Antes de comenzar hay algo que debemos dejar absolutamente en claro. El Señor Jesucristo es el Hijo de Dios. Es el ser más importante de todo el universo, fuera de Dios mismo. El propósito de este folleto es honrar al Señor Jesús como debe ser honrado.
Desafortunadamente, la enseñanza bíblica acerca del Señor Jesús es frecuentemente mal entendida. En un bien intencionado aunque errado intento de honrar a Jesús muchas iglesias enseñan acerca de él cosas que no son bíblicas. Este folleto tiene la intención de corregir esas ideas erróneas.
Esto no emana de un deseo de criticar las creencias de otros, sino simplemente de mostrar lo que la Biblia realmente enseña acerca del Señor Jesús, el Hijo de Dios. Únicamente cuando entendamos esto, podremos dar al Señor la gloria que se merece.
«Porque he descendido del cielo»
El título de este folleto es una pregunta: ¿bajó o descendió Jesús del cielo? En el capítulo 6 del evangelio de Juan hay un versículo que aparentemente responde esta pregunta. Jesús dijo:
«Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (ver. 38).
No debemos apresurarnos a sacar a una conclusión. El tema no es tan simple como parece a primera vista.
Una dificultad que existe es que hay dos clases diferentes de lenguaje: literal y figurado. Jesús utiliza ambas clases de lenguaje en el capítulo que estamos considerando.
En el versículo 64 Jesús dice: «Pero hay algunos de vosotros que no creen.» Esto es lenguaje literal. Significa exactamente lo que dice. Ni siquiera un niño podría dejar de entender su significado.
Pero muchos otros pasajes no son así. Por ejemplo, los versículos 53 y 54 del mismo capítulo; en estos Jesús dice:
«De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.»
Esto es lenguaje figurado. No significa lo que parece estar diciendo; en vez, sus palabras tienen un significado mucho más profundo. Hay que considerar las palabras cuidadosamente para descubrir su verdadero significado. En consecuencia, si no somos cuidadosos podemos fácilmente interpretar mal las palabras.
Los judíos incrédulos interpretaron mal este y muchos otros dichos similares de Jesús. Ellos dijeron: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» ¡Quizás pensaban que estaba predicando el canibalismo! Fuera lo que fuera lo que pensaban, la verdad es que estaban muy equivocados.
Volviendo entonces a la cuestión original «he descendido del cielo» ¿Es este lenguaje literal o figurado?
Hay una buena razón para considerar que es figurado. En el versículo 31 del mismo capítulo hay una mención a lo que el Antiguo Testamento llama «maná». Esta era una especia de pan producido por Dios para que su pueblo comiera durante el viaje por el desierto. El versículo 31 dice: «Pan del cielo les dio a comer.»
Esto es obviamente lenguaje figurado. El pan milagroso no era cocinado en el cielo y distribuido en la tierra. La declaración de que el pan vino del cielo nos informa que el Dios del cielo lo creó en la tierra.
Más lenguaje figurado
La Biblia usa lenguaje figurado no sólo acerca de cosas sino también de personas. La Biblia dice que: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan» (Juan 1:6). Sin embargo, Juan nunca estuvo en el cielo. ‘Enviado de Dios’ significa simplemente que Dios le asignó una tarea especial.
Pero esta explicación sólo se puede aplicar a versículos que mencionan a Jesús ‘descendiendo’ del cielo. Hay otros pasajes que aparentemente sugieren en una u otra forma que Jesús en una época vivió en el cielo. Este es uno de tales pasajes:
«Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» (Juan 17:5).
¿Cómo debemos considerar versículos como éste? ¿Son literales o figurados? ¿Vivía Jesús realmente con Dios antes de que el mundo fuera creado? ¿O tienen estas palabras un significado mucho más profundo?
El propósito de este folleto es dejar que la Biblia hable por sí misma y responda estas preguntas para nosotros.
