Volver A Comenzar

Capítulo 20

Hay ocasiones cuando tenemos que comenzar de nuevo. Sucede en las cosas simples como cuando hacemos el cruce incorrecto y tenemos que volver a la esquina donde comenzamos; o cuando equivocadamente seguimos el modelo de tejido y tenemos que deshacer algunas líneas de puntadas.

¿Ocurre esto en el matrimonio? Un reporte reciente en un periódico describía cómo el piloto de un yate había sido atrapado en una tormenta que rompió el mástil del barco y tuvo que volver con dificultad al puerto para hacer reparaciones. La misma clase de cosas sucede algunas veces en el matrimonio. Quizá tengamos que reconsiderar nuestra vida entera debido a que alguna enfermedad seria incapacita de manera permanente a uno de los cónyuges; o un trabajo lucrativo nos engaña y nos aparta seriamente de Cristo. Puede suceder que una tercera persona ha invadido el territorio del matrimonio y se vuelve necesario tomar medidas drásticas para mantenerlo unido.

¿Qué Hacer?

No disponemos de la opción de abandonar el matrimonio. El marino reparó su mástil y volvió al mar en el mismo barco. Miremos de cerca el barco del matrimonio. Supóngase que haya encontrado aguas turbulentas y peligrosas. ¿Cómo manejaremos el barco en la tormenta?

El matrimonio es una sociedad y nos inclinamos a considerar que los únicos socios son el esposo y la esposa. ¿Es eso correcto? ¡No! El verdadero matrimonio es una sociedad entre la pareja y Cristo. Es posible, por supuesto, manejar un matrimonio sin Cristo. Miles de personas lo hacen y en Inglaterra el 40% de tales matrimonios termina en divorcio. Cuatro de cada diez barcos naufragan de un modo u otro.

Cristo nunca nos llevará al naufragio. Su embarcación nunca zozobra. Por consiguiente necesitamos poner nuestro matrimonio en las manos de Cristo de manera consciente, segura y permanente.

Algunas veces surgen grandes problemas porque descuidamos las señales tempranas de precaución. Cualesquiera que sean las señales de precaución, haga algo respecto de ellas, tan pronto como las comprenda. Por ejemplo, la comunicación entre los dos es deficiente, constantemente surgen discusiones, no tienen interés en cosas espirituales, el trabajo diario está absorbiendo demasiado tiempo, está disminuyendo la confianza mutua, los asuntos monetarios no están siendo manejados satisfactoriamente, las intimidades del matrimonio no son como debieran ser, o algún indicador le dice que no todo está bien. Tome nota y aplique tan pronto como sea posible los remedios que siguen.

Ayudas Garantizadas

Si usted está casado, hágase estas simples preguntas: ¿Es la Biblia verdaderamente la palabra de Dios? ¿Es Cristo real para mi? ¿Hablamos juntos, mi cónyuge y yo, acerca de estas cosas básicas? ¿Oramos juntos? ¿Creemos que si realmente leemos diariamente la palabra de Dios y verdaderamente creemos que Jesucristo es nuestro compasivo mediador mejorarán nuestra vida y nuestro matrimonio? Entonces, ¿por qué no hacerlo?

Esto no es una simple plática piadosa. Es la esencia de un matrimonio bajo el mando de Cristo.

Las experiencias demuestran que algunos matrimonios son muy mundanos con sólo la apariencia de espiritualidad. Otros matrimonios tienen la palabra de Cristo entretejida a través de toda su estructura. Otros pueden estar entre estos dos extremos, tratando de hacer lo correcto, pero no siempre con éxito.

¿Qué Pasaría Si…?

¿Qué pasará si navegamos en mares tormentosos? ¿Está realmente a bordo el Capitán? ¿Tenemos la carta de navegación delante de nuestros ojos? ¿O tendremos que enviar una señal de auxilio por haber desatendido las reglas del mar?

¿Qué sucedería si no hubiera Capitán ni carta en el mar de la vida? Todos estaríamos en un viaje fatal y nuestros niños estarían igualmente indefensos, pues no tendríamos nada que decirles. Misericordiosamente, la pregunta, “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” fue contestada, “¿Por qué dudaste?”

Analice su matrimonio, noviazgo o vida; vuelva al comienzo y examínelos nuevamente a la luz de la palabra de Cristo. Descubrirá una nueva felicidad y una maravillosa seguridad. Someta sus dificultades grandes y pequeñas a la misma prueba. Ponga sus ansiedades y preocupaciones en las manos de Dios por medio de la oración.

Usted y su pareja quedarán realmente maravillados si honestamente mantienen su matrimonio espiritualmente limpio y ordenado ‘como un barco.’

La Comunicación

Los barcos pueden establecer su posición en el mar orientándose en dos puntos fijos en tierra. Nosotros tenemos esa orientación en las marcas de la palabra de Cristo.

Para su propia seguridad los miembros de la tripulación necesitan comunicarse unos con otros. Así tenemos que hacer en el matrimonio y en el noviazgo. No somos marineros solitarios a cargo de nuestro propio barco. Somos compañeros que nos necesitamos uno a otro, todo el tiempo. Mantengan abiertas sus líneas de comunicación y úsenlas. No se aíslen imaginándose que el noviazgo o el matrimonio sobrevivirán de algún modo. Por favor, comuníquense, comuníquense, comuníquense.

En el barco hay una escalera llamada ‘escalera de cabina’. Mantiene unidas dos partes separadas del barco. Use su escalera de cabina para mantenerse en permanente contacto con su cónyuge. Si uno de ustedes tiene que estar fuera de casa, recuerde comunicarse regularmente con su pareja por escrito, por teléfono o por correo electrónico.

En estos días los marineros no tienen que depender de marcas en tierra para su orientación. Los sistemas de navegación por satélite permiten a la tripulación de un barco establecer su posición instantáneamente. Eso es verdaderamente maravilloso y una gran ayuda para navegar a salvo. Nosotros tenemos aún mejor orientación en la oración a nuestro Padre celestial. Las oraciones diarias estabilizan el barco, fortalecen la tripulación y nos mantienen en las manos seguras de Dios.

Nuestro viaje marital no estará exento de tormentas. Pero el Capitán nos llevará a nuestro puerto deseado con toda seguridad.

Por Consiguiente…

Si tienen problemas apliquen los remedios seguros: comuníquense siempre con su cónyuge. Permitan que Dios se comunique con ustedes, leyendo diariamente su palabra y confiando en el Capitán en oración. La respuesta vendrá: “Calla, enmudece” (Marcos 4:39). Su barco llegará a salvo a tierra. Mientras tanto manténgase en contacto con los demás marineros que conducen sus barcos hacia el reino de Dios, y con quienes Uds. tienen compañerismo en Cristo.

Capítulo anterior: Capítulo 19 — Cuando Las Palabras Duelen

Continúa leyendo: Capítulo 21 — Invitación A La Boda
Ir al capítulo....

Quedate un tiempo con nosotros y comenzarás a entender lo que Dios quiere comunicarnos en su palabra. Y si tienes preguntas o comentarios, escríbenos a preguntas@labiblia.com