Jesús se refirió solo en dos ocasiones a la iglesia (Mateo16:18; 18:17). La palabra iglesia se deriva del griego “ekklesia” (que significa llamar fuera). En el Nuevo Testamento esta palabra griega se emplea de dos maneras:

  • para describir una reunión o asamblea y 
  • para designar a las personas que se reúnen (ya sea que pertenezcan o no a la asamblea).

A veces se usa la palabra “ekklesia” para designar la reunión de cristianos, como en el caso de Pablo en 1 Corintios 14:19, 28, 35 donde la expresión “en ekklesia” significa “en una reunión” y no “en la iglesia”. La traducción de esta frase según la segunda opción, como parece en algunas versiones, da lugar a confusión puesto que la mayoría de los lectores podría interpretar que se está hablando del edificio de la iglesia. En el Nuevo Testamento jamás se llama iglesia al lugar de reunión. 

( Carpenter,E. y Comfort,P.W. Pág. 308).

En el Nuevo Testamento, en singular, iglesia se refiere a alguna congregación local y específica (Hechos 11:22; 13:1), pero a veces también a varias congregaciones (Hechos 9:31; Gálatas 1:13). En situaciones de hostilidad, las iglesias van perdiendo su identidad como asambleas del pueblo en su sentido más amplio. El término iglesia puede referirse a la comunidad o comunidades que se reúnen en un hogar (Romanos 16:5). A menudo en las Epístolas de Pablo iglesia designa el cuerpo de Cristo, la totalidad del discipulado, la comunidad universal de los creyentes, a lo largo de la historia.

En la historia de la iglesia en el primer siglo, los creyentes usaban catacumbas subterráneas como lugares de reunión así como sepulcros.

“Por lo tanto, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.” (Romanos 14:19)

En la ekklesia valoramos y disfrutamos las diferencias de personalidades, razas y preferencias. No meramente tolerarlas. Dios quiere unidad no uniformidad. Por causa de la unidad nunca debemos permitir que las diferencias nos dividen. Debemos permanecer concentrados en lo que más importa: aprender a amamos como Cristo nos amó. (Warren, pág.175).

Momentos para reflexionar

Aquí están unos propósitos para cumplir:

  • Enfocar en lo que tenemos en común;
  • Ser realista con respecto a las expectativas;
  • Decidir a animar más que a criticar;
  • Negar a escuchar chismes;
  • Apoyar a los miembros.
Capítulo anterior: La iglesia como el cuerpo de Cristo en el primer siglo

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