Tres puntos de vista sobre Jesús
Aquellos que no creen en la Biblia por lo general dicen que Jesús era simplemente un hombre común y corriente. Esa gente está en el error. El era el Hijo de Dios, No necesitamos perder tiempo considerando este punto de vista.
Pero vamos a considerar los tres puntos de vista acerca de Jesús a los que se adhieren los cristianos que creen en la Biblia.
El primer punto de vista es el más común. Este sostiene que Jesús es Dios todopoderoso en forma humana. Los que creen en esto se refieren a Jesús como la segunda persona de la Trinidad; es difícil entender lo que quieren exactamente decir con esa frase. De acuerdo a este punto de vista, Jesús vivió en el cielo desde toda la eternidad antes de su nacimiento en la tierra.
El segundo punto de vista es enseñado por una denominación llamada los «Testigos de Jehová» y por unos cuantos otros grupos pequeños. Sostienen que Jesús no es Dios sino un poderoso ángel que Dios creó hace mucho tiempo. Ellos también creen que Jesús vivió en el cielo antes de su nacimiento en la tierra.
Los que creen en uno de estos dos puntos de vista toman literalmente los versículos que hablan de Jesús descendiendo del cielo.
El tercer punto de vista es el que sostienen los cristadelfianos y otros cuantos grupos. De acuerdo a este punto de vista, Jesús no vivió en el cielo antes de su nacimiento y los versículos que se refieren a su origen celestial se deben entender en forma figurada.
Este es el punto de vista que se explicará en este folleto. Si esto le parece sorprendente, tenga paciencia y continúe leyendo. Hay una gran cantidad de evidencia bíblica para sostener este punto de vista.
Jesús fue un hombre verdadero
Jesús no fue una hombre ordinario y pecador. No debemos cometer el error de pensar eso. El fue un hombre único. El era el Hijo de Dios. Sin embargo, en un sentido sin ambigüedades, él era un hombre y no Dios todopoderoso.
Esto no significa que él dejó de ser hombre tan pronto como subió en forma corporal al cielo. La Biblia nos enseña a considerar a Jesús como hombre, aun en la actualidad. Mucho tiempo después de que Jesús había resucitado y subido al cielo, el Nuevo Testamento estaba haciendo declaraciones como la siguiente:
«abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos» (Romanos 5:15-19).
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre» (1 Timoteo 2:5).
Jesús realmente es un hombre. Esa es la inequívoca enseñanza del Nuevo Testamento. Consideremos ahora esa enseñanza con las palabras de un obispo inglés, en un pasaje que describe el punto de vista que la mayoría de los cristianos tienen sobre Jesús:
«Jesús no fue un hombre que nació y creció, él era Dios y por un tiempo limitado participó en una farsa. Tenía la apariencia de hombre pero en el fondo era Dios disfrazado una especie de Papá Noel.»
Muchas personas de la iglesia consideraron ofensiva la referencia a Papá Noel. Pero, fuera de eso, están de acuerdo en que esa declaración del obispo representa cabalmente la enseñanza de la iglesia. Si Jesús era realmente Dios, o un ángel poderoso que vivía en el cielo, entonces él nunca fue un hombre verdadero sino una persona celestial disfrazada con carne humana.
Pero el Nuevo Testamento no está de acuerdo con esas opiniones. El Nuevo Testamento describe a Jesús como hombre.
Esta es la primera razón para considerar que el punto de vista común sobre Jesús está errado.
El nacimiento de Jesús
El nacimiento del Señor Jesucristo fue el resultado de un portentoso milagro. Su madre era una joven mujer soltera de excelente carácter. Ella era virgen. Las cosas sucedieron así:
«Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1:30-35)
Examinemos estas palabras en detalle. Hay mucho que aprender de ellas. El niño sería hijo propio de María. El ángel no dijo que ella iba a producir un cuerpo de carne para que un ser celestial habitara en él. El ángel dijo: «concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo». Estas palabras evidentemente debían tomarse en forma literal. Describen el comienzo de una nueva vida humana no la venida de un ser celestial a la tierra.
