Nuestro razonamiento señala que una doctrina de demonios no es desarrollada en el Antiguo Testamento hebreo. Por contraste, aquellos que defienden la existencia de demonios como seres malignos apelan a las referencias de demonios en la Versión Septuaginta. Por eso dicen que esto demuestra que los profetas aceptaron su realidad. Para investigar esta discordancia tenemos que diferenciar el Antiguo Testamento hebreo original de su primera traducción griega.

Algunos comentaristas comparan el Antiguo Testamento hebreo con otras literaturas religiosas de la misma época y han apuntado que ciertas palabras pueden hacer referencia a nombres de dioses y demonios. La base de comparación es la similitud en la forma de la palabra hebrea con una forma correspondiente en el idioma de otra cultura. Esto nos sugiere que las palabras que se usan para hacer referencia a demonios en otros idiomas son adaptadas en una manera natural por los profetas de Israel. Identificamos tres ejemplos en el Antiguo Testamento.

 

Salmo 91:6

Este texto en hebreo expresa una creencia en el peligro del sol del mediodía en la cabeza. Tiene literalmente “la destrucción que destruye en el mediodía” como la causa de miedo. Pero la LXX conecta esta creencia con los demonios. La LXX ha parafraseado la frase como “demonio a mediodía”.

“de saeta voladora de día; de cosa andante en tinieblas; de impugnación y demonio meridiano.” (Salmo 91:6/90:6 LXX)

“ni a la pestilencia que ande en la oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya.” (Salmo 91:6 Reina-Valera 1995)

“ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que devasta a mediodía.” (Salmo 91:6 La Biblia de Jerusalén – Nota adicional en la Biblia de Jerusalén – “ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote del demonio del mediodía.”)

“ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día” (Salmo 91:6 Nácar-Colunga)

“ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.” (Salmo 91:6 Nueva Versión Internacional)

“de la peste que anda en las tinieblas, o la epidemia que arrasa al mediodía.” (Salmo91:6 La Biblia Herder)

Este versículo refleja la creencia del traductor de la LXX. Muestra la creencia en los demonios y su papel como espíritus que afligen a la humanidad. Evidencia el punto de vista de la gente en aquel tiempo. Sin embargo, el manuscrito puede presentar simplemente la personificación de la “destrucción” que destruye a mediodía. Este salmo no nos enseña de la existencia de demonios como seres sobrenaturales.

El salmo afirma que algunos peligros nos acechan (v.3), algunos nos sorprenden insidiosamente (vs.3, 6); algunos son nuestros propios temores, reales o imaginarios, algunos reflejan hostilidad (v.5); otros, nuevamente, los encontramos en el camino de la vida (vs.12, 13). Así es la vida.

Pero la fe sencilla nos coloca en una posición de fuerte defensa (v.2). En su totalidad es una manera muy artística de expresar una verdad fundamentalmente importante: que siempre estamos totalmente seguros. En los vs.3-8 el énfasis es en cosas que nos llegan sin querer. La promesa no es seguridad de sino seguridad en. La clara implicación de que la confianza sencilla que asegura protección incluye también obligaciones morales.

 

Isaías 34:14

“y se encontrarán demonios con onocentauros, y bramarán otro contra el otro; allí reposarán onocentauros, hallando, para sí, reposo.”; (Isaías 34:14 LXX)

“Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y la cabra salvaje llamará a su compañero; la lechuza también tendrá allí refugio y hallará para sí reposo.” (Isaías 34:14 Reina-Valera 1995)

“Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso.” (Isaías 34:14 La Biblia de Jerusalén)

“Y las bestias monteses se encontrarán con los gatos cervales, y el peludo gritará á su compañero: la lamia también tendrá allí asiento, y hallará para sí reposo.” (Isaías 34:14 Nácar-Colunga)

“Las fieras del desierto se juntarán con las hienas, y las cabras monteses se llamarán unas a otras; allí también reposarán las aves nocturnas y encontrarán un lugar de descanso.” (Isaías 34:14 La Nueva Versión Internacional – en castellano peninsular)

“Toparán marmotas con hienas, un chivo a otro chivo llamará. También allí huelga el mochuelo y encuentra su guarida.” (Isaías 34:14 La Biblia Herder)

Se nota que en La LXX parece la palabra “demonio” pero en las otras traducciones ¡encontramos un verdadero jardín zoológico lleno de animales salvajes! Sin embargo hay que investigar el significado de la palabra ´Lilit` que aparece en la traducción de la Biblia de Jerusalén.

