Panorama Bíblico

Los hombres excluyeron a Dios de sus planes. Al glorificar su propio nombre se olvidaron del nombre de Dios y construyeron la torre de Babel. Sin embargo así se prepara el camino para comenzar la historia del pueblo escogido de Dios.

Abraham es un ejemplo de los patriarcas de fe. Recibió el llamamiento de Dios para dejar su hogar en Ur e ir a una nueva patria. Esta sería Israel, la tierra prometida por Dios a los israelitas. Dios probó la fe y la obediencia de Abraham ordenándole que se sacrifique a Isaac. Sin embargo, Dios proveyó un sacrificio alternativo y salvó la vida de Isaac. 

Jacob, el nieto de Abraham, padre de doce tribus, fue el progenitor de las tribus que se establecieron en Canaán y formaron la nueva nación de Israel. José, uno de los hijos de Jacob, fue vendido como esclavo y llevado a Egipto. Allí ascendió al poder y se convirtió en el primer ministro de Faraón. Los hermanos de José acudieron a Egipto en un tiempo de hambre en el Oriente Medio y la familia de Jacob se reconcilia. La comunidad de israelitas estableció cerca del delta del Nilo. Terminó como esclavos del faraón egipcio. Los israelitas vivieron en Egipto unos 400 anos.

Al fin de este tiempo, nació Moisés en Egipto. Moisés, cuyo nombre significa ‘sacado de las aguas’, es la figura central de Éxodo. Fue escogido por Dios para ser líder a los israelitas en su éxodo de Egipto y en el cruce del mar Rojo. A través de las diez plagas sobre los egipcios, el pueblo de Israel aprendió acerca del poder de Dios y de su misericordia hacia ellos. Por eso, antes de que cayera la última plaga, Moisés indicó ciertos preparativos especiales. Cada familia israelita debía matar un cordero y salpicar con su sangre los dinteles y postes de las puertas de su casa. Esto era un símbolo: la vida del cordero era entregada por ellos. Cada familia refugiada en una vivienda marcada por esa sangre estaba a salvo del poder destructor de la muerte.

El éxodo de Egipto después de las diez plagas constituye uno de los momentos más decisivos en la historia de la salvación. Empezaron un periodo de 40 años en el desierto, durante el cual recibieron de Dios sus de leyes en Sinaí, entre las que se encuentran los Diez Mandamientos. Esta alianza hace del pueblo elegido un pueblo santo, puesto aparte por Dios y consagrado al servicio de Dios entre todos los pueblos de la tierra. La historia de esta liberación quedó grabada como un sello indeleble en la memoria del pueblo de Israel.

Josué sucedió a Moisés y dirigió a los israelitas en el cruce del río Jordán en y en la conquista de Canaán. En la entrada en Canaán, vemos los principios del cumplimiento de la promesa de la tierra que Dios dio a Abraham, Isaac y Jacob

Promesas de Dios a Abraham

Nos encontramos a Abram por la primera vez en la Biblia en Génesis 11:27-32. Abram emigró de Ur de los caldeos por mandato divino, viniendo a habitar en Canaán. Observe el mapa.

Ur es la antigua ciudad con puerto sobre el río Eufrates. Está unos 350 km sudeste de Bagdad.

Caldea es la región parte del actual Irak cerca de la frontera de Irán.

El país de Canaán esta conocida también como Palestina e Israel. Tenía ciudades muy antiguas. Entre ellos fue Jerusalén

 

Principales elementos de las promesas

Vamos a la historia de Abraham, donde encontraremos el registro de las siguientes promesas:

«Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.» (Génesis 12:1-3)

 

Aquí están cuatro promesas de esperanza: Jehová había dicho a Abram: 

La promesa nacional: “…haré de ti una nación grande”

La promesa personal: “…engrandeceré tu nombre y serás bendición”

La promesa familiar: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré”

La promesa internacional: “…serán benditas en ti todas las familias de la tierra”

Ahora apuntamos un comentario en el Nuevo Testamento de la fe de Abraham:

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos11.8-10).

