vv. 15-18 La suerte se vuelve en contra de los enemigos de Israel

¿Por qué la venganza de Dios caería sobre las naciones gentiles? Edom no era la única nación que se alegró con la caída de Judá. Todas las naciones y los individuos serán juzgados por la forma en la que tratan al pueblo de Dios. 

v.15 Este versículo es el puente entre las dos secciones del libro, que une el oráculo más particular contra Edom (vv.2–15) con el más general relativo a Israel y las naciones (vv.16–21). Edom, al que todavía se le habla de “tú” (vv.7, 15), es el ejemplo principal de todas las naciones que también serán juzgadas. 

Dios los trataría de la misma manera que trataron ellos a los judíos. Traicionaron a los judíos; por lo tanto, sus propios aliados los traicionarían (v.7). Saquearon y robaron, y del mismo modo les robaron a su nación (vv.5–6). Edom fue violento, así que sería exterminado por completo (vv.9–10). Edom quería la destrucción de los judíos, por eso Babilonia destruiría a Edom (vv.10, 8). Edom segaría lo que sembró. 

El día de Jehová es la meta final hacia la que se dirige la historia. En él, Dios castigará a los que se le oponen y traerá alivio a su propio pueblo. Israel entendió estar incluido en la última categoría, pero encontró que más bien estaba en la primera, debido a su rebelión y rompimiento del pacto (Joel 1:15; 3:14; Amós 5:18–24). El estará entre las naciones castigadas (Deuteronomio 32:35, 36; Zacarías 14:1–3), aquí ejemplificada por Edom. Edom será castigado en maneras relacionadas con sus propias malas acciones.

v.16 En lugar de regocijarse por la caída de Israel por la juerga alcoholizada en Jerusalén, el   ”santo monte” de Dios, ellos ahora “beberán” totalmente la copa de la ira de Dios (Isaías 51:17; Jeremías 25; Habacuc 2:15, 16; Marcos 14:36). Su ruina completa les dejará “como si nunca hubiesen existido”. Cuando otras naciones, tales como Asiria y Egipto, sean restauradas e introducidas a las bendiciones del milenio, Edom habrá sido totalmente destruida.

Esa pequeña palabra “mas” en el versículo 17 marca el punto decisivo. 

Dios promete liberación y purificación al monte de Sion. Sí, Israel pecó y por sus pecados destruyeron el templo, pero Dios limpiaría y restauraría a “la casa de Jacob” y no a la casa de Esaú (los edomitas). También “mas”, en contraste no solamente para Edom (vv.1–15) sino también para las naciones (v.16), en el “monte Sion”, el “santo monte” de Dios (v.16), habrá “un resto que se salvará” en lugar de fugitivos (v.14). 

El día vendrá cuando los judíos “recuperarán sus posesiones”: su tierra, su templo, su ciudad y su reino. La gracia final de Dios para su pueblo se muestra por su restauración final a sus posesiones del pacto, la tierra prometida, una promesa que fue suspendida debido al pecado de ellos (Deuteronomio 30). Ocuparán completamente aquellas provincias y territorios que les pertenecían en la época de la mayor expansión de la monarquía de Israel. Aquí se reviven dos aspectos del pacto davídico: 

  • la presencia de Dios en su lugar santo, y 
  • la presencia del pueblo en la persona de un remanente en la tierra prometida.

v.18 Edom, identificado como “la casa de Esaú”, se había propuesto destruir a Israel, o cuando menos beneficiarse de su caída (vv.10–14).

Fuego, llama y estopa aluden al juicio divino sobre los impíos (Éxodo 15:7; Isaías 10:17; Mateo 3:12). Será destruido por el fuego de la ira de Dios (Salmo 18:8; Amós 5:6) por medio de su pueblo, identificado como “la casa de Jacob” (ya fuera toda la nación de Israel [Salmo 22:23], o solamente Judá en el sur) y “la casa de José” (la coalición de diez tribus 1 Reyes 11:28; Amós 5:6). 

La casa de Jacob constituye una referencia al reino del sur, y la casa de José al reino del norte. De esta manera, toda la nación de doce tribus sería finalmente restaurada, para detrimento de los que la habían perseguido (Ezequiel 37:15–28). La nación que traicionó a los fugitivos de Israel (vv.14, 17) quedaría ella misma sin sobreviviente (Lamentaciones 2:22). Por el contrario, los pocos israelitas restantes, el remanente, resurgirían como una nación, mientras que para Edom la destrucción sería total.

La garantía de estas palabras se muestra porque Jehová lo ha dicho.

Sin duda Israel posee la tierra debido a la promesa de Dios a Abraham. La nación posee su ciudad también. Pero no las posee por completo, porque durante siglos las naciones gentiles la han pisoteado. Hay un día venidero, sin embargo, cuando Jesucristo le dará de nuevo a Israel sus posesiones para que las disfruten y usen para la gloria de Dios.

vv. 19-21 La restauración de Israel 

Los siguientes tres versículos son prosa, no poesía como los oráculos anteriores. Las profecías sobre la restauración de Israel en vv.17–21 se cumplen en parte con el retorno de los exiliados y la subsiguiente historia del pueblo de Dios, pero de forma más completa en la era de la segunda venida de Jesucristo y en el mundo por venir. En la culminación del programa profético de Dios, Israel aguarda una restauración a partir de su cautividad mundial.