Es un punto de vista bastante común que la palabra hebrea “lilit” tiene sus raíces en Babilonia. La única mención expresada en el Antiguo Testamento se encuentra en Isaías 34:14 donde se traduce como “lechuza” en la Reina-Valera (1995):

«Lilit» podría ser un ave nocturna o un demonio. Decidir entre estas opciones es difícil. Realmente no tenemos suficiente información para determinar por qué esta palabra se ha introducido en el hebreo, y su uso en Isaías. En este caso, el contexto animal, puede ser un indicio de que se trata de una criatura nocturna del desierto. Se trata de Lilit, imagen femenina de carácter ambiguo, que aparece solamente una vez en la Biblia (Isaías 34:14), vinculada con la destrucción de la ciudad principal de Edom. Allí mora, entre las ruinas de la ciudad destruida. Desde allí nos habla como mujer fascinante, sobre-humana o pre-humana. La Biblia habla de la caída de la capital de Edom.

Nájera explica que “la figura de Lilith la podemos encontrar en un largo periodo de la humanidad habitando en desiertos y ciudades desoladas, alterando el sueño de los hombres, en busca de la sangre de los niños para saciar su desbordante sexualidad y nuevamente huir al desierto o al mar en donde encuentra armonía entre las lechuzas. Posiblemente el antecedente más remoto que poseemos sobre la brujería, espíritus malignos y vampiros sea Lilith. Su primer advenimiento se presenta en el poema de Gilgamesh, un antiguo texto literario mesopotámico, que reúne gran parte de su mitología. Los sumerios la representaban como una especie de mujer pájaro con patas y garras de lechuza parada sobre un par de chacales y a sus lados con dos lechuzas, sus pájaros sagrados. La escultura que data del 2000 a.C. así lo prueba. Más adelante los asirios y babilonios la absorben como un demonio alado. Esta figura influiría en las culturas hebreas antiguas quienes representaron a Lilith como espíritu nocturno o demonio femenino. Esta idea se extendería hasta Grecia asumiendo el nombre de Lamia.”

Ahora consideramos el contenido del versículos 14. De la misma manera que los capítulos 24–27 coronaron los oráculos locales con la perspectiva de juicio final y salvación, así los capítulos 34 y 35 dejan muy atrás la crisis asiria. Isaías continúa moviéndose entre advertencias y condenas contra los rebeldes (capítulo 34) y promesas de paz y bendición para los fieles (capítulo 35). Como las profecías son apocalípticas, el lenguaje está cargado de símbolos.

Edom es un territorio al sudeste del Mar Muerto, habitado por los descendientes de Esaú; incluye el área del monte Seir, su pico más alto, y Sela (Petra), su capital. Edom, casi siempre enemigo de Israel, y que se alegró de la caída de Jerusalén, simboliza a todas las naciones hostiles. Bosra es una importante ciudad de Edom (Idumea); su nombre significa “impenetrable”, y es un símbolo de la soberbia. La destrucción de naciones rebeldes, como Edom y Bosra, será tan completa que puede ser representada por la invasión de espinos, ortigas y cardos en sus edificios y animales salvajes que encuentran allí morada (vs.13–15).