 

Las promesas repetidas 

Génesis 13:1-18 La bendición de la riqueza de la tierra provocó un conflicto entre los pastores de ganado de Abram y Lot. Abram abogó por la armonía hacia su sobrino y permitirle escoger la porción de tierra. Lot escogió el valle fértil.

La generosidad de Abram hacia su sobrino fue recompensada con una afirmación de la promesa mucho más rica. “…Esta tierra…” (Génesis 12:9) llegó a ser “…toda la tierra…”, Fue dada a los descendientes de Abram “…para siempre…” (Génesis 13:15).

Sus descendientes no sólo llegarían a ser una gran nación (Génesis 12:2) sino que también serían tan numerosos como el polvo de la tierra (Génesis 13:16).

Lea también las promesas repetidas en Génesis 17:8; 18:18; a Isaac en Génesis 26:3-4 y a Jacob en Génesis 28:13-14      

 

La Prueba Suprema

Abraham creyó que Dios haría lo que había prometido, aunque parecía imposible que Abraham y su mujer, Sara, ambos ya de edad, tuvieran un hijo. Cuando Abraham tenía 100 anos y Sara 90, nació Isaac, el hijo prometido por el cual todas las naciones serian bendecidas.

Pero llego el momento en que Dios dijo a Abraham:

“Toma ahora tu hijo, tu único Isaac a quien te amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” (Génesis 22:2)

Cuando llegaron al lugar, Abraham edificó el altar, puso la leña encima y ató al sumiso Isaac sobre ella. En seguida, Abraham tomó el cuchillo para matar a su hijo, pero al momento crucial, el ángel de Dios detuvo su mano. Dios ahora tenía amplia evidencia de la fe de Abraham.

Mirando detrás de si, Abraham vio un carnero trabado en un zarzal, y lo ofreció como sacrificio en vez de Isaac. Dios ciertamente había provisto el cordero y llamo aquel lugar ‘Jehová proveerá’. (Génesis 22:14). Observamos el tiempo futuro. Y que proveería el Señor? Seria un sacrificio apropiado por el cual el hombre pudiera obtener el perdón de sus pecados y vida eterna.

Como resultado de la obediencia y gran fe de Abraham bajo una prueba suprema, Dios le repitió nuevamente las promesas. Dios prometió (Génesis 22:15-18):

  • Bendecirá a Abraham
  • Multiplicará su descendencia
  • Hacer que su descendencia poseyera ‘la puerta de sus enemigos’ (significaba dominar la ciudad.)
  • Bendecirá a todas las naciones por medio de su simiente

 

El Pueblo de Israel en el Desierto

El Éxodo: Este acontecimiento marcó el nacimiento de Israel como nación.

Después de la permanencia de los hebreos en el Delta oriental de Egipto durante 430 años (Éxodo 12:40–41), que culminó con la esclavitud con imposición de trabajos forzados. Dios comisionó a Moisés, con Aarón como su portavoz, para que sacara a los esclavos hebreos, descendientes tribales de Abraham, Isaac, y Jacob, de Egipto.

La Pascua (Éxodo 12:1-11) era el acto de liberación cuando el ángel del Señor paso de largo por los hogares israelitas en Egipto y los salvo así de la muerte de los primogénitos. La palabra ‘pascua’, significa ‘saltar’ o ‘pasar de largo’. Los israelitas tuvieron que marcar los linteles de la puerta con la sangre de un cordero y después asar y comerlo. El ángel de la muerte pasó de largo de estas casas.

Se celebra en el mes de Nisán (también llamado Abib; marzo-abril), y marca el inicio del nuevo año porque representa el comienzo de una nueva vida para Israel como pueblo. Se caracteriza por la selección de un cordero que es sacrificado cuatro días más tarde y comido como parte de una cena conmemorativa mayor. Como fiesta de la esperanza y la vida.