Además, si Jesús hubiera sido una persona celestial, millones de años mayor que María, ¿podría haber sido, en un sentido estrictamente verdadero, su hijo? Y sin embargo, Jesús era el hijo de María, y no una especie de hijo adoptivo extraordinario. Todos los evangelios se refieren a María como la madre de Jesús, y nunca como su madre adoptiva.
Por otra parte, aunque José, que más tarde fue marido de la madre de Jesús, es a veces llamado su padre, los hechos verdaderos no están en duda. Lucas se refiere a Jesús como: «hijo, según se creía, de José» (Lucas 3:23).
Jesús era verdaderamente hijo de María, no una persona celestial pretendiendo ser hijo de María. Como todo hijo, él se parecía a su madre en muchas formas. Eso era lo que hacía a Jesús un hombre real. Los hombres reales no viven en el cielo antes de nacer, y este hombre, Jesús, no lo hizo tampoco. Su concepción y nacimiento milagrosos fueron el comienzo de su existencia como persona.
La naturaleza humana es débil, y está llena de tentaciones. Jesús heredó de su madre la debilidad de la naturaleza humana.
Pero eso es sólo parte de la historia. El ángel estableció muy claramente que el hijo de María era también el Hijo de Dios: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1:35).
Jesús heredó también muchos rasgos de su Padre. Dios era su Padre y de Dios Jesús heredó el deseo de hacer siempre el bien. Esto fue lo que le ayudó a vencer la debilidad de su naturaleza humana a luchar contra la tentación y vencerla.
La niñez de Jesús
En las Escrituras encontramos muy poco acerca de la niñez de Jesús. Pero algo que sí encontramos es muy importante. Lucas describe la forma en que Jesús creció en los siguientes términos:
«Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lucas 2:52).
Aquellos que creen que Jesús era realmente Dios quedan un poco perplejos con este versículo. ¿Cómo puede crecer Dios en sabiduría y en gracia ante sí mismo? ¡La idea es completamente absurda! Es obvio que Lucas no creía que Jesús era Dios que estaba habitando en forma temporal el cuerpo de un niño.
¿Y qué de la otra idea que Jesús era un poderoso ángel celestial que residía en el cuerpo de un niño en crecimiento? Esta idea no es mejor que la anterior. Ese ángel, sin lugar a dudas, habría sido perfecto mucho antes de que viviera en la tierra. Un ángel en el cuerpo de un muchacho no podría «crecer en sabiduría y en gracia para con Dios».
Este versículo describe el crecimiento de una niño verdadero. Su cuerpo se desarrolló. Su provisión de sabiduría se incrementó gradualmente. Y su carácter maduró en forma tal que su Padre tuvo cada día mayor complacencia con él.
Su victoria sobre la tentación
Se dice que a veces los boxeadores y luchadores profesionales se reúnen antes de una pelea y se ponen de acuerdo. Hacen un pacto de no causarse heridas serias pero para complacer al público pretenden pelear fieramente. A veces hasta deciden quién ha de ganar esta pretensión de pelea, y como es de esperarse arreglan cómo han de compartir el dinero del premio.
Hay un palabra para describir para esta clase de decepción: ¡engaño!
La Biblia describe cómo el Señor Jesús libró una tremenda batalla contra las tentaciones humanas. El luchó contra la tentación todos los días y siempre resultó vencedor.
Todos sabemos lo que es la tentación. Si Jesús era un hombre verdadero, podemos entender la clase de lucha que él sostuvo. Pero si él era un ser celestial, usando un cuerpo humano, entonces no habría habido lucha alguna todo habría sido sólo un engaño.
Es imposible que Dios, o un ángel, sean tentados como nosotros. La Biblia dice que «Dios no puede ser tentado por el mal» (Santiago 1:13).
Sin embargo, acerca de Jesús la Biblia nos dice:
«. . . tenemos un sumo sacerdote que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Hebreos 4:15).
En cierta ocasión, cuando Jesús estaba luchando contra la tentación, él dijo: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42).