Estamos frente al cumplimiento de Génesis 26:14

“Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente…”

vv. 19-20 Estos versículos tienen que ver con la ocupación territorial. Israel ahora puede tomar su “posesión” (v.17). El territorio del pueblo de Dios recuperará la extensión que tenía en los días de gloria de Israel, lo cual confirmaría la vigencia del pacto de Dios con su pueblo. 

 Neguev: Los pueblos situados al sur, en el área comprendida al sudoeste del Mar Muerto, directamente al oeste de Edom. Los israelitas que allí vivían se moverían hacia el este a poseer el monte de Esaú. 

El Néguev, el desierto al sur de Beerseba, es la ubicación de la gente que parece haber despojado a los edomitas. Esto podría haber incluido a algunos de sus residentes moviéndose a Transjordania, la patria de los edomitas (la región montañosa de Esaú), pero tenemos poca evidencia de esto. Más probablemente, este versículo se refiere a los israelitas retrocediendo a la zona de Judá usurpada por Edom cuando perdieron su territorio ante los árabes nabateos en los siglos sexto a cuarto a. de J.C. (véase la Introducción). 

La Sefela: o las tierras bajas entre la costa del mar y las tierras altas es identificada por sus habitantes más famosos, los filisteos, que también perderán su tierra. Israel obtuvo el control de esta zona bajo los Macabeos (1 Macabeos 10:84–89; 11:60–62), como también de Samaria, la antigua capital del reino norteño de Israel (1 Reyes 16:24; 21:1), bajo Juan Hircano en 106 a.C. (Antigüedades. 13:5.2, 3). 

Efraín: La zona en derredor de Samaria (llamada los campos de Efraín, la principal tribu del norte) llegó a ser controlada por Judá ya para 153 a. de J.C. (1 Macabeos 10:38). Área montañosa entre el río Jordán y el Mediterráneo al norte de Jerusalén. Samaria era la más importante de sus ciudades. Benjamín, llamado así por la tribu que se había asentado allí, era una estrecha franja de territorio al norte de Jerusalén. Más incierto es el significado de Benjamín, una pequeña tribu del sur, que poseía Galaad, situada directamente a su oriente en Transjordania. Esta zona también cayó ante los macabeos en 164 a.C. (1 Macabeos 5:9–54)

Galaad: Rica área de pastoreo y bosques al este del río Jordán. 

Los cautivos: Israelitas que regresaban del destierro. 

Sarepta: Ciudad cercana a la costa del Mediterráneo, entre Tiro y Sidón. Véase 1 Reyes 17.9–24. 

Sefarad: [Según Baker (pág.42): “Un lugar en Media, Saparda, mencionada en una inscripción de Saigón II, el rey asirio (a finales del siglo octavo a. de J.C.), se ajusta bien a la situación histórica del exilio. La otra tropa de cautivos es probable que pertenezca a Israel, la nación del norte, que cayó ante Asiria en 722 a.C. En vez de tropa una versión sugiere leer “Halah”, un cambio en el heb. que consiste en el reordenamiento de una sola letra. Este lugar en Asiria era el hogar de algunos exiliados del norte (cf. 2 Rey. 17:6; 18:11; 1 Crón. 5:26).” ]

De localización incierta. Las conjeturas van desde España hasta Asia Menor. desde España. Puede ser que la intención es confirmar que, no importa cuán lejos estén los exiliados, el Señor los restituirá a Jerusalén

El v.20 parece incluir dos grupos de cautivos de los hijos de Israel. El segundo grupo, los de Jerusalén, son los que fueron llevados a Babilonia en 587 a.C.

v.21 Los “salvadores”, unos que traen salvación (Nehemías 9:27), que vendrán a Jerusalén (monte Sion), desde donde gobernarán sobre las otras montañas de esta profecía, la región montañosa de Esaú (eso es, Edom). Esto será un indicio para el mundo de quién es el rey verdadero y universal. El es “Rey de reyes y Señor de señores”, que ha reinado, que reina y que “reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15;  Salmos. 22:28; 47:7–9). La importancia y la autoridad de Dios se muestra por el uso de su nombre para sostener el libro (1, 21), y porque es verdaderamente soberano, no solamente sobre Edom, sino sobre todas las naciones de la tierra.

Momentos para reflexionar

Edom es un ejemplo de todas las naciones que son hostiles con Dios. Nada puede romper la promesa de Dios de proteger a su pueblo de la destrucción total. 

En el libro de Abdías vemos cuatro aspectos del mensaje de Dios acerca del juicio: 

  1. el mal ciertamente será castigado; 
  2. los que son fieles a Dios tienen la esperanza de un nuevo futuro; 
  3. Dios es soberano en la historia de la humanidad; 
  4. el propósito final de Dios es establecer su reino eternal.

“Y el reino será de Jehová”. 

¡Qué maravillosa manera de concluir este breve libro!

Hoy, el Rey ha sido rechazado y el trono de David está vacío en Jerusalén. Los judíos están en la condición triste que describe Oseas 3:4–5: 

  • sin rey, 
  • sin sacerdote, 
  • sin sacrificio ni sacerdocio. 

Pero cuando Cristo vuelva, la nación mirará al que traspasaron, serán limpiados y perdonados, y el Reino se establecerá. 

Daniel vio a Cristo, la Piedra, descender y aplastar a todos los reinos del mundo (Daniel 2:44–45). No importa lo que ocurra en los asuntos de Israel mientras las naciones gentiles tratan de controlarla o capturarla, puede estar seguro de que Dios cuidará a su pueblo y un día les dará el Reino prometido.

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