Es el día de ajustar cuentas. El Capítulo 7 hace un recuento de los eventos del segundo banquete que Ester había ofrecido y en, dónde ella le haría conocer al rey su petición. Ella le reveló que había un plan para destruirla a ella y a su pueblo y luego, en una forma dramática, denunció al autor: “Es este malvado Amán” (v. 6).
7:1-4. Ester finalmente hace su petición
7:1. “Fue, pues, el rey con Amán al banquete de la reina Ester.”
De los tres participantes del banquete, dos vivían una situación muy tensa: por un lado Ester y el problema de su pueblo, y por otro lado Amán y su resentimiento con Mardoqueo. El tercero habiendo comido bien estaba contento y dispuesto a complacer el pedido de su esposa.
7:2. “Y en el segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester: –¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu deseo? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgado.”
El suspenso aumenta cuando por tercera vez el rey hace su pregunta a la reina Ester. El uso de su título, ‘reina Ester’ y la promesa de conceder su deseo hasta ‘la mitad del reino’ sugiere un ambiente favorable. Seguramente tendría gran curiosidad porque nadie, ni la propia reina, arriesgaría su vida solamente para entretenerlo a él y a Amán.
Ahora en un ambiente relajado por el vino y el rey de buen humor, era el momento que Ester había esperado. ¿Pero cómo se sentiría Amán? Él tuvo que controlarse y mostrar un poco de paciencia. ¿Y cómo se sentiría Ester? Recuerden sus palabras en el capítulo 4: «y si perezco, que perezca.»
El rey estaba realmente curioso por lo que Ester iba a decir y estaba ansioso por escuchar aquello por lo que la reina había arriesgado su vida y había celebrado, no uno, sino dos banquetes.
7:3. “Entonces la reina Ester respondió: –Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos y si place al rey, que se me conceda la vida: esa es mi petición; y la vida de mi pueblo: ese es mi deseo.”
La repuesta de Ester demostró una actitud madura. Ella habló con respeto reflexionando la manera en que él le había hablado a ella. «Si he hallado gracia en tus ojos y si place el rey, que me conceda la vida……» Ester se dirige a su esposo usando sus títulos reales, y frases corteses. “Que se me se conceda la vida … (y la de) mi pueblo.” estas peticiones eran sorprendentes en sus implicaciones, y garantizaban la atención total del rey.
7:4. “Pues yo y mi pueblo hemos sido vendidos, para ser exterminados, para ser muertos y aniquilados. Si hubiéramos sido vendidos como siervos y siervas, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.”
Cualquier amenaza contra alguien tan cerca como ella, sería amenaza para él y su trono también. Aquí Ester hizo referencia con la palabra ‘vendido’ al soborno ofrecido al rey por Amán en 3:9 y 4:7.
Ester hizo referencia a la inmensa cantidad por la que esencialmente se había vendido a los judíos. Haber sido vendidos en esclavitud podría haberse tolerado, pero fueron vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Ninguna cantidad de dinero podía compensar la pérdida que el rey sufriría si el pueblo judío fuera exterminado. Ester apela a los mejores intereses del rey, y sugiere que la gente es mucho más importante que las posesiones.
Siglo XXi comenta: “El significado de la última frase no es claro. Ninguna cantidad de dinero podía compensar la pérdida que el rey sufriría si el pueblo judío fuera exterminado. Ester apela a los mejores intereses del rey, y sugiere que la gente es mucho más importante que las posesiones.”
También parafraseó el edicto de Amán en 3:13. Pareció decir que si el edicto hubiera sido solamente para hacerles esclavos no habría molestado al rey.
¿Era esto una reflexión de los pensamientos de los judíos que iban a ser vendidos como esclavos por su desobediencia? ¿Pensaban ellos que la cautividad iba a durar por más tiempo que los 70 años profetizados por Jeremías? ¿O fue su propósito poner en la mente del rey que ser esclavos era mucho mejor que estar aniquilados?