Evidentemente Jesús tenía una voluntad propia que tenía que ser dominada para que la voluntad de Dios se hiciera. Si él era un hombre verdadero podemos entender este versículo. Pero el versículo no tiene sentido alguno si Jesús en realidad era Dios o un ángel en forma humana.¿Cómo alcanzó Jesús la perfección?
Hay dos formas completamente diferentes por medio de las cuales algo puede ser menos que perfecto. Es importante comprender la diferencia entre ambas formas.
Una casa vieja que está a punto de derrumbarse no es perfecta. Esto es debido a que está carcomida; hay muchas cosas que no están bien.
Una casa nueva a medio construir tampoco es perfecta. Pero es una clase de imperfección diferente. No hay nada malo con esta casa a medio construir, hasta cierto punto todo está bien. Pero todavía no está lista.
Jesús nunca fue imperfecto en el primer sentido de la frase. No había nada malo en él. El nunca pecó, ni siquiera una vez.
Sin embargo, su carácter tenía que desarrollarse gradualmente, como una casa en construcción, hasta que estuviera completo. En este sentido, él tenía que llegar a ser perfecto, como lo demuestran las siguientes citas bíblicas:
«Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación» (Hebreos 5:8,9).
«Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos» (Hebreos 2:10).
Nuevamente es evidente que hay algo supremamente errado con la idea popular de que Jesús era un ser celestial vestido con un cuerpo humano. ¿Podemos imaginarnos a tal ser aprendiendo la obediencia por medio de sus padecimientos? ¿Podemos concebir la idea de un ser así alcanzando la perfección a través del sufrimiento?
Claro que no. Tenemos en la Biblia la descripción de un hombre verdadero adquiriendo un carácter perfecto, paso a paso.
Si Jesús hubiera sido Dios mismo, o un poderoso ángel, hubiera sido perfecto mucho antes de venir al mundo. Pero las cosas no fueron así. La Biblia dice enfáticamente que Jesús sólo alcanzó por medio de sus sufrimientos en la tierra.
Su muerte en la cruz
La muerte del Señor Jesús presenta un problema adicional para aquellos que sostienen los puntos de vista más comunes acerca de su naturaleza. Dios no puede morir, dice la Biblia (Daniel 12:7; 1 Timoteo 6:16). Lo mismo es cierto con respecto a los ángeles (Mateo 22:30).
Todos sabemos, sin embargo, que Jesús murió en la cruz.
Hay quienes que consideran que tiene la respuesta a este problema. Dicen que sólo su cuerpo murió. El ser espiritual interior continuó viviendo.
Pero esta explicación no sirve. La Biblia dice que no fue sólo el cuerpo de Cristo el que murió, «derramó su vida hasta la muerte» (Isaías 53:12).
Y más aún, la Biblia muestra que Jesús temía la muerte tanto como nosotros. La muerte era una pavorosa experiencia para él, al igual que para nosotros.
«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente» (Hebreos 5:7).
Esto es también fuerte evidencia de que Jesús no era ni Dios ni tampoco un ángel en forma humana. ¿Podría tal ser haber sufrido gran ansiedad ante la perspectiva de perder su cuerpo humano temporal?
Sin duda alguna que sólo un hombre verdadero, que estaba a punto de morir en realidad, se sentiría como Jesús en relación con la muerte.
¿Por qué está Jesús a la diestra del Padre?
En la actualidad Jesús está sentado a la diestra de Dios (Salmos 110:1, Hebreos 1:13). Con estas palabras, y en varias otras formas, la Biblia nos dice cuán grande es Jesús. El es la persona más importante de toda la creación, fuera de Dios mismo el Creador.
Supongamos ahora que se hace la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué es Jesús tan grande? ¿Por qué le ha dado Dios un lugar tan exaltado?
Los que creen que Jesús es Dios, o un ángel, tienen una respuesta sencilla. Dicen que Jesús siempre ha sido grande, él era un espíritu grande en el cielo antes de venir a la tierra. Después él regresó al lugar que le pertenece. El regresó al exaltado lugar de donde había venido.
