Introducción

Marcos empieza este episodio con la descripción de Jesús “escondido” en una casa porque “no quería que nadie lo supiera” (Marcos 7:24). La casa está ubicada en la región de Tiro y de Sidón. Es aquí donde una mujer le halla a Jesús y se postra a sus pies. Mateo añade más información como preámbulo de este encuentro. La mujer “había salido de aquella región” (Mateo 15:22).

Inicialmente Jesús no respondió a las súplicas de la mujer. Los discípulos le rogaron la despide pero Jesús les explicó que él fue “enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Mateo 15:24). Evidentemente la mujer le siguió a Jesús hasta una casa segura y se postró delante de él. Su persistencia tuvo éxito porque Jesús sanó a su hija.

Este relato no nos da información acerca de un demonio o demoníaco ni los detalles del exorcismo, aunque en la versión de Marcos, al final, alude a un demonio. Todo ocurrió a una distancia. Tampoco tenemos información de la reacción de la multitud. Puesto que la mujer era una gentil, no podemos relacionarla con un símbolo de Israel como en las dos curaciones anteriores. Puede ser que una gentil se encuentra en esta historia para simbolizar el lugar que los gentiles tienen en el plan de Dios. Vamos a examinar la conversación entre Jesús, los discípulos y la mujer.

 

Descripciones

Después de comparar los dos relatos (Mateo y Marcos) de este mismo milagro debemos preguntar por qué los dos evangelistas han presentado su retrato en formas diferentes. No somos introducidos directamente al demonio ni al demoníaco. Pero es interesante observar que la mujer se comporta como un demoníaco.

  1. Vino gritando (Mateo 15:22-23)
  2. Tuvo que ser silenciada (Mateo 15:23)
  3. Pidió misericordia para ella misma (Mateo 15:22,25)
  4. Empleó el titulo “Hijo de David” (Mateo 15:22)
  5. Se postró delante de Jesús (Mateo 15:25)
  6. El demonio salió de la hija (Marcos 7:30)

No recibimos ninguna información de los síntomas de la hija. No sabemos la manera en que la posesión del demonio se manifestó en ella. Eso distingue el caso de los otros exorcismos de Jesús. Los síntomas se refieren a pasajes del Antiguo Testamento que describen las maldiciones de Dios sobre Israel por causa de su idolatría.

Mateo describe la mujer como “cananea” (Mateo 15:22). Utiliza un término anticuado para el primer siglo (Mateo 10:4; Marcos 3:18). Lo que Marcos aplica es un término actual – “era griega, sirofenicia” (Marcos 7:26).

En la descripción de Mateo es probable una introducción al tema del milagro. Debemos asociar dos características concernientes a los cananeos del Antiguo Testamento:

  1. Tuvieron que ser destruidos.
  2. Practicaban la idolatría.

Se nota la caracterización de Israel:

“y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, a quienes ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán; y la tierra fue contaminada con sangre.” (Salmo 106:38)

La siguiente referencia profetiza la eliminación de los cananeos:

“Toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; todos los que ofrezcan sacrificios vendrán y las tomarán para cocinar en ellas. En aquel día no habrá más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 14:21)

La palabra mercaderes significa “cananeo”. Probablemente se haya escogido especialmente este término para señalar tanto al comercio (que, por lo general, no tiene un motivo santo) como a una religión impura que los israelitas debieran quitar al heredar la tierra de Canaán (Deuteronomio 7:1–6).

El politeísmo cananeo, que era de lo más degradado, corrompió moralmente al pueblo. En el culto de sus dioses, hombres y mujeres se prostituían a su antojo. Se ha dicho que en aquellos tiempos no había en el Medio Oriente una religión tan degenerada como la de Canaán. Según Levítico 18:25, la tierra estaba contaminada por las abominaciones practicadas por los cananeos, a quienes la tierra tuvo que vomitar (Levítico 20:22).

Entonces podemos considerar a la mujer que vino a Jesús como símbolo de los gentiles.

 

La conversación

Hay dos conversaciones en este episodio:

  1. Una entre de Jesús y sus discípulos
  2. Una entre de Jesús y la mujer

Esto llega a ser aparente cuando comparamos la información de los dos evangelios. Jesús no habla con la mujer en el camino hacia Tiro y Sidón. Sin embargo, habla con los discípulos quienes le rogaron “despídela”. La respuesta de Jesús es: “no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24). El significado de esta respuesta hay que buscarlo en el Antiguo Testamento.

Lo que los discípulos dijeron no implica que Jesús volvería a la mujer con las manos vacías sino que cumpliría con su petición. Jesús les anunció que no era posible en aquel momento.

Se nota lo que había dicho durante el servicio en la sinagoga en Nazaret (Lucas 4:18). Jesús leyó de Isaías 61:1, 2 y dio un discurso relativo al cumplimiento de esta profecía. Subrayó el aspecto del cumplimiento presente: lo que el profeta había predicho siglos antes ahora se hacía realidad. Enseñó que la profecía tenía un cumplimiento personal: el ungido de Dios era el mismo Jesús. También señaló que era un cumplimiento de la gracia: la era de la salvación de Dios había llegado. Puede ser significativo el hecho de que Jesús no haya completado la cita con su referencia al “día de la venganza de nuestro Dios”.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos…” (Lucas 4:18)

Lo que Jesús dijo a la mujer no significa que no tenía importancia sino que en aquel momento fue enviado a las “ovejas perdidas de la casa de Israel”. La frase “ovejas perdidas” viene de la profecía de Jeremías:

Como ovejas perdidas era mi pueblo: sus pastores las extraviaron, por los montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado y se olvidaron de sus rediles.” (Jeremías 50:6)

El pueblo estuvo perdido porque adoraba los ídolos en las montañas. Jesús fue enviado a la casa de Israel como dice el profeta Ezequiel:

“Porque no eres enviado a un pueblo de habla misteriosa ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel; no a muchos pueblos de habla misteriosa ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; pero si a ellos te enviara, ellos te escucharían. Pero la casa de Israel no te querrá oir, porque no me quiere oir a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.” (Ezequiel 3:5-7).

