Nuevo líder
El estar en el centro de la Ciudad de Nueva York la noche en que el presidente Obama fue elegido el primer presidente negro de Estados Unidos fue una experiencia única. En medio de la crisis financiera y un profundo escepticismo sobre la guerra de Irak, habían venido, aparentemente de la nada una sensación de optimismo: la esperanza del cambio. Incluso aquellos que estaban en desacuerdo con las políticas de Obama tuvieron que admitir su elocuencia como orador y lo atractivo del mensaje; incluso aquellos que estaban profundamente escépticos fueron arrastrados en algún punto hacía la emoción del momento – el sentido de lo que podrá ser. La gente estaba bailando en las calles, celebrando y entusiasmándose unos a otros sobre lo que acababan de presenciar. A la mañana siguiente, incluso niños pequeños de la escuela quienes normalmente no hablaban de política estaban platicando emocionados en su camino a la escuela. El mundo estaba de cierta forma atrapado en la esperanza del cambio.
Concepto y realidad
Claro, la realidad jamás podría igualar la sensación de esperanza y anticipación. Incluso Obama mismo lo reconoció, advirtiendo que el camino de la recuperación económica sería lento y difícil. El propósito de referirnos a la victoria de Obama esa noche no es para comentar de sus políticas o su posterior desempeño, si no para señalar como el concepto de nuevo, justo, liderazgo esperanzador era tan atractivo para las personas – incluso si todos sabemos que en la practica es algo que ningún político puede completamente cumplir, sin importar cuanto se esfuercen.
Queremos cambio – lo anhelamos. Sabemos que el actual proceso político es inadecuado; creemos que debería ser posible hacerlo mejor, sin embargo, de alguna manera siempre terminamos decepcionados. Sabemos, en nuestro corazón, que debería haber un liderazgo correcto algún lado, que el mundo debería ser más justo y recto. ¿pero en dónde podemos encontrar dicho liderazgo? ¿Hay algún lugar en que la esperanza del cambio y el deseo por un nuevo y fuerte liderazgo – capturado tan fugazmente en la emoción que rodeaba la victoria de Obama – se pueda lograr?
La respuesta es un muy definitivo “Si”. Dicho liderazgo, el tipo de liderazgo que la gente justa anhela, puede encontrarse y un día existirá en la tierra. Ha sido prometido explícitamente en la Biblia. Lo que necesitamos en un nuevo tipo de líder uno que sea como nosotros en cierto sentido y muy diferente en otro, del que se le habló a Adán, a Abraham, a Moisés y a David. Estamos hablando, por supuesto, de nuestro Señor Jesucristo, el futuro rey prometido del Reino de Dios en la tierra.
Credenciales
¿Pero quién fue Jesús, qué fue tan único de el, y que lo hace adecuado para este rol especial cuando muchos otros, tan grandiosos como pudieron haber sido en sus propias formas, fallaron?
Primero, Jesús es el más famoso maestro y líder religioso del mundo y simplemente esto lo hace sobresalir, aunque ciertamente ha habido otros grandes maestros a través del curso de la historia humana. Aunque, Jesús es mucho más que meramente un maestro. No puede ser relegado simplemente al rol de un hombre que solo dijo cosas sabias. Su nacimiento, su vida, su muerte, y su resurrección son únicas. Su propia identidad como ser humano es única: no es solo un maestro, si no el salvador del mundo y el futuro rey del reino de Dios. Hablar solamente de las enseñanzas de Jesús es también quedar cortos de mencionar uno de sus atributos más distintivos como humano – eso mientras está plenamente expuesto a todas las tentaciones que todo ser humano enfrenta, no cometió ningún pecado. Esto lo vuelve absolutamente único. Nunca ha habido, ni habrá, otro como el.
En los próximos dos capítulos tomaremos una mirada más cercana a tres de estos aspectos: la identidad única de Jesús, su ministerio, y su rol como embajador de Dios. Esto nos dará una gran base para voltear en los capítulos consecuentes a su muerte y resurrección.
