El Noviazgo

Es muy emocionante observar mientras la amistad de una joven pareja de hermanos madura y se transforma en amor y devoción sin egoísmo de uno para el otro. Nadie que haya tenido esa experiencia podrá olvidar el encanto y la emoción de la vida cuando avanzó hacia el día en que vio la consumación de aquel amor en el matrimonio.

En medio de la decadencia y promiscuidad de esta época moderna, no siempre es fácil darse cuenta de que la amistad que florece en amor inocente no es solamente una frágil y efímera emoción: es un don de Dios y una parte duradera de nuestra vida.

La maravilla del noviazgo

El libro de Proverbios enfatiza la maravilla de este don divino en conmovedoras palabras:

«Tres cosas me son ocultas; aun tampoco sé la cuarta: el rastro del águila en el aire; el rastro de la culebra sobre la peña; el rastro de la nave en medio del mar; y el rastro del hombre en la doncella» (Proverbios 30:18,19).

Qué es lo que atrae a un hombre hacia una mujer determinada? ¿Qué es lo que los mueve tan profundamente, aun cuando quizás apenas acaban de conocerse? ¿Será la belleza del rostro o la figura? ¿Será la similitud de intereses y opiniones? Nadie lo sabe, ni siquiera las personas involucradas. Dos personalidades únicas se conocen y encuentran una respuesta mutua que ninguno de los dos puede explicar; y si el verdadero amor florece, algo incomprensiblemente maravilloso los enlaza en un indisoluble matrimonio de mente y carne, completamente abnegado y devoto.

Debido a que mucha gente en el mundo actual ha dejado de pensar en esta clase de amor como en un aspecto divino de la experiencia humana, es de mayor importancia que los hermanos y hermanas jóvenes luchen constantemente por preservar este alto concepto del noviazgo y matrimonio.

Idealmente, en una comunidad de santos, la cual somos, debería existir siempre para los hermanos y hermanas jóvenes la oportunidad de casarse con alguien de la fe. Muchas veces ocurre esto cuando los jóvenes se reúnen en los estudios bíblicos de fin de semana, campañas, convivencias juveniles, reuniones fraternales y otras semejantes. Pero no todos tienen la oportunidad de participar en tales actividades, y algunas veces un joven se encuentra solo no solamente en su iglesia sino también a causa de una ocupación donde no hay otros jóvenes de la fe. En tales circunstancias, ¿cómo encontrar una salida para la atracción natural y emocional por el sexo opuesto?

Otro problema que a veces enfrenta la juventud es el de que los asuntos del corazón pueden surgir en el momento más inesperado. La amistad puede comenzar en la escuela, colegio o universidad, en el trabajo o en el descanso.

El llamamiento de Dios

Hay poco perjuicio en hacer amistades fuera de la fe, si dos cosas están completamente claras y firmes en nuestra mente. Primero, que Dios nos «llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9). Esta luz incluye el conocimiento de Dios y de Jesús, la conciencia de su bondad y severidad, y la revelación de su verdad. Dios nos ha llamado a esta luz y nosotros hemos obedecido Su llamado. Este es el factor importante. Pablo escribió que sobre aquellos que «no obedecen a la verdad» vendrá «ira y enojo» (Romanos 2:8).

Este llamado de Dios debe mantenerse firme en la mente porque de esta fidelidad depende nuestro futuro eterno. Por consiguiente, todo debe sujetarse a nuestra lealtad a Dios y Jesús, aun en los asuntos del corazón, si es que nuestra fe es una realidad y una esperanza para la vida eterna. Jesús fue claro e inflexible sobre esto:

«El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí» (Mateo 10:37).

Es obvio que cada uno ha de amar a sus familiares y a su pareja; pero asegurándose de que no hay nadie más valioso que Jesús, pues de otro modo, ¿por qué esperar su venida y todas las grandes cosas que nos han sido prometidas?

El segundo hecho que debe estar claro es que quien no ha obedecido la verdad, todavía está en la oscuridad delante de Dios. Este es Su criterio, no el nuestro. Así que por muy encantadora, tierna, amable y gentil que sea, una persona está en la oscuridad a menos que haya obedecido la verdad. Dios desea encontrar todos estos atributos en una persona; pero deben ser las cualidades de una persona que le obedezca.

Si uno se siente atraído por alguien que no es de la fe, ¿qué puede hacer? Primero recuerde que la atracción mutua no es sólo física, sino también intelectual. Habrá intereses similares en libros, arte, música, deporte y entretenimientos. En un mundo saturado de odio y violencia, discriminación social y contiendas políticas, donde tantos jóvenes temen el futuro con su amenaza de guerra nuclear, uno tiene una magnífica oportunidad de revelar de una manera atinada y razonable su supremo interés y lealtad a un Padre, quien por medio de Jesús va a eliminar todas estas cosas.

Hablando de la verdad

Algunas veces será difícil lograr que el amigo converse sobre la verdad, y aquí el autor escribe sobre su propia experiencia. El tuvo el privilegio de conocer a una joven que era una devota bautista; pero debido a que ella había experimentado las malas consecuencias de la controversia religiosa, estaba reacia a discutir cualquier cosa que tuviera que ver con la religión. ¿Qué se puede hacer en tales circunstancias? Todo lo que pudo hacerse, cuando nos reuníamos después de nuestros respectivos servicios nocturnos, fue preguntar el tema del sermón del ministro y decir sin ninguna discusión, «¡Me gustaría saber que haría con este o el otro texto de la Escritura!» La semilla sembrada de tal modo llevó su fruto, y aún produce una cálida emoción recordar que nuestro matrimonio fue «en el Señor.»