Durante esta conversación excepcional con los discípulos, llegarían a entender que en aquel momento Jesús no fue enviado a un pueblo que “habla lengua difícil” o con “palabras no entendibles”.

 

La súplica en el camino

La mujer le llamó a Jesús “Hijo de David”. Es normal usar este título porque enlaza con la región, Tiro y Sidón. El primer “hijo de David”, Salomón, estableció una relación especial con Hiram, rey de Tiro durante la construcción del Templo en Jerusalén (1 Reyes 7). El uso de este vocativo recuerda la relación del país de la mujer y el verdadero “Hijo de David”. También el título siempre acompaña la expresión “tenga misericordia” durante los milagros en los evangelios.

Las palabras “misericordia” conjuntamente con “David” nos dirigen a las siguientes referencias bíblicas:

“Jehová Dios, no rechaces a tu ungido; acuérdate de tus misericordias para con tu siervo David” (2 Crónicas 6:42)

“Inclinad vuestro oído y venid a mí; escuchad y vivirá vuestra alma. Haré con vosotros un pacto eterno, las misericordias firmes a David..” (Isaías 55:3)

“Y en cuanto a que lo levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: “Os daré las misericordias fieles de David”. (Hechos 13:34)

¡Estas misericordias son para todos y este es el punto de vista de la mujer sirofenicia! También la mujer aplica dos conceptos de Isaías 9:1 que señalan su entendimiento de esta profecía y también la condición de su hija. Ella dijo a Jesús que “mi hija es gravemente atormentada” (Mateo 15:22)

“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo en que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” (Isaías 9:1-2)

Según Mateo 4, el encarcelamiento de Juan dejó a Jesús, como su asociado, en peligro en el sur y a la vez dejó el campo abierto para que Jesús iniciara su propia misión. Galilea resulta ser el escenario de las actividades de Jesús hasta su último viaje a Jerusalén en el capítulo 21. Sería en Galilea que la luz resplandecería (como fue predicho en Isaías 9:1, 2), y allí la misión de Jesús crecería y prosperaría. Jerusalén, por otro lado, llegaría a ser el lugar de rechazo y muerte.

Galilea (de los gentiles) estaba geográfica y políticamente separada de Judea y tenía una población predominantemente no judía. Los habitantes de Judea consideraban a los de Galilea como gente inculta y no religiosa, y existe amplia evidencia de relaciones tirantes entre las dos provincias en los tiempos del Nuevo Testamento. Como galileo en Jerusalén, Jesús era virtualmente un extranjero.

Las aflicciones del pueblo en el norte vienen de Dios (no del “diablo”). La mujer sirofenicia entendía bien que estas aflicciones abrazaron a su hija también. Por eso, suplica por la obra de Dios sanarla.

 

La súplica en la casa

La segunda suplica de la mujer es: “¡Señor socórreme! (Mateo 15:25). Se puede encontrar esta frase en un número de referencias del Antiguo Testamento, los salmos de David incluidos. (Salmos 22:19; 38:22; 40:13; 70:1; 119:173,175).

Se nota que el segundo rechazo de Jesús incluye las referencias a “hijos”, “pan”, “perros” y “mesa”. La frase “echarlo a los perros” viene de Ėxodo 22:31.

“Me seréis hombres santos. »No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis.”

El “pan de los hijos” no es la carne descrita en Ėxodo 22. El “pan de los hijos” es el “pan” para los “hijos” de Israel – el maná puesto sobre la mesa (Salmo 78:19-20).

“Y hablaron contra Dios, diciendo: «¿Podrá poner mesa en el desierto? Él ha herido la peña, y brotaron aguas y torrentes inundaron la tierra.¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?”

Ahora, Jesús es este “pan”.

 

Conclusión

Los datos que presentamos durante este episodio:

¿Pueden establecer la cuestión de la existencia de demonios en los días de Jesús y hoy en día?
¿Constituyen una `doctrina’?
¿Reflejan sólo una creencia contemporánea?
¿Son de alguna forma simbólicos?

Las respuestas a estas preguntas son claras:

Lo que hemos leído en Mateo 15 y Marcos 7 puede presentar una prueba de la existencia de un demonio en aquel tiempo pero hoy en día no. Tampoco tenemos suficiente información para decir que tipo de demonio afligió a la hija de la mujer sirofenicia.

Se puede apelar a esta información para creer en la existencia de demonios pero la evidencia es circunstancial. La evidencia en el Nuevo Testamento no presenta una doctrina de demonios dentro de la cual podemos situar este tipo de evidencia. De acuerdo con esto, los datos en Mateo 15 y Marcos 7 pueden expresar sólo una creencia contemporánea en la existencia de los demonios.

Se nota que el episodio enfatiza el origen cananeo de la mujer y la Biblia asocia a los cananeos con la idolatría. Puede ser que el lector perciba una advertencia con respecto de las creencias de esta mujer.

En los dos milagros anteriores encontramos la salvación para los judíos. En este milagro el mensaje es claro, por medio de Jesús, la salvación es también disponible para los gentiles.

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