Pero los pensamientos del rey mantenían su foco en el posible peligro a su persona. La realidad de tal amenaza había sido recordada hacía dos días cuando descubrieron un complot contra él. Tenía que saber más. ¿Quién es, y donde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer semejante cosa?
7:5. “El rey Asuero preguntó a la reina Ester: –¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer semejante cosa?”
¡El rey ha hecho la pregunta crucial! Estaba por recibir otra sorpresa. Asuero debió tal vez haber sabido que había sido él mismo quien había autorizado este plan. Fue él quien autorizó a Amán a llevar a cabo este complot (Ester 3:10-11) aunque lo hizo en ignorancia.
Ester no apunta directamente a Amán y, en última instancia, del propio rey que fue quien firmó el decreto de masacre a los judíos. Evitó incluso mencionar la intervención del rey y puso el factor personal del riesgo sobre su vida como enfoque de su petición: la vida de la reina estaba en peligro y solo el rey podía salvarla.
7:6. “Ester dijo: –¡El enemigo y adversario es este malvado Amán! Se turbó Amán entonces delante del rey y de la reina.”
Amán está sentado a su mesa, comiendo su comida y bebiendo su vino. Nunca se imaginó que Ester era judía; ahora estaba delante del rey acusado justamente de planear el asesinato de la esposa del rey. Quizás estaba, en ese momento, llevándose un bocado de comida a la boca o tomando algo. Imagino que se quedó paralizado, con la boca abierta y los ojos desorbitados, pensando rápidamente en sus posibilidades de escape y, probablemente, con el terror dibujado en su mirada.
“enemigo… adversario… malvado” Ester combina una serie de palabras para describir la profundidad de su animosidad hacia Amán.
Ester fue realmente sabia y cuidadosa a la hora de exponer a Amán y de revelar su origen. Asuero descubrió que Amán era el responsable del complot para matar a su reina y al pueblo de ella. La sabiduría de Ester en invitar a Amán a los banquetes ahora se hace evidente: Estaba allí para enfrentar directamente el destino que merecía como el enemigo, no sólo del pueblo judío sino también del rey. Ester no podía estar segura de cómo reaccionaría el rey a las noticias de que ella era judía.
7:7. “El rey se levantó del banquete, encendido en ira, y se fue al huerto del palacio. Pero Amán se quedó para suplicarle a la reina Ester por su vida, pues vio el mal que se le venía encima de parte del rey.”
¡Se notan las reacciones! El rey se vio afectado con ira, frustración y una incapacidad de hablar. En su ira se tomó un momento para reflexionar mientras decidía cómo manejar esta situación tan explosiva. Salió al huerto, el paraíso designado para paz y tranquilidad. Amán en su apuro sólo pensó en rogar a la reina que tuviera misericordia de él.
7:8. “Cuando el rey volvió del huerto del palacio al aposento del banquete, Amán se había dejado caer sobre el lecho en que estaba Ester. Entonces exclamó el rey: –¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa? Al proferir el rey estas palabras, le cubrieron el rostro a Amán.”
Amán está suplicando a la reina por su vida, pero él se acercó a la reina hasta que caerse en el diván, y esto era un acto contra la etiqueta de aquel tiempo e incitó a la última ira del rey. Los eunucos al servicio del rey se acercaron y cubrieron el rostro de Amán, lo que prácticamente significaba arrestarlo.
Así es en cualquier tiempo o nación, los romanos, los griegos, los ingleses, cubren la cara del hombre condenado a muerte. Recordamos que Amán cubrió su propio rostro en humillación después de conducir a Mardoqueo por la ciudad.
7:9. “Y Harbona, uno de los eunucos que servían al rey, dijo: –En la casa de Amán está la horca de cincuenta codos (23 metros) de altura que hizo Amán para Mardoqueo, quien habló para bien del rey. Dijo el rey: –Colgadlo en ella.”
