En la carta a los Efesios Pablo establece las bases sobre las que se funda la unidad cristiana. Dice que hay un solo Cuerpo, Cristo es la Cabeza y la iglesia es el Cuerpo. Ningún cerebro puede controlar un cuerpo que está desintegrado en fragmentos. Si no hay una unidad coordinada en el cuerpo, los designios de la cabeza se frustran. 

La iglesia local hoy en día tiene su sencilla organización y disciplina, es autónoma y responsable únicamente ante el Señor. La unidad de la iglesia es esencial para la obra de Cristo. Ahora investigamos lo que enseña el apóstol en Efesios 4:7-16

7Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

8Por lo cual dice: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres».

9Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 

10El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 

11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 

12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 

13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

14Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error;

15sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 

16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

 

Primeramente, la cita del Salmo 68 (Alderson,Pags. 14-15)

Para probar su idea de Cristo como el dador de dones, Pablo cita el Salmo 68. Es un salmo de David en que reúnen retrospectiva y proféticamente las tres grandes épocas de la manifestación del espíritu que ya definimos como:

El éxodo

El primer siglo y

La segunda venida de Cristo. 

El salmo empieza con las palabras (v.1): “Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos y huyan de su presencia los que lo aborrecen.”. Estas son las palabras que decía Moisés cuando el arca se movía en el desierto (Números 10:35). Cuando el arca se detenía, decía Moisés: “¡Descansa, Jehová, entre los millares de millares de Israel!» (Números 10:36) – palabras que corresponden con los versículos 17 del Salmo 68: “Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; el Señor viene del Sinaí a su santuario.”

En versículos 1-17, pues, del salmo, leemos una manera parecida a Jueces capítulo 5 de la venida de Jehová con su pueblo del desierto de Sinaí a su santuario, como se dice en Salmo 68:17.

Dentro esta parte del salmo, no interesa el versículo 9 que dice: “Abundante lluvia esparciste, oh Dios; a tu heredad exhausta tú la reanimaste.” Hacemos caso de este versículo porque habla de algo más que la lluvia natural., ya que >Israel no recibió lluvia en el desierto. Notamos antes varios versículos, particularmente de Isaías y los salmos, que asocian la bendición natural de la lluvia con la bendición espiritual, y en el caso del éxodo la abundancia de lluvia corresponde con lo que recibieron los hijos de Israel por medio de Moisés quien dice en Deuteronomio 32:2-3:

“Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento, como la llovizna sobre la grama, como las gotas sobre la hierba. » Proclamaré el nombre de Jehová: ¡engrandeced a nuestro Dios!”

 Esto sucesivamente corresponde con lo que ya hemos estudiado, cómo Dios envió su “buen espíritu para enseñarle a los israelitas” (Nehemías 9:20).

Una relación que tal vez se aclara aún más cuando notamos que la palabra traducida “reanimaste” en el Salmo 68:9 debe leerse más bien “estableciste”. Israel, pues, como una planta en el desierto recibió esta lluvia espiritual para que se estableciera como planta vigorosa – una analogía de que leemos por ejemplo en Isaías 60:21; Ezequiel 34:26-29; Isaías 5:1-7; Salmo 80:8-9. 

La primera parte del salmo termina en versículos 17-18 con el escenario de la venida del Señor de Sinaí a su santuario. Eso es la tierra prometida como en Salmo 78:54 “Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó con su mano derecha.” donde la “tierra santa” es simplemente la palabra “santuario” Vea la versión Septuaginta). 

La declaración que sigue en Salmo 68:18: “Subiste a lo alto, tomaste cautivos. Tomaste dones de los hombres, también de los rebeldes, para que habite entre ellos Jah Dios.” Es el punto donde en enfoque del salmo particularmente por los artesanos que edificaron el tabernáculo para que Jehová “habitara en medio de ellos” (Éxodo 25:8). Estamos seguros de que leemos en este versículo una profecía del vencimiento de la muerte por Cristo y la obra del espíritu de Dios repartido por Jesús a los creyentes del primer siglo, ya que Pablo cita este versículo en el mismo contexto en Efesios 4:8-12.

8Por lo cual dice: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres».

9Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 

10El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 

11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 

12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 

Vemos aquí que, en una manera muy parecida al éxodo, ciertos hombres recibieron dones para establecer o perfeccionar a la iglesia y, empleando las ideas del Salmo 68, Pablo resume la obra en el primer siglo así en 1 Corintios 3:9: “porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” que necesita la lluvia y la habilidad de los peritos arquitectos. La conclusión de esta “construcción” del siglo se resume por las palabras de 2 Corintios 6:16 que subrayan el paralelo entre la obra del espíritu en el éxodo y la del primer siglo (Se nota que Pablo cita de Levítico 26:12 aquí):

“Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Y vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: «Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo».”

Sin embargo, volviendo al Salmo 68, vemos como en muchos de los salmos, un reflejo del siglo venidero iniciado por la segunda venida de Cristo. Como ya mencionamos, será el día cuando habite entre ellos Jah Dios” en el sentido amplio y por eso leemos de la construcción de otro templo en Jerusalén (como se detalla en Ezequiel 40-48) que reflejará muchas características de la morada más pertinente de Dios, o sea Cristo y los santos.

El Salmo 68:20 nos asegura que: “Dios, nuestro Dios, ha de salvarnos; de Jehová el Señor es el librar de la muerte.” – una referencia a la resurrección vista primeramente por medio de él que “subió a lo alto”. 

El salmo habla de que (v.21): “Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que camina en sus pecados.” – un cumplimiento futuro de la promesa de Génesis 3:15 que vemos también en el Salmo 110:5-6 y Habacuc 3:13. 

Se refiere el salmo al recogimiento futuro de Israel (v.22) “El Señor dijo: «De Basán te haré volver;

te haré volver de las profundidades del mar.”

Habla del templo en Jerusalén, en toda ocasión prefigurado por el de Salomón (v.29): “Por causa de tu Templo, en Jerusalén, los reyes te ofrecerán dones.”

Con razón todos juntos cantaremos (v.36): “Temible eres, Dios, desde tus santuarios. El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo.”

En aquel día, como las lluvias que establecieron a Israel en el desierto y “la labranza” en el primer siglo, saldrá el decreto de Dios (Isaías 45:8): 

“Rociad, cielos, desde arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo, Jehová, lo he creado.”

Esto es el reino de Dios que esperamos cuando Jesucristo, la lluvia tardía (Santiago 5:7) reine de acuerdo con las palabras de su padre David 2 Samuel 23:3-4):

“El Dios de Israel ha hablado, me habló la Roca de Israel: “Habrá un justo que gobierne entre los hombres,

que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz matinal, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.”.

Ahora, los oficios

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:11-13).

Este pasaje tiene un interés especial porque nos da una descripción de la organización y de la administración de la iglesia en el primer siglo. Había tres clases de responsables: 

  • Unos pocos cuya autoridad se extendía por toda la iglesia;
  • Bastantes cuyo ministerio no estaba confinado a un lugar, sino que tenían un ministerio  ambulante e iban adonde el Espíritu los movía;
  • Algunos cuyo ministerio se limitaba a una congregación y a un lugar.

Apóstoles

La palabra griega para apóstol deriva del verbo apostellô que significa:enviado”, “delegado” o “mensajero”. Designa a un miembro del grupo de los doce que Jesucristo seleccionó para ser de manera especial sus compañeros constantes y los pregoneros iniciales del mensaje del reino de Dios (Mateo 10:1–8; Marcos 3:13-19; Lucas 6:12–16). Los apóstoles eran los que tenían autoridad en toda la iglesia.

Pedro especificó los requisitos que había que cumplir para ser apóstol: haber sido (Hechos 1:21-22). 

(1) compañero de Jesús durante su ministerio terrenal y 

(2) testigo de su resurrección 

Los apóstoles incluían a más de los doce. Bernabé era un apóstol (Hechos 14:4,14); Santiago, el hermano de nuestro Señor, era un apóstol (1 Corintios 15:7; Gálatas 1:19); Silvano era un apóstol (1 Tesalonicenses 2:6); Andróníco y Junias eran apóstoles (Romanos 16:7).

En casi todas sus Epístolas, Pablo se introduce como “Pablo, llamado a ser Apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios”. Pablo fue llamado por el mismo Señor resucitado para una labor apostólica complementaria a la de los Doce e igualmente importante. Su esfera específica había de ser el mundo gentil, aun cuando no admitía límite alguno que incluía toda criatura bajo los cielos sin distinción de judío o gentil, de griego o bárbaro (Colosenses 1:23; Romanos 1:14-16).

