La mejor forma en la que Pablo alienta a los creyentes cristianos en Filipos a vivir en humildad, y así tener verdadero compañerismo y unidad, es recordándoles el ejemplo de Cristo. Habla de la humillación que Jesús aceptó y luego su exaltación como Señor de todo. Quizás usando un himno cristiano primitivo, tenemos una declaración muy importante de la iglesia en el primer siglo de la relación de Jesucristo con su Padre.
Una de las más grandes tragedias del cristianismo es que el Señor Jesucristo no ha recibido el respeto y la exaltación que se le deben por su victoria sobre el pecado, por medio del desarrollo de un carácter perfecto. La ampliamente popular doctrina de la ‘Trinidad’ convierte a Jesús en Dios mismo. Según esta creencia y considerando que Dios no puede ser tentado (Santiago 1:13) y no tiene posibilidad de pecar, esto significaría que Cristo en realidad no tuvo que luchar contra el pecado. Por lo tanto. su vida en la tierra fue un engaño, viviendo “aparentemente” toda la experiencia humana, pero sin ningún interés verdadero en el dilema espiritual y físico de la raza humana, en vista de que esto no le afectaba personalmente.
Estos versículos de la carta de Pablo a los Filipenses se han interpretado con el significado de que Jesús era la segunda persona de la Trinidad, pero que en su nacimiento se convirtió en un ser humano. Por eso, en este capítulo intentamos examinar cuidadosamente lo que Pablo nos enseña.
Fue en su segundo viaje misionero, hacia el año 52 d.C. cuando llegó Pablo a Filipos por primera vez. La historia de la estadía de Pablo en aquella ciudad se nos cuenta en Hechos 16. Tuvo que marcharse debido a una intensa persecución y un encarcelamiento ilegal. Cuando Pablo escribió esta carta estaba preso en Roma. Es una carta de aliento para los filipenses que estaban pasando muchas pruebas. Es un llamado a la unidad bajo estas condiciones difíciles. De esa situación surge el gran pasaje que nos habla de la humildad de Jesucristo.
En este capítulo Pablo enseña la importancia de la humildad, la unidad entre hermanos, y la vida santa. Vemos aquí la relación íntima entre Pablo y sus colaboradores, Timoteo y Epafrodito. En los versículos 1-4 el apóstol les ruega a los filipenses a vivir en unidad,
«cada uno estimando a los demás como superiores a él mismo».
Enseguida habla de la humildad de Cristo quien se humilló a sí mismo para efectuar la salvación del hombre, y de la exaltación de Cristo a la diestra de Dios (vs. 5-11). Luego sigue la exhortación a que se ocupen en su salvación, siendo luminares en este mundo (vs. 12-18). Habla del carácter noble de Timoteo, y les explica acerca del gran sacrificio hecho por Epafrodito, a quién les está enviando para que
«al verle de nuevo, os gocéis y yo esté con menos tristeza» (vs. 19-30).
Estudiosos de la Biblia identifican Filipenses 2:6–11 como un himno cristiano primitivo (Dunn, pág.114) tomado y anotado por el Apóstol. Estos versículos, con la humillación y exaltación de Cristo como su tema principal, son rítmicos en forma y esos mismos estudiosos los han organizado en seis grupos. También encontramos pasajes altamente poéticos en otras cartas de Pablo. En la tabla siguiente están la estructura y dos traducciones del himno.
Reina-Valera 1995 | La Biblia de Jerusalén |
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: | 5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: |
6 Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, | 6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. |
7sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres.
|
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; |
8 Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. | 8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz. |
9Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, | 9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre, |
10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; | 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; |
11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. | 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. |
La naturaleza de Jesús
Creer que Jesús fue de nuestra naturaleza, pero sin pecado en su carácter, venciendo siempre sus tentaciones, no es fácil. Se requiere mucha reflexión en los relatos del evangelio acerca de su vida perfecta, junto con los muchos pasajes bíblicos que niegan que él fuera Dios, para llegar a un firme entendimiento y fe en el verdadero Cristo. Tenía naturaleza humana. Esto significa que compartió de nuestra naturaleza y por medio de su compromiso con los caminos de Dios venció al pecado. La divinidad es la actividad de Dios surtiendo efecto dentro y a través de una persona verdaderamente consagrada a Él. Jesús no es Dios en el sentido trinitario, sino una persona que manifiesta completamente a Dios es Su agente para la reconciliación del mundo. El acto maravilloso que Dios ha hecho después será visto en términos de la glorificación de una persona humana, totalmente obediente y que fue continuamente tentada como lo somos nosotros. Fue tal la magnitud de su sacrificio, hasta el grado de que
“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” por medio de su propio hijo (2 Corintios 5:19).”
La palabra ‘naturaleza’ se refiere a lo que nosotros somos básicamente. La Biblia habla solo de dos naturalezas – la de Dios y la del hombre -. Por naturaleza, Dios no puede morir ni ser tentado. Es evidente que durante su vida Cristo no tuvo la naturaleza de Dios. Por lo tanto él era totalmente de naturaleza humana. Por nuestra definición de la palabra ‘naturaleza’ debería ser evidente que Cristo no pudo haber tenido dos naturalezas simultáneamente. Fue de gran importancia que Cristo fuera tentado como nosotros (Hebreos 4:15), de manera que por su perfecto vencimiento de la tentación pudiera ganar el perdón para nosotros. Los malos deseos, que son la base de nuestras tentaciones, proceden de dentro de nosotros (Marcos 7:15-23), de dentro de nuestra naturaleza humana (Santiago 1:13-15). Por lo tanto, fue necesario que Cristo fuera de naturaleza humana de manera que pudiera experimentar y vencer estas tentaciones. Hebreos 2:14-18 expresa todo esto claramente:
“Por cuanto los hijos [nosotros] participaron de carne y sangre [naturaleza humana], él [Cristo] también participó de lo mismo [naturaleza], para destruir por medio de la muerte… al diablo… porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote… para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.
Este pasaje pone extraordinario énfasis en el hecho de que Jesús tenía naturaleza humana:
“El también participó de lo mismo” (Hebreos 2:14).
