Estos días, mientras el mundo se encuentra en aislamiento y cuarentena, podemos darnos cuenta que muchas de las cosas que planificábamos no se pudieron cumplir. Pasamos una gran cantidad de tiempo decidiendo sobre cosas, desde las más elementales como “¿qué vamos a comer hoy?” hasta cosas tan importantes como “¿invierto o no en tal negocio?”. Pero la Biblia tiene un mensaje muy claro para nosotros en Santiago 4:13-14 al respecto de esto: «Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero. ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece».
Nuestra voluntad vs la voluntad de Dios
Nuestra mente puede intentar engañarnos con ideas egoístas, con llevarnos a pensar en que hagamos siempre nuestra voluntad para sentirnos completos y felices. Cuando planificamos, elegimos lo que queremos a hacer y lo que no, muchas veces basándonos en nuestra propia voluntad y no en la de Dios. Pero la Biblia nos declara en Jeremías 10:23 los siguiente: «Señor, yo sé que el hombre no es dueño de su destino, que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos»; por lo tanto esta forma de pensar es un error que debemos corregir para cumplir con la voluntad de Dios.
La Biblia nos declara que «se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor» (Proverbios 21:31), es decir que nosotros podemos tomar decisiones, elegir, planificar, etc. pero el éxito de cada cosa va a depender de la voluntad de Dios. De la misma forma el sabio nos dice en Proverbios 19:21 que «puedes hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del Señor prevalecerá.».
Por ello, debemos cambiar nuestra mentalidad de forma tal que antes de decidir algo, lo consultemos con Dios, “poniendo en mano del Señor todas tus obras” (Proverbios 16:3). Antes de emprender algo, debemos llevar nuestra consulta a Él por medio de la oración, “presentando sus peticiones a Dios” (Filipenses 4:6) y él decidirá, en su santa voluntad, si nuestro plan tendrá éxito o no.
Una vez que Dios responda, por medio del cumplimiento o no de la petición, si lo hace de la manera que no esperábamos no deberíamos amargarnos ni mucho menos enojarnos. Debemos mentalizarnos en entender que la voluntad de nuestro Padre es justa y perfecta, y que es lo mejor para nosotros, tal como dice Jeremías 29:11 «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.»
Para llegar a este grado de mentalidad, debemos “negarnos a nosotros mismos” (Mateo 16:24) y dar lugar a que el Espíritu de Dios habite en nosotros, ya que nuestro “cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). Por lo tanto, como se menciona en Romanos 12:2, si queremos comprobar la buena voluntad del Altísimo, debemos alejarnos del mundo y transformar nuestra mente para vivir por y para él, tal como lo hizo Jesús, y no por y para nosotros mismos.
Lucas G.