Introducción

Es cierto que este es el más famoso de los exorcismos que realizó Jesús. Ocurrió cuando Jesús viajaba por el mar de Galilea en la tierra de los gadarenos. Al desembarcar, dos hombres con espíritus inmundos que moraban en los sepulcros cercanos fueron a su encuentro (Mateo 8:28). Los dos se describen como personas ‘feroces en gran manera’ y, por eso nadie podía pasar por aquel camino. De los dos, uno parece tomar el control, y el relato en Marcos y Lucas se concentra en este hombre. (Es posible que cada uno se fije en un hombre diferente.)

El hombre encuentra a Jesús mientras sale del barco y postrándose a sus pies le adora. Reconociendo a Jesús como el Hijo del Dios Altísimo, implora a Jesús que lo deje solo. Jesús no echa afuera el espíritu inmundo en seguida, pero habla con él y descubre que él es uno de muchos. Todos los espíritus piden pasar del hombre a un hato de cerdos. Así se hizo y el hato se precipita por un despeñadero y se ahoga en el mar.

Los detalles de este exorcismo son dramáticos y llenos de alusiones al Antiguo Testamento. Una vez más, Jesús se enfrenta al demonio (o los demonios). Podemos descubrir el simbolismo y tipología del milagro; primero, por una consideración de la descripción de las circunstancias del hombre; segundo, por una consideración de la conversación entre el hombre y Jesús; en tercer lugar, por una mirada al detalle actual del exorcismo; y por último, por una consideración de la reacción de la multitud.

 

La descripción del hombre

Los tres relatos del Evangelio son diferentes. Mateo detalla a dos hombres que encuentran a Jesús, mientras Marcos y Lucas describen a un solo hombre. Nuestro primer hilo de evidencia con respecto a la pregunta de la existencia de demonios es la descripción que se da acerca de los hombres ‘endemoniados’.

En el relato de Mateo los dos hombres se dirigen juntos a Jesús, y Mateo se refiere naturalmente a ellos con pronombres plurales:

“Y clamaron …Estaba paciendo lejos de ellos.. .Él les dijo: Id. Y ellos salieron…” (Mateo 8:29-32)

No hay ninguna razón en el relato de Mateo para suponer que uno o los dos hombres están poseídos por muchos demonios. Sólo cuando leemos Marcos y Lucas entendemos que por lo menos uno de los hombres estaba poseído por muchos demonios. Es Lucas quien deja esto bien establecido.

“¿Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo, Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.” (Lucas 8:30)

Lucas nos dice específicamente que el hombre se llamaba ‘Legion’ porque muchos demonios habían entrado en él. En cambio, el relato de Marcos consigna la respuesta más amplia del endemoniado, cuando dice: “Legión me llamo; porque somos muchos.” (Marcos 5:9) Notamos que Lucas ha dejado la frase “porque somos muchos” con el propósito de presentar su explicación del título ‘Legión’. Da la impresión que hay un demonio principal con muchos demonios compañeros. (La posesión de demonios múltiples no era una creencia rara en el primer siglo.) El relato de Lucas deja en claro que ‘Legión’ era el nombre del hombre y no del demonio principal. El relato de Marcos explica cómo el hombre vino a tener este nombre –se lo habían puesto la gente de la ciudad y de los alrededores:

“Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión…” (Marcos 5:15)

La gente cercana, habiendo diagnosticado al hombre como ser poseído por muchos demonios. Le había apodado ‘Legión’. En vista del hecho que éste es un Latinismo, (es decir una transliteración de la palabra latina al griego), probablemente hay alguna importancia simbólica en el uso de este nombre romano para el hombre.

El relato de Lucas es diferente al de Marcos en que él atribuye la conducta del hombre específicamente a un demonio:

“…pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.) Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión: porque muchos demonios habían entrado en él.” (Lucas 8:29-30)

Marcos describe esta conducta pero él no la atribuye explícitamente a cualquier demonio. Esta diferencia puede reflejar entre los dos, por supuesto, los conocimientos médicos de Lucas.

Otra diferencia entre Marcos y Lucas está en el uso de las expresiones, ‘el espíritu inmundo’ y ‘el demonio’. En esto parece haber un modelo definido para este uso:

La perspectiva descrita por Marcos:

“…un hombre con un espíritu inmundo..”

(Marcos 5:2)

Las palabras de Jesús

“…Sal de este hombre, espíritu inmundo…”

(Marcos 5:8)

La perspectiva descrita por Marcos

“…Y saliendo aquellos espíritus inmundos…” (Marcos 5:l3)

Lo que dice Marcos de la reacción y perspectiva de la gente

“Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio…”

(Marcos 5:l5, 16, 18)

Había muchos gentiles que habitaban en la región de los gadarenos. Por eso la gente podría haber pensado que el hombre estaba poseído por demonios en vez de ‘espíritus inmundos’. Es posible que no era costumbre usar esta última expresión.

El modelo de Lucas es ligeramente diferente y refleja su fondo gentil. El uso de estas expresiones también subraya las palabras de Jesús al endemoniado. Como en el caso de Lucas, vemos muy significativamente que Jesús usa la expresión ‘el espíritu inmundo’. Lucas nos informa indirectamente de las palabras de Jesús y él podría haber usado la palabra ‘demonio’ en su relato. Sin embargo, escoge retener el uso de Jesús del ‘espíritu inmundo’ aunque en otra parte de su relato sólo usa la expresión ‘el demonio’.