No debemos tener pena de hablar de nuestro principal interés en la vida. Si la atracción de alguien fuera de la fe es correspondida, su amigo o amiga estará interesado en lo que usted tiene que decir, especialmente si le es explicado en una forma amable y cortés. ¡No habrá mejor servicio para un amigo que revelarle los medios de alcanzar la inmortalidad y la esperanza del Reino!

Esta presentación de su dedicación espiritual a la fe debería hacerse al comienzo de la amistad, y su suprema importancia para usted debe ser enfatizada. Debe tratar de persuadir a su amigo a que asista con usted a las reuniones de la iglesia y conozca a los demás hermanos.

El peligro de las amistades fuera de la fe surge cuando uno no revela su esperanza en el reino venidero sino hasta cuando ya está emocional y profundamente involucrado con su amigo. Entonces, preocupado por las posibles consecuencias de un matrimonio fuera de la fe, uno hace todo esfuerzo por persuadir al amigo de los méritos de la verdad.

¿Cómo puede esperarse que él (o ella) responda favorablemente en este momento tardío? La respuesta probablemente sea: «¿Cuál es el escándalo?» o «¿Por qué no me lo dijiste antes?» De este modo el esfuerzo de último minuto puede tener un efecto más bien adverso en el amigo y uno habrá hecho un mal servicio a Dios y a Su verdad.

Enfrentando el sacrificio

Algunas veces puede suceder que a pesar del mutuo afecto y los esfuerzos por convencer a su amigo o amiga de la seguridad de la venida de Cristo y su reino, se vuelve cada vez más evidente que hay poca probabilidad de lograr su convencimiento. ¿Qué deberá hacerse entonces? Uno puede razonar: «Aunque no es probable que mi amigo abrace la verdad, ¿es indispensable que lo pierda? ¿No puede perdonarme el Señor si me caso fuera de la fe? Posiblemente lo haga, pero él fue quien dijo que el que amaba a otro más que a él, no era digno de él.

Algunos han enfrentado este problema con coraje, y se necesita coraje de la más alta categoría para soportar la aflicción y el dolor de partir, así como también la posibilidad de no encontrar otro compañero semejante. A través de la historia se han hecho muchos sacrificios por la fe; ninguno de nosotros es único en este respecto, aunque raramente se pide a un hermano que entregue su vida como se ha hecho en el pasado. Pablo escribió:

«Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús…» (Filipenses 3:8).

Cuando una dura decisión de esta clase tiene que ser hecha, es bueno recordar que el Padre se da cuenta de ello y ayudará por medio de Jesús, quien entiende todas las circunstancias de nuestra vida. Ellos pueden ser una torre de fortaleza en situaciones de esta clase.

Dominio de sí mismo

Si uno logra resolver con éxito el problema de comunicar la verdad, aún pueden quedar en el noviazgo peligros surgidos de las profundas emociones del amor. No solamente es importante preservar nuestra lealtad a Dios, a Jesús y a la verdad. Es también vitalmente importante que las emociones sean disciplinadas para que el matrimonio no sea consumado antes de que pueda ser bendecido por el Señor. En el contexto bíblico y en los términos señalados por Dios, el matrimonio no es solamente la ceremonia legal, aunque esto sea necesario y correcto para hacer los votos y testificar de la determinación de vivir con la pareja en fidelidad. El matrimonio incluye la unión de la carne, y si esto ocurre fuera de su debido contexto y situación, puede resultar, especialmente para la mujer, en sentimientos de disgusto y repugnancia suficientes para poner en peligro la oportunidad de ella de tener una vida sexual normal y equilibrada en el matrimonio.

El noviazgo exige una gran responsabilidad de los dos novios; pero especialmente del hombre, a fin de asegurarse de que la dignidad, dulzura y encanto de la asociación no sean arruinados por conducta impropia de un santo de Dios. Pablo enfatiza la importancia de esto:

«La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor» (1 Tesalonicenses 4:3,4).

Esto se aplica igualmente a los hermanos y hermanas que se disculpan con el pretexto de su urgencia sexual.

La castidad antes del matrimonio no es solamente un seguro para la mujer y una preservación de su pureza hasta el tiempo en que los votos del matrimonio sean hechos y consumados, sino también una necesidad espiritual que ayuda a conservar la herencia eterna de ambos.

Durante el noviazgo, ambos se comportarán prudentemente evitando situaciones comprometedoras en las que puedan encontrar difícil controlar las consecuencias de emociones poderosamente estimuladas. Más bien, es mejor participar en toda clase de actividades a fin de que no estén solos por largos períodos en los que sus emociones puedan escapar a su control.

El mejor amigo

Aquellos que han roto su amistad antes que faltar a la Verdad, y que no han encontrado otro amigo para recompensar su pérdida, no deben desanimarse. El hecho de que el sacrificio fue hecho por la fe es evidencia de fortaleza de carácter y del valor en que se estima la Verdad. Tal sacrificio merecerá un galardón imperecedero. Puede que no sea fácil darse cuenta de ello en la práctica, pero no tenemos mejor amigo que Jesús. Dos de sus muy grandes amigos fueron mujeres solteras: María y Marta. Juan capítulo 11 registra la belleza y la fortaleza de esa amistad. Su más grande amigo, Juan, parece haber permanecido soltero.

Son muchos los que han encontrado felicidad en el servicio a los demás, ya sea a los niños, los ciegos, los sordomudos, los ancianos y enfermos, o cualquier otro que necesite ayuda. Hay muchos que necesitan asistencia dentro y fuera de la hermandad.

En cualquier caso o situación, ya sea en el noviazgo, en el sacrificio, en enfermedad o salud, adversidad o prosperidad, no hay mejor consejo que el dado por Pablo:

«Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20).

~ John Marshall

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