Pero esa no es la respuesta de la Biblia.
La Biblia dice que Jesús se hizo grande después de su vida en la tierra. Dice que Jesús se hizo grande porque Dios le dio grandeza. Y nos dice, una y otra vez, que Dios le dio grandeza porque Jesús la mereció a causa de lo que hizo en la tierra.
«Pero vemos a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte» (Hebreos 2:9).
«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre» (Salmos 91:14).
«Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros» (Salmos 45:7).
«y se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo» (Filipenses 2:8,9).
Esta es, sin duda alguna, la prueba final y concluyente que Jesús es una hombre verdadero. Un hombre verdadero, pero sin embargo un hombre muy especial. El es el único hombre en toda la historia que ha derrotado a la tentación humana por completo. Es por eso que ahora él está sentado a la diestra de Dios.
Las cosas desde el punto de vista de Dios
En las páginas 3 y 4 consideramos las palabras de Jesús: «he descendido del cielo». Vimos también que esta clase de lenguaje se puede entender fácilmente en sentido figurado y no literal.
Ahora podemos llegar a una conclusión más concreta. A la luz de todas las claras enseñanzas que hemos estudiado, podemos estar seguros de que Jesús era un hombre verdadero. Si esto es así, su declaración de que descendió del cielo sólo se puede tomar en sentido figurado. Podemos estar seguros de esto. El evidentemente quería decir que su vida comenzó cuando el Dios del cielo hizo que en la tierra sucediera un poderoso milagro con su madre, María.
Esto todavía deja un cierto número de versículos enigmáticos. Tenemos, por ejemplo, las palabras de Juan 17:5 en que Jesús se refiere a «aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» y otros pasajes bíblicos donde ocurren expresiones similares. ¿Pueden ser estas expresiones lenguaje figurado?
Ciertamente que pueden ser lenguaje figurado. Pero para apreciar el significado de esos dichos debemos hacer un esfuerzo especial para ver las cosas desde el punto de vista de Dios.
Hay muchas diferencias entre Dios y nosotros. La diferencia que nos ocupa en este momento es esta. Para nosotros el futuro es desconocido, sólo podemos tratar de adivinar lo que ha de ocurrir mañana. Pero Dios conoce el futuro, para él el mañana es tan real como el presente es para nosotros. Es por eso que la profecía bíblica siempre se cumple.
Pablo comentó sobre esto en Romanos 4:17. El llamó la atención al hecho de que Dios dijo a Abraham en Génesis: «Te he puesto por padre de muchas gentes».
Hay que notar que dice «te he puesto» y no «te pondré». En esa época Abraham tenía sólo un hijo. Pero cuando Dios hace una promesa, esa promesa es segura. Se puede considerar como cumplida ya. Cuando un hombre hace una promesa dice: «Haré esto o aquello». Pero Dios, por medio de sus profetas, con frecuencia dice acerca del futuro: «He hecho tal o cual cosa», cuando lo que quiere decir es que sin duda lo ha de hacer.
En la segunda parte de Romanos 4:17 Pablo saca la misma lección y dice: «y llama las cosas que no son, como si fuesen». Para Dios el futuro es real
Con un poco de ayuda del apóstol Pablo hemos establecido un principio importante. Para nosotros, sólo el pasado y el presente son reales. El futuro está escondido de nuestra vista.
Pero Dios es diferente. El puede ver el futuro perfectamente. El futuro es tan real para Dios como el presente es para los hombres. Dios puede hablar del futuro como si ya hubiera ocurrido.
Hay muchos pasajes en la Biblia donde Dios hace esto. A continuación tenemos tres ejemplos:
(1)»Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué» (Jeremías 1:4,5).