Durante los 40 años en el desierto Jehová dijo a Su pueblo, los israelitas:

Yo pondré mi morada en medio de vosotros…”  (Levítico 26:11) 

El tabernáculo debía proveer un espacio donde Dios pudiera morar en medio de su pueblo. El término tabernáculo se refiere a veces a una tienda, la cual incluía el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, cubiertos con cortinas decoradas. Eran portátiles porque estaban viviendo como nómadas.

 

Una nación cuidada por Dios

Cuando se cansaban de la vida en el desierto, los israelitas a menudo hablaban con nostalgia de la comida que solían disfrutar en Egipto: pescado, pepinos, melones, puerros y ajo. No había ninguna posibilidad de encontrar estos productos en el desierto. En cambio, tenían que satisfacer su hambre con lo que llamaban ´este pan tan liviano´.

Se referían a la comida especial que Dios les proveyó durante todo su peregrinaje por el desierto. El autor de Éxodo lo describe como una sustancia blanca, escamosa y dulce. Se derretía al sol. La gente lo llamaba maná, vocablo que significa ´¿qué es?´, pues cuando lo vieron por primera vez nadie sabía lo que era. El maná cubría la tierra cada mañana.

 

Tema complementario: La Estructura de la Biblia

En la Biblia, se encuentra mensajes de los profetas, palabras de Jesús y testimonios de los apóstoles. Los profetas, Jesús y los apóstoles actuaron y hablaron en distintas épocas y en circunstancias muy diversas. Pero todos anunciaron la Palabra de Dios. Hay evidencia que el libro de Génesis fue escrito en historias de familia y llevadas por cada jefe de familia hasta la próxima generación.

Los profetas se presentaron como testigos y mensajeros de la Palabra. Introducían sus mensajes con la frase: “Así dice el Señor”. Por ejemplo, se nota Jeremías 1:9–10: “Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: ‘Yo pongo mis palabras en tus labios’”.

Jesucristo habló con la autoridad de su Padre celestial “…Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mi, el hace las obras.” (Juan 14:10)

Los apóstoles, a su vez, fueron testigos y servidores de la Palabra (Lucas 1:2). Ellos fueron elegidos de antemano por Dios (Hechos 10:41–42), y a ellos se les confió la misión de anunciar la Palabra de Dios a todo el mundo (Marcos 16:15).

Ahora bien, La Palabra de Dios es eficaz: “…tiene vida y poder. Es más aguda que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona;…” (Hebreos 4:12).

 

La Palabra de Dios es inspirada

En la primera sesión aprendimos que la Palabra de Dios es inspirada. Por eso hay que pensar un momento en la palabra ‘inspiración’.  Se emplea aquí una palabra griega (theopneustos: significa ‘el aliento de Dios’) que puede traducirse más explícitamente como ‘exhalado por Dios’. La inspiración que reclama la Biblia es el soplo de Dios que entra en los hombres, capacitándoles así para recibir y comunicar el mensaje divino.  Tenemos un ejemplo del Antiguo Testamento:

«…no sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.» (Deuteronomio 8:3)

El soplo divino fue comunicado al mundo por seres humanos escogidos por Dios.  No podemos explicar a fondo la manera en que el Espíritu Santo capacitada al escritor para que cumpliera su misión, sin embargo creemos en el hecho de la inspiración.

El elemento divino en la inspiración se describe en 2 Pedro 1:20-21:

«Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de inspiración privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.“

 

La Palabra de Dios inspira

La Biblia es el libro de Dios, superior a todos los demás, y expresa la voluntad y propósito de su gran Autor. La Biblia, en conjunto, es la revelación de Dios al hombre. Los dos Testamentos se complementan entre sí.

Tema complementario: Jesús en toda la Biblia

Hacemos un resumen de las cuatro promesas que Dios hizo a Abraham.

  • La nación grande de la promesa no es solamente el pueblo judío según la carne, sino comprende todos los creyentes por la fe en Jesucristo.
  • Dios dará la tierra de Palestina a Abraham para siempre cuando Jesús regrese para establecer el reino de Dios.
  • Jesucristo es la simiente verdadera de Abraham que reinará sobre todas la naciones.
  • Cuando Jesucristo establezca su reino, gobernará esta tierra en paz, y todas las naciones serán benditas en él.

