El Camino Hacia el Matrimonio

Capítulo 4

Las amistades casuales son diferentes del noviazgo. Puede que nos hayamos conocido en forma inesperada en alguna convivencia o en otra actividad de la iglesia. Se enciende una chispa. Posiblemente sea una mirada o la manera en que la otra persona habla o camina o manifiesta interés en nosotros. El primer encuentro puede ser doloroso, como una puñalada en lo más profundo de nuestro corazón, sin que entendamos exactamente por qué.

Se aconseja a los hombres de negocios no tomar una decisión importante menos de 36 horas después de un largo vuelo en avión. El atravesar los husos horarios perturba el patrón de nuestro sueño y el ritmo de las comidas. El reorientarnos en un ambiente totalmente nuevo toma tiempo, y las decisiones importantes deben ser aplazadas hasta que nos hayamos acomodado a la nueva situación.

Corazón y cabeza

Pero no hay ninguna experiencia tan desorientadora como la de enamorarse! La amistad con un miembro del sexo opuesto puede dejarnos totalmente aturdidos. He aquí unos consejos útiles. Trate de ubicarse tan pronto como sea posible; ponga atención en lo que Ud. está haciendo; fíjese lo que está pasando; y no permita que su corazón deje atrás a su cabeza. Ud. nunca lamentará el haber hecho un inventario de lo que está en la tienda—a diferencia de lo que está en la vitrina—de la persona que Ud. está comenzando a conocer.

Es muy decepcionante descubrir que una persona que parecía muy interesante tiene en realidad una personalidad o forma de pensar limitada o poco profunda. Puede que esto no sea evidente de inmediato. Un cambio de escena o compañía puede revelar algo que Ud. no había notado anteriormente. Por consiguiente, es esencial que hablen y hablen acerca de todo. Nunca se quede satisfecho con una respuesta evasiva o incompleta o con el mero silencio. A medida que la amistad progresa, Ud. debe esforzarse por conocer minuciosamente a su amigo: en ambos hogares, en la iglesia, en medio de un grupo y a solas.

Algunas personas atraen amigos tan fácilmente como la jalea atrae las avispas. Si Ud. es una de estas (quiero decir personas y no avispas), aprenda a ser cuidadoso al elegir sus amigos, y sobre todo guárdese del pecado mortal del orgullo y la adulación de sí mismo.

Hay otras personas que se preguntan si jamás encontrarán un amigo. He aquí algunas palabras más de ayuda si Ud. se siente así. Ore siempre y abra su corazón a Dios; acuérdese de que Ud. tiene cualidades de personalidad o carácter que son atractivas para los demás; y no se desprecie por motivos de desesperación o prisa, lanzándose a los demás en la esperanza de que alguien lo atrape. La amistad apropiada surgirá de la rectitud cristiana y el tomar a Dios como guía.

El verdadero matrimonio

El verdadero matrimonio es un matrimonio de mentes. Si Ud. duda de esto, entonces le ruego que por favor acepte ahora, antes que sea demasiado tarde, el hecho de que el verdadero matrimonio es en realidad un matrimonio de mentes. ¿Cómo puede su mente casarse verdaderamente con otra mente que no conoce? Una relación bien fundamentada y estable no puede edificarse sobre la ignorancia.

Cuando los matrimonios se derrumban, y se le pide a uno que ayude a volverlos a componer, la persona ofendida frecuentemente pronuncia las sorprendentes palabras: «Yo no sabía que él (o ella) era así.» En la mayoría de los casos, uno tiene que responder: «Pues, Ud. debió haberlo sabido.» El noviazgo es el tiempo para llegar a conocer a la otra persona casi tan bien como nos conocemos a nosotros mismos.

Si la persona de quien Ud. está enamorado no habla libremente con Ud. acerca de todo o se niega a revelarle los ingredientes básicos de su mente, Ud. está en una situación extremadamente peligrosa y debe pensar muy seriamente si debe terminar la relación; está en peligro de encaminarse hacia un matrimonio que sería dolorosamente incompleto. Es mejor prevenir que lamentar.

El mero hecho de que dos personas son miembros de la iglesia cristadelfiana no significa que se les garantiza un matrimonio exitoso. Por supuesto, ambas personas deben ser miembros de la iglesia (no vaya a creer que Ud. puede ser más sabio que Dios en lo que a esto se refiere), por que de otra manera es obvio que habría dos mentes que de plano no serían armoniosas. Pero además de eso, tiene que haber una afinidad entre ellos como personas. Si elegimos de una manera sabia, pidiendo al mismo tiempo la guía divina por medio de la oración, y si nuestro compañero comparte nuestra fe y su personalidad es compatible con la nuestra, entonces existe un fundamento sobre el cual se puede edificar algo sólido.

Los votos

¿Ha escuchado Ud. cuidadosamente los votos que se hacen en el momento en que dos personas contraen matrimonio? Generalmente, se necesitan pocas palabras para que un matrimonio sea legalmente válido. En Inglaterra, las palabras que tienen que pronunciar el esposo (o la novia) son:

Declaro solemnemente que no conozco ningún obstáculo legal que impida que yo, Jaime Soriano, sea unido en matrimonio con Juana Acevedo. Apelo a las personas aquí presentes a que testifiquen que yo, Jaime Soriano, te tomo a ti, Juana Acevedo, para que seas mi esposa legal.

Con tal que lo que decimos sea la verdad, el matrimonio en el sentido legal del término es así de sencillo. Pero en los servicios matrimoniales de la iglesia cristadelfiana, acostumbramos agregar otras promesas que completan nuestro compromiso delante de Dios. Por ejemplo, posiblemente digamos:

¿Tomarás tú a esta mujer para que sea tu esposa legal, para convivir con ella según la ordenanza divina del matrimonio? ¿Te comprometes a amarla, consolarla, honrarla y guardarla en tiempos de enfermedad y buena salud; y dejando cualquier otra mujer, tener solamente a ella, mientras ambos vivan?

O, para la esposa:

¿Tomarás tú a este hombre para que sea tu esposo legal, para convivir con él según la ordenanza divina del matrimonio? ¿Te comprometes a amarlo, consolarlo, honrarlo y guardarlo en tiempos de enfermedad y buena salud; y dejando a cualquier otro hombre, tener solamente a él, mientras ambos vivan?

Cuando Ud. llegue al momento de la amistad que le dice que están o podrían estar en camino hacia el matrimonio, tome estos votos y léalos detenidamente, imaginando las situaciones a que se refieren, y pregúntese: ¿Estoy yo dispuesto a hacer todo esto, siempre, hasta el fin de mi vida, dondequiera que tengamos que vivir y aunque no podamos tener hijos?

Estos votos no son cosas anticuadas con frases extravagantes que no han de tomarse en serio. Al contrario, son la mera realidad: esto es lo que el matrimonio realmente debe lograr. Y son votos para toda la vida.

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