¿Qué significa la vida? ¿Qué es lo que esperamos como seres humanos? ¿Qué es lo que esperamos como hermanos en Cristo? El concepto de vida puede ser definido desde diversos enfoques. La noción más habitual está vinculada a la biología que sostiene que la vida es la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. En este sentido, la vida es aquello que distingue a hombres, animales y plantas, por ejemplo, de los objetos como una roca o una mesa.

Existen muchas frases o expresiones coloquiales que incluyen esta palabra. Aquí mostramos algunos ejemplos:

«La música es su vida», significa que la música, en este caso, produce una gran satisfacción y da valor a la existencia de esa persona.

«A vida o muerte», es algo (por ejemplo, una operación) que se realiza con gran riesgo de la vida.

«Hay mucha vida en esta calle», significa que hay mucha gente de un lado para otro, divirtiéndose, de fiesta, o muy animadas.

«Tener una buena vida», significa tener una vida cómoda y que no cuesta mucho.

«Perder la vida», significa perder el tiempo, y también fallecer o morir, especialmente si es de modo violento.

«Esto es vida», es una expresión que se utiliza para mostrar que se está disfrutando de algo muy agradable.

Nos deja con más preguntas: ¿Cómo podemos tener proyectos en la vida que tengan permanencia? ¿Qué cosas podemos hacer para sentirnos “realizados”? ¿Cómo podemos evaluar los proyectos de misión, estudio, trabajo, política y de la familia? Por su puesto, añadimos ¿Cómo nos ubica en la vida el libro Eclesiastés?

Dios sale a nuestro encuentro en este libro con tres facetas muy concretas como Creador, como Soberano y como Sabiduría inescrutable (Kidner, pág.249). Aunque llena de dificultades y perplejidades, la vida es un don de Dios para nosotros. Quiere que la disfrutemos y la usemos para Su gloria.

El Rey Salomón investigó estos temas hace unos 3 mil años. Sus respuestas son sorprendentemente “modernas”. Piense unos minutos para contestar la pregunta, ¿Cuáles son las opciones que tenemos para entender la vida hoy? (Filosofía, Religión, Ciencia, Espiritualidad, Ideología Política, Servicio). Cuando los humanos pensamos que no hay valor en la vida, nuestra filosofía se vuelve a vivir sólo por el momento. Pensamos que no hay consecuencias que resultan de nuestras acciones. Vivimos sin esperanza…

…Pero sí, hay valor en la vida en Cristo.

William Rawson (Inglaterra) y Carlos Revelo (Ecuador) (2015)

La versión de la Biblia que utilizamos, salvo en los casos indicados, es la Reina-Valera, revisión de 1995.

En vez de capítulos, el estudio está dividido en 10 “proposiciones” los cuales pueden compartir de mas de un capítulo del texto.

CONTENIDOS del Estudio

Eclesiastés es un libro que desafía el lector. La narrativa del autor revela la depresión que inevitablemente resulta de buscar la felicidad en las cosas del mundo. Este libro da la oportunidad a los cristianos de ver al mundo a través de los ojos de una persona que, aunque muy sabia, está tratando de encontrar el sentido de la vida en las cosas humanas y temporales. La mayor parte de los placeres mundanos son explorados por el autor, y ninguno le proporciona un sentido significativo a la vida.

Dos frases son repetidas a menudo en Eclesiastés. La palabra traducida como “vanidad” en la Reina-Valera (RV) y como “absurdo” en la Nueva Versión Internacional (NVI), aparece con frecuencia, y es usada para enfatizar la naturaleza temporal de las cosas del mundo. Al final, aún los logros humanos más impresionantes serán dejados atrás. La frase “debajo del sol” ocurre 28 veces, y se refiere al mundo mortal. Cuando el autor se refiere a “todas las cosas debajo del sol”, está hablando de las cosas humanas, terrenales y temporales.

