Palabras de esperanza 

en la carta del 

Apóstol Pablo a los Romanos

 

“Llamados a ser de Jesucristo” (Romanos 1:6)

A mediados del primer siglo, el apóstol Pablo quiso hacer un viaje a Roma. Expresó su deseo de ir a la capital política y militar del mundo. Tenía una historia que contar de Jesucristo que es muy superior a cualquier emperador romano y sus conquistas van más allá de las que cualquier nación puede hacer. Pablo quería contar esa historia.

“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego’ pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito:  «Mas el justo por la fe vivirá».” (Romanos 1:16-17)

En esta cita identificamos el tema unificador para la carta, este debe ser “el evangelio”. El término ocupa un lugar importante tanto en la introducción (Romanos 1:1, 2, 9, 15) como en la conclusión (Romanos 15:16, 19) de la carta. Pero es importante observar cuidadosamente cómo Pablo presenta el evangelio. El evangelio son las buenas nuevas acerca de Jesucristo. Mediante su muerte y resurrección, Dios nos restauró a la comunión con Él. 

Antes de presentar las buenas nuevas, Pablo presenta las malas nuevas, para que podamos entender cuán desesperadamente necesitamos el evangelio de Dios. Nos presenta con la enseñanza de nuestra necesidad personal. El hombre es un pecador sin defensa y sin esperanza y está bajo la ira y la condenación del Dios Santo y Todopoderoso, por lo cual necesita ser salvo, de otro modo estará eternamente perdido.

Satisfacción, felicidad, libertad y muchos otros beneficios se encuentran en Cristo Jesús y la vida cristiana es la única vida que vale la pena ser vivida. Hay muchas personas que piensan que son muy felices. Están relativamente satisfechas con la vida, las cosas van bien con ellos y disfrutan lo que están haciendo. Están satisfechas con su estilo de vida y no ven su necesidad de Cristo. Todos tenemos que ver cuanto necesitamos la salvación que se les ofrece en Cristo. En la carta del apóstol Pablo a los Romanos encontramos más evidencia de la gracia de Dios hacia Su creación.

La versión de la Biblia que utilizamos, salvo en los casos indicados, es la Reina-Valera, revisión de 1995.

William Rawson (Guadalajara, Julio, 2010)

 

La fuerza salvadora de Dios actúa en el hombre por medio de la fe en Jesucristo. Es lo que llamamos la justificación por medio de la fe; y no tanto por las obras mandadas por la Ley de Moisés. 

Todos somos pecadores, pero si acogemos con fe a Jesús y su gracia, quedaremos justificados, es decir, salvados, redimidos, lavados. Y esa fe en Jesucristo la declaramos mediante el bautismo, mediante el cual morimos al hombre viejo pecador y resucitamos al hombre nuevo justificado en Cristo, hijo de Dios. 

Esta justificación no es sólo remisión de los pecados, sino también la santificación y renovación del hombre interior. Nuestra salvación no es una recompensa por ser buenos, sino una gracia, un don del amor gratuito de Dios.

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