¿Se ha fijado usted que el nombre de Jesucristo figura en el cumplimiento de las cuatro promesas? Esto es porque Jesucristo es el eje de las promesas hechas a Abraham. Primeramente y sobre todo, la simiente prometida a Abraham es Cristo (Gálatas 3:16).  Pero Dios dijo también que El multiplicaría la simiente de Abraham hasta que llegara a ser un gran número. Si la simiente es Cristo ¿cómo podrá aumentar hasta ser una gran cantidad? La respuesta se encuentra en Gálatas 3:26-29. Cuando nos bautizamos, llegamos a ser de Cristo y, por lo tanto, linaje de Abraham y herederos según la promesa.

 

Sacrificio, Muerte y Resurrección

Génesis 22:2 “Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac..” el milagroso hijo de Abraham. Aquí, el lugar donde Dios pidió a Abraham que le sacrificara a su hijo Isaac, el  propio hijo de Dios fue sacrificado en las colinas de Moría en Jerusalén. Donde mas tarde se edificó el templo de Salomón (2 Crónicas 3:1)

Del Nuevo Testamento aprendemos que Abraham mismo creía en la resurrección:

“Abraham… ofreció a Isaac…pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos.” (Hebreos 11:17-19)

 

El Éxodo, libertad de la servidumbre

La Pascua representa liberación y un nuevo comienzo. En muchos de sus elementos constituye una anticipación de Jesucristo, el Cordero de Dios, como nuestro redentor. El Cordero de Dios que fue sacrificado para nuestra redención (Éxodo 12.1–22).  Juan 1:29 dice: “…Este es el Cordero de Dios que quita  el pecado del mundo.”  En Mateo 26:18 Jesús tomó la última cena pascual. Con esto se le daba un nuevo significado por medio de su muerte en la cruz. Desde este momento haría de esta cena del Señor el modelo para el acto central de la adoración cristiana.

Juan también afirma que Jesús es ´el pan de la vida´ (Juan 6:35); Moisés habla del pan de Dios como el maná (Éxodo 16.35) y como el pan de la presencia (Éxodo 25.30). Juan nos dice que Jesús es ´la luz del mundo´ (Juan 8:12). En el tabernáculo, el candelero sostiene una luz que nunca se apaga (Éxodo 25.31–40).

El Tabernáculo en el desierto era un santuario portátil y provisorio donde Dios se revelaba y moraba entre su pueblo. Juan 1:14 usa una palabra que está relacionada con el tabernáculo (algo así como “tabernaculizó”) y trae reminiscencias de Dios morando entre su pueblo en el tabernáculo en el desierto. La frase es: habitó entre nosotros con respecto a Jesucristo, el Hijo de Dios.

 

Tema complementario: Un pueblo santo para Jehová

Mientras los israelitas se hallaban en la frontera de la Tierra Prometida, Moisés les recordó que Dios, después de cientos de anos, estaba a punto de cumplir su promesa de dar esa tierra a los descendientes de Abraham. En el monte Sinaí, el ángel del Señor explica en por que los israelitas fueron escogidos

7No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, 8sino porque Jehová os amó y quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres; por eso os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de la servidumbre, de manos del faraón, rey de Egipto. 9Conoce, pues, que Jehová, tu Dios, es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta por mil generaciones. (Deuteronomio 7:7-9)

Primero, Israel fue escogido como un “pueblo especial” (v.6).

Segundo, no tiene nada que ver con el poder de Israel (v.7).

Tercero, la elección de Israel fue porque Dios quiso guardar las promesas que hizo a Abraham, Isaac y Jacob (v.8).

Cuarto, la elección de Israel conlleva obligaciones y Dios esperaba un amor que estuviera dispuesto a ser obediente (v.9).

Quinto, la elección de Israel no era sólo para beneficio de Israel (Génesis 12:3).

 

¿Por qué?