Eclesiastés ofrece al cristiano una oportunidad para entender el vacío y la desesperación con la que luchan aquellos que no conocen a Dios. Aquellos que no tienen una fe salvadora en Cristo se enfrentan con una vida que a última instancia terminará y se volverá irrelevante. Si no hay salvación, y no hay Dios, entonces no sólo la vida no tiene caso, sino que tampoco hay un propósito o dirección para ella. El mundo “debajo el sol” apartado de Dios, es frustrante, cruel, injusto, breve, y “carente de sentido”. Pero con Cristo, la vida no es sino una sombra de las glorias por venir en el Reino de Dios que solo es accesible a través de Él.

Un pensador original

Eclesiastés es de literatura “Sapiencial” (significa “de la sabiduría” como Job, Salmos, Proverbios, Cantares) y por tal motivo emplea dichos de sabiduría, reflexiones, y poesía. El título de la Versión Griega de la Biblia, la Septuaginta (LXX), es “ekklesiastes”. Deriva de la palabra griega, ekklesia que quiere decir “una asamblea”. El libro recibe el nombre de Qohelet en el texto hebreo de la Biblia. Es término relacionado en hebreo con ensamblar, y en la forma en que aparece en el texto parece sugerir la labor de un funcionario oficial. Significa: “predicador”, “orador”, “persona encargada de convocar un auditorio y dirigir la palabra”. El termino Qohelet (1:1; 7:27; 12:8) sugiere la idea de alguien que tiene una función de Maestro o Predicador en la asamblea. Por eso, Qohelet es:

1. Uno que reúne una audiencia, por lo tanto, un maestro, predicador…

2. Metafóricamente para uno que recoge la verdad, un filósofo o un sabio.

3. Uno que recoge diferentes opiniones y decide cual es la más exacta. 

¿Quién es el autor de este libro? 

Eclesiastés 1:1 presenta palabras del “Predicador” (NVI “Maestro”, Biblia de Jerusalén – BJ “Cohelet”), hijo de David, rey en Jerusalén. Sitúa el libro como de Salomón, el gran rey judío que pasó a la posteridad con la fama de ser muy sabio (1 Reyes 4:31–34). Sin embargo, esta teoría es cuestionada por los especialistas.  Algunos teólogos, como Franz Delitzsch, opinan que el libro de Qohelet fue ampliado y revisado por un redactor anónimo cerca del siglo VI o III a.C, (Dore, págs. 5-6) y por lo tanto, existen dos autores: Salomón y un sabio aristócrata que sería el portavoz del primero. Pese a ello, tanto la tradición judía como la cristiana creen que se trata de Salomón, ya que existe suficiente prueba escritural de que Salomón es el único autor de Eclesiastés. Por eso, durante todo nuestro estudio usamos los dos nombres: Salomón y el Predicador.

Dijimos entonces que Salomón es el escritor de ese libro de Proverbios, y también del libro de Eclesiastés y del Cantar de los Cantares. Se nota en 1 Reyes 3:5-12 que Salomón pidió de Dios la sabiduría. En todo Eclesiastés, Salomón distingue la sabiduría dentro de dos esferas – la humana y la Divina. Salomón en toda su gloria dice: “Me hice…” (2:5, 6, 8); “Me edifiqué…” (2:4); “Amontoné…” (2:5). En 2:9 declara: “Conservé conmigo mi sabiduría.” A pesar de todos sus propios éxitos, confesó: “Aborrecí todo el trabajo que había hecho debajo del sol.” (2:18). En los primeros capítulos de lo que Salomón escribió, parece que alude a ciertas situaciones que le motivaron a comentar sobre diversos aspectos de la vida. Se nota la repetición de unas expresiones que subrayan este punto: “He visto…”, “Ví…”,  “Volví…”, “Me volví…”. Nos deja con la pregunta: ¿Qué razón para el “ir y venir”?

Sugerimos que la llave para resolver el enigma acerca del autor nos parece que está en Eclesiastés 3:16: 

Esto parece demostrar que el lugar donde el carácter de Dios debía de haber sido manifestado claramente en la vida humana es en la corte. Por eso Salomón observaba la manifestación del carácter de los seres humanos en su propio lugar de justicia en Jerusalén (1:12). Dios fue juez y jurado en la persona de Su Rey, Salomón, a quien le había dado el Espíritu de sabiduría. Se imagina que cada día en la corte, pasaron delante de él toda forma de maldad para ser juzgada.

