Tercera parte:
Estudios del periodo Inter-testamentario

Es interesante notar que la Biblia hebrea termina con los libros de Crónicas expresando sin duda algún tipo de esperanza judía, a saber, el retorno a la independencia como nación. Para los cristianos el cánon concluye con el libro de Malaquías y así se pasa al Nuevo Testamento.

Las escrituras Inter-testamentarias proporcionan evidencia de obras que se leyeron en los días de Jesús. Cuando en nuestras Biblias vemos que los libros del Nuevo Testamento vienen inmediatamente después de los libros del Antiguo Testamento se pasa por alto el llamado “período inter-testamentario”. Este período (por definición) no provee literatura bíblica canónica y es un importante trasfondo para un entendimiento del Nuevo Testamento. Cubre el dominio de tres imperios del antiguo Cercano Oriente: el Imperio Persa (539–331 a.C.), el Griego (331–63 a.C.) y el Romano (bajo el cual se desarrolla la historia del Nuevo Testamento).

Antiguo Testamento Periodo Inter-testamentario Nuevo Testamento

Escrituras judías de éste periodo pueden ser divididas en:

Apócrifos
Pseudoepígraficos
Las tradiciones rabínicas
Los Rollos del Mar Muerto
Las obras Históricas y Literarias

Los Rollos del Mar Muerto incluyen material manuscrito de libros Apócrifos y Pseudoepígraficos así como las escrituras de la secta del Mar Muerto. Las obras históricas y literarias incluyen libros de escritores como Josefo y Filón.

Es obvio que muchos creyeron en ‘espíritus’ en el primer siglo. El relato en los Hechos de los Apóstoles muestra que había diferencia de opinión de este tema dentro de los saduceos y los fariseos:

“…porque los saduceos dicen que no hay resurrección ni ángel ni espíritu; pero los fariseos afirman *que sí existen. Entonces hubo un gran vocerío y, levantándose los escribas de parte de los fariseos, discutían diciendo: Ningún mal hallamos en éste hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios. “ (Hechos 23:8-9)

La idea que había un conflicto entre Satanás y Dios parece haberse desarrollado en el pensamiento judío después del exilio de Judá. Aquí hay unas referencias de estudiosos independientes:

“Después del periodo del exilio babilónico de Israel (597-538 a.C.), el pensamiento judío con respecto a los ángeles fue considerablemente alterado y enriquecido. Basándose en el arte mesopotámico, los artistas y escritores comenzaron a dotar de alas incluso a los serafines antropomórficos, y se desarrolló un interés por las prendas de los ángeles, sus nombres y sus categorías. Además de la influencia mesopotámica, la tradición dualista persa añadió otra dimensión a la angelología hebrea postulando ángeles hostiles y destructivos que se rebelaban contra Dios. La secta judía Qumran, o de los Esenios, por ejemplo, veía el mundo como un campo de batalla, la escena de un combate entre el espíritu de la Verdad y el espíritu del Mal, este último, un poder demoníaco opuesto a Dios llamado Belial. Posteriores desarrollos, tanto en el judaísmo como en la cristiandad, mostraron un importante crecimiento del mundo angélico, no menor al hecho de la continuidad de la antigua práctica de aceptar a los dioses de religiones politeísticas convirtiéndolos en querubines.” (Referencia: www.oni.escuelas.edu.ar/2004/CORDOBA/564/angeles.htm)

«La idea que los demonios eran responsables para todo el mal moral y físico había penetrado profundamente en el pensamiento religioso judío en el periodo que sigue el exilio babilónico, ninguna duda como resultado de la influencia iraní en el judaísmo…” (Referencia: Vermes, G. (1993) Jesús el Judío. SCM, pág. 61)

“Antes de que se estableciera la creencia en los espíritus malos, el bien y el mal se atribuían por igual a Yahvé (Is 45:7). Después del exilio, dada la influencia del dualismo iranio, se empezó a creer en un espíritu del mal, pero hay que esperar hasta la aparición de la literatura apocalíptica y apócrifa para tener el perfil de una demonología.

La literatura pre-exílica no da cuenta de una demonología, aparte de los monstruos y sátiros. Bajo la influencia de Irán, envuelto en la cosmovisión dualista (liberación de una batalla espiritual entre el bien y el mal), fue reemplazada por la idea de que algunos demonios eran inherentemente buenos y otros inherentemente malos. De esta forma, la creencia griega de los demonios se hace congruente con la idea judeocristiana sobre los ángeles buenos y malos.” (Referencia: http://artesliberales.bc.inter.edu)

Vamos a considerar tres libros de la época Inter-testamentaria:

 

1) El Libro de Enoc es generalmente datado durante el segundo siglo a.C..