La idea de que Dios tiene una relación especial con la nación de Israel no es aceptada en la actualidad. Nuestra sociedad está preocupada por la igualdad personal y de oportunidades. ¿Por qué Dios habría de escoger una nación entre tantas que llenan el globo? ¿Qué hay de especial en esa pequeña franja de tierra entre los continentes, el país que ahora llamamos Israel, por el cual El parece tener tan profundo interés?

Una respuesta breve a esta pregunta sería que siendo Dios el Creador, no tiene por qué responder ante nosotros por las cosas que hace. Nosotros vemos Su obra durante un brevísimo período de tiempo comparado con la eternidad en la cual Él opera. Debemos estar preparados para esperar un largo tiempo si queremos saber por qué Él hace las cosas de cierta manera.

 

Un pueblo obediente o desobediente

Pero mientras ellos aún estaban en el desierto, antes de que entraran en la tierra, fueron solemnemente prevenidos por Dios por medio de Moisés de la suerte que les sobrevendría si se apartaban de su Dios para adorar ídolos, imitando las prácticas de los paganos cananeos.

El capítulo 28 de Deuteronomio es la profecía más notable, y fue una terrible advertencia de las calamidades que vendrían sobre los israelitas por causa de su desobediencia. Se recomienda de manera personal leer todo el capítulo. La profecía es completamente clara. Israel iba a ser esparcido entre las naciones para vivir en circunstancias muy incómodas, siendo objeto de desprecio y burla.

¡Cuán violentamente su historia ha demostrado la verdad de estas palabras! 

Tema complementario: Aplicaciones personales

 

La Biblia no sólo es inspirada, sino que también inspira.

Ninguna persona que crea en el evangelio puede dejar de ver la mano del Todopoderoso en cada página de la Escritura. La Biblia no sólo es inspirada, sino que también inspira. Ningún otro libro tiene el poder de cambiar las vidas de las personas como lo hace este libro, ninguna enseñanza es más apropiada para edificar el carácter, que la revelación de Dios.

Debemos buscar su mensaje y estudiar sus enseñanzas, someternos a su guía y agradecer a Dios por haber preservado este precioso libro.

Léanse Romanos 15:4; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Timoteo 3:16 y Juan 5:39.

 

Lecciones claves en la fe de la vida de Abraham

“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17)

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)

Abraham es el padre de la fe y de los fieles. Su vida fue ejemplo de fe. De este ‘amigo de Dios’ (Santiago 2:23) aprendemos que tener fe no equivale a ser perfectos. Por el contrario, es simplemente confiar en la Palabra de Dios; haciendo eso, Abraham se convirtió en modelo de fe para el creyente. Su vida demuestra cómo nos beneficiamos al creer en lo que dice Dios, a pesar de las apariencias.

Confía que Dios proveerá tal cual ha prometido. Génesis 12:1-9.

No temas cuando los propósitos de Dios tomen una dirección que no entiendes. El Señor sabe lo que hace. Génesis 15:6

Cree en las promesas que Dios te ha dado. El Señor sabe mejor que tú cómo se cumplirán. Génesis 16.1–4

Evita luchar por la realización de las promesas de Dios con tus propias fuerzas. Hacerlo siempre es contraproducente y trae malos resultados. Génesis 22:1–14

 

Lecciones del pueblo de Dios en el Éxodo

El primer concepto que brilla en el libro de Éxodo es que Dios bendice a aquellos que se mantienen dentro del pacto. Él es su Dios y ellos se convierten en su pueblo santo.

Segundo, Dios explica con gran detalle lo que es aceptable para Él.

Tercero, Dios libera a los que se hallan en servidumbre. La liberación puede que no arribe inmediatamente, pero llegará a aquellos que esperan y se preparan para cuando esto suceda. Esta liberación se basa en la obediencia a la voluntad expresada por Dios y en echar a andar cuando Él lo ordenaba. Los hijos de Israel tuvieron que esperar hasta la comida de la Pascua y hasta que el ángel de la muerte hubiese pasado; después de ello, Dios dio la orden de marchar.

Nosotros también debemos esperar, pero estar listos para ponernos en movimiento cuando Dios lo ordene.

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