Es interesante notar que la palabra “apóstol” aparece 79 veces en el Nuevo Testamento y que de ellas 68 se hallan en los escritos de Pablo y Lucas, mientras que en los de Juan no se encuentra ni una. Sin embargo, es en el Evangelio de Juan donde se especifica más claramente el papel particular de los apóstoles después de la muerte de Cristo (17:18; 20:21). Según Juan, el Espíritu Santo “les recordará las palabras de Jesús, les enseñará todas las cosas, les guiará a toda la verdad”, y les “hará saber las cosas que habrán de venir” (14:26; 16:13). Por tanto, las enseñanzas de los apóstoles son la norma para la doctrina y la vida de la iglesia (Hechos 2:42). 

Profetas

El profeta del Nuevo Testamento no era tanto un siervo de Dios que predecía acontecimientos futuros (bien que lo hacía si se presentaba la ocasión aun en Hechos 11:28), sino un “portavoz de Dios”. Antes de completarse el canon del Nuevo testamento los creyentes necesitaban una clara orientación que sólo pudo llegar por medio de hermanos con el don profético (1 Corintios 14:1, 5, 22, 29-33). Pero sobre todo tenían que edificar a los santos mediante los oráculos divinos, de modo que nosotros hoy en día disponiendo de todas las Escrituras, somos edificados y exhortados por el ejercicio de la lectura y meditación en ellas.

De los profetas del Nuevo Testamento conocemos Agabus de Jerusalén (Hechos 11:28; 21:10) y Pablo, Bernabé, Simón Níger, Manaén y Lucio de Cirene, miembros de la iglesia en Antioquia que son llamados “profetas y maestros”. Lo más interesante del papel de profeta es que el desempeña su función de manera muy parecida a los hermanos de hoy día que nos exhorta:

“Judas y Silas, que también eran profetas, consolaron y animaron a los hermanos con abundancia de palabras.” (Hechos 15:32).

Ahora debemos considerar 1 Corintios 14 aparte porque encierre muchos versículos de importancia sobre el tema de la profecía en aquellos días. Primeramente, las citas relevantes:

1Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 

3Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. 

4El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. 

*5Yo desearía que todos vosotros hablareis en lenguas, pero más aún que profetizareis, porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

22Así que las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. 

24Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; 

29Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen lo que ellos dicen. 

30Y si algo le es revelado a otro que está sentado, calle el primero. 

31Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. 

32Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, 

37Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor; 

Sencillamente, los siguientes puntos están enfatizados en este trozo de las escrituras:

  1. La profecía es mejor que el hablar en lenguas;
  1. *Los profetas, tanto como los que hablan en lenguas, deben hablar por turno para que no haya confusión y los demás deben juzgar lo que oyen;
  1. El propósito de la profecía es exhortación y enseñanza;
  1. Lo importante del juzgar la profecía (2) es expresado en 1 Juan 4:1-2:

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios.”

Tenemos, pues, en el Nuevo testamento un ministerio de profecía nuevo que continua la línea de profetas del Antiguo Testamento después de un espacio de tiempo. En relación con esto, Lucas 16:16 es importante: “La Ley y los profetas eran hasta Juan”. Después pensamos al ministerio de Cristo y una nueva época. La profecía, las lenguas y la (palabra de) ciencia son marcados para terminar.

Evangelistas

Los apóstoles eran también evangelistas en cuanto proclamaban el Evangelio en su plenitud, pero, desde luego, había muchos evangelistas que no eran apóstoles. Eran los que daban a conocer la Buena Noticia del Reino, de Cristo crucificado y resucitado y llamar a los hombres rendirse a Cristo como Salvador y Señor.