La perspectiva descrita por Lucas

“…un hombre de la ciudad, endemoniado desde hace mucho tiempo…” (Lucas 8:27)
Las palabras de Jesús Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese…” (Lucas 8:29)

La perspectiva descrita por Lucas

“…Porque muchos demonios habían entrado en él…” (Lucas 8:30)

“…al hombre de quien habían salido los demonios…” (Lucas 8:35)

“…el endemoniado…”

(Lucas 8:36)

Es importante notar cómo Marcos y Lucas montan sobre un eje sus relatos del hombre que revela su nombre a Jesús. Hasta este punto el hombre es el enfoque del relato y menciona un solo espíritu inmundo. Después de esta declaración, el enfoque de los relatos cambia al demonio principal y sus demonios compañeros. El hombre pasa al fondo. Si hemos de evaluar el milagro para buscar la evidencia de la existencia de demonios, son los detalles de los relatos, cuando el hombre ha pasado a segundo plano, los que nos proporcionan nuestras consideraciones principales.

El hombre tiene su morada entre los sepulcros. Esta escena hace eco de la descripción de la nación de Israel en Isaías 65:

“pueblo…que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos…” (Isaías 65:3-4)

Este eco fija el simbolismo esencial: el hombre simboliza al ‘pueblo’ de Israel. Su apariencia física refuerza esta identidad.

El contexto típico de este milagro es uno de cautividad. El hecho de que el milagro tiene lugar en el país de los gadarenos encaja con este tipo. Es como si los judíos (representados por el hombre) estuvieran en un país extranjero al cual Jesús ha llegado como un redentor aunque, como veremos, el hombre no cree que está en cautividad. También es posible que la mención de los dos hombres refleje las cautividades separadas de Israel y Judá. En este caso es una sugerencia atractiva considerar al hombre que Marcos y Lucas lo enfocan como típico de Judá. (Marcos y Lucas se enfocan en un hombre diferente. Puede ser que haya habido alguna clase de imitación entre los hombres. La presencia de los dos hombres puede explicar el uso del plural en el milagro, y en particular el número de demonios, a saber, que hay dos demonios.) En cualquier caso, la causa para la cautividad era la misma – la idolatría espiritual. Hay varias ideas que indican este simbolismo de cautividad.

El hombre estaba “fuera de la ciudad” y “no vestía ropa” (Lucas 8:27) Ambos detalles figuran en descripciones de la cautividad de Judá:

“Y te despojarán de tus vestidos, y te arrebatarán todos los adornos de tu hermosura.” Ezequiel 23:26, 16:39. (Puede referirse a los adornos de los sacerdotes)

“Y viéndolos Sedequías rey de Judá y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de noche de la ciudad por el camino del huerto del rey, por la puerta entre los dos muros; y salió el rey por el camino de Arabá.” (Jeremías 39:4)

“Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y salieron de la ciudad de noche por el camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y se fueron por el camino de Arabá, estando aún los caldeos junto a la ciudad alrededor.” (Jeremías 52:7)

Al hombre se le describe como que “había sido atado con grillos y cadenas”; y sigue con “…mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.” (Marcos 5:3-4)

Esta descripción alude a las varias cautividades de Judá que les sobrevinieron por causa de la idolatría y la infidelidad espiritual del pueblo de Dios. Las siguientes son las cautividades más destacadas:

  • La cautividad de Manasés: “…los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés…” (2 Crónicas 33:11)
  • La primera cautividad bajo Joacim (Daniel 1:1-2; Jeremías 46:27-28, 51:28)
  • La segunda cautividad bajo Joacim mismo descrita en los siguientes términos, “…lo llevó a Babilonia atado con cadenas…” (2 Crónicas 36:6); esta cautividad es seguida por la cautividad de su hijo, Joaquín (2 Reyes 24:10-; 2 Crónicas 36:9-10)
  • La tercera de Sedequías, “…y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.” (2 Reyes 25:7).

Cuando consideramos el caso de Judá, sus cautividades son causadas por rebelión, y éstas concuerdan con el evangelio de Marcos por la referencia que hace del hombre que “desmenuza los grillos”. La acción de desmenuzar los grillos en la parte del endemoniado es un símbolo de la rebelión de Judá contra los juicios de Dios.

«Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella.» (Deuteronomio 28:63 (Vea también: 2 Crónicas 7:20, Salmos 80:12, Jeremías 12:14-15, 18:7, 22:24, 24:6, 31:28, 42:10, 45:4.)

Esta expresión de «arrancar» se usa a menudo para describir la acción de Dios provocando la cautividad de su pueblo.

Entonces, tenemos una historia en este simbolismo – la historia de las cautividades de Judá por los poderes extranjeros. En este simbolismo, la gente de las cercanías representa las naciones que ligan al hombre, y podemos pensar en éstos como los poderes vencedores en la región. Pero el hombre es poseído inicialmente por un demonio poderoso y sus compañeros. Este detalle significa probablemente la cautividad de Judá (e Israel) por las superpotencias del día (Babilonia y Asiria). El hecho de que el pueblo haya adoptado la idolatría de las naciones era como una ‘posesión’ por esas naciones. Este simbolismo se presenta muy bien con el nombre del endemoniado – Legión. (Este nombre extranjero concuerda con otro detalle de Isaías 65:1 «…a gente que no invocaba mi nombre…»)

Los judíos estaban ahora de nuevo en “cautividad”. Esta vez bajo el control de la superpotencia romana y sus legiones.