Se piensa que es una obra compuesta. Enoc se considera en estas escrituras como un profeta fiel, sacerdote y escriba que escribió sobre los arreglos y acontecimientos en el cielo. Los fragmentos del libro de Enoc se han encontrado en Qumrán. El libro más completo nos ha llegado a través de la iglesia cristiana Etíope. El libro es un comentario del texto bíblico con detalles extras libremente añadidos. Nuestro interés en Enoc surge por el comentario de Génesis 6 donde dice que los “hijos de Dios” son los ángeles caídos.

“1 Así sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres, les nacieron hijas hermosas y bonitas; 2 y los Vigilantes, hijos del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: «Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y engendremos hijos». (Enoc 6:1-2)

“1 Todos y sus jefes tomaron para sí mujeres y cada uno escogió entre todas y comenzaron a entrar en ellas y a contaminarse con ellas, a enseñarles la brujería, la magia y el corte de raíces y a enseñarles sobre las plantas. 2 Quedaron embarazadas de ellos y parieron gigantes de unos tres mil codos de altura que nacieron sobre la tierra y conforme a su niñez crecieron.” (Enoc 7:1-2)

“1 Ante esos sucesos Enoc había sido ocultado y no había ningún humano que supiera dónde fue escondido ni dónde estaba ni qué le sucedió. 2 El hacía todas sus acciones con los Vigilantes y pasaba sus días con los santos. 3 Así, yo Enoc estaba comenzando a bendecir al Señor de majestad, al Rey de los tiempos, y he aquí que el Vigilante del gran Santo me llamó a mí, Enoc el escribiente y me dijo: 4 «Enoc, escriba de justicia, ve a los Vigilantes del cielo que han abandonado las alturas del cielo, el eterno lugar santo y que se han contaminado con las mujeres haciendo como hacen los hijos de los hombres, y han tomado mujeres y han forjado una gran obra de corrupción sobre la tierra, y hazles saber 5 que no habrá para ellos paz ni redención de su pecado. 6 «Y así como gozaron a causa de sus hijos ellos verán la muerte de sus bienamados y llorarán por la pérdida de sus hijos y suplicarán eternamente, pero no habrá para ellos misericordia ni paz». (Enoc 12:1-6)

Según Enoc, los ángeles caídos son guardados en cadenas en la tierra (Enoc 10:13-16; 12:6; 13:1; 14:4-5; 16:1-2; 19:1):

“Porque ha sido fijada la sentencia para encadenaros en las prisiones de la Tierra por toda la eternidad.” (Enoc 14:5)

Estas referencias son interesantes porque nos presenta una explicación precisa del:

  • Por qué de los espíritus malos;
  • Por qué estos seres son “espíritus”;
  • Por qué su morada es la tierra.

En la siguiente referencia son llamados “demonios”:

“1 Después Sariel me dijo: » Aquí estarán los Vigilantes que se han conectado por su propia cuenta con mujeres. Sus espíritus asumiendo muy diversas apariencias se han corrompido y han descarriado a los humanos para que sacrifiquen a demonios y dioses, hasta el día del gran juicio, en que serán juzgados y encontrarán su final.” (Enoc 19:1)

La hipótesis de que estos «hijos de Dios» eran ángeles materializados que se relacionaron con las mujeres estaba en boga en la época del judaísmo helenizado. La versión Septuaginta griega reemplaza el término «hijos de Dios» por el término «ángeles».

Esta historia de los ángeles caídos en el Libro de Enoc tiene unos puntos interesantes:

  • Los ángeles tienen un líder;
  • Tienen hijos que ponerse “espíritus malos”;
  • Los espíritus malos son demonios;
  • Los espíritus malos corrompen a la gente;
  • El juicio final traerá el fin de estas circunstancias.

Un punto interesante que surge de una lectura del Libro de Enoc es que los demonios no son los ángeles caídos sino los hijos de los ángeles caídos.

 

2) El libro de Tobít El relato se remonta a la época después del exilio en torno al 200 a.C.

El término daimónion aparece 19 veces en la LXX. Los pasajes en que aparece pueden clasificarse en cuatro grupos. El grupo más numeroso (9 veces) es el que corresponde al libro de Tobit. Se trata del demonio Asmodeo (del persa Aeshma Daeva = “el espíritu de la cólera”) que se ha enamorado de Sara y mata a los siete maridos sucesivos de ésta la noche de bodas para impedir que se consume la unión.