El libro de Eclesiastés se caracteriza por lo opuesto (el “paralelismo” contrario). Por ejemplo (Utley, pág. 2):

1. Sabiduría versus insensatez,

2. Bueno versus malo,

3. Luz versus oscuridad,

4. Amor versus odio,

5. Vida versus muerte,

6. Este mundo versus vida después de la muerte,

Salomón predica. Lo que presenta es un argumento para el cambio en la vida. Ciertas cosas tienen que ser cambiadas si desea realizar su potencial. Los misterios de la existencia humana son admitidos y documentados ¡pero hay más! Hay un Dios; habrá un día de juicio. El propósito principal del Predicador era el de enseñar la fragilidad de la existencia humana sin Dios. ¿Es un tratado para convertir a los materialistas y autosuficientes?

Hay ocasiones en que la vida parece incongruente, inconstante e injusta. En todas las generaciones, en todos los momentos históricos, los justos y los malvados pasan por las mismas experiencias, se ven sometidos a las mismas pruebas, luchan con los mismos problemas, ¡y todos terminan en el sepulcro! Según van envejeciendo, las personas vuelven los ojos al pasado y comprueban cuan efímera e ilusoria es la vida. Se nos escapa de las manos. ¿Qué objeto ha tenido entonces vivir? ¿Valió la pena luchar tanto por lo que queríamos alcanzar? ¿Vivimos como debíamos haber vivido?

Cada persona busca la realización en su vida, pero ¿dónde se encuentra? ¿Está en la riqueza material, en los placeres, en la sabiduría humana? Salomón ponderó en estas cosas y otras más, pero no obtuvo satisfacción plena en ellas. El describe su búsqueda en el libro de Eclesiastés y concluye que todo esto lleva a la inutilidad (6:12). Para encontrar el significado de la vida se debe ir más allá de estas posibilidades. La verdadera y permanente satisfacción sólo puede encontrarse en una relación personal con Dios.

La reputación de Salomón por poseer sabiduría extraordinaria encaja con el perfil de Eclesiastés. David reconoció la sabiduría de su hijo (1 Reyes 2:6, 9) antes de que Dios le diera a Salomón una medida adicional. Después de que recibió un corazón «sabio y entendido» del Señor (1 Reyes 3:7-12), Salomón ganó renombre por ser inmensamente sabio al emitir decisiones (1 Reyes 3:16-28), una reputación que atrajo a «todos los reyes de la tierra» a sus cortes (1 Reyes 4:34). Además, él compuso canciones y proverbios (1 Reyes 4:32; 12:9), actividad para la cual estaban calificados los mejores sabios. La sabiduría de Salomón sobrepasó la sabiduría «de todos los orientales» (1 Reyes 4:30). 

Hemos identificado 26 preguntas hechas y contestadas en todo el libro. Por supuesto, una consideración de ellas antes del estudio del libro le ayuda en su comprensión del propósito del Predicador.

¿Qué concepto nos formamos después de una lectura del Libro de Eclesiastés?

En las notas textuales de la “Edición de Estudio” de la Reina-Valera 1995, (p. 809) menciona “una especie de discusión del autor consigo mismo, interna, en la que frecuentemente considera realidades opuestas entre sí: la vida y la muerte, la sabiduría y la necedad, la riqueza y la pobreza “. 

Según la Biblia de Jerusalén (p. 854): “No hay un plan definido, sino que trata de variaciones sobre un tema único, la vanidad de las cosas humanas, que es afirmada al comienzo y al final del libro.” 

Por otro lado, según la Nácar-Colunga (p. 797): “Se encuentran afirmaciones desconcertantes, que, tomadas aisladamente, parecen contradecir a determinados postulados morales. Por ello se ha acusado al autor de Eclesiastés de epicúreo, escéptico, pesimista y fatalista y aun materialista.”

Seguimos con más preguntas: ¿Eclesiastés es filosófico en carácter, presentando cuestiones profundas acerca del significado y naturaleza de la existencia humana? ¿Eclesiastés es uno de los libros más difíciles de interpretar porque encierra la mayor cantidad de enigmas? ¿Parece estar lleno de contradicciones? ¿Por un lado se recomienda la religión, la prudencia y la justicia social?