El estado del hombre estaba espiritualmente “en los sepulcros” y “nadie le podía dominar”. Estaba en un estado de rebelión, y todavía desnudo. La palabra griega para ‘dominar’ (griego: damazô) es poco común y sólo aparece en la Septuaginta, en Daniel,

“Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza (gr. damazô) y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.” (Daniel 2:40)

En Daniel estas palabras profetizan la destrucción de la nación de los judíos en el año 70 de nuestra era. Por eso la misma palabra aquí en Marcos es un eco de lo que iba a ocurrir con la nación cuarenta años más tarde. (Es interesante notar que a los endemoniados se les describe como ‘feroces en gran manera’, y la única otra ocurrencia en el Nuevo Testamento de esta palabra está en 2 Timoteo 3:1, “…que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” – otra alusión al año 70 de nuestra era) Nadie podía dominar al endemoniado, ¡pero pronto vendría el momento cuando alguien lo dominaría!

El hombre siempre estaba “en los montes» (Marcos 5:5), y este detalle se puede relacionar con el hecho de que Israel sirvió a los ídolos continuamente en sus montañas respectivas. Por ejemplo, Isaías dice:

«por vuestras iniquidades, dice Jehová, y por las iniquidades de vuestros padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes, y sobre los collados me afrentaron…” (Isaías 65:7, Oseas 4:13)

(Son varias las conexiones entre Isaías 65 y este milagro. Por ejemplo, la Septuaginta, de Isaías 65:11 dice: «…que ponéis mesa para el demonio…» pero el hebreo dice: «… mesa para Gad…» ¡Recordamos que el endemoniado era un gadareno! La traducción en R-V es ‘Fortuna’ un dios venerado por los cananeos. Jehová Dios está contra la nación porque «…comen carne de cerdo…» (v. 4). Es cierto que Jesús envió los demonios a los cerdos. )

En este contexto, podemos ver que la referencia a «hiriéndose con piedras» y «dando voces» alude a la auto mutilación de los profetas de Baal en el Monte Carmelo,

«Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.” (1 Reyes 18:28)

El milagro también alude a este episodio de otras maneras:

  • Se produce el mismo encuentro de ‘pregunta y respuesta’ entre Jesús y el endemoniado. Dice Acab a Elías “¿Eres tú el que turbas a Israel?” (1 Reyes 18:17) Elías le responde: “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los Baales.” (1 Reyes 18:18)
  • Los profetas de Baal eran ‘muchos’ (1 Reyes 18:25), así como el endemoniado tenía «muchos».
  • Se llevaron a los profetas de Baal al «arroyo de Cisón» y allí los degolló Elías (1 Reyes 18:40) Esto corresponde a los demonios que entraron en los cerdos que se precipitaron en el mar y se ahogaron.

Para resumir: esta descripción del relato propone cautiverios de Israel. El hombre endemoniado representa a Israel en su esclavitud. La causa de estos cautiverios ha sido su idolatría. El simbolismo viene de dos fuentes:

  • las descripciones de los cautiverios de Israel expresan la forma cómo las personas habían intentado dominar al hombre endemoniado, y también su reacción a los esfuerzos por atarlo.
  • las descripciones de la idolatría de Israel expresan la manera en que el hombre endemoniado había escogido vivir en los montes.

El nombre del endemoniado apunta a la identidad del poder extranjero actual – Roma. Jesús se presenta como el redentor de la gente necesitada

En cierto sentido, el milagro es una representación dramática protagonizado por Dios y Su pueblo. Dios está presentando a Jesús no sólo como el redentor de esa generación, sino de su pueblo en conjunto. Es por esto que hay conexiones con el Antiguo Testamento – estos enlaces forjan la conexión entre Jesús y el carácter histórico del pueblo. Estos enlaces le permiten a Dios presentar a Jesús como el salvador de Israel.

 

La Conversación

La siguiente evidencia que se relaciona con la pregunta acerca de la existencia de demonios es la conversación que tiene lugar entre Jesús y el endemoniado. Podemos separar el relato de Mateo de los de Marcos y de Lucas porque Mateo nos presenta dos hombres. Marcos y Lucas nos presentan un solo hombre. Mateo describe la conversación que tiene lugar entre Jesús y los demonios que poseen a los hombres. Marcos y Lucas describen una estructura interactiva más complicada entre Jesús, el hombre y el demonio principal.