Esta frase usa tres palabras, todas con el mismo significado, para recalcar la idea. Él participó “de lo mismo”, es decir, de la misma naturaleza; el relato pudo haber dicho ‘él también participó de ELLA’, pero recalca que ‘él participó de lo mismo’. En forma similar, Hebreos 2:16 desarrolla la idea de que Cristo no tuvo la naturaleza de los ángeles, debido a que él era la simiente de Abraham, y había venido a traer salvación para la multitud de creyentes que llegarían a ser la simiente de Abraham. Por este motivo, fue necesario que Cristo tuviera naturaleza humana. En todo, él tenía que ser
“semejante a sus hermanos” (Hebreos 2:17)
de manera que Dios pudiera concedernos el perdón por medio del sacrificio de Cristo. Por lo tanto, decir que Jesús no era totalmente de naturaleza humana, es desconocer la base misma de las buenas nuevas acerca de Cristo.
De tener un criterio como el de Jesús
El contexto de este pasaje de Filipenses 2 debe considerarse cuidadosamente. Pablo no empieza a hablar acerca de Jesús en forma inesperada. En Filipenses 2:5 él se refiere a la mente de Jesús. Retrocediendo hasta Filipenses 1:27, Pablo empieza a hablar de la importancia de nuestro estado mental, nuestra actitud como verdaderos creyentes. Esto se desarrolla en los primeros versículos del capítulo 2:
“Unánimes, sintiendo una misma cosa… con humildad… no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:2-5).
Por lo tanto, Pablo está hablando de la importancia de tener un criterio como el de Jesús, que esté dedicado al humilde servicio de los demás. Por lo tanto, los versículos que siguen son un comentario acerca del concepto de humildad que tenía en su mente y que demostró Jesús y no se refieren a algún cambio de su naturaleza.
La iglesia Filipense estaba haciendo bien y estaba a favor de Pablo, pero también tenía problemas. Había “ambición egoísta” (Filipenses 1: 15; 2: 3) y “presunción vana” (2: 3), discusión y falta de consideración para otros (2: 4 y 14) y una necesidad para la humildad, la pureza y la inocencia (2: 3 y 15). Así que Pablo escribe esto en términos de exhortación a los creyentes, “en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (2: 5). Pasó a enseñarles cómo Cristo no trató de coger la igualdad con Dios, pero era totalmente humilde y por esto Dios lo “Exaltó.” El ejemplo de Jesús es bien fuerte. No necesitamos asegurarnos que las personas nos tomen en cuenta o que nos conozcan. Sólo debemos servir en obediencia y humildad, asegurado que Dios, un día, nos recompensará por nuestras obras.
Por eso Pablo exhorta en v. 5:
«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús».
¿En qué está pensando? Podemos responder con varias enseñanzas del Señor. Por ejemplo:
Mateo 11:29, «Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón».
Cristo Jesús es el perfecto ejemplo de la humildad. Fue criado en Nazaret, una ciudad despreciada por los de Judea (Juan 1:46), era galileo y algunos de sus apóstoles también eran galileos. Llevó una corona de espinas, murió sobre una cruz romana como malhechor, y fue sepultado en el sepulcro de José de Arimatea. De esta manera nuestro Señor Jesucristo tomó la forma más humilde de la humanidad para salvarnos y para dejarnos el ejemplo perfecto de la humildad.
“…siendo en forma de Dios…”
En la expresión “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse…” el participio presente es “ser” (griego: huparcho). Ha sido traducido como existiendo en otras versiones y éste es seguido por un sustantivo que en unas versiones ha sido traducido “en idéntica naturaleza”. Es obvio que los trinitarios concluyen con la declaración que Cristo siempre ha existido como Dios. En otras palabras: se dice que Jesús era verdaderamente Dios antes de llegar a ser una persona humana. Luego, sin dejar de ser Dios, estuvo dispuesto a dejar de lado la gloria de ser igual con Dios.
Aquí están unos ejemplos de varias traducciones de Filipenses 2:6:
“Quien siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios…” (La Nueva Versión Internacional – NVI)
“ Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios…”(La Reina-Valera ¨95)
“El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios…” (La Biblia de Jerusalén)
“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse…” (Reina-Valera 1960)
“ que siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios…” (Biblia Jubileo 2000)
En las siguientes traducciones se puede observar otra manera de traducir huparcho:
“Quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios” (Traducción del Nuevo Mundo)
“Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse…” (Nueva Traducción Viviente)
“ el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse…” (La Biblia de las Américas)
Anotamos varias referencias en el Nuevo Testamento del uso del participio huparcho:
Lucas 11:13 | Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? |
Hechos 2:30 | Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne levantaría al Cristo para que se sentara en su trono, |
Hechos 16:20 | Los presentaron a los magistrados y dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad |
Hechos 16:37 | Pero Pablo le dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial y siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos liberan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos. |
Romanos 4:19 | Siendo de casi cien años |
2 Corintios 8:17 | pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros. |
2 Corintios 12:16 | Pero admitamos esto: Yo no os he sido carga, sino que como soy astuto, os atrapé con engaño. |
Lo que sugiere el uso del participo es que la persona tiene legítimamente el atributo mencionado, pero en ninguna manera significa la posesión del atributo eternamente, sin principio y sin fin. Tampoco significa
“existencia previa” (Walvoord. Pág.50).
Pablo usa este participio presente griego que indica que Cristo estaba en la forma de Dios cuando él tenía ciertos pensamientos sobre igualdad. Hay quizá un contraste intencional con Adán en Génesis 3, como la tentación a la que cedió que fue la de pretender egoístamente apoderarse de lo que pensó que lo haría
“como Dios”.
La construcción del griego no sugiere que Cristo estuviera una vez en la forma de Dios, y entonces en algún momento más tarde tenía pensamientos sobre igualdad. En Filipenses 2, Pablo describe una actitud mental de Cristo Jesús cuando él estaba en la tierra. No describe el estado mental de un ser celestial. ¿Por qué habría un ser celestial, o Dios Hijo, pensar sobre igualdad con Dios-Padre? ¿Por qué deberían semejantes pensamientos celestiales ser un ejemplo para nosotros? La fuerza del argumento de Pablo queda en el hecho de que Cristo desplegó humildad como uno de nosotros (Perry, pág.140).
Está una acotación adicional referente a la frase
“siendo en forma de Dios”.
