían: Acabamos de ver Elías con Jesús; entonces Jesús es el Mesías; por eso podemos anticipar el Reino en realidad muy pronto. La contestación de Jesús es: El propósito de Elías era convertir a Israel (“restaurará todas las cosas”); por eso todavía Malaquías 4 no ha sido cumplido; por eso el Reino no vendrá todavía.
Los discípulos le preguntaron diciendo: Entonces, ¿por qué los escribas dicen que primero tiene que venir Elías? Hay varias interpretaciones de esta pregunta. En vista del contexto inmediatamente precedente, la más sencilla parece ser ésta:
Jesús acababa de hablar de su resurrección de los muertos, sugiriendo su propia muerte inminente. Pero no solamente les parece extraño a los discípulos que el Mesías tuviera que morir (Mateo 16:22), lo que también les preocupa es que su muerte, como ellos lo ven, dejaría sin cumplimiento la profecía mesiánica. ¿No están los escribas diciendo constantemente que según Malaquias 4:5-6 (3:23, 24 en la Biblia hebrea) la venida del Mesías sería precedida por la de Elías?
Probablemente llegaban a usar esta profecía para demostrar que Jesús, en consecuencia, no podía ser el Cristo, puesto que Elías aún no había regresado. Ahora los discípulos, por medio de su portavoz, ya habían confesado que Jesús es el Mesías (Mateo 16:16), pero el no cumplimiento de la profecía con respecto a la secuencia de las dos venidas – primero la de Elías, luego la de Cristo – los tiene confundidos; porque aun cuando el Tisbita (1 Reyes 17:1) obviamente aún no ha reaparecido sobre el escenario de la historia, “volviendo el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”, Jesús el Mesías o Cristo no solamente ya ha venido sino que aun declara que está por morir. En vista de la predicción de Malaquías, ¿cómo es posible esto?
Para entender el sentido en el cual el Bautista no era Elías, como también el sentido en que sí lo era, sólo es necesario combinar las tres declaraciones siguientes:
- “Cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas (a Juan el Bautista) para que le preguntasen … ‘¿Eres tú Elías?’, dijo: ‘No soy.’ (Juan 1:19, 21).
- Jesús dijo: “Y si queréis recibirlo, él (Juan el Bautista) es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:10-14).
- “(El niño prometido, Juan el Bautista) irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17; 7:27).
La profecía de Malaquías realmente había sido cumplida, no por cierto en forma literal sino figurada, a saber, en Juan el Bautista, quien, puesto que venía en el espíritu y poder de Elías, merecía ser llamado “Elías”. Hay una pequeña dificultad que debe aclararse aún. Se podría preguntar: “Pero, ¿es verdad que Juan el Bautista realizó una restauración suficientemente importante como para satisfacer los requerimientos de Malaquías 4:6 y Mateo 17:11?”
En respuesta a esta pregunta hay que señalar, primero, que el número de personas para quienes por la gracia de Dios Juan fue una gran bendición debe haber sido considerable (Mateo 3:5, 6; 14:5; Hechos 19:3). Sin embargo, como indica Mateo 17:12b, el énfasis no debe ponerse en el número o la cantidad de personas afectadas, sino en la calidad o el carácter completo del cambio que Juan como siervo de Dios estaba exigiendo y, por su instrumentalidad, estaba produciendo: una conversión de corazón, mente y vida, tan radical, que para quienes lo experimentasen todas las cosas serían nuevas, incluyendo la relación entre padre)s e hijos.
¿Y qué de la reencarnación? (www.gotquestions.org/Español)
Aquí en Mateo 11:7-14, Jesús cita de Malaquías 3:1 donde el mensajero parece ser una figura profética que va a aparecer. Según Malaquías 4:5, este mensajero es «el Profeta Elías,» a quien Jesús identifica aquí como Juan el Bautista. ¿Esto significa que Juan el Bautista era Elías reencarnado? De ninguna manera.