La estructura parece ser como sigue:

Jesús

«Sal de este hombre, espíritu inmundo» (Marcos 5:8)

Espíritu inmundo

«¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.» (Marcos 5:7)

Jesús al Hombre

«¿Cómo te llamas?» (Marcos 5:9)

El hombre

«Legión me llamo; porque somos muchos.» (Marcos 5:9)

El hombre

Le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. (Marcos 5:10)

Espíritu inmundo

«Todos los demonios rogaron: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.» (Marcos 5:12)

«Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.» (Lucas 8:31)

El relato del milagro empieza con una descripción del hombre; no tenemos ninguna descripción del demonio (o de los demonios). Marcos presenta al hombre que tenía un «espíritu inmundo». (Marcos 5:2) Lucas, sin embargo, anuncia que el hombre tenía «muchos demonios». (Lucas 8:33) No obstante, ambos escritores empiezan con un énfasis singular hacia el espíritu inmundo.

Supongamos que es el hombre que grita:

«¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». (Marcos 5:7)

«¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes». (Lucas 8:28-29)

Sin embargo, ambos escritores del Evangelio indican que esta declaración es el resultado de la orden de Jesús.

«Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo». (Marcos 5:8)

«Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre…» (Lucas 8:29)

Y esto nos muestra que el que está hablando es el espíritu inmundo, por medio del aparato vocal del hombre. Aunque es el hombre corriendo, cayéndose, rindiendo culto y clamando a Jesús, debemos pensar que estas palabras las habló el espíritu inmundo que estaba en el hombre.

Vemos un cambio en la próxima parte de la conversación. Jesús dirige su atención hacia el hombre y no al espíritu inmundo. Esto queda en claro en el relato de Lucas:

«Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo. Legión, (porque somos muchos – Marcos 5:9). Porque muchos demonios habían entrado en él». (Lucas 8:30)

El uso de Lucas de los pronombres, » Y le preguntó Jesús… porque muchos demonios habían entrado en él «, muestra que es el hombre que exige tener el nombre ‘Legión’. El hombre revela que él tiene muchos demonios y se une con ellos en su uso de «porque somos muchos». Una vez que el hombre ha revelado que hay muchos demonios junto con él, Jesús ajusta su discurso y reacción de acuerdo con esto. (El ajuste de la conversación de Jesús no debe interpretarse equivocadamente como evidencia de que Jesús está acomodando una creencia en demonios; tan sólo ilustra la clase de ajuste natural que a menudo tiene lugar en una conversación. Si, cuando pensamos, el hombre manifiesta un desorden de personalidad múltiple, sería necesario semejante ajuste. Aunque Jesús sabía que se creía que el hombre tenía muchos demonios, no obstante, él responde primero al espíritu inmundo principal.) Ahora la conversación cambia del hombre a los espíritus inmundos. Marcos indica cómo esta conversación aparecía – era un tipo de griterío – el hombre «le rogaba mucho» (Marcos 5:10) «que no los enviase fuera de aquella región». Y en este clamor los espíritus inmundos le rogaron que no los mandase ir al abismo (Lucas 8:31) sino a los cerdos.

Podemos conjeturar de esta evidencia que los fenómenos que Jesús y los discípulos observaron eran de un hombre que habla, pero dependiendo de lo que salió de su boca, era él hombre mismo, un demonio principal o los muchos demonios que hablaron. Cuando las Escrituras nos dan descripciones del hombre, él es nuestro enfoque; cuando nos presentan el discurso del demonio o de los demonios, él o ellos son nuestro enfoque.

La pregunta del endemoniado, ¿Qué tienes conmigo? (Marcos 5:7), viene del milagro de Elías con el hijo de la viuda de Sarepta. Su pregunta: «¿Qué tengo yo contigo…Has venido a mi para traer a memoria mis iniquidades…?» (1 Reyes 17:18) muestra su pecado, y, como lectores, nos preguntamos acerca de la naturaleza de su pecado. Vemos como el endemoniado gadareno parcialmente cita sus palabras pero, como lectores, pensamos inmediatamente en lo que no se cita: «¿Haz venido a mí para traer a memoria mis iniquidades?» Y por eso, pensamos que en el simbolismo de este exorcismo hay un «pecado» que debe tenerse en cuenta.

Marcos fija la atención al hombre que estaba pidiendo que no los enviase fuera de aquella región (Marcos 5:10), mientras que Lucas dirige nuestra atención a los demonios que rogaban que no los mandase ir al abismo. (Lucas 8:31) El hombre presenta el deseo de Israel de permanecer en la tierra prometida – «la región» se relaciona con las muchas referencias a «la tierra» en Génesis. Este deseo encaja en el simbolismo de la cautividad en que el hombre está expresando el deseo de no entrar, aunque la ocupación romana es un tipo de cautividad. El demonio no desea entrar al abismo. Ésta es una alusión al Mar Rojo llamado ‘el abismo’ (Isaías 51:10, 63:13) Los egipcios fueron destruidos en el Mar Rojo. Y esto es lo que pasó con los demonios cuando se precipitaron en el mar. El resultado del milagro era que la *gente de la región de los gadarenos tuvieron miedo. Así es cómo las naciones reaccionaron a la noticia de la liberación de Israel de Egipto (Éxodo 15:14).

