Mateo 22:1-14

 

Características de esta parábola

Acerca de:

Cierto

Falso

la naturaleza

las costumbres familiares

los incidentes de la vida diaria

los acontecimientos recientes
los acontecimientos ocasionales
eventualidades improbables

un acontecimiento típico

Enumera a los protagonistas y sus características:

Enumera los objetos o animales referidos:

La enseñanza principal de esta parábola consiste en:
¿Cómo actuaría yo en circunstancias análogas?
Reflexiones y conclusiones secundarias

Antecedentes

Una fiesta de boda es un tiempo de mucha celebración y gozo. Se nota que Jesús hizo su primer milagro durante una fiesta de boda (Juan 2:1). También la boda está íntimamente asociada en la Biblia con la segunda venida del Señor (Apocalipsis 19:9). Una celebración de la ocasión de la unión de dos comprometidos es algo común en todas las culturas y en todas las épocas. Por eso, sugerimos que esta parábola tiene lecciones especialmente importantes para enseñarnos hoy en día.
Esta parábola es otra más en la serie de aquellas que explican: El reino de los cielos es semejante a… (Mateo 22:2). Pero otra vez no dice nada de los detalles físicos del reino de Dios sin que se concentra más en el carácter que debemos desarrollar para participar en el reino venidero. Es probable que esta parábola tenga que ver con los conflictos que Jesús tenía con los líderes religiosos y su rechazo al reino de Dios que se tenía en la persona de Jesús. Eran los líderes religiosos, especialmente los fariseos, que se enfadaban al ver a Jesús relacionándose con los ‘pecadores’ o sea, los marginados de la sociedad judía.

 

El contexto de la parábola

El Rey llamó a los invitados para que disfrutaran de las bendiciones por causa de su Hijo. Implica que no todos de los conocidos del rey fueron invitados a la fiesta de boda. Algunas personas especiales habían sido separadas para formar el grupo llamado los invitados pero no sabían la hora exacta del comienzo de la fiesta.

El Dios de Israel había escogido a Israel de todas las naciones del mundo para asistir a la fiesta de boda planeada para su Hijo. Deuteronomio 7:7-8 nos da la razón:

“No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino porque Jehová os amó y quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres…”

Sin embargo, los invitados despreciaron la invitación (Mateo 22:3).

El versículo 3 quizás indica la invitación de los apóstoles cuando el Señor estaba en la tierra y los versículos 4–6 la invitación durante los primeros capítulos de Hechos, cuando el mensaje fue ofrecido nuevamente a los judíos. Pero se fueron:

  • Uno a su labranza,
  • Otro a sus negocios,
  • Otros tomando a los siervos del rey, los golpearon y los mataron.

El pueblo judío en el primer siglo resistió la predicación de los apóstoles (Hechos 7:51–52). Vino sobre ellos un juicio nacional incluyendo la ruina de Jerusalén en 70 d.C. a las manos de los romanos (v.7). Desde aquel tiempo, los judíos tuvieron que esperar casi dos mil años antes de que tuvieron el derecho de estar de nuevo (en el año 1948) en la tierra que se llama hoy en día Israel.

Entonces el Rey se volvió a los gentiles, como ocurrió en Hechos 10, después que la nación selló su decisión al asesinar a Esteban y perseguir a la Iglesia. Se nota la invitación del Rey en Mateo 22:9 “Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis.” Esta invitación es para la gente, los gentiles, que inicialmente no habían tomado parte la promesa nacional de Israel.

La intención de Dios es llenar la tierra con su gloria (Números 14:21). Dios le había preparado una nación para este propósito (Amós 3:2). Los gentiles también son invitados participar en la fiesta de boda:

“Entonces verán las naciones tu justicia y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová te pondrá.” (Isaías 62:2)
“Pero Dios habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan…” (Hechos 17:30).
Este llamamiento trae los ‘buenos’ y los ‘malos’ (Mateo 22:10).

 

El vestido de boda

Los versículos que cierran la parábola (vs.11–14) enfatizan que los invitados deben recibir un vestido de boda del Rey para ser admitidos. El Rey llamó ‘malos’ y ‘buenos’, pero les proveyó un vestido que les haría ser aceptados. ¿Qué es este vestido? El vestido aceptable es especialmente uno que es del espíritu. Estos versículos advierten a los falsos profesantes que no lo ponen en práctica las enseñanzas de Cristo. Hay que responder a la invitación con la fe en práctica. Recordamos las palabras de Jesús con respecto al juicio de las naciones: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” (Mateo 25:40).

Esta parábola representa buenas nuevas para todos los pecadores (Juan 3:16-18). Algunos de los invitados acepten el ofrecimiento con gratitud y sin pretextos. Pero hay aquellos que aman “más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19). Es una responsabilidad personal que todos tenemos delante de nuestro Creador. Hay que poner atención a la enseñanza de Salmo 49:7 “Los que confían en sus bienes y de sus muchas riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá, en manera alguna, redimir al hermano ni pagar a Dios su rescate.”

Sin embargo, la comunidad de los creyentes está donde existe la curación de los enfermos, o sea los pecadores. Jesús dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.” (Mateo 9:12; Marcos 2:17) Hay que recordar también que ser partícipe del reino de Dios implica la sumisión al gobierno, control y señorío de Jesucristo. El obstáculo más grande es el egocentrismo en el hombre.

El Rey examinó cuidadosamente cada invitado porque cada uno tiene la responsabilidad propia de su vestido. Se nota que no es posible prestar un vestido cuando vamos a participar de la fiesta de boda. Entonces ¡Es demasiado tarde!
“…pues muchos son llamados, pero pocos escogidos.” (Mateo 22:14)

¿Está preparado?

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