Harbona, mencionado en la lista original de eunucos, informó al rey de la horca de Amán, la cual había sido construida para Mardoqueo, quien había hablado bien acerca del rey.
Recordamos de este hombre en el capítulo 1, hace muchos años con la caída de Vasti y el ascenso de Ester. En esta ocasión está metido en la eminencia de Mardoqueo y en la caída de Amán. Su intervención en este momento sugiere que Harbona había ganado la confianza de la corte. El hombre para quien Amán había preparado la horca era Mardoqueo quien había salvado la vida del rey.
La verdad del Salmo 9:16 es obvia: ‘Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; en la obra de sus manos fue enlazado el malo.’ Y por el momento fue apaciguada la ira del rey.
7:10. “Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo. Y se apaciguó la ira del rey.”
El rey Asuero no necesitó que le dijeran más. Amán, sin saberlo, había hecho los preparativos para su propia ejecución, que se llevó a cabo de inmediato. La ira del rey fue apaciguada porque se había hecho justicia. Mientras que el decreto de Amán había causado consternación (3:15), el cambio completo de sus destinos, terminando en su muerte en la horca que había preparado para su enemigo, calmó tanto al rey como al pueblo.
Reflexionando….
En este capítulo vemos muchas cosas escondidas por un tiempo y luego sacadas a la luz. Siempre han sido los individuos quienes ‘amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas…’ (Juan 3:19) Todo el mal maquinado por Amán está ahora al descubierto. ¡Qué ironía vemos en la noche ruidosa de Amán clavando con martillo los clavos en la horca y en contraste el insomnio del rey que llegó a honrar a Mardoqueo!
Con frecuencia Dios trabaja de esta manera y deberíamos orar como el salmista: He aquí, el impío concibió maldad, se preñó de iniquidad, y dio a luz engaño. Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá. Su iniquidad volverá sobre su cabeza, y su agravio caerá sobre su propia coronilla. Salmo 7:14-16
Aviso tras aviso está dado en la Biblia acerca del orgullo, especialmente en los Proverbios. Por ejemplo, 16:18-19; 8:12-13. Vale la pena leerlos en la Nueva Versión International. El Nuevo Testamento dice claramente que el orgullo es incompatible con el espíritu de Cristo. Este orgullo puede ser estimulado por emociones distintas:
• Hay una arrogancia en los que desprecian a otros. Jesús vehementemente condena esta actitud mostrada por los fariseos. Tenemos el ejemplo de las oraciones del fariseo y el publicano en Lucas 18:11-13.
• Hay un orgullo de los éxitos y estatus «Mira, lo que he hecho más que los otros». Vea Lucas 12:16-21. No buscamos la salvación por obras. En la parábola del sembrador Jesús está contento al recibir 100%, 60% o un 30%.
• Hay un orgullo en tener un conocimiento superior. Esto es un poco difícil de controlar porque el conocimiento de Dios en las Escrituras y la familiaridad del Evangelio de Jesucristo son esenciales. Merece el esfuerzo más alto de cualquier creyente.
Igualmente, hoy en día existen ideas erróneas forzadas encima de nosotros diciendo que eran necesarias para ganar la salvación y de eso debemos tener cuidado. Escogemos hacer lo correcto pero no siempre somos premiados. A veces nuestras situaciones empeoran a causa de nuestras opciones. Vale la pena leer el Salmo 73 donde el salmista está muy triste por causa del progreso de los malos, pero su actitud cambia en el versículo 17.
Preguntas pertinentes
1. ¿Cuáles son las luchas que está enfrentando en su vida hoy? ¿Sería una ayuda compartirlas con sus hermanas?
2. ¿Cómo podemos buscar la justicia o hacer lo correcto en una situación donde vemos la injusticia? Muchas veces la respuesta no es blanca ni negra.
3. Analicen los diferentes tipos de orgullo, buscando las referencias mencionadas.
4 ¿De qué manera responde a la injusticia en su propia vida o en la de las personas de su alrededor?