Jesús envía a los demonios a un hato de cerdos y el hato se precipitó en el mar. Le dice al hombre que: «…cuenta cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y como ha tenido misericordia de ti». Jehová le había mostrado compasión, así como había mostrado compasión en el desierto (Salmos 78:38, Marcos 5:19). El episodio anticipa el tiempo cuando Jehová tendrá compasión de nuevo y echará los pecados de Israel en lo profundo del mar. (Miqueas 7:19)

La identificación simbólica del endemoniado con Israel también se verifica de otras maneras, además de este símbolo del Éxodo. Por ejemplo, por la respuesta que él da a la pregunta de Jesús: «¿Cómo te llamas?». Esto era la pregunta que el ángel le preguntó a Jacob en el vado de Jaboc, antes de que cambiara su nombre a Israel (Génesis 32:27). La respuesta del endemoniado, «somos muchos», viene de Ezequiel:

«Hijo de hombre, los que habitan aquellos lugares asolados en la tierra de Israel hablan diciendo: Abraham era uno, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos; a nosotros nos es dada la tierra en posesión. Por tanto, diles: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿Comeréis con sangre, y a vuestros ídolos alzaréis vuestros ojos, y derramaréis sangre, y poseeréis vosotros la tierra?» (Ezequiel 33:24-25)

El relato aquí identifica al endemoniado como representante de Israel, y una vez más, en el mismo contexto, tenemos la referencia de su idolatría. El uso de la expresión ‘somos muchos’ de Ezequiel nos recuerda las promesas de Dios a Abraham de una tierra y ‘su descendencia como las estrellas del cielo’ (Génesis 22:17). Esta alusión refuerza significativamente la petición del hombre de no ser enviado lejos de la región prometida a los descendientes de Abraham.

El discurso del endemoniado sigue un modelo normal para estos encuentros, es decir, el reconocimiento de Jesús de alguna manera. El endemoniado en Marcos 1:24 había usado el título, «el Santo de Dios»; aquí usa la expresión «Hijo del Dios Altísimo», que es un título de Dios, que ocurre en Salmos 78. Los dos títulos se unen de la manera siguiente:

Rechazando la Tierra Prometida, Israel había tentado y había provocado a Dios «el Santo de Israel» (Salmos 78:41. El título en Marcos 1:24 identifica a Jesús como él que estaba allí para salvar a Israel que está representado por el endemoniado. Después de que Israel había entrado en la tierra y vivía allí en sus tiendas volvió a actuar como sus padres y provocó al «Dios Altísimo» (Salmos 78:57) con sus imágenes y lugares altos (Salmos 78:58) El endemoniado usa el título, «Dios Altísimo», agregando ‘el hijo de’ para formar «el Hijo del Dios Altísimo». De esta manera Jesús se identifica como quien es provocado por el estado espiritual de Israel, en concordancia simbolizado por el endemoniado.

En este contexto, Mateo dice que los dos endemoniados le rogaron a Jesús que no les atormentara «antes de tiempo». (Mateo 8:29), mientras que los otros evangelios identifican un ruego del demonio principal de que Jesús no le atormentara. El enfoque de Mateo se refiere a un juicio profético anticipado en Israel (1 Corintios 4:5). Según Jeremías, había un tiempo fijo para el juicio de Judá por causa de su idolatría (Jeremías 2:27, 8:7, 12, 10:15, 11:12). Este día vendría pronto en el año 70 de nuestra era. Sin embargo, el enfoque en Marcos y Lucas está en el miedo que el demonio tiene del tormento venidero. Puesto que los demonios atormentan a las personas, existe ironía en este ruego. Aunque ellos atormentan a las personas llegaría un momento para su juicio (así como Egipto fue juzgado por medio de los varios tormentos)

Para resumir: lo que vemos en este milagro es una purificación simbólica de la nación por culto de la idolatría y su libertad de la cautividad. Ésto no es decir que la gente adorara a los ídolos en los días de Jesús, por lo menos no en el sentido de lo que hicieron en generaciones anteriores. Más bien, la perspectiva del milagro es histórica, es decir que se describe a las personas en términos históricos. Puede ser que la generación del tiempo de Jesús creyera en varios dioses y demonios, pero la presencia de tales creencias entre las personas no era igual que la idolatría institucional estatal de las generaciones anteriores. En el milagro se presenta una perspectiva histórica porque Dios presenta a Jesús en conjunto como el redentor de la nación.

 

La purificación

El tercer aspecto del milagro que tenemos que considerar cuando pensamos acerca de la existencia de demonios es la entrada de los demonios en los cerdos. Surgen varias preguntas:

  • los demonios pidieron permiso para entrar en los cerdos – ¿por qué?
  • había dos mil cerdos, ¿pero cuántos demonios entraron en estos cerdos – dos mil?
  • ¿qué pasó con los demonios? – ¿fueron destruidos en el mar?

Éste es el único milagro que dice a donde iban después de salir de la persona poseída. Es una información notable. En los otros milagros nos presentan un hecho cumplido – una persona está poseída o sufriendo de la aflicción de un demonio, y entonces la persona se cura y no oímos nada más acerca del demonio. En el caso de los gadarenos, el demonio o los demonios salen y entran en los cerdos.

Esto plantea la pregunta si deja de existir el demonio después del exorcismo, o si el demonio salió para otra parte o posiblemente para volver de nuevo. Otro milagro sugiere que algunos demonios (por lo menos) no se destruyeron y podrían volver de nuevo:

«Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él». (Marcos 9:25)

El mismo aspecto también se ilustra en la parábola del espíritu inmundo que vuelve. Sale del hombre, anda por lugares secos y vuelve a su ‘casa’. (Mateo 12:43, Lucas 11:24) Examinaremos esta parábola en otro estudio.