“porque, habiendo sido dada en matrimonio a siete maridos, el maligno demonio Asmodeo les había dado muerte antes de que hubieran estado con ella como es costumbre con las esposas…”(Tobit 3:8)

A Sara “le fue matando todos los maridos (hasta siete) cuando iban a unirse a ella, según costumbre”. Tobías, también aspirante a marido suyo, preocupado de que pudiera sumarse a los siete precedentes cadáveres, salvó la vida con un remedio extraño. Recibieron ayuda del ángel Rafael:

“La oración de ambos fue escuchada en la presencia de la gloria del gran Rafael, el cual fue enviado a curar a los dos…y encadenar a Asmodeo, el maligno demonio, porque era Tobías quien debía poseerla.” (Tobit 3:17)

Sabiendo que Asmodeo, demonio particularmente débil de estómago, no soporta “el olor del hígado y del corazón del pez”, echó esos ingredientes en el brasero del incienso. Tobit recibió instrucciones de Rafael:

“…No te preocupes para nada del demonio…cuando entres en la cámara nupcial, tomarás brasa de los perfumes, pondrás encima un poco de corazón y del hígado del pez y harás humo. El demonio, al olerlo, huirá y no volverá por los siglos de los siglos.” (Tobit 6:14-17)

Y el resultado del cumplimiento del consejo de Rafael fue así:

“Cuando el demonio sintió el olor, huyó al alto Egipto y el ángel lo ató.” (Tobit 8:3)

¡Recordamos que el dogma ortodoxo nos enseña que los demonios son supuestos seres poderosos!

El punto de vista general para hoy en día es que los demonios son parte de la caída mundial de los seres sobrenaturales. Sin embargo, es un problema muy grave para el creyente en este dogma identificar el origen de tales demonios. El uso de Génesis 6 para una prueba todavía es común, y esta doctrina tiene sus raíces antiguas en la literatura judía Inter.testamentaria (como hemos visto en el libro de Enoc).

 

3) El Libro de los Jubileos4, llamado también Apocalipsis de Moisés fue escrito en el siglo II a.C.

El tema del libro es que divide la historia de la salvación en 49 períodos, llamados jubileos. Es otra fuente importante para obtener información de la caída de los ángeles del cielo. Revive el conflicto tradicional entre los Israelitas y «sus enemigos, los Gentiles», atribuyendo estos conflictos a los enemigos a quienes llama, entre otros nombres, Mastema («odiados»), Satán o Belial.,

Este libro nos dice (Jubileos 10:1-6):

  1. En el tercer septenario de este Jubileo comenzaron los demonios impuros a seducir a los nietos de Noé, haciéndolos enloquecer y perderse.
  2. Se llegaron los hijos a su padre, Noé, y le hablaron de los demonios que seducían, extraviaban y mataban a sus nietos.
  3. Oró así Noé ante el Señor, su Dios: ‘Dios de los espíritus que están en toda carne, que tuviste misericordia de mí, me salvaste con mis hijos de las aguas del diluvio sin permitir que pereciera, como ocurrió con los hijos de perdición. Grande es tu compasión por mí, y magnífica tu misericordia sobre mi persona; elévese tu compasión sobre tus hijos, no tengan potestad sobre ellos los malos espíritus, para que no los extirpen de la tierra.´
  4. Tú me has bendecido a mí y a mis hijos, para que crezcamos, nos multipliquemos y llenemos la tierra;
  5. tú sabes como obraron en mis días tus custodios, padres de estos espíritus. A estos espíritus que están ahora en vida enciérralos también y sujétalos en lugar de suplicio; no destruyan a los hijos de tu siervo, Dios mío, pues son perversos y para destruir fueron creados;
  6. No tengan poder sobre el espíritu de los vivos, pues sólo tú conoces su sentencia, y no tengan licencia contra los hijos de los justos, desde ahora para siempre.”

La historia de los Vigilantes (los ángeles) y su caída parece ser una teología importante sobre la causa del sufrimiento humano. La frecuencia de su mención en varios documentos sugiere que tengamos aquí una explicación popular del mal y sufrimiento con respecto a los demonios. Según los manuscritos de Enoc y Jubileos, los demonios son los espíritus de gigantes muertos. Con respecto a la doctrina ortodoxa, un estudioso tiene este comentario:

“En la tradición cristiana que proviene de la historia de los Vigilantes, los ángeles y demonios no siempre están separados de esta manera. La idea aquí es que los ángeles producen gigantes que entonces producen los demonios (espíritus) de sus cuerpos muertos. Justinio ignora los gigantes pero distingue los ángeles y espíritus, como lo que hace Atenágoras y Tertulliano”

Nos deja con una pregunta para los creyentes en los demonios como seres sobrenaturales rebeldes: ¿Son demonios los ángeles caídos o son espíritus de los gigantes muertos? Ésta es una pregunta crucial.