En primer lugar, el concepto de la reencarnación habría sido totalmente ajeno a la mente judía. No podemos simplemente importar este pensamiento religioso oriental en las palabras de un judío del primer siglo. En todo caso, Elías «volviendo” habría sido simplemente Elías resucitado de los muertos en la venida del Señor (Daniel 12). Aun si Juan el Bautista hubiese sido literalmente la persona de Elías, habría sido una resurrección, no una reencarnación. Decir lo contrario es forzar una vista preconcebida de la reencarnación sobre las Escrituras.
En segundo lugar, la Biblia es muy clara que se da esta designación a Juan el Bautista porque él vino en el «espíritu y poder de Elías» (Lucas 1:17), no porque él era Elías en un sentido literal. Juan el Bautista es el precursor del Nuevo Testamento que endereza el camino para la llegada del Señor, tal como Elías llenaba ese papel en el Antiguo Testamento (y lo volverá a hacer en el futuro – Apocalipsis 11).
En tercer lugar, Elías mismo aparece con Moisés en la Transfiguración de Jesús después de la muerte de Juan el Bautista. Esto no habría ocurrido si Elías hubiese cambiado su identidad (Mateo 17:11-12).
Cuarto, Marcos 6:14-16 y 8:28 muestran que tanto la gente y Herodes distinguieron entre Juan el Bautista y Elías. Finalmente, prueba que esto no es una instancia de reencarnación, pues viene Juan el Bautista mismo. En el primer capítulo del Evangelio de Juan el Apóstol, Juan el Bautista se identifica como el Mensajero de Isaías 40:3, no como el Elías de Malaquías 3:1. Juan el Bautista llega tan lejos como para negar específicamente que él es Elías (Juan 1:19-23).
Juan hizo para Jesús lo que Elías debía haber hecho para la venida del Señor, pero Juan no era Elías reencarnado. Jesús identificó a Juan el Bautista en su papel como Elías, mientras que Juan el Bautista rechazó la identificación cuando vino a los líderes religiosos. ¿Cómo conciliar estas dos enseñanzas? Hay una frase clave en la identificación de Jesús de Juan el Bautista con Elías en el texto de arriba que no debe ser pasado por alto. Él dice, «Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir.» En otras palabras, la identificación de Juan el Bautista como Elías no se basaba en él siendo Elías, sino en las respuestas de las personas a su papel. Para aquellos que estaban dispuestos a creer en Jesús, Juan el Bautista funcionó como Elías, porque ellos creían en Jesús como Señor. A los líderes religiosos que rechazaron a Jesús, Juan el Bautista no realizó esta función.
Para una mayor reflexión
¿En qué sentido Elías era como Moisés?
¿En qué eran diferentes?
¿Por qué interrumpe el libro de Reyes su relato de la realeza para dedicar seis capítulos a Elías?
¿Por qué destaca tanto la figura de Elías en el Nuevo Testamento?
¿Por qué Jesús hace que la gente recuerde a Elías?
Preguntas sobre estudios anteriores
¿Qué pecado de Acab provocó más la ira de Dios?
¿Qué impulsó a hacerlo?
Indique las buenas cualidades de Acab.
¿Cuál fue su mayor debilidad?
Describa la crisis espiritual y moral de Israel en la época de Acab.
Haga una comparación entre los pecados de aquel periodo y las de hoy.
Indique el doble significado que tuvo el gesto de cerrar los cielos por tres años y medio.
A su parecer, ¿Por qué envió Dios a Elías a una viuda pobre y pagana que vivía en Fenicia, en vez de enviarlo a una casa rica y piadosa en Israel?
¿Qué lecciones aprendió Elías en Querit y Sarepta?
¿Qué buenas cualidades ve usted en la persona de Abdías?
¿Cuál era su debilidad?
¿Cuál era el significado del altar que edificó Elías?
Mencione tres características de la oración de Elías en el monte Carmelo.
¿Por qué no fue permanente la reforma de Elías?
¿Qué diferencia observa usted entre la huida de Elías en 1 Reyes19 y su huida a Querit en el capítulo 17?
Indique tres factores que contribuyeron a la depresión que experimentó el profeta debajo del enebro.
¿De qué manera ayudó Dios a su profeta desanimado?
A su parecer, ¿cuál fue la lección más importante que Dios le enseñó a Elías en Horeb?
¿De qué manera preparó el ministerio de Elías el camino para el ministerio de Eliseo?