Por lo tanto, Dios conoció a Jeremías antes de que el hombre naciera. Obviamente, este es lenguaje figurado. No significa que Jeremías en realidad existía antes de su nacimiento. Significa que Dios podía mirar al futuro y ver a Jeremías antes de que naciera. Expresado en otras palabras, antes de que Jeremías naciera él existía en la mente de Dios.
(2)»según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habién donos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad» (Efesios 1:4,5).
No sólo a Jeremías; Dios también conocía a los miembros de su iglesia antes de que nacieran. Esto también es lenguaje figurado, basado en el conocimiento de Dios del futuro. En la segunda frase de esta cita Pablo muestra claramente lo que quería decir en lenguaje literal: «según el puro afecto de su voluntad».
(3)»ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros» (1 Pedro 1:20).
En la anterior cita, la palabra ‘destinado’ es interesante. Es la traducción de una palabra griega que significa «conocido por anticipado». De esa palabra nos han llegado al castellano: prognosis y pronóstico.
Prognosis es una palabra asociada por lo general con la medicina. Es un conocimiento anticipado de un suceso. Por ejemplo, un médico puede decir: «Este paciente tiene cáncer en el estómago. Mi prognosis es que continuará sangrando y posiblemente ha de morir en cuestión de un mes.»
Los médicos, por supuesto, cometen errores. Admiten que sus prognosis, al igual que los pronósticos del tiempo, con frecuencia salen errados. Dios es diferente. El ciertamente que conoce las cosas por anticipado. Una prognosis de Dios es absolutamente cierta.
Uno de los versículos citados anteriormente, entonces, nos dice que antes de que creara el mundo Dios sabía todo acerca de Jesús. Esto es de esperarse. También vimos en una de las otras citas que Dios sabía todo acerca de los primeros cristianos antes de la creación del mundo.
Jeremías, la primera iglesia y el Señor Jesús. Todos estaban ya en la mente de Dios, desde el comienzo del tiempo.
Por lo tanto no es de sorprender que Jesús dijera a su Padre celestial: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese». (Juan 17:5).
Ahora pues sabemos lo que él quería decir con estas palabras.
Dios el gran planificador
Cuando el hombre se propone hacer algo importante, comienza con el desarrollo de un plan.
Antes de lanzar un ataque el comandante de un ejercito prepara un plan de batalla y lo revela a sus generales. Antes de que se construya un edificio importante, un arquitecto tiene que hacer los planos.
Los planes de los hombres con frecuencia no se llevan a cabo. El enemigo puede realizar un movimiento sorpresivo que haga imposible que los generales comiencen el ataque. El edificio puede resultar demasiado costoso y los planes y los planos del arquitecto tienen que abandonarse.
Pero nada puede prevenir que Dios realice su plan con el mundo. Como ya hemos visto, él habla de su plan como si ya estuviera consumado, aun antes de comenzar a llevarlo a cabo.
El Antiguo Testamento tiene un nombre para el plan de Dios. Lo denomina: la sabiduría de Dios. Un diccionario bíblico describe la sabiduría en el Antiguo Testamento como «el irresistible cumplimiento de lo que Dios tiene en mente».
Esa es una buena definición. Se encaja perfectamente con el siguiente pasaje del Antiguo Testamento:
«¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia? A la entrada de las puertas da voces Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra» (Proverbios 8:1-23).
En otras palabras, antes que Dios comenzara su obra con este mundo él tenía su plan la sabiduría, como los judíos lo denominaban.
Los griegos que creían en muchos dioses, pero no en el Dios de la Biblia le daban a este plan un nombre diferente: logos, que se traduce como ‘Verbo’ o ‘Palabra’. El mismo diccionario bíblico describe ‘logos’ como «el plan de Dios y el poder creativo de Dios».
Esto es muy útil ya que nos ayuda a comprender el capítulo primero del evangelio de Juan. Juan parece haber combinado la idea griega de la Palabra de Dios con la idea judía de la sabiduría de Dios. El evangelio de Juan comienza así: «En el principio era el Verbo». En otras versiones: «En el principio la Palabra existía» (versión Biblia de Jerusalén).