La palabra griega traducida siendo no significa ‘siendo originalmente, desde la eternidad’. Hechos 7:55 habla de que Esteban estaba “lleno del Espíritu Santo”. El estaba entonces lleno del Espíritu Santo y lo había estado por algún tiempo; pero no siempre había estado así. Este acercamiento es apoyado por una observación donde se usa en otras expresiones que llevan el papel o estado de una persona o sus estados mentales. Por ejemplo, lo encontramos en: “siendo profeta” (Hechos 2:30), “era miembro del concilio” (Lucas 23:50), “siendo Señor del cielo y de la tierra” (Hechos 17:24), “es la imagen y gloria de Dios” (1 Corintios 11:7), “siendo judío” (Gálatas 2:14); y se usa sobre el estado mental de una persona como “siendo mucho más celoso” (Gálatas 1:14) o “estando muy solícito” (2 Corintios 8:17).
“…en forma de Dios…”
Pablo no está hablando aquí de Cristo como “la imagen” de Dios. En cambio, él despliega una idea relacionada con una palabra poca común del Nuevo Testamento (griego: morphe), que se traduce en la versión Reina-Valera (1995) como “forma”. Pablo no hace el mismo punto por consiguiente como lo que encontramos en Colosenses 1, donde declara que ese Cristo es la “imagen” (griego: eikon) del Dios invisible. Entonces, nos preguntamos: ¿Qué quiere decir con la palabra “forma”? La palabra «forma» viene del griego morphe que solamente aparece en este texto (Filipenses 2: 6 y 7) y en Marcos 16:12:
“Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino al campo. 13Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos les creyeron.“
El Señor se apareció en una forma distinta a la que ellos habían conocido durante su ministerio antes de la resurrección (1 Corintios 15:42-44; 2 Corintios 5:16). Sin embargo, El resucitó con el mismo cuerpo con que murió, el cual era reconocible (Lucas 24:31), capaz de tomar alimento (Juan 21:12) y de ser tocado (Mateo 28:9).
Aparentemente Marcos relata la misma apariencia como la que está en Lucas 24:13-35. La frase “otra forma” parece ser enlazada con la descripción en Lucas 24:16 “Pero los ojos de ellos estaban velados…” Puede significar que el Señor había sido visto por María Magdalena y las otras mujeres en una manifestación gloriosa (Esta circunstancia puede ser implicada por Mateo 25:9) mientras en este momento, con los dos discípulos, el poder sobrenatural había sido disminuido para que el Señor se les apareciera como un hombre normal.
Se puede ver una conexión de la palabra morphe con metamorphoo (“transfigurar”). En la “transfiguración” de Jesús, hubo un cambio en la forma de su presencia. La transfiguración representó la glorificación del cuerpo del Señor tal como será cuando regrese y gobierne sobre su reino (Filipenses 3:20-21). La seguridad de la glorificación final de Cristo fortaleció a los discípulos en vista de los inminentes sufrimientos que El les había predicho.
Se nota la traducción de morphe en Filipenses 2:6 y muestra su clara tendencia trinitaria.
“Quien siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios…” (La Nueva Versión Internacional – NVI)
“El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios…” (La Biblia de Jerusalén)
“Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse…” (Nueva Traducción Viviente)
Comparamos las traducciones anteriores con las siguientes:
“ que siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios…” (Biblia Jubileo 2000)
“ el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse…” (Reina-Valera 1960)
“ Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios…» (La Reina-Valera ¨95)
Observamos antes que la palabra «forma» viene del griego morphe y que solamente aparece en tres versículos, Filipenses 2: 6-7 y en Marcos 16:12. Se notan las varias traducciones de Filipenses 2:7:
“Sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.” (Reina-Valera 1909)
“sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.” (Reina-Valera 1960)
“sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres.” (Reina-Valera 1995)
“sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.” (La Biblia de las Américas)
“sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.” (Jubileo 2000)
Las comparamos con las siguientes:
“Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre.” (La Biblia de Jerusalén)
“Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.” (Nueva Versión Internacional)
“En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano”.(Nueva Traducción Viviente)
Es muy claro que debemos investigar lo que dicen los eruditos en el idioma griego para ayudarnos a llegar a una comprensión de este vocablo particular. (¡También se entiende que podemos ser acusados de poner delante del lector nuestro punto de vista!)
Agrupamos las explicaciones así:
- Barclay (1999, págs. 57-58) dice que morphe es la forma esencial que nunca cambia. La compara con otra palabra griega, schema, que se puede traducir como “forma” en español y dice que esta significa la forma exterior que cambia con el tiempo y las circunstancias. Continúa con la explicación que morphe de cualquier persona es la humanidad. Un bebe, un joven, un adulto tienen la morphe de la humanidad, pero su schema exterior está cambiando todo el tiempo.
- Se puede ver la inclinación hacia la fórmula del Concilio de Nicea en lo que dice otro erudito:
“El griego morphe no designa una mera figura (schema) exterior que podría quitarse, como una careta, sin alteración de la persona, sino la erradicación de algo que es connatural al sujeto, aun cuando no indique directamente la esencia misma, sino algo que emana de ella.” (Lacueva,1983, pág. 41).
- Thayer admite que otros eruditos (como Lightfoot y Trench) dicen que
«morphe forma difiere de schema figura, forma, apariencia, como aquello que es intrínseco y esencial difiere de lo que es externo y accidental» y agrega que «la distinción es rechazada por muchos».
- El Diccionario Expositivo de Vine dice,
«Morphe denota la forma o rasgo distintivo especial o característico de una persona o cosa.
- Gifford:
“morphe es así propiamente la naturaleza o esencia, no en abstracto, sino tal como subsiste realmente en el individuo, y retenida en tanto que el individuo mismo existe … Así, en el pasaje ante nosotros morphe Theou es la naturaleza divina real e inseparablemente subsistente en la Persona de Cristo … Para la interpretación de ‘la forma de Dios’ es suficiente decir que (1) incluye toda la naturaleza y esencia de la Deidad, y que es inseparable de ellas, ya que no podrán tener existencia real sin ella; y (2) que no incluye en sí misma nada ‘accidental’ o separable, tal como modos particulares de manifestación, ni condiciones de gloria o majestad, que pueden en un momento estar junto con la ‘forma’, y en otro momento separados de ella …
- The Expositor’s Greek Testament dice que la palabra morphe se refiere a la naturaleza de Cristo, es decir, que El era divino (y llegó a ser humano). Cita 2 Corintios 8:9 como el paralelo más cercano a Filipenses 2:6 y dice que en ambos Pablo se refiere al
«contraste inefable entre el estado celestial y el estado terrenal».
- El “Diccionario Manual Griego” dice que morphe significa: forma, figura del cuerpo exterior, aspecto, apariencia; hermosura, gracia; clase, calidad; especie, idea.