Generalmente se ha sostenido que Eclesiastés tiene un tema: “El sentido de la vida”, como si ese tema fuera suficiente para definir el contenido de la obra. Pero no es así; gran parte de la obra se asemeja bastante al libro de Proverbios con sus muchos y diversos temas. La frase “debajo del sol” se encuentra 29 veces y nunca, en todo el libro, el autor expresa “encima del sol” hasta los últimos versículos. Es allí donde hallamos un pasaje que nos permitiría considerar a Eclesiastés como un tratado sobre la vida verdadera y son los versículos en que parece resumir el contenido de la obra: 

“La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.” (12:13-14).

Por eso, Eclesiastés es, en verdad, un libro que nos invita a reflexionar sobre la vida. Puede guiarnos a un sendero que nos lleve a ver otra perspectiva de la vida, ya que el activismo, el materialismo y el hedonismo de hoy en día fatigan a nuestra sociedad incitándonos a una carrera sin escrúpulos, para obtener dinero y riquezas, pero que al final quedamos sin paz interior y verdadero significado y propósito para la vida. 

Salomón no se aferra al ateísmo, ni el agnosticismo, ni el escepticismo, ni anduvo con una “fe ciega”, en lugar de Dios. Más bien, expresaba firmemente el sentido que el temor de Dios es el deber más fuerte del hombre (12:13) y la mejor forma de conseguir la verdadera prosperidad del hombre (2:24-26; 3:13-14; 5:18-20). El escritor no menosprecia el mundo en sí ni todos los dones divinos que hay en él. Más bien, insistía en que el gozo más grande que hay en cuanto a la vida viene dentro de los límites de este temor de Dios.

¿Parece que el libro presenta un panorama pesimista? Salomón nos dice que los interminables ciclos de la naturaleza (1:2-11), la sabiduría (1:16-18; 2:12-17), el placer (2:1-8) y el trabajo (2:9-11; 2:18-23) carecen de sentido. Es la meditación de aquel hombre quien ha experimentado con todo lo que quiere hacer el hombre (2:10-11), y así hallar el significado y la satisfacción de la vida.

Hay un panorama positivo de la vida que surge del libro, al cual se le puede llamar una teología de contentamiento. A la luz de la falta de sustancia y significado en la vida, el autor anima a los lectores a disfrutar de la vida, porque es Dios quien nos da ese privilegio (2:24-25). Esta satisfacción no le pertenece a toda la humanidad, porque el trabajo del pecador termina en futilidad (2:26).

Sin embargo, el contentamiento piadoso no es el mayor bien de la humanidad. El Predicador nos recuerda que habrá un tiempo futuro en el cual Dios juzgará todas las cosas. Esta es la conclusión de su búsqueda del sentido de la vida (12:14). 

Entonces, ¿Cómo leemos?

Es cierto que cada uno encuentra en un escrito lo que quiere o espera encontrar. Esto es evidente en las distintas interpretaciones de Eclesiastés. Hay quienes creen que el libro es un perfecto manual del pesimismo (2:17; 4:2), pero de lo que se trata es de mirar la vida con cierto realismo. En la vida no faltan problemas, es cierto, pero aparte de los problemas está la recompensa del noble trabajo (5:12), está la realización que confiere un buen nombre (7:1), están las bendiciones que Dios da al hombre que le agrada. 

Una verdad irrefutable es que hay un Dios, un gozar de la vida seguro resulta de vivir en armonía con él. La contrariedad y el pesimismo sobrevienen de dos maneras, cuando se cree que el gozo es el supremo y único sentido de la vida y también cuando no se tiene en cuenta a Dios.