Juntamente con la proclamación completa del evangelio, fundaban iglesias y es posible que en muchos casos no se podía distinguir su obra de la de los misioneros. Timoteo, dotado de una diversidad de dones, tenía que realizar La obra de evangelista” (2 Timoteo 4:5). También, Felipe, destacado evangelista, fundó una gran obra en Samaria (Hechos 8: con 21:8)

Pastores y Maestros

Parece que estas dos palabras describen a una sola clase de personas. En cierto sentido tenían la tarea más importante de toda la iglesia. No eran ambulantes sino fijos en una congregación. Tenían una triple función:

  1. La historia de Jesús se fue contando oralmente antes de que se escribiera. Estos maestros tenían la *tremenda responsabilidad de ser los depositarios de la historia del evangelio. Era su función el conocer y el transmitir la historia de la vida de Jesús.
  2. Las personas que se incorporaban a la iglesia procedían directamente del paganismo. Por tanto, estos maestros tenían que desplegar la fe cristiana ante los conversos y tenían que explicar sus grandes doctrinas. 
  3. Estos maestros eran también pastores. Pastor era la palabra latina que designaba al que cuidaba de un rebaño.

Jesús se había llamado a sí mismo El Buen Pastor de las ovejas (Hebreos 13:20). Pedro le llama Pastor o Obispo de vuestras almas (1 Pedro 2:25). También le llama El Príncipe de los pastores (1 Pedro 5:4). Jesús encargó a Pedro que cuidara de Sus ovejas (Juan 21:16). Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso que guardaran el rebaño que Dios había puesto a su cuidado (Hechos 20:28). Y Pedro exhorta a los ancianos a que  cuiden  el rebaño de Dios (1 Pedro 5:2). 

Dice Barclay (Pág. 718):

 “La figura del pastor se halla indeleblemente retratada en el Nuevo testamento. Era el que  cuidaba del rebaño y guiaba a las ovejas a lugares seguros; era el que buscaba las ovejas descarriadas y, si era necesario, exponía su vida para salvarlas. El pastor del rebaño de Dios es el hombre que lleva al pueblo de Dios en el corazón, que los alimenta con la verdad, los busca cuando se extravían y los defiende de todo lo que puede dañar sus almas. Y a cada cristiano se le encarga que sea un poco el pastor de sus hermanos.” 

…y aún más…

Diáconos 

(1 Timoteo 3:8) “Los diáconos asimismo deben ser honestos…”

Según Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado: (“diácono” en griego, siervo o ministro). Los requisitos para el diaconato (1 Timoteo 3.8-13) no difieren mucho de los correspondientes al obispado. Las responsabilidades de los diáconos son sobre todo administrativas y caritativas, y sus virtudes (sobriedad, honradez y transparencia [de carácter]), las más apropiadas para oficiales encargados de las finanzas y el servicio social. Aunque toda la iglesia ha de ejercer el diaconato…

De acuerdo con la enseñanza de las referencias bíblicas de los diáconos podemos afirmar lo siguiente:

  • Todos nosotros debemos ser “diáconos” a nuestros hermanos compañeros.
  • La mayoría de los diáconos del primer siglo eran hermanos destacados en la iglesia obviamente por su actitud simpática y compasiva hacia los demás hermanos.
  • Hay ciertos requisitos para ocupar dicha carga en la iglesia. Sin embargo, esperaríamos de la mayoría de los hermanos o hermanas cumplir con estos requisitos.
  • No hay razón alguna para ver los siete designados en Hechos 6 como “diáconos” con un oficio especial en *la iglesia. Felipe, uno de los siete de hecho es llamado “evangelista” (Hechos 21:8) un nombre apropiado para Esteban también y los demás.

Ancianos

(1 Timoteo 5:17; Tito 1:6)El anciano debe ser irreprochable…”

Segun Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado: En la Biblia, “anciano” es traducción de la palabra griega presbyteros. Como en las Sinagogas había un consejo de ancianos gobernantes, era normal que las iglesias cristianas imitaran esta estructura. 

Cada congregación tenía su Presbiterio, pero el oficio de anciano cambió. Mientras entre los judíos los ancianos se encargaban sobre todo de los asuntos administrativos y civiles, y no se encargaban de los cultos en las sinagogas, los ancianos cristianos visitaban a los enfermos en una labor pastoral (Santiago 5:14) y predicaban la Palabra (1 Timoteo 5:17). 

Había ancianos en la primera iglesia de Jerusalén (Hechos 11:30), aunque no se nos explica cómo se nombraron, y participaban en el Concilio con los apóstoles (Hechos 15:4, 6, 23; 16:4). Pablo y Bernabé «constituyeron ancianos en cada iglesia» de Asia Menor, con oración y ayuno (Hechos 14:23), y se instó a Tito a que hiciera lo mismo en Creta (Tito 1:5). 