Ahora consideramos unas explicaciones:
- Una nota de una página web de los católicos-romanos nos informa: Del griego «morphé» (forma, aunque los filósofos griegos utilizaron también «schéma» y «éidos» para referirse al mismo concepto).
- El Diccionario Expositivo de Vine dice, «Morphe denota la forma o rasgo distintivo especial o característico de una persona o cosa. Se usa con un significado particular en NT, sólo de Cristo, en Fil. 2:6, 7, en las frases ‘siendo en forma de Dios’ y ‘tomando forma de siervo’.
- Según los léxicos significa:
- Mckibben-Stockwell-Rivas: «forma, figura»
- Thayer: «la forma en la cual una persona o cosa se ve; la apariencia externa … la forma en la cual él apareció a los habitantes del cielo». Thayer admite que otros eruditos (como Lightfoot y Trench) dicen que “…morphe forma difiere de schema figura, forma, apariencia, como aquello que es intrínseco y esencial difiere de lo que es externo y accidental» y agrega que «la distinción es rechazada por muchos».
- Arndt-Gingrich: «forma, apariencia externa, figura»
- La palabra griega (morphe = “forma” en latín) no significa naturaleza ni tampoco “condición”, sino que evoca el aspecto exterior, los “rasgos”. Se relaciona con “imagen”. No cabe duda de que la palabra “imagen” implica en si misma una relación de reproducción o parecido, pero no es éste el caso de la morphe. Aquí la relación se establece gracias al complemento: Cristo reproduce los “rasgos de Dios”.
Por lo tanto, vemos que algunos eruditos dicen que morphe significa la forma esencial e intrínseca de Cristo como Dios y también como hombre, y otros eruditos dicen que la palabra significa simplemente su apariencia externa.
¿Qué debemos hacer? ¿Morphe se refiere a la vida interior o la apariencia externa? Estas citas todavía no nos dejan muy claro el asunto. La pregunta es importantísima porque cuando los trinitarios hablan de la vida interior muchas veces se refieren a la Deidad de Cristo (su estado pre-encarnado). ¿Cómo se explica la Deidad? ¿Cuáles son sus atributos? “Su eternidad, inmutabilidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia, perfecto amor, perfecta justicia, perfecta santidad, es el Creador, el único que es adorado, el único que perdona pecados, etc.” Este estado pre-encarnado nos enseña que es igual en la misma persona en Cristo hecho carne.
[Pbro. Pablo Arce Gargollo “Encarnar significa hacerse carne, esto es, hacerse hombre. Cuando decimos que el Hijo de Dios se encarnó, queremos expresar que se hizo hombre, tomando un cuerpo y un alma como los nuestros. Cristo es pues, Dios y hombre verdadero. Hay en El dos naturalezas, la divina y la humana, cuya unión forma una sola persona que es la divina.” Teol. Vida. vol.47 no.1 Santiago 2006]
Como hemos dicho, hay pocas veces que encontramos morphe en el Nuevo Testamento. Por eso buscamos la ayuda de otras referencias para investigar como se ha usado esta misma palabra. Afortunadamente tenemos las Escrituras Hebreas traducidas al griego alrededor de 200 años antes de Cristo – la Septuaginta (LXX). En aquella traducción aparece la palabra morphe. Son ocho las referencias – Jueces 8:18; Job 4:16; Isaías 44:13; Daniel 4:33 (=36); 5:6, 9, 10; 7:28. Observamos las referencias en la versión Reina-Valera (1995):
Jueces 8:18
“Luego dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que matasteis en Tabor? Ellos respondieron: Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey.”
Job 4: 16
“Delante de mis ojos se detuvo un fantasma cuyo rostro no reconocí, y lo oír decir muy quedo…”
Isaías 44:13
“El carpintero tiende la regla, lo diseña con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de un hermoso hombre, para tenerlo en casa.”
Daniel 4:33 (LXX) 36 (R-V¨95)
“En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, la majestad de mi reino, mi dignidad (¿?) y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.
Daniel 5:6, 9,10
«6Entonces el rey palideció y sus pensamientos lo turbaron, se debilitaron sus caderas y sus rodillas daban la una contra la otra.
9Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera y palideció, y sus príncipes estaban perplejos.»
10La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo:¡Rey, vive para siempre! No te turben tus pensamientos ni palidezca tu rostro (La Biblia de Jerusalén – semblante).»
Daniel 7:28
“Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.”
Está claro que el uso de morphe en la Septuaginta no significa “por naturaleza Dios” o el estado divino.
Que la palabra “forma” no puede referirse a la naturaleza esencial de Dios queda demostrado en Filipenses 2:7 que habla de que Cristo tomó “la forma de siervo”. Él tuvo la forma de Dios, pero tomó la forma de siervo. La naturaleza esencial de un siervo no es diferente a la de cualquier otro hombre. En armonía con el contexto, podemos interpretar esto con seguridad con el significado de que Jesús tenía una mente totalmente inclinada a Dios, aunque estaba dispuesto a comportarse como un siervo.
En algunos versículos posteriores Pablo nos alienta a llegar a ser “semejantes a él [a Jesús] en su muerte” (Filipenses 3:10). Hemos de compartir la ‘morphe’, la forma de Cristo que él mostró en su muerte. Esto no significa que hemos de compartir la naturaleza que él tenía entonces, porque nosotros ya tenemos naturaleza humana. No tenemos que cambiarnos nosotros mismos para tener naturaleza humana, pero necesitamos cambiar nuestro modo de pensar de manera que tengamos la “morphe” o imagen mental que Cristo tuvo en su muerte.
“…en forma de Dios…tomó la forma de siervo…”
La “forma de un siervo” indica algo acerca del rol de un individuo. La “forma de Dios” funciona como aposición de siervo y también debe ser enseñado como un rol manifestado por Jesús. El punto de argumento establecido por Pablo es que Jesús (nosotros no) era el resultado de un nacimiento divino, Dios es su Padre. Al tener esta relación íntima con Dios, Jesús fue probado para ver si se sentiría contento con su condición de un siervo o codiciaría ser igual a Dios. Declarar la premisa trinitaria que Jesús mismo es Dios no representa parte del argumento y si fuera así en efecto frustraría el argumento de Pablo.
El Antiguo Testamento presenta a Jesús como un siervo en las profecías de Isaías del “Siervo de Jehová”; Isaías 42:1-4; 49:1-6; 50:4-9; 52:13-53-12). En estas profecías está un aspecto de “forma” lo cual explica porque Pablo usaría la expresión “forma de siervo”.
