Hay muchas maneras en las que podemos ver la evidencia de Dios en el mundo que nos rodea.
Algunos pueden quedar particularmente impresionados por la increíble belleza de una flor. Otros se asombran de la majestuosidad del cielo nocturno, especialmente cuando se lo ve lejos de la luz de las ciudades. Mirar hacia el cielo para ver las estrellas lejanas, especialmente si se usa un telescopio y en algún lugar remoto, la cantidad de estrellas y la inmensidad del cielo pueden ser impresionantes. Del mismo modo al observar un atardecer puede ser demasiado asombroso y gratificante apreciar la belleza de los diferentes colores de un ocaso en contraste con el azul del cielo.
El Creador nos invita a conocerlo
Para otros, lo es observar a través del microscopio los componentes de la célula. El detalle y la “tecnología” que encontramos en este componente básico del material vivo pueden ser impresionantes.
Muchas personas observan los notables fenómenos de la naturaleza y ven claramente que todo ha sido diseñado por un creador divino.
Sin embargo, hay muchos otros que no ven nada de eso. No pueden creer que la maravilla y la belleza de nuestro mundo sea evidencia de un diseñador o creador. Ven la diversidad, la belleza y la sorprendente precisión de este mundo sólo como evidencia de una casualidad ciega.
Esta forma de pensar elimina la necesidad de reconocer la existencia de un poder divino.
Tal enfoque parece llevar la razón más allá de sus límites e ir mucho más allá de los principios científicos establecidos. Exige que aceptemos que la creación del mundo y sus alrededores es el resultado de coincidencias aleatorias mucho más improbables que cualquier lotería ideada hasta ahora.
Podemos deducir algunos datos sobre El Creador y Diseñador del mundo, al observar la tierra en la que vivimos. El hecho de que Él hizo todo deja en claro que es poderoso. Podemos ver que ama el orden y establece reglas claras que gobiernan la naturaleza.
Sin embargo, esto por sí solo no nos dirá mucho sobre el carácter o el propósito de Dios para el mundo. Para conocer más detalles, debemos volver a la revelación que Dios ha hecho de sí mismo en su palabra mediante la Biblia.
Desde el principio, notamos que La Biblia está totalmente en armonía, por lo que deducimos a partir de la observación. El primer versículo de la Biblia nos dice que ciertamente fue Dios quien hizo todas las cosas.
En el principio Dios creó los cielos y la tierra (Génesis 1:1)
El mensaje se repite en diferentes contextos a los largo de la Biblia, por ejemplo:
Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos y a todo su ejército mandé ( Isaías 45:12 )
Así que la Biblia está de acuerdo con lo que podemos ver, en cualquier nivel que miremos. Eso significa que usar la Biblia como nuestra fuente de información acerca de Dios es totalmente lógico.
Cuando pensamos en Dios, realmente necesitamos mirar la Biblia para ver que más nos dice acerca de él. Ese es un privilegio notable; el Creador nos invita a conocerlo y nos da este registro para que podamos hacerlo. En la Biblia, Dios nos habla de como es el, cuál es su propósito con el mundo y la relación que quiere con el hombre y la mujer.
El enfoque de “Pensar en Dios” acepta que nunca entenderemos a Dios por completo, Su mente es demasiado maravillosa, Su poder demasiado grande para eso. El salmista reconoció esto cuando escribió:
Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es elevado, no puedo alcanzarlo (Salmo 139:6)
Sin embargo, podemos mirar lo que se nos dice de él en la Biblia. Jesús nos dijo que este es un gran privilegio que puede llevar a la vida eterna:
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, al único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3)