Hay quienes, por el contrario, que ven en el autor a un simple gozador de la vida. Los versículos que les sirven de apoyo a su doctrina son abundantes: 2:24, 25; 3:12, 13, 22; 5:18, 19; 8:15; 9:7–9. La lección que nos deja es muy sencilla: Gozamos de las cosas cuando no hacemos del goce el todo de la vida. Y el sentido del Eclesiastés es precisamente ese: ¿Dónde está la felicidad y el sentido de la vida? Para los tiempos del Predicador, pero mucho más para nuestro momento actual, es el alcanzar la comprensión de la vida que tenía el apóstol Pablo (1 Corintios 7:29–31). Para el Predicador la felicidad no consiste en la entrega sin medida a los placeres, sino en el gozar honesto y lícito de los bienes de este mundo, que son, afirma más de una vez, un don de Dios (2:24; 3:13; 5:19; 9:7).

¿Por qué pinta Eclesiastés un cuadro oscuro de la vida? 

¿Cómo pueden ser reconciliados los aparentemente contradictorios elementos del libro? Cuatro respuestas pueden ser dadas a estas preguntas.

  • El autor estaba demostrando que la vida sin Dios no tiene sentido. Salomón registró la futilidad y la vaciedad de sus propias experiencias para desesperar por Dios a sus lectores, para mostrar que la búsqueda de la felicidad no puede ser alcanzada por el hombre mismo. 
  • Salomón estaba afirmando que en vista de que muchas cosas en la vida no pueden ser completamente entendidas, debemos vivir por fe, no por vista. Los enigmas no explicados, los problemas no resueltos, las injusticias no corregidas — la vida está llena de muchas cosas que el hombre no puede comprender ni controlar.
  • Eclesiastés y su punto de vista realista de la vida pone en la balanza al optimismo sin restricciones de la sabiduría tradicional.

¿Son éstas contradicciones? No, porque Proverbios habitualmente mira a los opuestos en la vida sin hacer notar las excepciones. Eclesiastés, no obstante, señala que aunque existe un orden justo, como se afirma en Proverbios, esto no siempre es evidente al hombre cuando contempla la vida “bajo el sol” desde su punto de vista finito. 

  • Eclesiastés afirma que la única respuesta para el significado de la vida es el temor de Dios y el disfrutar de la parte que le ha correspondido en la vida. 

Hay que identificar la doctrina de Dios en Eclesiastés

Cuarenta veces Eclesiastés usa la palabra hebrea, Elohim, y no otro nombre, al hablar de Dios. Dios “está en los cielos” (5:2); él es el Creador (12:1); “el cual hace todas las cosas” (11:5). Sus obras creadas incluyen al hombre, dándole vida (8:15; 9:9) y un espíritu (3:21; 12:7), haciéndolo recto (7:29), y poniendo eternidad en su corazón (3:11). En su soberanía Dios ha planeado el tiempo de todas las cosas (3:1-8), tiempo que es hermoso (v. 13), aunque inescrutable (v. 11; 8:17; 11:5) e inalterado por el hombre (3:14; 7:13). 

Diez veces se dice que Dios da y diez veces que hace. El trabajo del hombre, debido a la sabiduría infinita de Dios, es dado por Dios (1:13; 3:10). Dios da al hombre la oportunidad de disfrutar la comida y el trabajo (2:24; 3:13; 5:19-20; 9:7), da al hombre sabiduría, ciencia, y gozo (2:26), y riqueza, posesiones, y honor (5:19; 6:2). 

La obra de Dios, que el hombre no puede entender del todo (11:6), incluye tanto tiempos buenos como malos (7:14). Lo que Dios hace permanece (3:14) y no puede ser alterado (7:13).

Bosquejo del Contenido (Referencia: “Compubiblia”) 

1:1—3:22 La búsqueda 

1:1 Título 

1:2—2:23 Los problemas del pesimista 

2:24—3:22 La alternativa al pesimismo 

4:1—10:20 Haciendo frente a la realidad 

4:1—5:7 Las penurias y las compañías de la vida 

5:8—6:12 Pobreza y riqueza 

7:1—8:1Sufrimiento y pecado 

8:2—9:10 Autoridad e injusticia 

9:11—10:20 Sabiduría e insensatez 

11:1—12:8 El llamado a la decisión 

11:1-6 La aventura de la fe 

11:7-10 La vida de gozo 

12:1-8 La urgencia de una decisión 

12:9-14 Epílogo 

Continúa leyendo: PROPOSICIÓN Número DOS
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