Isaías 42:1:
“Este es mi siervo, yo lo sostendré…”
Isaías 52:13:
“He aquí que mi siervo…”
Isaías 52:14:
“Como te abominaron muchos, en tanta manera fue desfigurado de los hombres su parecer (mr’h 4758); y su hermosura, de los hijos de los hombres.»
Isaías 53:2:
“Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo (mr’h 4758) para que le deseemos.”
Según Strong: La palabra indicada por el número de Strong H4758 significa: vista (el acto de ver); también apariencia (la cosa vista), sea (real) forma (espec. si es atractivo, fealdad; a menudo plur. vistas), o (ment.) visión:-apariencia, aspecto, atractivo, bueno, claramente, estatura, modelo, parecer, rostro, semblante, semejanza, visión, vista.
Pablo construye un juego de palabras de Isaías cuando usa “forma” y “siervo” mientras expresa el asunto de que Jesús escogió el rol del siervo de Dios. La razón porque Pablo asocia la “forma de Dios” con la “forma de siervo” es porque relaciona a Ezequías y la promesa hecha durante el himno de Isaías 9:6-7:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y se llamaras su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
Aquí en Ezequías está descrito como “Dios fuerte”, un epíteto de su reino futuro. Es un “tipo” de Jesús. Ezequías sufrió por su pueblo. Por medio de sus sufrimientos, libró a su pueblo y tuvo paz:
“He aquí amargura grande me sobrevino en la paz: Mas á ti plugo librar mi vida del hoyo de corrupción. Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.” (Isaías 38:17)
Aunque Ezequías era en la “forma de Dios”, tomó la “forma de un siervo”.
Cristo asumió el papel de un siervo, y aquí la alusión es a los pasajes de los sufrimientos de un siervo en Isaías. Cristo sirvió a los hombres (Mateo 20:28, Juan 13:4-5) y asumió el papel de siervo de Jehová. (La palabra que significa ‘esclavo’ se usa en Isaías 49:3 y 5 (LXX) para describir al siervo del Señor). Esta alusión a Isaías proporciona una razón para el uso de la palabra ‘forma’ en ‘forma de siervo’ y ‘forma de Dios’.
“…no estimó el ser igual a Dios…”
Jesús estaba en la “forma de Dios” como Adán quien tenía potestad sobre la creación (Génesis 1:26). Aquí, en Filipenses 2, está una clara alusión a Génesis 1:27. El hombre fue hecho “a imagen de Dios” con la intención de que él gobernara sobre la creación, aunque no era inmortal. Cuando desobedeció a Dios, Adán literalmente codició la igualdad con Dios (cuando extendió su mano para tomar del fruto prohibido). La consecuencia fue contraria a lo que dijo la serpiente: la sentencia de muerte cayó sobre él y sobre sus descendientes. Jesucristo tomó el camino opuesto. Él también era ‘a imagen de Dios’; pero “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. Él se despojó a sí mismo del orgullo humano y fue obediente a su Padre. Cristo tenía la posición y papel de Dios entonces, y esto es directamente análogo a Adán y la posición de señorío de que Dios le dio sobre la creación. La autoridad de Cristo se ve claramente en los milagros que él realizó en su enseñanza y en su vida.
La idea de una “forma de Dios” nos invita a pensar en aquellas ocasiones cuando Moisés vio la
“apariencia de Jehová” (Números 12:8).
El Ángel de la Presencia tenía esta ‘apariencia’ o ‘similitud’. Podemos ver un paralelo entre Cristo y este ángel. La idea de alguien de ser una similitud concuerda con la idea que Adán estaba en la semejanza de elohim. Esta idea es una idea de ‘manifestación’. Ambos, el Ángel del Señor y Adán, fueron diseñados para manifestar a Dios.
“…no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse…”
Generalmente dos diferentes tipos de traducciones son presentadas por Filipenses 2:6:
- Jesús fue presentado con la tentación de agarrarse bien a la igualdad que ya poseía. Quiso retenerla.
En contraste,
- Jesús fue tentado de agarrar lo que actualmente no poseía, esto es la igualdad con su Padre.
Los pensamientos que Cristo tenía sobre igualdad con Dios estaban sobre asir o agarrar igualdad, ellos no estaban sobre retener ni guardar igualdad. Si Cristo hubiera sido Dios-Hijo en el cielo, él podría haber pensado que la igualdad era cosa para guardar y entonces escogió no guardar tal igualdad. Pero el sentido del griego es de tomar igualdad. Si Cristo fuera Dios-Hijo, él no necesitaría pensar sobre aferrarse a la igualdad. La tendría por derecho, como los credos afirman.
Barclay (pág.58) explica que la palabra traducida para
“…cosa a que aferrarse” es harpagmos que procede de un verbo que quiere decir agarrar, arrebatar.”
Continua con una explicación trinitaria:
“La frase puede querer decir una de dos cosas, que coinciden en el fondo. (a) Puede querer decir que Jesús no tuvo necesidad de arrebatar la igualdad con Dios, como trató de hacer el primer Adán, porque la tenía por naturaleza. (b) Puede querer decir que no se aferró a la igualdad con Dios, como reteniéndola celosamente para Sí, sino se despojó de ella voluntariamente por amor a la humanidad. Como quiera que lo tomemos, hace hincapié en la divinidad de Jesús.”
Otro trinitario dice (Carballosa, pág.63):
“Él ha sido y será por toda la eternidad absoluta deidad y, por lo tanto, no tenía que apoderarse de lo que es suyo por naturaleza. No consideró el ser igual a Dios como un botín o premio del cual agarrarse porque él, desde la eternidad, es absoluta deidad.”
Pero es oportuno buscar las ocasiones donde aparece este verbo en otras partes del Nuevo Testamento. Aquí son tres:
Mateo 11:12 “…y los violentos lo arrebatan.”
Mateo 12:29 “…Entonces podrá saquear su casa.”
Mateo 13:19 “…viene el malo y arrebata lo que fue sembrado….”
Hay más, pero podemos ver que en ninguna referencia tiene el sentido de retención. Adán se había aferrado a ser como Dios (elohim) aunque él ya era en la imagen y semejanza de Dios. Adán estaba preocupado. La igualdad con los ángeles era la preocupación de Adán, pero él buscó este estado en una manera equivocada. Sabemos de las enseñanzas en los Evangelios que esta igualdad – ser iguales a los ángeles o elohim – será dada a los creyentes verdaderos en la resurrección (Lucas 20:35-36). Jesús, sin embargo, no pensó que la igualdad con Dios era una cosa a que aferrarse.