Pablo pronunció un discurso a los ancianos de la iglesia de Éfeso (Hechos 20:17), y más tarde recomienda que «los ancianos que gobiernan bien sean tenidos por dignos de doble honor» (1 Timoteo 5:17). Pedro se identifica como anciano (1 Pedro 5:1) y también Juan (2 Juan 1; 3 Juan 1). Puesto que el verbo «supervisar» se usa en 1 Pedro 5:2 para describir la función de los ancianos, y Pablo llama «obispos» a los ancianos de Éfeso (Hechos 20:28; Tito 1:5–7), parece que los términos anciano y obispo eran intercambiables.

Según parece los apóstoles con la imposición de manos (y posiblemente con esto confirió al anciano algún don espiritual) confirmaron los ancianos en las iglesias. Los ancianos y los apóstoles juntos con toda la iglesia toman decisiones. Como los demás “oficios” cualquier hermano o hermana puede llegar a ocuparlos conforme el estado de su casa y su vida espiritual. Los ancianos demuestran una capacidad y preocupación en la predicación y enseñanza. Los mismos apóstoles son, por supuesto, ancianos.

Obispos 

(1 Timoteo 3:2; Tito 1:7) “Es necesario que el obispo sea irreprochable…”

Según Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado: Obispo es una transcripción errada del vocablo griego episkopos (que significa vigilante, inspector o superintendente). Se usaba en sentido secular muchos años a.C., y se adoptó en el vocabulario cristiano. Según el Nuevo Testamento, el obispo era un hombre llamado y dotado por Dios para cuidar de la iglesia local (Hechos 2:28). Ser obispo se consideraba como «buena obra» (1 Timoteo 3:1). Sus cualidades de maestro, pastor y administrador se detallan en 1 Timoteo 3:2–7 y Tito 1:5–9. Si Filipenses 1:1 describe un caso típico, en cada iglesia había varios obispos; cf. la pluralidad de Ministros en Hechos 13:1.

La responsabilidad del obispo es «apacentar la Iglesia del Señor» (Hechos 20:28). No difiere de la responsabilidad de un pastor ni de un Anciano (presbíteros). En Hechos 20 leemos que Pablo convoca a los «ancianos» de Éfeso (v.17), los llama «obispos» (v.28) y les encomienda la obra pastoral con el rebaño (v.28). Asimismo, escribiendo a Tito, Pablo lo instruye para «establecer ancianos en cada ciudad» (1:5) que sean irreprensibles, porque «es necesario que el obispo sea irreprensible» (1:7). Para Pablo, obispo y anciano eran sinónimos, con excepción de que el obispo había de ser «apto para enseñar» (1 Timoteo 3:2), mientras que no todos los ancianos trabajan en la palabra y en la enseñanza (1 Timoteo 5:17). Cada congregación la gobernaba un conjunto de líderes llamados indistintamente ancianos u obispos.

Según Barclay (págs. 94-95): 

“Toda la evidencia del Nuevo Testamento contribuye a demostrar que el presbyteros y el episkopos, el anciano y el obispo o supervisor eran lo mismo y los mismos. ¿Por qué se usaban dos nombres para designarlos? La respuesta es que presbyteros describía a aquellos dirigentes de la iglesia tal como eran personalmente….Episkopos, por otra parte, describía su función, que era supervisar la vida y el trabajo de la iglesia.”

Finalmente, un llamamiento

Aunque nuestra relación con Cristo es personal, la intención de Dios no es que sea privada. En la familia de Dios estamos conectados con todos los demás creyentes y nos pertenecemos mutuamente a la misma esperanza de estar en el Reino de Dios cuando venga Su Hijo Jesucristo al planeta tierra. 

Seguir a Cristo implica participación, no solamente creer. Somos miembros de su Cuerpo. Para Pablo ser “miembro” de la iglesia significa ser un órgano vital de un cuerpo con vida, una parte indispensable y ligada al cuerpo de Cristo. Necesitamos poner en práctica el significado bíblico de ser “miembro”. La iglesia es un cuerpo, no un edificio; es un organismo no organización.

En la comunión verdadera experimentamos reciprocidad. Es el arte de dar y recibir “para que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen los unos por los otros.” (1 Corintios 12:25) El corazón de la iglesia es de compartir responsabilidades y de ayudarse unos a otros.

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