En base de lo que hemos analizado, podemos concluir que se pensaba que algunos demonios existían fuera de los humanos, pero no tenemos ninguna información sobre tal existencia en el Nuevo Testamento.

Para quien no cree en demonios, este aspecto del milagro plantea la pregunta: ¿Quién entró en los cerdos? La respuesta correcta es ‘demonios’.El relato no proporciona otra información. Los demonios entraron en los cerdos. Así es como se puede entender la historia en un nivel literal. Requiere que nosotros (como lectores) presentemos una idea acerca de los demonios porque la historia no nos dice lo que estos son. Por eso debemos tener en el relato un punto de vista sobre los demonios que sea apropiado para aquellas personas del primer siglo.

Probablemente se entendía que los espíritus de las personas muertas poseían al hombre. Tales espíritus de los muertos eran representaciones comunes de demonios. Significativamente, el hombre tiene su morada entre las tumbas. El hecho de que el endemoniado ‘se hirió’ (El verbo griego aquí katakoptō significa ‘abatir a golpes, cortar, matar’) podría ser el resultado de encauzar las almas de los muertos. Era una creencia común que las almas de los muertos habitaban la vecindad inmediata de sus restos físicos (en este caso, las tumbas cercanas) Haciéndose cortaduras por el muerto, se puede introducir un alma en el cuerpo a través de una herida abierta.

En Levítico definitivamente esta práctica está prohibida:

«Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová». (Levítico 19:28)

Claramente, cortar la piel es una creencia pagana, pero esto no significa que la historia del milagro no está reflejando semejante creencia. (Puede ser que esta explicación de los demonios que poseían a los gadarenos no sería defendida por un creyente en demonios hoy, y podemos preguntarle – ¿por qué? Es probablemente desagradable pensar hoy en día que los demonios son los espíritus de los muertos, pero este prejuicio no debe desviarnos del hecho que era una creencia de la gente en las regiones de los gadarenos.

Hemos presentado dos razones contextuales para suponer que estos demonios eran los espíritus de los muertos. Sería un error exagerar los detalles del milagro y hablar de estos demonios como «seres» o «criaturas celestiales» o «ángeles caídos» o «espíritus rebeldes». Aunque probablemente se tenía entendido que eran los espíritus de los muertos, estrictamente no sabemos de ellos nada más excepto que eran «demonios» y «espíritus inmundos».

Evaluando esta evidencia, estamos intentando evitar un error común. El lenguaje de «entrar» y «salir» es el lenguaje usado en el primer siglo para describir la actividad de los demonios. Si los demonios no existen, esto no significa que tenemos que encontrar otra cosa que salió de los endemoniados y entró en los cerdos. No hay información en la historia del milagro que nos permita decir algo diferente. Los «demonios» salieron de los endemoniados y entraron en los cerdos.

Éste es un punto importante. Se defiende a menudo de que si los demonios no existen, entonces algo más debe existir para que una cosa saliera del hombre y entrara en los cerdos. (Este es un punto conflictivo entre un creyente en demonios y un no-creyente. Por ejemplo, podría defenderse con el argumento que si los demonios (los sobrenaturales) no existen, entonces algún proceso natural debe haberse sucedido en los cerdos. Semejante argumento es especulación – algo o nada puede haber entrado en los cerdos – no sabemos – era, después de todo, un milagro sobrenatural.) Sin embargo, este argumento asume que podemos divorciarnos del idioma de la «salida» de la mención de demonios y lo hace aplicable a otra entidad. Esto es una presunción arbitraria – necesita ser justificada. La mayoría de las veces, el argumento se pone sin semejante justificación. Por ejemplo, suponga una tribu primitiva que cree que el fantasma de la abuela maternal ‘entra’ en su hija durante el aniversario de su muerte. Si no creemos en semejante fantasma, no tenemos que explicar que algo más entra en la hija. No hay ninguna manera de divorciarse de este lenguaje, estrechamente acoplado con ‘los demonios’, y lo aplica a otra entidad – esto parece gratuito y minimiza la importancia de la propia representación válida del texto del sistema de creencia en los demonios.

El lenguaje sobre los demonios simplemente no se compone de la palabra ‘demonio’ pero, también, aplica maneras de describirlos. En particular, los verbos ‘entrar’ y ‘salir’ en tales descripciones. Estas descripciones dependen de la palabra ‘demonio’ que tiene referencia. Desde hace mucho tiempo, los lógicos han observado que hay una diferencia entre ‘referencia’, que es un aspecto del significado en el idioma y el ‘referente’, que es el objeto que corresponde a la expresión de la cual se refiere. Por ejemplo, la expresión ‘el rey de Francia’ se imagina que se refiere a una persona llamada el rey de Francia – la expresión tiene referencia – pero no hay ningún referente correspondiente.