A diferencia de Adán y Eva, Jesús no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. La comparación que hacemos aquí está entre Cristo y la caída de Adán. En un punto de la prueba, Adán escogió una opción equivocada y cayó (Otro ejemplo de uno que asió a igualdad con Dios es Lucifer, el rey de Babilonia.). Cristo es “el hombre” de la nueva creación y su vida en la tierra fue una prueba similar a la de Adán en el huerto. Pero él no escogió la misma opción como Adán, no escogió aferrarse a la igualdad.
“…sino que se despojó a sí mismo…”
La palabra despojó (griego: el verbo ekénosen) significa “vaciar”. Es lo que se llama ‘la kénosis’ de Cristo: su vaciamiento, renunciación, despojamiento”. Ha sido tema de mucha controversia entre los teólogos. ¿Cuándo Cristo se despojó a sí mismo? Carrillo (pág.27) sugiere:
“No se trata del hecho mismo de la encarnación sino del modo. Cristo, al hacerse hombre, no se despojó de su naturaleza divina, sino libremente renunció a la gloria que de derecho le correspondía, que poseía en su pre-existencia (Juan 17:5), y que debería normalmente irradiar de su humanidad (Mateo 17:1-8).”
Walvoord (pág.50)propo ne la misma idea trinitaria:
“…Cristo retuvo Su completa deidad, pero restringió Su manifestación y no utilizó Sus divinos poderes para Su propio beneficio.”
Barclay (1999, pág.58) explica desde su punto de vista trinitario:
“Se vació de Su divinidad para asumir Su humanidad. Es inútil preguntar cómo; no podemos más que permanecer henchidos de santo temor al contemplar por la fe al Que es Dios todopoderoso hambriento y cansado y en lágrimas.”
En su comentario, Carballosa (1991, pág. 64) presenta algunas teorías seguidas con sus observaciones que han sido propuestas del significado de la palabra “despojó”:
“(1) Cristo se vació (despojó) a si mismo al renunciar a algunos de sus atributos divinos (atributos relativos) tales como su omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia.”
- La respuesta a esta teoría es simplemente que el Señor ejercitó su omnisciencia al declarar que él conocía los pensamientos de aquellos que murmuraban contra él (Marcos 2:6-8).
(2) Una segunda teoría es que Cristo se vació a sí mismo al partir y renunciar a todos los atributos de la deidad (metafísicos y éticos) para convertirse en hombre en el sentido más estricto de la palabra.
- La respuesta a esta teoría es que es imposible renunciar a todos los atributos de la deidad sin dejar de ser Dios. Cristo jamás hizo tal cosa; al contrario, la Escritura afirma que el Cristo encarnado era Dios. (Mateo 1:23; Juan 10:30-33; 14:9)
- Otros dicen que Cristo se vació de sí mismo al abandonar el modo de existencia divina para asumir la existencia humana. Los que así afirman, dicen que durante su encarnación Cristo dejó de ser Dios y que retomó su condición como Dios a partir de la resurrección.
La Biblia enfáticamente niega tal concepción de Cristo. Las Escrituras enseñan que la deidad de Cristo no fue disminuida en modo alguno durante su encarnación.”
Robertson (Pág.444.) citado por Hendriksen responde:
“No de su naturaleza divina, pues era imposible. El continuó siendo Hijo de Dios…Indudablemente Cristo renunció a su ambiente de gloria.”
Hendriksen (págs. 120-121) continua con una descripción de lo que supuestamente Cristo renunció y resume con:
“Impacientemente, expresamos la siguiente objeción: Pero si Cristo Jesús renunció a sus riquezas, gloria, y la autonomía de su autoridad, ¿cómo es posible que continuara siendo Dios? La respuesta está en que él, que fue y es y siempre será el Hijo de Dios, desechó todas las cosas, no con referencia a su naturaleza divina, sino a la humana, la cual asumió voluntariamente y en la cual padeció todas aquellas afrentas.”
Se nota aquí como los trinitarios guardan tenazmente el dogma de las dos naturalezas de Cristo del Concilio de Calcedonia (451 d.C.).
Es una tragedia leer tales explicaciones. Hay que contemplar lo que los evangelios nos enseñan de la vida de Cristo. Por ejemplo, en el proceso de la salvación, Jesús era el sirviente sufrido. Se nota Su comportamiento durante Su juicio delante de los líderes judíos. En aquella experiencia no ofreció ninguna defensa, ni suplicó ninguna cosa. Les permitió que le declaren culpable. En todo momento él tenía la habilidad y capacidad de llamar el apoyo de diez legiones de ángeles. Si su Padre mismo no les había dado a las autoridades no habrían tenido poder sobre él. Como una oveja a los esquiladores, Jesús fue llevado a la muerte, el Cordero del mundo.
Tuvo que cumplir el papel de sirviente del Señor, aunque estaba en la forma de Dios. En aquel momento, Jesús podría haber sido tentado para aferrarse a la igualdad con Dios. (Otra vez recordamos su oración en Getsemaní: “…pase de mi esta copa…” Mateo 26:39). Pero tal igualdad estuvo para después de la tumba en la resurrección. Para eso es que se sometió a la muerte de un esclavo bajo la mano romana.
Cristo
“se despojó a sí mismo”
es una alusión a la profecía de su crucifixión en Isaías 53:12
“Derramó su vida hasta la muerte”.
Él
“tomó forma [manera] de siervo”
por su actitud de servicio con sus seguidores (Juan 13:14), lo que quedó sumamente demostrado por medio de su muerte en la cruz (Mateo 20:28). Isaías 52:14 profetizó referente a los sufrimientos de Cristo de que en la cruz
“de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”.
Esta progresiva humillación de sí mismo
“hasta la muerte, y muerte de cruz”
fue algo que ocurrió durante su vida y muerte, no en su nacimiento o encarnación como explican los trinitarios. Hemos mostrado que el contexto de este pasaje se relaciona con la mente de Jesús, cuya sumisión se nos presenta como ejemplo para copiar. Por lo tanto, estos versículos hablan acerca de la vida de Jesús en la tierra, en nuestra naturaleza humana, y cómo él se humilló a sí mismo, a pesar de tener una mente totalmente de acuerdo con Su Padre, lo hizo para nosotros.