 

Isaías 65:11

Nuestra última referencia de la LXX que menciona demonio es Isaías 65:11:

“Y vosotros los que me abandonasteis; y olvidáis el monte, el santo, mío, y preparáis al demonio mesa, y llenáis a la Fortuna mixtura.” (Isaías 65:11 LXX)

“Pero vosotros, los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna y ofrecéis libaciones al Destino,” (Isaías 65:11 Reina-Valera 1995)

“Mas vosotros, los que abandonáis a Yahvéh, los que olvidáis mi monte santo, los que ponéis una mesa a Gad y llenáis una copa a Meni.” (Isaías 65:11 La Biblia de Jerusalén)

“Pero vosotros, los que dejáis a Yavé, y olvidáis mi santo monte, los que aderezáis mesa para Gad y llenáis la copa para Meni.” (Isaías 65:11 Nácar-Colunga)

“Pero a ustedes que abandonan al Señor y se olvidan de mi monte santo, que para los dioses de la Fortuna y del Destino preparan mesas y sirven vino mezclado.” (Isaías 65:11 La Nueva Versión Internacional)

“Pero a vosotros, los que abandonáis a Yahveh, los que olvidáis mi santa montaña, los que preparáis una mesa a, los que lleváis vino aromático al Destino…” (Isaías 65:11 La Biblia Herder)

Podemos ver aquí las diferentes traducciones. El contexto es el de la idolatría. Dios castiga a Israel por hacer ofrendas a los dioses falsos. El traductor de la LXX ha usado la palabra “demonio” para la palabra hebrea “gad” que, en este contexto se piensa que es un dios de fortuna o destino. El traductor de la LXX también ha traducido la palabra hebrea “meni” como “destino”. Obviamente, la mención de un dios falso no indica que el profeta inspirado creyó que semejante dios existió. Sin embargo, el traductor de la LXX conecta el concepto de diablo claramente con los dioses falsos de las naciones, y éste es el punto de vista que debemos observar.

Adjuntamos explicaciones de varios comentaristas de la Biblia:

  1. Fortuna y Destino (Gad y Mení) eran adorados en Siria y otros lugares.
  2. Fortuna y Destino – los dioses paganos de la buena fortuna y la suerte.
  3. «Fortuna» es la traducción de la palabra hebrea “gad” para referirse al dios de la buena fortuna que adoraban los babilonios. De aquí viene la palabra «afortunado», la cual es de origen pagano.
  4. «Fortuna» es una referencia también a “gude”, cuya palabra viene de una antigua raíz aramea que significa “invadir con tropas”, o “atacar”, de ahí que el ejército del Imperio Romano lo adoptara como su “guardián” bajo la figura de “mitra”, el dios personal de Constantino quien vino luego a ser el jefe de la Iglesia Romana.
  5. La palabra “destino”, es la traducción hecha del término hebreo “meni”. Significa “destino”, pero es el nombre de una deidad pagana de origen babilónico.
  6. Tenemos aquí dos demonios en forma de dioses, que están condenados por la Palabra: gad y meni. Fortuna y Destino no son adjetivos, son los nombres personales de dos deidades paganas que adoraban los babilonios.

El capítulo 65 de Isaías anuncia el castigo para los rebeldes y el premio para los obedientes. En ella, el Señor explica sus decisiones (vs.1–10), reafirma su juicio (vs.11-12), y compara el tratamiento que ha dado a sus siervos leales con el recibido por los pecadores idólatras (vs.13–16). Fortuna y Destino son las deidades paganas Gad y Meni a las que rendían culto los rebeldes de Israel, cuya ´fortuna´ y ´destino´ será ´la espada´ (v.12).

Demonios y el culto de la adoración de los ídolos

Las naciones tenían varios dioses e imágenes que los representaban. En estas imágenes estaban en algunos casos el enfoque para la presencia del dios. El argumento en el Antiguo Testamento contra la existencia de tales dioses es que ellos no eran nada más que ídolos (imágenes). En otras palabras, el dios que el ídolo representó no existió y todo lo que la gente «tenía» era un ídolo.Este argumento es parte de la creencia en un Dios verdadero en el Antiguo Testamento. Una persona que defiende la existencia real de demonios está defendiendo una creencia en muchos dioses.