Eso es lo que ocurre con la palabra ‘demonio’ – si no hay ningún referente para ‘demonio’, la palabra todavía tiene referencia; esta referencia es simplemente una cosa de la imaginación. No quiere decir que el milagro es un producto de la imaginación. Descripciones que involucran la palabra ‘demonio’ tienen sentido perfecto como están y no necesitamos ofrecer referentes alternativos para la palabra si los demonios no existen. Tales referentes alternativos no encajarían con el sentido básico de la palabra como está aplicada en el contexto del primer siglo. Las expresiones ‘saliendo’ y ‘entraron en los cerdos’ es parte del lenguaje que se aplica en aquella época. No hay necesidad de pasarla por alto para aplicarla a algo distinto como se usa en el lenguaje de enfermedad mental o de las manifestaciones angélicas.

Una sugerencia hecha a menudo es que el endemoniado estaba mentalmente enfermo y era su enfermedad mental que ‘salió’ y entonces ‘entró’ en los cerdos. Por ejemplo podría defenderse que la acción inestable y autodestructiva de los cerdos indica que tenían la misma enfermedad que el endemoniado.

Semejante propuesta tiene ciertas objeciones:

  • es improbable que el estado neuro-químico del cerebro del hombre era tal que fue directamente transferible a los cerebros de los cerdos para cambiar su conducta.
  • si omitimos la dimensión biológica, no parece que haya algo de cualquier sustancia en la conducta del hombre para decir que su conducta ‘salió’ de él y ‘entró’ en los cerdos.
  • si dejamos de lado la biología del hombre y su conducta, no puede decirse en cambio que un estado neuro-químico correspondiente se provocó en los cerdos – un estado que correspondía al estado del hombre – para esta suposición no existe algo que deja al hombre y entra en el cerdo – sólo propone dos estados contemporáneos conectados a dos conductas similares.

El problema esencial en esta explicación – la enfermedad mental – del milagro no hace justicia a la causa y efecto. El demonio es la causa de la enfermedad y en el milagro está el demonio que viaja a los cerdos y es la enfermedad la que se disipa.

Nuestra valoración de esta tercera vía de evidencia debe concluir que la manera correcta de interpretar el milagro es simplemente decir que los demonios dejaron al hombre y entraron en los cerdos. Sin embargo, diciendo esto al nivel literal no excluye el simbolismo del milagro. Esto sugiere que Israel fue redimido de la cautividad por Jesús – una cautividad causada por su idolatría espiritual. Es esta relación de la posesión de los demonios con la idolatría espiritual que indica a un lector de la Biblia que los demonios no existen, y que el milagro está reflejando las creencias de la gente.

A los demonios se les permitió entrar en los cerdos y entonces ellos se precipitaron en el mar y probablemente se destruyeron en el abismo. Estos acontecimientos son descritos como «grandes cosas» por Jesús:

«Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos y cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y como ha tenido misericordia de ti». (Marcos 5:19)

Esta expresión corresponde a la tipología del Éxodo que ya hemos visto, por así es cómo se describe la liberación de Israel de Egipto:

«Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto» (Salmos 106:21)

Jesús es quien está realizando la gran obra de la redención de su pueblo de una esclavitud espiritual.

 

La Reacción

Nuestra cuarta consideración de la pregunta de si los demonios existen es la reacción de la gente. Vinieron a ver lo sucedido y reconocieron que el hombre que había sido poseído estaba ahora en su mente cabal:

«Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo». (Marcos 5:15)

«Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo». (Lucas 8:35)

Esto nos dice que la gente de aquella región tenía una comprensión de la condición mental, que el endemoniado estaba ahora en su «juicio cabal». (Compare la descripción de los Fariseos: ‘se llenaron de furor’ Lucas 6:11 y la maldición en Deuteronomio 28:28. También vea Juan 10:20 y Marcos 3:21). Pero la gente también suponía que su condición mental era el resultado de la posesión del demonio. Algunos igualan la condición mental del endemoniado con la posesión del demonio – pero éste no es el enfoque correcto. El texto nos da una causa y efecto:

Causa: Demonio

Efecto: Condición Mental

Si aceptamos el punto de vista de que los demonios no existen, no debemos suponer sobre las causas alternativas de la causa de la condición mental porque el texto no nos da ninguna información. Tampoco debemos borrar el elemento causal en la historia. Nuestra exposición del texto debe representar la dimensión literal – que las personas creyeron que el hombre era poseído.

Ésta es la evidencia de la existencia de demonios si las creencias de las personas son correctas, pero ellas pueden estar equivocadas.

 

Conclusión

Las alusiones en esta historia al milagro son complejas y nos exige que cambiemos nuestro enfoque si entendemos la tipología. Hay una progresión de tres pasos del hecho en el simbolismo y la tipología. Las alusiones al Antiguo Testamento pertenecen a uno de los tres pasos:

Las tres fases a la tipología

1. La idolatría espiritual

en las montañas

cortarse por los muertos

tiene un espíritu inmundo

La primera fase es la descripción del estado espiritual de Israel – ellos practicaban la idolatría. En esta fase los demonios son símbolos de la idolatría. Israel estaba «en las montañas» y poseído de un «espíritu inmundo».

2. Cautividades

cadenas

nadie le podía dominar

La segunda fase del simbolismo es la consecuencia de esta infidelidad – qué era la cautividad en las naciones cuyos ídolos Israel había adoptado. En esta fase el endemoniado está repetidamente atado en cadenas y desnudo, pero no se le puede dominar.