Si Cristo era Dios por naturaleza y luego se despojó de eso y tomó naturaleza humana, como los trinitarios intentan interpretar este pasaje, entonces Jesús no era “verdadero Dios” mientras estuvo en la tierra; no obstante, los trinitarios creen que sí era. Todo esto demuestra las contradicciones que se crean por subscribirse a una definición hecha por el hombre, como lo es la Trinidad.
El apóstol pone de manifiesto la magnitud del sacrificio de Jesucristo, el carácter perfecto y la aceptación dada por el Padre a dicho sacrificio. Por la gracia de Dios tenemos el privilegio de recordarlo con regularidad y gratitud con los hermanos en el servicio recordatorio cuando tomamos pan y vino, los emblemas del cuerpo y la sangre de nuestro Salvador.
“…y se hizo semejante a los hombres…”
Este era la obra de Dios, el Padre. Cristo se hizo en la semejanza de hombres (Hebreos 2:7), y la alusión es de nuevo al sirviente sufrido que fue hecho por Dios. El hecho fundamental es que Cristo fue engendrado por Dios, hecho por él. La propuesta de los trinitarios es de un engendramiento eterno, pero el Señor formó a Cristo en el útero de su sierva para traerle luego de nuevo a Jacob (Isaías 42:1, 44:2, 49:5). El uso de la palabra “semejanza” es significativo. Pablo alude a Génesis 5:3, donde leemos,
“…Adán … engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen…”
Cristo estaba en la semejanza de hombre, aunque en la forma de Dios. El énfasis es que Cristo compartió de nuestra naturaleza humana (Romanos 1:23). En Romanos 8:3 dice que Dios envió a su Hijo
“en semejanza de carne de pecado”
Ciertamente, aquella naturaleza humana era real, tan real como la de cualquier otro ser humano (Hebreos 2:17). La cita de Romanos 8:3 debe ser leída a la luz de Hebreos 4:15 que dice:
“Uno que fue tentado en todo como nosotros lo somos, pero sin pecado.”
“…más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo…”
La palabra condición se refiere a la manifestación externa en que algo aparece (Carballosa pág. 65). Se encuentran traducciones diferentes de esta misma palabra en los siguientes versículos:
“…y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutaran, porque la apariencia de este mundo es pasajera.” (1 Corintios 7:31)
“… porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.” (2 Corintios 11:13-15)
Sugiere que Cristo fue hallado en condición de hombre a través de otros en vez de Cristo se halló a sí mismo en condición de hombre. ¿Cuándo se averigua Cristo de esta manera? Él fue hallado por Judas en Getsemaní. Todavía tuvo que ser declarado culpable durante su juicio. Al pie de la cruz, Jesús fue hallado en condición de hombre por aquéllos que se mofaron. Ellos dijeron:
“A otros salvó; sálvese a sí mismo, si este es el Cristo, el escogido de Dios” (Lucas 23:35).
“…¡El Cristo! ¡Rey de Israel! ¡Qué descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos!” (Marcos 15:32),
En aquel momento, Cristo fue descubierto como un hombre mortal (a la satisfacción evidente de aquéllos que temieron su poder real y autoridad). Por eso Pablo inmediatamente sigue adelante con el pensamiento que se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Aquí hay una conexión con Génesis. Adán también descubrió algo sobre él mismo – se encontró desnudo (Génesis 3:7). Aunque él era la imagen de Dios, se encontró como un hombre. Era lo mismo con Jesús. Estaba en la forma de Dios, pero se dio cuenta de ser hombre. Hay un eco irónico de las palabras de la Serpiente – había dicho a Adán y Eva,
“…seréis como Dios…” (Génesis 3:5)
pero llegaron a ser como los hombres de hoy en día. Igualmente, aunque Cristo estaba en la forma de Dios, él estaba en semejanza como un hombre. En contraste con esta declaración incluimos un punto de vista trinitario (Carballosa (ibid.)):
“Así también Cristo, aunque tomó cuerpo humano, vivió entre los hombres, fue visto y tratado como hombre, en su esencia y por su naturaleza divina, nunca dejó de ser verdadero Dios.”.
“…haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz…”
El énfasis aquí es que Cristo supo que él era un hombre. Por eso estuvo listo para ser obediente hasta la muerte. Llevó a cabo la línea de acción de una vida humana a la muerte. Como resultado, fue resucitado y muy exaltado por Dios. El contraste con Adán no puede ser más claro – él era desobediente “hacia” la muerte (Romanos 5:12), Cristo era obediente “hasta” la muerte.
La humillación de Cristo tuvo su culminación con “la muerte de cruz”. Esta clase de muerte tenía un significado especial para cada una de las culturas principales en aquellos tiempos:
- Para los judíos – una maldición (Deuteronomio 21:23; Gálatas 3:13)
- Para los romanos – una vergüenza reservada para los esclavos y peores malhechores (Hebreos 12:2)
- Para los griegos – una locura repulsiva (1 Corintios 1:23)
La exaltación de Cristo
«9 Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.»
ste es el estribillo constante del Nuevo Testamento – la exaltación de Cristo por Dios el Padre. Pero es un estribillo que no encaja con la noción trinitaria que Cristo era de hecho la encarnación de Dios-Hijo. ¿Por qué escogería Dios el Padre exaltar a un ser co-igual?
El hecho de que Cristo fue exaltado para ser Señor de todas las cosas refleja las intenciones de la creación de Génesis, y la mención de su exaltación a este punto confirma nuestro acercamiento al pasaje. Hemos sugerido que la expresión “la forma de Dios” tiene que ver con el Señorío. Porque Cristo no supo aferrarse a la igualdad con Dios, mientras tuvo una posición de Señorío en la tierra, Dios lo ha exaltado favorablemente para que él tenga Señorío de todas las cosas, en el cielo y en la tierra.
El señorío de Adán radicaba en el hecho de realizar el nombramiento de los animales. La expresión del señorío de Cristo en las Escrituras también está en términos de nombramiento:
Esta frase muestra que Jesús no se exaltó a sí mismo: Dios lo hizo. Se desprende que él no estaba en un estado exaltado antes de que Dios lo hiciera por él, en la resurrección y ascensión. El proceso completo de la humillación de Cristo a sí mismo, y la subsiguiente exaltación por Dios había de ser “para gloria de Dios Padre” (v.11). Por lo tanto, el Hijo no es co-igual con Dios.