Hay mucha gente que no puede sacarle sentido a este pasaje. Otros creen que pueden entenderlo pero sacan una conclusión errónea, puesto que consideran que el Verbo es un ser viviente. Las palabras Verbo y Palabra tienen diferente géneros, una es masculina y la otra femenina. En el original en griego la palabra ‘logos’ es neutra.
Si pensamos en Plan en vez de Verbo (o Palabra), esto es lo que sacamos de Juan 1:
«En el principio era el Plan, y el Plan era con Dios, y el Plan era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por el Plan fueron hechas, y sin el Plan nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En el Plan estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres Y aquel Plan fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.» (Juan 1:1-14).
Estas palabras de Juan resumen la enseñanza bíblica en forma exquisita. Jesús existía en el cielo desde el principio pero no como persona. El existía como una gran idea en la mente de Dios, como la parte central del plan de Dios. No existió como persona sino hasta cuando nació en Belén. Entonces, como Juan dice: el plan fue hecho carne.
El honor que se debe a Jesús
Ahora que ya hemos visto lo que la Biblia realmente enseña acerca de Jesús podemos comenzar a darle honor, como quizás no lo hacíamos antes. Por qué esto es así se hace evidente si reconsideremos lo que hemos planteado.
Vimos que hay dos clases de lenguaje en la Biblia. Hay lenguaje literal, que significa exactamente lo que dice. Y hay lenguaje figurado, que tiene un significado más profundo del que parece a primera vista.
Cuando Jesús dijo que había descendido del cielo él nunca había estado personalmente en el cielo. Sus palabras no podían ser literalmente ciertas, sino que debían tener un significado figurado.
Puesto que Dios lo sabe todo él puede ver el futuro. Cuando Dios todopoderoso decide hacer algo ya se puede considerar como hecho. Antes de que creara el mundo Dios hizo un plan. Jesús fue el comienzo de ese plan, y la parte más importante de él. Los seguidores de Jesús también forman parte del plan. Las Escrituras se refieren tanto a ellos como a su Señor como si existieran antes de la creación del mundo.
Por supuesto que ni Jesús ni sus seguidores estaban vivos en ese entonces. Sólo existían en la mente de Dios como parte de su plan. En este sentido figurado todos ellos estaban en el cielo desde el principio de la creación.
Pero la vida real de Jesús sólo comenzó cuando nació en Belén. Su nacimiento fue un milagro. Dios fue su Padre, y María, una virgen, fue su madre.
Ella fue su madre verdadera, y Jesús fue tan hijo verdadero de ella como lo era de Dios. Debido a esto Jesús fue un hombre verdadero. Esto significa que sufrió las mismas tentaciones de pecar como cualquier otra persona.
Pero él conquistó la tentación, en forma absoluta. Llevó una vida libre de pecado y desarrolló un carácter perfecto. Como galardón por esto, Dios lo resucitó de entre los muertos y lo hizo la persona más importante del universo, después de sí mismo.
Si agradó a Dios dar tal honor a Jesús, nosotros también debemos honrarlo por las mismas razones. Debemos estar en capacidad de dirigir nuestra vista al cielo y decir a Dios:
Padre celestial, tu Hijo tuvo que luchar contra la tentación, lo mismo que yo tengo que hacerlo. El sabe cómo me siento.
Pero él ganó todas las batallas que tuvo contra la tentación, mientras que yo con frecuencia las pierdo. Señor, admiro su inmensa victoria y deseo que yo pudiera seguir su ejemplo mucho mejor que como lo hago ahora.
Pero yo soy débil, Señor. Ten misericordia de mí y ayúdame. Ayúdame a imitar a tu Hijo. Ayúdame a tratar de todo corazón de seguirle. Ayúdame a amarle, honrarle y obedecerle.
Dios Todopoderoso, tu Hijo pasó por esta vida de sufrimiento y muerte. Yo se que él me comprende, Señor, y por tanto te pido tu ayuda por medio de él. Yo sé que tú me escucharás.