3. Salvación y la

Estancia en la tierra

demonios en el abismo

los descendientes de Abraham en la región prometida

El último aspecto del simbolismo de este milagro involucra la redención de Israel de su idolatría espiritual. Aquí entra una tipología. Por un lado, el hombre representa a Israel que no quiere ser enviado «fuera del país»; ellos quieren quedarse en la Tierra Prometida. Por otro lado, los demonios no quieren ser enviados al abismo – el Mar Rojo. Los demonios son expulsados y esto simboliza dos cosas: Israel se limpia de su idolatría y el poder del imperio extranjero actual se elimina.

Permítanos repasar estas cuatro evidencias a la luz de las preguntas que propusimos al principio de este capítulo:

Según los datos que hemos resaltado y analizado:

¿Podemos estar seguros de la existencia de demonios en aquellos días o ahora?
¿Debemos creer en la doctrina de demonios?
¿Reflejan simplemente una creencia contemporánea?
¿Encierran una enseñanza simbólica?

Nuestras respuestas permanecen así: Nos quedamos con el significado en un nivel literal de los textos, y no encontraremos ninguna razón para dudar de que algunos demonios existieron en el primer siglo. ¡Sin embargo, todavía no hemos encontrado una «doctrina sobre los demonios» en estos milagros – no aprendemos lo que ellos son! Por otro lado, cuando consideramos el significado en un nivel simbólico, encontramos razones válidas para decidir que los demonios no existen.

Una comparación del relato bíblico del endemoniado Gadareno (Marcos 5) con la profecía de Isaías (Isaías 65).

El endemoniado Gadareno

Marcos 5:1-17

Juicio y Salvación

Isaías 65:1-7

  • Habitaba en los sepulcros (v. 2).

  • Estaba en hato de cerdos (v. 11).

  • Clama: ¿Qué tienes conmigo? (v. 7).

  • *No me atormentes (v. 7).

  • *Vino a su encuentro un hombre (v. 2).

  • Le rogaron que se fuera de sus contornos (v. 17).

  • Se sientan en los sepulcros (v. 4).

  • Comen carne de cerdos (v. 4).

  • Dicen: Quédate en tu lugar (v. 5).

  • No te acerques a mí (v. 5).

  • Yo me dejé buscar por los que no preguntaban por mí (v. 1).

  • Y me afrentaron (v. 7).

Aquí están unos puntos relevantes del tema:

  • En algunos pasajes los “demonios” se refieren indudablemente a dioses paganos, o a una perspectiva pagana sobre el verdadero dios. (Hechos 17:22,18; 25:19; 1 Corintios 10:20-21; Apocalipsis 9:20; tal vez 1 Timoteo 4:1). La referencia burladora de los judíos a “Beelzebu, príncipe de los demonios” puede ser de la misma suerte (Mateo 12:24,27; Marcos 3:22; Lucas 11:18,19).
  • En muchos casos el echar fuera demonios es asociado con el sanar enfermedades (Mateo 10:1,8; Marcos 1:34; 3:15; 6:13; Lucas 9:1) o se usa la palabra “sanar” con alguien que ha sido librado de demonios (Mateo 4:23,24; 8:16; 12:22; 17:16-18; Lucas 6:13; 7:21; 8:2; 13:11-14; Hechos 5:16). En cierto número de casos también la naturaleza de la enfermedad asociada con la presencia del espíritu es explicada: mudez (Mateo 9:22; Marcos 9:17,25; Lucas 11:14); encorvada por un espíritu de enfermedad (Lucas 13:11); epilepsia (Mateo 17:15-18 Biblia de las Américas). Cuando no se nombra la enfermedad algo semejante a la epilepsia resulta de la posesión de un espíritu inmundo.
  • Juan registra los milagros de Jesús sin referirse a echar fuera demonios, lo que parece indicar que el lenguaje empleado para describir la sanidad es de importancia secundaria. Algunos hablaron de enfermedades en términos de posesión por demonios, otros no lo hicieron.
  • Cuando los demonios “hablaron” necesariamente las palabras fueron enunciadas por boca del “endemoniado”. En otros términos, si los demonios mismos hablaron o no, no fue posible averiguar. El afligido habló y cuando los demonios le abandonaron el dejó de hablar así y también los demonios mismos quedaron callados. La manifestación de la presencia de los demonios dependía totalmente de tener un “huésped”: aparte de tal huésped no hay evidencia que ellos tenían una existencia independiente.
  • No hay un trasfondo en el Antiguo Testamento para este lenguaje demoníaco. Fuera de “un espíritu malo de parte de Dios” que molestó a Saúl (1 Samuel 18:10), en sí muy diferente de los demonios del Nuevo Testamento. Por eso no tenemos preparación para una doctrina de demonios aquí.
  • Cualquier conclusión a que llegamos acerca de estos demonios debe tomar en cuenta que hay enseñanza sobre ellos como tales. Ellos son simplemente fenómenos observados en lunáticos o enfermos y no hay doctrina bíblica coherente que explique en donde (si la pregunta tiene sentido) ellos se originaron, donde existen ahora y que naturaleza tienen. La gente empleaba los términos para describir la condición del afligido más bien que expresar una opinión sobre la causa de tal enfermedad.
  • Finalmente cualquier conclusión a que lleguemos será seguramente influenciada por la idea que tengamos acerca del tema relacionado con el diablo.
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