Como consecuencia de esta humillación y sacrificio de sí mismo, le fue dado a Jesús por el Padre el nombre que es sobre todo nombre. Esto no significa un nombre específico o un título como tal, aunque “Jesús es el Señor” es la confesión cristiana más correcta y propia (Romanos 10:9; 1 Corintios 12:3). Significa que Dios lo exaltó hasta lo sumo, al máximo honor, y esto es más significativo. Las palabras que están utilizadas en Isaías 45:23 acerca de Dios son empleadas refiriéndose a Jesús, para expresar su honor, gobierno y autoridad por sobre toda la creación. Sin embargo, necesitamos notar que esto es para gloria de Dios Padre. La gloria dada a Cristo no es en forma alguna independiente de la del Padre (1 Corintios 15:28). Todas estas tremendas declaraciones, debemos recordar, tienen en su contexto el propósito más práctico en relación con los filipenses, es decir, para persuadirles a dejar de lado la desunión, discordia y ambición personal.
Durante toda su vida Cristo había sometido su voluntad a la de Dios en preparación para esta prueba final de la cruz:
“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30).
Esta diferencia entre la voluntad de Cristo y la de Dios es prueba suficiente de que Jesús no era Dios.
“…y le dio un nombre que es sobre todo nombre…”
En su nacimiento le fue dado el nombre de “Jesús”
“…porque él salvará a su pueblo” (Mateo 1:21).
A través de la Biblia encontramos que Dios ha dado nuevos nombres a distintos hombres. Dios cambió el nombre de:
- Abram por Abraham (Génesis 17:5)
- Saraí por Sara (Génesis 17:15)
- Jacob por Israel (Génesis 32:28)
- Simón por Pedro (Mateo 16:18)
El apóstol no nos dice claramente todavía de que nombre se trata; pero añade, sin embargo, que es el nombre que sobresale entre los nombres de todas las criaturas del universo.
- para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra;
- y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Para formamos una idea del profundo sentimiento de los apóstoles cuando pensaban en Jesucristo como Señor leemos los pasajes siguientes:
Pedro: Hechos 2:36
Pablo: Romanos 10:9; 1 Corintios12:3; 16:22
Juan: Apocalipsis 17:14; 19:16
En nuestra época presente, el nombre de Cristo es constantemente blasfemado, ofendido y despreciado. Pero en aquel día glorioso y sin paralelo en la historia de la humanidad todos sin distinción tendrán que llamar a Jesús SEÑOR, y esto Pablo dice que es para la gloria del Padre.
La ascensión de Jesús proclama la realidad presente de un Señor que reina. Su exaltación fue lograda desde entonces y sigue siendo una realidad hoy. Jesús es Señor y Rey. Cuando regrese, será el día de rendir cuentas, y no habrá más oportunidad; será el día cuando se cierre la puerta; el día en que se adjudicarán los destinos eternos. La enseñanza de la Biblia acerca de que Dios está obrando incesantemente para atraer a Cristo a todo aquél que va a salvar pertenece no solamente en la porción del estudio aquí. Sin embargo, el mensaje es claro con respecto de nuestro comportamiento en la vida que tenemos.
La poderosa descripción de
“la mente de Cristo” (vs. 6-8)
está dada tanto para que podamos conocer la vida que concuerda con nuestra naturaleza como hermanos en Cristo. Podamos dedicarnos a que El sea reproducido en nosotros. Que tengan, pues, los filipenses los mismos sentimientos que Cristo. Que imiten su ejemplo. Que hagan todas estas cosas, porque ésta es la regla de vida, y porque tanto para Cristo como para sus seguidores éste es el camino que lleva a aquella verdadera gloria por la cual Dios mismo es glorificado.
Un resumen
Hemos tratado de hacer un análisis detallado de los términos claves de la porción del himno que nos ocupó en Filipenses 2:6-8.
Consideramos del Antiguo Testamento a lo que el himno dice alguna relación y que, a su vez, arrojan luz sobre algún aspecto del obrar de Cristo. Ante todo Adán, a cuya tentación y desobediencia se compara en Cristo la recta consideración y la obediencia hasta la muerte. Luego el Siervo sufriente de Isaías, magnífica profecía de los sufrimientos a los que voluntariamente se somete el Siervo en beneficio de muchos, y que Cristo realizó admirablemente asumiendo la condición de siervo y mostrándose perfecto en su obediencia hasta la cruz.
Durante toda su vida Cristo había sometido su voluntad a la de Dios en preparación para esta prueba final de la cruz:
“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30).
Esta diferencia entre la voluntad de Cristo y la de Dios es prueba suficiente de que Jesús no era Dios. Si Cristo era Dios por naturaleza y luego se despojó de eso y tomó naturaleza humana, como los trinitarios intentan interpretar este pasaje, entonces Jesús no era “verdadero Dios” mientras estuvo en la tierra; no obstante, los trinitarios creen que sí era. Todo esto demuestra las contradicciones que se crean por subscribirse a una definición hecha por el hombre, como lo es la Trinidad.
La obediencia a la voluntad de Dios es algo que todos tenemos que aprender en un período de tiempo. Cristo también tuvo que pasar por este proceso de aprender obediencia a su Padre, como tiene que hacerlo cualquier hijo.
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia [es decir, obediencia a Dios]; y habiendo sido perfeccionado [es decir, espiritualmente maduro], vino a ser autor de eterna salvación”
como resultado de su completo y total crecimiento espiritual (Hebreos 5:8,9). Filipenses 2:7-8 consigna este mismo proceso de crecimiento espiritual en Jesús, que culminó en su muerte en la cruz. El
“se despojó a sí mismo, tomando forma [comportamiento] de siervo… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la… muerte de cruz”.
El lenguaje que se usa aquí ilustra cómo Jesús conscientemente creció espiritualmente, haciéndose a sí mismo completamente humilde. Así que finalmente “se hizo obediente” al deseo de Dios de que muriera en la cruz. De modo que él fue “perfeccionado” por la manera como aceptó sus sufrimientos.
Jesús verdaderamente nos amaba, y dio su vida en la cruz por este motivo. Fue debido a la buena disposición de Cristo de dar su vida voluntariamente, que Dios quedó tan complacido con él:
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida… Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo” (Juan 10:17-18).
Estos relatos de la complacencia del Padre en la obediencia del Hijo son prueba suficiente de que Cristo tenía la posibilidad de desobedecer, pero conscientemente eligió ser obediente.