 

Deuteronomio 32

“Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido, a nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres.” (Deuteronomio 32:17 Reina-Valera)

“Sacrifican a demonios, no a Dios, a dioses que ignoraban, a nuevos, recién llegados, que no veneraron vuestros padres.” (Deuteronomio 32:17 La Biblia de Jerusalén)

*Ofreció sacrificios a los demonios, que no son Dios; dioses que no había conocido, dioses recién aparecidos, dioses no honrados por sus padres.” (Deuteronomio 32:17 La Nueva Versión Internacional)

“Inmolaron a demonios, y no a Dios; a dioses que no conocieron; nuevos y recientes vinieron, que no conocieron sus padres.” (Deuteronomio 32:17 La LXX)

Este pasaje asocia demonios con dioses falsos y parece decir que los demonios no eran dioses. Ésta es retórica profética normal para mostrar que tales dioses no existen.

Si la gente sacrificó a tales dioses, Yahvéh les afligiría con varios males:

“Porque se ha encendido el fuego de mi ira, y arderá hasta las profundidades del seol; devorará la tierra y sus frutos, y abrasará los fundamentos de los montes. Yo amontonaré males sobre ellos; emplearé en ellos mis flechas. Quedarán extenuados por el hambre, consumidos por la fiebre ardiente y la peste maligna. Diente de fieras enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra. Por fuera desolará la espada, y dentro de las casas el espanto; tanto al joven como a la muchacha al niño de pecho como al hombre cano.” (Deuteronomio 32:22-25)

Esta respuesta nos muestra que Yahvéh es el autor de tales maldades, no los dioses falsos ni los demonios. También nos muestra que si la gente cree en los dioses y los demonios, ¡Yahvéh no usa demonios contra ella para afligirla con mal!

El cántico de Moisés relata la tendencia de la gente hacia la idolatría.

“Ellos provocaron mis celos con lo que no es Dios; me irritaron con sus ídolos. Yo también provocaré sus celos con un pueblo que no es pueblo,” (Deuteronomio 32:21)

Las naciones practicaban la idolatría pero no existían seres sobrenaturales, caídos o malignos en los ídolos. Los demonios no son nada más que la idea de un dios en los ídolos. Esta creencia también es interesante porque conecta el comportamiento de los israelitas con la contestación de Dios. Dice que los provoca a celos por escoger a un grupo de personas que no constituyen una nación.

“Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia.” (1 Pedro 2:10; Romanos 10:19)

Esto pasó al final de la dispensación judía con la predicación del evangelio a los gentiles. Jesús había predicado a las ovejas perdidas de la casa de Israel y figuradamente las limpió de la idolatría por medio de sus milagros contra los endemoniados. Por consiguiente, la correlación entre la profecía de Deuteronomio y las circunstancias del primer siglo nos parece así:

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Israel es idólatra.

Ser poseído de demonios representa a Israel idólatra.

Jesús es el sanador. Es rechazado por su pueblo.

Dios responde

Escogería a un pueblo que no era pueblo.

Dios responde.

Escoge a los gentiles

Esto apoya nuestro razonamiento en los estudios del Nuevo Testamento acerca del simbolismo en los milagros con los endemoniados. Ellos son una representación de los judíos en los días de Jesús, de cómo Dios ve a la nación. Es una advertencia de lo que ocasionaría el rechazo de su pueblo en favor de los gentiles.

 

En resumen…

Dios se vuelve celoso cuando su pueblo empieza a creer en otros dioses, si le dicen: ‘Tu eres un Dios grandioso, un Dios poderoso, pero en realidad creo que a pesar de eso hay otros dioses fuera de ti, aunque no sean tan poderosos como tú’. Es por eso que no podemos creer que hay demonios o un diablo iguales que el verdadero Dios. Este es precisamente el error que cometió Israel. Gran parte del Antiguo Testamento se ocupa en mostrar cómo Israel desagradó a Dios al creer en otros dioses al mismo tiempo que en él. En la Biblia veremos que los ‘demonios’ son precisamente iguales a aquellos falsos dioses en los cuales creía Israel.

La Biblia enseña claramente que Dios es la fuente de todo poder y que él es responsable de todas las cosas de nuestra vida:

“Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él.” (Deuteronomio 4:35).

“Formo la luz y creo las tinieblas… hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto” (Isaías 45:7).

“Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí” (Isaías 45:5).

“No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno”, dice Dios (Isaías 44:8).

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