No todos los del primer siglo creían en la historia de los Vigilantes. Merece la pena escuchar a Filón que escribió:

“…Y había gigantes en la tierra en esos días. Quizás alguno puede pensar que el legislador está hablando enigmáticamente y está aludiendo a las fábulas transmitidas por los poetas de los gigantes, aunque él es un hombre muy lejos que posible de cualquier invención de fábulas, y uno que sólo piensa justo para caminar en los caminos de la verdad… Por eso no profiere ninguna *fábula en absoluto con respecto a los gigantes; pero desea poner este hecho ante sus ojos, que algunos hombres nacen de la tierra, y algunos nacen del cielo, y algunos nacen de Dios: aquéllos que nacen de la tierra persiguen los placeres del cuerpo.. Aquellos que nacen de nuevo del cielo son hombres de habilidad y ciencia y consagra al aprendizaje; de la porción celestial de la mente de cada uno de nosotros.. Por último, los que nacen de Dios son sacerdotes y profetas…” (Filón, Sobre los Gigantes 58-60)

Esta cita es interesante por dos razones. Muestra que algunas personas en los días de Filón identificaron estas historias judías como fábulas o poesía. También muestra que Filón piensa que “los hijos de Dios” quién se casaron con las hijas de los hombres eran una vez sacerdotes y profetas, pero quiénes volvieron a ser “los hijos de la tierra» por causa de su matrimonio con las hijas de hombres (También: Sobre los Gigantes 61,65).

En Los Jubileos el destino de Israel no va a depender de su elección, sino de su acción moral. Dios asigna a cada nación un ángel o espíritu que le dirige y protege (Jubileos 15:31); identifica a los dioses extranjeros como demonios. Fue Mastema y no Dios quién mandó a Abraham matar a su hijo. Moisés pidió a Dios para que liberara a Israel de los enemigos externos, los Gentiles, y de los enemigos internos que amenazan destruyen internamente al pueblo, para que «el espíritu de Belial gobierne sobre él» (Jubileos 1:20). aquellos que se olvidan del pacto de Dios son seducidos por los poderes del mal, los ángeles caídos.

La historia de los ángeles caídos en Jubileos nos da un aviso moral: si los ángeles caídos fueron separados de Dios, ¿qué se puede esperar de los seres humanos que también caen? Jubileos insiste que cada ser humano, Judío o Gentil, será juzgado de acuerdo a sus necesidades, es decir, éticamente.

No debemos olvidar durante todo nuestro estudio que Dios es la fuente de todo poder:

“Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí” (Isaías 45:5).

“No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno”, dice Dios (Isaías 44:8).

“Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él (Deuteronomio 4:35).

 

En resumen…

El punto de vista general para hoy en día es que los demonios son parte de la caída de seres sobrenaturales sobre el mundo. Sin embargo, es un problema muy grave para el creyente en este dogma identificar el origen de tales demonios. El uso de Génesis 6 para una prueba todavía es común, y esta doctrina tiene sus raíces antiguas en la literatura judía Inter-testamentaria.

La interpretación de Génesis 6 en la tradición de los escritos de Enoc y Jubileos depende del sentido que se dé al término “hijos de Dios” y se determine si se refiere a los ángeles. Según estos manuscritos, los ángeles descendieron a la tierra en un tiempo antes de Génesis 6 y luego cohabitaron con “las hijas de hombres”.. Si esta interpretación es correcta o no, la tradición de los escritos de Enoc y Jubileos identifican el origen de los demonios con la descendencia de este matrimonio humano-ángelico. Hoy en día este punto de vista representa un desafío al creyente en los demonios. Debe contestar las siguientes preguntas:

  • ¿son los demonios angélicos por la naturaleza?
  • ¿son los demonios ángeles caídos? o
  • ¿son los demonios híbridos angélicos/humanos – espíritus – nacidos poco antes del Diluvio?

En el Antiguo Testamento existe una angelología pero no una demonología. Todos aquellos libros que narraban historias de ángeles caídos, demonios y el diablo, como el Libro de Enoc, Tobit y Los Jubileos, entre otros, fueron descartados por los grupos más influyentes del judaísmo clásico y las familias sacerdotales para formar parte del canon del Antiguo Testamento y fueron clasificados como libros apócrifos o pseudoepígraficos.

En los libros apócrifos se alude mucho a la posesión de los demonios y se les da jerarquías. La caída de los ángeles sirvió en los apócrifos para explicar el hombre y su primer pecado. En realidad, toda la cultura persa-babilónica, se ilustra bien en los escritos apocalípticos judíos de este periodo e incluso, aunque menos extensamente, en las obras del judaísmo farisaico. Explica Russell (1999, p.19):

«…Otro aspecto en el que esta influencia se notó profundamente es en la tan desarrollada doctrina de ángeles y demonios, especialmente en la personificación de los espíritus del mal, para lo cual no hay paralelo en el pensamiento del Antiguo Testamento.»

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